Una historia nueva (6): Unas vacaciones inolvidables (la gran antesala del incesto)

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Los padres de Cristina y Marcelo han mantenido relaciones de incesto con sus hermanos a lo largo de varios años, José el padre de ellos con su hermana Maricarmen al igual que Laura su madre ha mantenido también relaciones de incesto con su hermano Pedro. Ambos tíos son muy agradables

Laura la madre de Cristina y Marcelo durante su época como estudiante de secundaría había mantenido una sana amistad junto con Graciela, Estela y Francisco el hermano de ellas quien se mantuvo soltero aún a pesar de ser afortunado con las mujeres, sin que llegara a enterarse su amiga Laura de lo que en realidad habían pactado entre ellos cuando acordaron que la promiscuidad que gustaban sentir durante los años dorados de su juventud por el simple hecho de mirarse desnudos, los llenaba de lascivia orillándolos a mantener un profundo sentido de amor entre ellos, con la anuencia de sus padres. De ese modo quedarían entre ambas amigas enterrado el sublime secreto que ambas guardaron tanto entre ellas como con el resto de conocidos vecinos y amistades.

En una ocasión que platicaron luego de años de no haberse comunicado, se encontraron en una tienda departamental, junto a ella iban sus hermanos Estela y Francisco muy abrazados y tomados de la mano cual si fueran novios, algo que de momento no le pareció extraño a Laura. Luego de saludarse y del intercambio de números de celular.

Uno de tantos días en que conversaron a través del celular, a invitación expresa de su amiga, llegó Graciela al departamento donde vivían Laura y su esposo. Graciela llego un poco antes de la hora acordada. Laura acababa de salir de bañarse y salió a recibirla con la bata de baño y su cabello cubierto con una toalla. Laura estaba distraída y había puesto el café sobre la mesa de centro, Laura había prendido un cigarrillo, mientras ella iba por la otra taza de agua caliente para acompañarla con su café.

Para mala fortuna de Laura había dejado distraídamente sobre la mesa de centro un álbum con fotografías explícitas donde aparecían ella con su hermano Pedro y su esposo con su hermana Maricarmen, los cuatro desnudos y haciéndose el amor en diversas poses demasiado sugestivas inclusive con indicios de semen saliendo de la vagina de una de ellas. Graciela reconoció que se trataba de José quien era el esposo de Laura como a Maricarmen la hermana de José y a Laura y a Pedro el hermano de ella, de inmediato se puso roja de la cara y sin fijarse presa de nerviosismo soltó el álbum esparciéndose algunas fotos que aún no estaban fijadas dentro del álbum sobre el piso.

–Perdón, amiga, no sabía de que se trataba, pensé que serían fotos…

–¿Fotos normales, amiga?… pensaste qué… bueno, pues has descubierto que no lo eran, son algunas fotos de…

–Es que yo, no sabía que…

–Que fueras a descubrir algo que no esperaba yo mostrarte… bueno, pues ya lo descubriste, ¿qué más te puedo decir? –dijo realmente apenada con la mirada baja.

–Son fotos muy bonitas, amiga, no debes apenarte, conocí a tu hermano y me pareció una gran persona… y a tu cuñada, también… y a tu esposo… –no sabía Graciela qué más podría decir en ese momento.

Graciela pudo observar como a Laura se le escurría una lágrima al verse descubierta por una de sus mejores amigas a la que nunca pudo revelarle el gran secreto que ocultaban ella y su marido y sin pensarlo se abrazaron con el gran cariño que siempre había demostrado tenerse.

–Disculpa, amiga, lo único que puedo decirte para tu tranquilidad es que todos ocultamos algún secreto que sabemos que no podemos revelar con nadie, yo también guardo mis propios secretos y déjame decirte que no es nada fácil revelarlo aún a quien fue y sigue siendo una de tus mejores amigas, dentro de las cuales yo me considero que lo soy como tú también lo eres para mí, así que no llores, por favor y déjame decirte que mis hermanos y yo también hemos hecho cosas por el estilo, y seguimos… así que no debes preocuparte y solo te pido por favor que no vayas a divulgar nada de lo que yo te diga.

–¡Es que me siento muy apenada contigo!, no sé qué puedas pensar de mí.

–Mira vamos a hacer una cosa, cómo a mí también me apena confesarlo, me cuesta trabajo que también guardo un secreto, así que mejor te lo escribo en una carta la cual debes luego que la leas borrarla, ¿estás de acuerdo conmigo? Y tú a la vez me mandas el secreto que has ocultado luego de que hayas leído el mío y que yo también borraré.

–Gracias amiga, lo haré como tú me dices.

–Bueno pues no se diga más y vamos a tomar el cafecito que se está enfriando.

Luego de eso ambas se quedaron mirando a los ojos, los de Laura aún conservaban alguna de sus lágrimas, Graciela la atrapó sobre su dedo sin dejar de mirarla a los ojos, instintivamente sin que ella o Laura lo pensaran fueron acercando sus labios para sellar el secreto que se abriría entre ellas y que acababan de firmar con sus bocas.

Laura con tan solo la bata de baño puesta y con su cabellos atrapados entre otra toalla más chica se dejo deleitar con el beso de una de sus mejores amigas.

Laura, encendida por el placer que estaba sintiendo por su amiga Graciela quedo de pronto atrapada por las caricias que ambas empezaban a prodigarse y que eran producto de la emoción que las estaba embargando, sus respiraciones se fueron entrecortando en tanto los besos se volvían más apasionados, ambas deseaban que ese momento tan especial continuara hasta donde debiera, Graciela le dijo a Laura que no debía preocuparse por nada de lo que en adelante pudiera pasar entre ellas ya que desde que la conoció sintió que podía enamorarse perdidamente de ella, pero era algo que nunca se atrevió a confesarle por temor al rechazo.

Sin embargo la vagina de Laura empezaba a empaparse luego de que Graciela descubriera sus pechos al deshacer el nudo que mantenía cerrada su bata de baño, pero no solo ella hacía que el clítoris de su amiga palpitara con un deseo incontrolable, pues también su propia vagina empezaba a sentir el burbujeo de sus propios néctares desbordándose, de tal forma que el fuego de sus entrepiernas no podía ya detenerse.

–Graciela, ¿qué me estás haciendo?… ¡Para!… por favor… ¡Aaah! Puede llegar Pedro mi marido y…

–Nada que podamos impedir para que yo pueda declararte al fin mi todo amor y todo lo que siempre me has hecho sentir. –esa declaración hizo que el clítoris de Laura palpitara aún más de un hermoso deseo que estaba brotando entre ambas mujeres.

–El fuego que se había ya encendido no les permitía ya detenerse. Graciela quería inmortalizar ese momento entre uno de los primeros amores de su vida y no iba a permitir que se borrará.

–Mejor vamos a mi cama, ahí podemos hacer todo esto realidad, mi amor.

–Es la primera vez que escucho esas palabras que desde siempre hubiera querido escuchar de tu boca, ¡Mi amor! Tú también serás siempre eso para mí… ¡Amor mío!, deja que me entregue a ti y que seas mía como yo quise serlo siempre de ti.

–No puedo negar que siempre me atrajiste, pero tampoco fui capaz de insinuártelo, ¿pero entonces no te molesta que haga el amor también con mi cuñada?

–¿Cómo crees que voy a molestarme?, mientras dejes que tu corazón también guarde un pequeño espacio para mí, mi amor.

Graciela, de junto a ella la despojó de su bata para comenzar a recorrer su cuerpo desnudo con el exquisito aroma a jabón en tanto empezó a trazar caminos de saliva con su lengua desde sus muslos hasta su abdomen, subiendo hasta sus pechos y rodeando sus endurecidos pezones, lamiendo las areolas y subiendo por el erecto tronco de los mismos paladeando con su lengua para luego ir bajando a su ombligo y de ahí detenerse en los labios vaginales abriéndolos entre sus dedos para husmear donde se encontraba el endurecido clítoris y paladearlo entre su boca que lo estiraba arrancando melodiosos gemidos.

