Un voyeur pour une exhibitionniste

0
4025
4
T. Lectura: 2 min.

Viví toda la vida en casa y mi habitación daba al jardín, nadie podía verme cuando me cambiaba ya que los árboles del borde de la propiedad tapaban la visual de cualquiera. Esa privacidad permitía que pudiese cambiarme e incluso andar desnuda por cualquier lado de mi casa cuando me encontraba sola. Incluso tomar sol o salir al jardín muchas veces casi desnuda ya que me sentía en una privacidad absoluta. Poder sentir que podía exhibir mi desnudez sin ser vista me daba cierto poder.

Al comenzar la universidad decidí mudarme a la ciudad ya que el trayecto desde la casa de mis padres hasta la Universidad era bastante extenso y me exigía perder mucho tiempo.

En mi nuevo departamento me sentía rara, pero como ya era costumbre después de bañarme como ya era mi costumbre decidí pasearme desnuda. Me acerque a la ventana y me di cuenta que los árboles y la privacidad ya no estaban, por el contrario un mar de ventanas oscuras y algunas con luces se aparecían frente a mí, sin embargo eso me dio un pequeño cosquilleo. Habría alguien mirándome, me dio un poco de pudor pero sin embargo decidí seguir paseándome como dios me trajo al mundo, al fin y al cabo estaba en mí casa, y en mi casa ando como quiero.

Continúe con mi rutina como en casa. Al asomarme nuevamente a la ventana del living me dio la sensación que alguien me estaba mirando, pero no sabía de donde podía venir la mirada de mi espectador, sin embargo mas que asustarme o darme vergüenza, me dio un cosquilleo y me sentí excitarme.

Continúe con el mismo ritual los días siguientes y de vez en cuando sentía esa mirada que me devoraba.

Hasta que un día en el departamento dos pisos por encima del mío y justo en frente, lo vi, estaba oculto en la oscuridad, pero lo podía ver y sabía que me estaba viendo. Su presencia me excitó nuevamente, aunque no podía determinar su contextura o su fisonomía, él estaba allí, y sabía que estaba mirándome. Me masturbé frenéticamente en el baño. No sabía que me estaba pasando, pero el hecho de exhibirme evidentemente algo en mí estaba cambiando.

Días después lo pude ver pero esta vez lo vi porque estaba fumando. Vi su cigarrillo encendido, pero apenas me asomé a la ventana, lo apagó y quedó a oscuras.

Creo que eso me animó a mirar hacia donde el estaba y desnuda quede desafiante mirándolo y mordía mi labio inferior. Nuevamente la situación me excito mucho y nuevamente me toqué, pero esta vez no me contenté con un orgasmo, tuve que ir por más.

Continuamos con este juego durante varias semanas. Hasta que un día se dejó ver un poco más, nuestros intercambios eran breves. Creo que estaba casado o en pareja ya que me parecía ver una mujer en su piso en algún momento.

El día que lo pude ver un poco más, vi que era de estatura media alta. Se veía un hombre maduro y bien formado, atlético. Notaba que me miraba y no quitaba sus ojos de mí, yo estaba con una bata, así que decidí quitármela y quedar desnuda frente a él. Sabía que el disfrutaba de verme y yo disfrutaba en mostrarme. Disfrutaba en sentirme deseada. Sabía que él después de verme iba a desfogarse de alguna manera, pero pensando en mí. Eso era algo que yo sabía que le estaba regalando y él recibiéndolo.

Un día invité a un compañero a cenar y terminamos cogiendo, tomé todos los recaudo para que mi espectador pudiese ver todo con lujo de detalles. Cuando estábamos en el pináculo, en el mejor momento pude verlo. Pude ver que estaba masturbándome mirándonos. Estaba ofreciéndole un regalo que merecía.

Al día siguiente ahí estaba él en el balcón. Podía ver claramente su cara. Me atraía, me excitaba, me prendía. Por fin, después de mucho tiempo, le ponía cara a mi fantasía, le ponía cara a mi espectador de lujo. Para una exhibicionista, nada mejor que un buen voyeur, ¡y yo tenía al mejor!

Loading

DEJA UN COMENTARIO

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí