Llegamos a casa y nos fuimos cada uno a nuestra habitación. Mientras me dormía casi se me pone dura pensando en lo último que me había dicho mi hermana, “ Eso parecía prometer mucho! “.
A la mañana siguiente, me levanté y sin cortarme baje a la cocina con los calzoncillos bóxer con los que había dormido y sin camiseta, me empezaba a dar igual que me vieran con cualquier cosa, incluso desnudo, pensé sonriendo. Me puse un café y me senté en la mesa que había algunos bollos y tostadas. Al momento llegó tía Sole con su bata semitransparente a través de la cual se apreciaba su ropa interior.
– Que tal lo pasasteis anoche? Había habiente?
– No estaba mal! Lo pasamos bien!
– Eché de menos algún achuchón nocturno! Me dijo con una sonrisa pícara a la vez que se movía sinuosamente.
– Me hubiera encantado! Dije mirándola con sonrisa perversa.
Recordé de nuevo la última frase de mi hermana y sentí como se removía la polla bajo los bóxer. Ahora tenía a tía Sole delante que parecía dispuesta a tomar un buen desayuno. No sabía dónde estaban las demás y pregunte, antes de decirle algo más insinuante.
– Dónde están las demás?
– Candi y tu madre se acaban de ir a dar un paseo y tú hermana no se ha levantado todavía.
– Bonita ropa interior, tía Sole! Le dije sin rodeos.
Ella sonrió y se abrió la bata para mostrarme la ropa interior que yo había insinuado. No era un tanga, pero eran unas pequeñas braguitas negras con un leve encaje que realizaban sus sensuales muslos. El sujetador era a juego, y dejaba ver una gran parte de sus voluminosas tetas.
– Te gusta más así? Me preguntó contoneándose.
Dejó caer la bata al suelo y su sensual cuerpo quedó bañado por el brillante sol de la mañana que entraba por las ventanas. Se cogió las tetas con sus manos y las comprimió haciéndolas más apetecibles.
– Quieres probar a ver si sale leche? Me dijo con su voz tierna y dulce.
Todavía me parecía raro que dijera ese tipo de cosas con su tierna voz. No tuvo que decirme más, me levanté como un resorte y me lancé sobre sus grandes tetas como una fiera. Mi mente, pervertida he insaciable, funcionaba desde primera hora de la mañana. Se las comí desaforadamente mientras ella metía su delicada mano bajo mis bóxer y sacaba mi miembro ya en plena erección. Parecía que ninguno de los dos teníamos tiempo para preámbulos, y se bajó las bragas lo suficientemente para orientar mi capullo entre su suave mata de pelo. De inmediato empujé varias veces agarrándola del culo y mi polla se introdujo hasta el fondo. Empecé a bombear sin dejar de chuparle sus grandes pezones, ya me había dado cuenta que a todas les gustaba que los succionara con fuerza, y eso es lo que hice.
– Ahhh! Que perrita me pones Pedrito! Susurró con su dulce voz.
Estábamos de pies, en medio de la cocina, y no era la postura más cómoda. La cogí en volandas y la senté sobre la mesa, dejándole medio culo fuera, recostó la espalda a la vez que yo le levantaba las piernas y la sujetaba por los tobillos, volví a introducir la polla mirando cómo desaparecía entre la mata de pelo, y comencé a bombear con ganas. Me apetecía oír su voz, esa voz tierna diciendo guarradas, y la provoqué.
– Te gusta así, tía Sole?
Ya había empezado a jadear y me contestó con palabras entre cortadas.
– Ahhh, síii, me… Ahhh, encanta Pedrito!
Con las piernas levantadas sujetándola de los tobillos miré como sus tetas bailaban sobre su cuerpo tendido en la mesa. La miré a los ojos y vi que ella me miraba.
– Te gusta más así, tía Sole? Le dije para provocarla más.