Luego, Graciela ascendió hasta los labios de su amiga, y volvieron a fundirse en un beso donde sus lenguas se entrelazaban con deseo y sus salivas se mezclaban sin dejar descanso para que sus manos continuaran explorando la geografía de sus cuerpos.

–Ya hazme tuya, llévame a la cama y funde tu cuerpo con el mío.

–Tus deseos son órdenes, mi amor, la querida musa de mi inspiración, pero antes quiero pedirte que seas mi novia, dime si aceptas.

–Claro que acepto, así que desde ahora somos novias tú y yo y espero que juntas disfrutemos del amor que sentimos en nuestros corazones.

Antes de pasar sellaron su compromiso con un largo beso, la recámara de Laura y su marido estaba impecablemente limpia, la luz del atardecer se filtraba por entre las cortinas, sus cuerpos desnudos, con sus pezones erectos y sus vaginas empapadas por lo abundante de sus flujos las invitaron a compartirse realizando una tijera, los orgasmos de ambas iban penetrando la intimidad de Laura que quedaba colocada debajo del cuerpo de Graciela, la vagina de Laura se abría permitiendo que penetraran los flujos de amor de su nueva novia. Haciendo que sus pechos temblaran de emoción.

Tras un beso prolongado, donde sus lenguas se juntaron con una lascivia morbosa, Graciela retomó su exploración, deslizando su lengua por el cuerpo de Laura. Lamiendo desde el cuello hasta sus pechos calientes, succionando una a otra sus pezones. Laura gimió al ver lo grandes que tenía Graciela sus gruesos pezones, mientras su vagina palpitaba, goteando jugos que amenazaban con empapar las sábanas al correr por sus piernas.

Sin embargo, terminaban justo cuando José entraba al departamento y llamaba a Laura, quien se levantó luego de haber terminado el coito de ambas, quedando de verse para otras ocasiones más ya fuera ahí mismo o yendo a algún buen Motel. Aunque al mismo tiempo de Laura presentarla y ella despedirse, José pudo percibir que entre su esposa y la amiga de ella algo muy bueno había ocurrido, pero ya habría tiempo para que su mujer le comentara lo que había pasado.

Querida Laura, como ya sabes soy una mujer felizmente casada con mi esposo Gabriel desde hace 20 años, tengo dos preciosas hijas de 18 y 19 años él es un esposo muy bueno y comprensivo además no existe ningún tipo de secretos entre nosotros. Como tú sabes yo soy la mayor de mis tres hermanos Estela mi hermana está casada con Emilio, ellos tienen dos hijos Martha y Luis, ambos en edad de merecer e imagínate lo explosivo que debe ser que ambos duerman en la misma cama. Yo estoy casada con Oscar y tengo dos hijas Azucena y Esmeralda que también duermen juntas. Mis hermanos son los mejores confidentes con quienes siempre he convivido de toda mi vida y desde entonces hemos sido inseparables. Nuestros padres siempre fueron de pensamientos liberales y abiertos al igual que yo y mis hermanos. Frecuentemente hemos recordado con añoranza nuestra adolescencia.

Nuestro hermano Francisco es soltero, jamás quiso casarse aún cuando mujeres le sobran, porque prefería estar con nosotras sus hermanas gozando de gratos momentos durante esa edad en que nuestras calenturas parecían explotar envolviéndonos con su lasciva sinfonía invitándonos a actos de incesto, nuestros padres siempre liberales con nosotros, igual somos nosotras con nuestros hijos, de manera que tienen restricciones para explorar su sexo. Nuestras añoranzas de juventud aún a pesar de estar ya casadas envolvían nuestros pensamientos.

Así fue mi querida novia Laura. Un día me marcó mi hermana Estela para decirme que Emilio, su marido se encargaría de sus hijos, me invitaba a salir de vacaciones le dije que lo consultaría con Oscar, desde novios no hubo secretos por nuestras preferencias sexuales, él se haría cargo de nuestras hijas. Has de saber que yo tengo un contacto más íntimo con Estela aunque a veces también nos vemos mi hermano Francisco y yo en algún Motel.