Su mirada se fue transformándo de tierna a felina, y su respuesta fue más contundente. Parecía saber lo que quería oír, y así me lo transmitió con una voz más profunda.
– No sabes – Ahhh- como me gusta – Ahhh- tu rabo, diosss! Me pone- Ahhh- más calie…nte que una perraaa – Ahhh, Joderrrr…me corrooo!
Noté como temblaban sus piernas levantadas y al momento mi polla y mis huevos se empaparon con su flujo. Yo ya estaba muy excitado, casi salvaje, dándole pollazos y no me corté en mis comentarios.
– Y a mi me encanta lo zorra que te pones, tía Sole! Aghhh!
Y mi polla estalló soltándole varios y copiosos chorros de semen que acabaron chorreando entre sus muslos llegando a mojar la mesa. Me retiré con la polla fuera, todavía algo dura y de inmediato ella se incorporó para bajarse de la mesa, y todavía con las bragas bajadas, se inclinó para chupar los restos de semen de mi polla. Comenzó a chuparla con ansia y pensé que si seguía volvería a ponerme la totalmente erecta. Eran unas chupadas deliciosas que me dejaron la polla como un espejo.
– Ufff! Que desayuno mar rico! Dijo al ponerse de pies todavía con las bragas bajadas.
Oímos un ruido y los dos giramos la cabeza hacia la puerta, allí estaba mi hermana de pies, mirándonos con una sonrisa perversa.
– Dios mío! Que vergüenza! Exclamó mi tía a la vez que se subía las bragas con las mejillas totalmente enrojecidas.
– Tranquila tía Sole! Me ha encantado veros follar! Dijo acercándose hasta ella y dándole un sonoro azote en su gran culo.
– Por dios, hija! Que tu madre no se entere de esto!
Pidió con dulzura mi tía Sole mientras intentaba ponerse la bata sin atinar.
– No se tiene porqué enterar! Contestó Sonia con cierta perversión.
– Sería muy desagradable para todos, sobre todo para ella! Volvió a implorar mi tía con cara se súplica.
– Seguro que lo podremos arreglar! Continuó mi hermana sirviéndose un café.
Iba descalza, con una camiseta larga que cubría poco más que sus bragas que se veían tímidamente al andar. Sus grandes pezones se marcaban a través de la fina camiseta de algodón y sus largas piernas destacaban bajo la camiseta. El tono de la última frase, aunque no era amenazante, tenía tintes de chantaje. “ Seguro que lo podremos arreglar! “. Mi tía se debió dar cuenta de ello y no dudó en ofrecerle lo que quisiera.
– Pídeme lo que quieras! Pero por dios, no le digas nada a tu madre!
– Tranquila tía! – dijo acercándose hasta ella y dándole un beso en su enrojecida mejilla. – No le diré nada, pero pensaré en tu oferta! – dijo irónicamente.
Tía Sole acabo de ponerse la bata y salió de la cocina algo alterada.
– Que cabrona que eres! Por qué has hecho eso?
– Quería ver su reacción, jajaja!
– Y encima la chantajeas!
– Todavía no le he pedido nada, pero lo pensaré, jajaja! Seguro que le sacó unos buenos vestidos de marca. Tienen dinero para aburrir, para ella no será nada!
– Es una buena persona, seguro que te los compraría sin necesidad de chantajearla!
– Ya… pero estoy pensando… en algo más! Jajaja! Dijo soltando otra carcajada.
Mi tía se había subido a su habitación y mi hermana salió al jardín para tumbarse. Subí y llamé a su puerta, cuando abrió la vi llorando. La tranquilicé asegurando que mi hermana no diría nada, también la advertí que su intención era sacarle algún vestido y poco más. Se tranquilizó bastante y me dijo que no le importaba, que le compraría todo lo que le pidiera.