Estábamos contentas de saber que podíamos salir con nuestro hermano Francisco de vacaciones. Escogimos junto con Emilio el esposo de Estela un bonito hotel en la isla de Cozumel. Oscar fue quien hizo la reservación indicando que yo iría en calidad de esposa de mi hermano Francisco y de mi hermana Estela como cuñada de él.

Cuando llegó por fin el día de nuestra partida, estábamos felices, tanto así que no parábamos de besarnos, fue Oscar mi marido quien nos llevó en compañía de Emilio con quien se lleva de maravilla a tal grado que contagiados por los besos que nos dábamos, ellos también compartieron los suyos, Oscar y Emilio has de saber que son bisexuales.

Luego de un maravilloso vuelo nos mostrábamos impacientes, luego de aterrizar conseguimos un taxi que nos llevara. Durante el trayecto no dejábamos de acariciar nuestras manos, algo dentro de nosotros nos hacía sentir desesperadas por llegar a nuestra habitación. Mientras nuestro hermano completaba el registro en la recepción. Mi hermana y yo nos tomábamos de las manos con desesperación por entrar a la habitación, luego de recibir la tarjeta del cuarto, lo primero que vimos al entrar fue que tenía una magnifica vista al mar.

Sin embargo, nos dejó a Estela y a mí, mientras él se dirigía al bar para dejar que desempacáramos y disfrutáramos de la paz del lugar con el sonido de las olas alimentando nuestros sentidos. Nada más sentarnos en la cama, sonó mi celular, eran mis hijas Azucena y Esmeralda que querían saber como habíamos llegado. Mi hermana Estela tomó la llamada y mientras hablaba con ellas se desvistió dejando sobre la cama su brasier y sus pantaletas, mostrándose ante mi vista con un cuerpo tal como lo recordara en los tiernos días de nuestra juventud.

Unas nalgas no grandes pero realmente hermosas como siempre las había recordado, sus pechos al igual que los míos copa “C” con unos pezones gruesos igualitos a los míos, realmente algo largos y que tenían la forma de unos apetitosos glandes de pene, aunque claro no tan grandes, amamante a mis hijas y también a mis hermanos, igual que ella nos amamantó a nosotros cuando tuvo sus hijos, Estela estaba lanzándome una mirada lasciva que parecía estar invitándome a disfrutarla, estábamos desnudas.

Mi brasier y mis pantaletas quedaron tendidas sobre las almohadas, sin dejar de hablar con mis hijas. Estela restregó sus pezones por mi espalda, tomó una botellita de aceite para lubricar todo mi cuerpo, desde mis piernas, subiendo por mis nalgas y mi espalda deteniendo sus manos en mis pechos, pellizcando mis pezones con suavidad, traté de cortar la conversación con mis hijas, pero en vez de eso empecé a gemir, haciendo que ellas rieran preguntándome lo que estaba sucediendo, al parecer yo la estaba pasando magníficamente bien en compañía de mis dos hermanos, ellas coleccionaban fotografías nuestras bastante comprometedoras de nosotros tres desnudos disfrutando de un sexo incestuoso.

Mi hermana y yo reímos pues también está pasando algo similar con sus hijos. Cabe decir que también entre sus hijos y ella tampoco existen secretos, al igual entre mis hijas y yo, inclusive yo les propuse a mis hijas que se acariciaran entre ellas para definir si se sienten a gusto tocándose, para que comprueben si disfrutan una tendencia lésbica a lo cual inclusive yo quiero sumarme para dirigirlas.

Fíjate mi amada Laura que me distraje y dejé el celular sobre la cama, me besé de lengua con mi hermana y ambas gemíamos algo escandalosas y deben habernos escuchado a juzgar por las risitas que alcanzamos a escuchar, incluso hicieron un comentario –mi tío ha de tener la verga bien parada a juzgar por lo que escuchamos- y yo les contesté –todavía no llega su tío, solo estoy con mi hermana y nos estamos besando ya sin ropa que nos estorbe, para su conocimiento. Ellas me contestaron simplemente con un –bueno mamá, pues las dejamos, pero luego nos cuentes todo con lujo de detalles.