La comida de ese día fue algo silenciosa, tan solo tía Candi y mi madre hablaron. Tía Candi dijo que tenía que bajar al pueblo para atender asuntos del negocio y tía Sole le propuso a Sonia que bajarán también para ver algo de ropa, quería adelantarse a su petición. Mi madre y yo decidimos tumbarnos entre sol y la sobra, a esa hora el sol era demasiado intenso.
– Voy a ponerme un bikini! Me dijo con su sonrisa encantadora.
Yo ya llevaba puesto uno de los varios bañadores que me había traído y extendí un par de toallas sobre el césped. Me tumbé sobre una de ellas boca abajo, con los brazos cruzados mirando en dirección a la puerta del salón. Al momento, mis dos tías y mi hermana se asomaron por la puerta para despedirse. Segundos más tarde oí el motor del todo terreno alejándose de la casa. Puse la cabeza sobre los brazos y cerré los ojos disfrutando del alborotado trinar de los pájaros. Pocos segundos más tarde noté la sombra de mi madre cercana a mi cabeza, levanté la vista y vi su hermoso cuerpo apenas cubierto por un pequeño y sexy bikini de color rojo intenso.
– Te gusta cariño? Me preguntó con su delicada voz.
– Estás… preciosa mamá! Dije evitando la primera barbaridad que había pensado.
– Gracias hijo! Un poco pequeño, pero tus tías se empeñaron y no pude decir que no!
Se tumbó sobre la otra toalla que había , a mi lado boca arriba y me giré poniéndome de lado admirando su cuerpo, para mi era un “pibón”. Miré sus redondas y bonitas tetas elevadas sobre su tórax, y como los grandes pezones se le marcaban bajo la fina tela del bikini. Continúe por las curvas que describía su cuerpo hasta llegar al pequeño tanga que apenas cubría el centro de sus bonitos muslos, unos muslos tersos de piel suave que desee sobar con impaciencia.
Se había puesto unas gafas de sol y no sabía si ella me miraba, estaba recordando la tarde anterior, esos maravillosos momentos que disfruté con intensidad, cuando su voz, como leyendo mis pensamientos, me volvió a la realidad.
– Me encantó el paseo de ayer, fue muy delicioso!
– Para mí también, mamá! Disfrute mucho de… tu compañía! Volví a medir mis palabras.
– Yo también disfruté, sobre todo de tus caricias! Me dijo sonriendo con cierta picardía.
Pensé unos segundos hasta que decidí acariciar su vientre, todavía no tenía claro lo que había ocurrido el día anterior, no sabía si había sido un desliz de mi madre, o realmente una apetencia madurada. Las caricias eran una cosa, pero de ahí a lo que habíamos llegado… no se.
– Si, síii! -Dijo con rapidez al notar mis dedos – Me encanta que me acaricies!
Estuve unos segundos sobre su vientre hasta que me atreví a subir la mano hasta sus tetas, unas tetas que me volvían loco. No dijo nada, y comencé a sobarlas con suavidad, apreciando la tersura de su piel a la vez que rozaba los pezones con las yemas de los dedos, unos pezones que emergían intentando abrirse paso bajo la fina tela. Dio un largo suspiro y dejó los labios entre abiertos y acerqué, con delicada lentitud, mi boca hasta la suya dejándole ver mis intenciones, no quería que aquel momento se estropea por mi impaciencia. No puso objeciones, y mis labios se posaron sobre los suyos sintiendo una sensación deliciosa al notar su carne húmeda y sensual.
Los acaricié con los míos y los deguste con mi lengua hasta sentirme embriagado con su aliento. Para mí, mi madre era una diosa, y pensaba tratarla como tal, metí la lengua en su boca con timidez, reprimiendo mis deseos de devorársela. Ella no solo la aceptó, sino que la degustó provocando que mis hormonas se alteran más de lo que ya estaban. Puso su mano tras mi cabeza y convirtió el beso tímido en un beso caliente y lascivo. Despegue los labios para mirarla, quería ver sus ojos, su cara, su preciosa sonrisa, y lo vi todo, el brillo de sus fulgurantes ojos y el deseo dibujado en sus labios.