Estaba tan caliente que no me importaba nada, más que besar a mi hermana y tener su vagina junto a la mía para impregnarlas con nuestros jugos y sentir nuestros clítoris restregándose.

–Ay hermanita que ricos pezones tienes para mí están realmente grandes e hinchados.

–¿Tú crees, hermana? Sabes que ya te tenía muchas ganas.

–Y yo a ti, hermana, quiero hacer la tijera contigo y pegar mi vagina con la tuya hasta que nos vengamos juntas y gocemos de un rico incesto.

–Recordé cuando mis hijos Martha y Luis siendo ya mayores, les encantaba prenderse de mis pezones, al igual hicieron tus hijas Azucena y Esmeralda conmigo, aunque ya no tenía leche al igual que tú también les ofrecías tus pezones a mis hijos y nos llegaste a dar de tu leche a mí y a Francisco cuando la tuviste.

En ese mismo instante Francisco nuestro hermano tocó, abrimos con cuidado para que nadie más pudiera vernos desnudas, se iluminaron sus ojos, su verga se puso tiesa por dentro de sus bermudas.

–Qué agradable sorpresa ver a mis dulces hermanitas desnudas sin esperar a que yo mismo las desvistiera

–¡Qué rica se te ve la verga, hermano! deja que tus hermanas te la mamemos.

–Vaya pues al parecer el incesto siempre ha sido parte de nuestras vidas, ¿no lo creen?

–Es que tienes una verga riquísima, hermano.

No te miento Laura, en realidad Francisco tenía una hermosa verga grande y venosa con un glande más grande que nuestros pezones, él mismo nos decía que en vez de pezones nos había puesto Diosito glandes de verga de lo apetitosos que los teníamos, bien que los mamaba y nos sacaba la leche cuando la hubo.

A mi hermana Estela al igual que a mí nos encendía el hecho de saber que estábamos gozando del placer que la antesala del incesto nos provocaba al saber que estábamos a punto de estar cogiendo entre nosotros, nuestros genes guardan el secreto del placer que solo el incesto puede llenarnos. Mi hermana Estela besaba mis labios llenándolos con el sabor de la lujuria que su saliva provocaba en mí.

–Me hacen sentir su calor, hermanos saben que los tres gustamos del incesto, como quisiera hacerlo con mis propias hijas y decirles, hijas mías ahora tendrán una buena ración de incesto con su propia madre al igual que yo misma tuve incesto cientos de veces con mis hermanos. –en ese momento me di cuenta que había dejado abierta la conversación de mi celular, pero ya era tarde y de seguro mis hijas han de haber estado escuchando nuestras conversaciones y hasta grabándolas.

–¿Qué pasó hermana?, ¿Por qué pones esa cara?

–Deje abierto el celular y mis hijas deben haber escuchado todo lo que decíamos.

–¡Bueno!, pues no tienes de que preocuparte, si tú misma les dijiste que querías enseñarles a coger entre ellas con tu ayuda.

–Acuérdate hermana que nuestros genes están orientados para el incesto, así que no tiene nada de malo el que tus hijas despierten los genes que llevan de herencia.

Esas palabras me sorprendieron, e hicieron que mi clítoris palpitara de deseo ¿por mis propias hijas?, ¿o por mi hermana Estela a quien tenía enfrente? ¿o por nuestro hermano Francisco?

El hecho de sabernos incestuosas, y que el fuego dentro de nuestras vaginas ardiera me hizo tomarla colocándola sobre la cama, pegué mi vagina con la de ella iniciando un vaivén que nos estaba llevando a la gloria, en tanto tomaba la verga de nuestro hermano para masturbarla haciendo que el semen tibio fuera a parar en medio de nuestras vaginas, restregándolas para formar largas hebras con los néctares que desprendían, mis propios jugos se escapaban dentro de la vagina de Estela que estaba acomodada debajo de mí, mezclados con el semen de nuestro hermano.

Añadiendo ese toque de sabor que luego se impregnaba en nuestras bocas al momento de mamar nuestras vaginas en un 69 exquisito como tal vez hayas podido también tú disfrutar, impregnando nuestras bocas con el exquisito sabor del incesto; queríamos que ese momento de amor entre nosotros tres continuara.

–Mi amor… vamos a la regadera, mira como quedaron nuestras vaginas impregnadas de puro sexo incestuoso. –Dijo mi hermana Estela, su vagina estaba empapada del semen de nuestro hermano y mezclado con mis propios jugos.

–Vamos, hermanas, nos dijo Francisco, ahí podemos continuar y tener sexo anal, al fin y al cabo con la regadera nos lavamos bien.

–Esa es una magnífica idea, hermano –le dije

Nuestra habitación ya estaba en penumbras, creando para nosotros un santuario de deseo. El cuerpo desnudo de Estela, con sus pezones erectos y su vagina cubierta del semen de Pedro. Ella se recostó en la cama, con sus piernas abiertas invitándome a lamerla, yo miraba como sus senos temblaban con cada respiración que daba.

Bueno, querida, cómo has de saber nosotros también guardamos nuestro secreto de familia, al igual que lo guardas tú.

Estela, acostada junto a mí, comenzó a recorrer mi cuerpo con su lengua, lamiéndome desde mi ombligo y bajando hasta el nacimiento de mi vagina donde ella veía como asomaban mis labios vaginales escurriendo su precioso néctar, el cual absorbió con su lengua hasta subirlo a mis pechos, deteniéndose en mis pezones los que lamía con detenimiento haciendo que me volteara ofreciéndole mis nalgas las cuales aceptó deslizando su propia vagina e impregnándolas con los jugos que salía imparables de los labios de su vagina los que me restregaba con dulzura, gimiendo y tomando mis pechos entrelazando nuestros pezones.

Luego, Estela volvió a voltearse ascendiendo hasta mi boca para fundirnos en un beso apasionado, nuestras lenguas se entrelazaron en una danza de deseo ardiente, nuestras salivas se mezclaban con parte del esperma de Francisco que habiéndose venido dentro de nuestras vaginas, escurrieron el precioso semen de la vida, mientras las manos de Francisco exploraban nuestros cuerpos, tocando nuestra piel ardiente.

Tras ese beso prolongado y lleno de pasión, donde nuestras lenguas acompañaban la suave música del incesto, yo retomé la exploración, deslizando mi lengua sobre el cuerpo de mi hermana Estela. Recorriendo sus pechos, lamiéndola desde su cuello bajando con mi lengua hasta sus hermosos pechos, deteniendo mi boca para aprisionar sus pezones entre mis labios, provocando que se endurecieran al contacto de mi saliva. Estela gemía, sus manos se enredaban en mi cabello, mientras su vagina palpitaba, soltando los aromáticos jugos que empapaban la toalla de baño que había puesto para eso.

Laura, creo que esto que te estoy confesando te demuestra que soy una mujer ardiente como lo eres tú y quiero decirte que estás en mi mente y en mis acciones, quiero dedicarte todo esto que te estoy contando como una forma de agradecer que ahora que ya somos novias, también tengas un tiempo para mí y lógicamente acepto de todo corazón lo que hacen y disfrutan al igual que nosotros, pero quiero pedirte que esto solo quede entre nosotras, aunque si en algún momento decides invitarme como parte de tu familia, lo aceptaré de buena gana porque juntas podemos descubrir el verdadero amor.

Espero con ansías lo que tengas que escribirme y ten la seguridad que así como te prometí lo voy a borrar para que esto solo quede entre tú y yo. Claro que te conté solo una parte de todo lo que disfrutamos durante casi una semana completa y no te miento cuando al regresar lo seguimos haciendo con más ganas.

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