Empujó mi nuca hasta hacer que mis labios se pegaran de nuevo a los suyos y ahora la pasión nos desbordó devorándonos como depredadores hambrientos. Mi mano recorrió sus maravillosas tetas de nuevo hasta liberar los pezones, y después de acariciar su dureza, baje con mi boca por su cuello hasta llegar a ellos. Pasé la lengua notando como se endurecían aún más, mientras los embadurnada de saliva, los succione lentamente, primero uno, después el otro, a la vez que lamía la deliciosa aureola que los rodeaba.
Sus suspiros se hicieron más prolongados haciendo que su pecho subiera y bajara a gran velocidad. Mi mano sobre su vientre, comenzó a bajar a la vez que sobaba todo su contorno buscando la zona púbica. Mis dedos llegaron al borde de la tela y acaricié la tersa piel que la delimitaba. Noté como su mano apretaba mi cabeza contra sus tetas y chupé sus pezones con más ganas. Sus suspiros se convirtieron en gemidos.
Metí los dedos bajo la tela y noté sus abultados labios genitales, apenas cubiertos por un escaso bello púbico. Ya estaban algo mojados, y sentí como todo su cuerpo se removía. Mordisquee sus grandes pezones a la vez que introducía un dedo entre sus labios genitales, y sus gemidos se hicieron más patentes y sonoros. Yo mismo me estaba desesperando por mi propia lentitud, pero quería que aquel momento se alargara venciendo al deseo lujurioso y depravado de mi mente.
A los pocos segundos su cuerpo vibraba y mojaba mi dedo copiosamente mientras no cesaba de apretar mi cabeza contra sus tetas. Noté su otra mano buscando la entrada de mi bañador y no tardó en tocar mi miembro, que parecía querer romper la tela. Lo palpó, lo sobó, y tiro del bañador hacia abajo haciendo que saliera como un resorte. Fui girando mi cuerpo hasta ponerme de rodillas y así poder bajar con mi lengua lamiendo su vientre. Ella tiró más de mi bañador hasta bajármelo por las rodillas, levanté una y después la otra, para ayudarla a quitármelo por completo. Ahora podía ver mi polla completamente erecta apuntando a su cuerpo.
Tire de su tanga con mis dedos descubriendo su maravilloso coño, y después de mirarlo con deseo, acerqué la boca hasta él. Lamí entre los gruesos labios sintiendo como se abrían, y penetre con la lengua profundamente paladeando el sabor de su flujo. Sus jadeos aumentaron de nuevo mientras sentía como me agarraba la polla con deseo. No me costó encontrar su clítoris, grande y duro, y jugué con la lengua para después darle unas buenas succiones. Su cuerpo tembló con grandes estertores provocando que mi lujuria aumentara. Lo lamí como un perro y lo succione como una aspiradora, hasta que sentí como temblaba estrepitosamente y se corría en mi boca. Notando como tiraba de mi polla, coloque las rodillas a ambos lados de su cabeza y no tardé en notar como abrazaba mi capullo con sus sensuales labios mientras yo seguía lamiendo los jugos de su coño.
Metió media polla en su boca y la chupó con ganas, unas ganas que complacían mi lujuria haciendo hervir a mi cerebro. Dejó de chuparme la polla y comenzó con los huevos, sentí como succionaba uno hasta meterlo en su boca a la vez que lo lamía en el interior. Mi cuerpo dio un latigazo al sentir ese placer inesperado, y pasó al otro produciéndome el mismo efecto. Mis deseos de follarla ya eran desesperados, y lentamente comencé a girarme hasta ponerme frente a ella. No sabía cuál iba a ser su reacción, aunque al mirar su boca jadeante supe que lo deseaba. Tiré de su tanga hasta sacárselo por los pies y abrió las piernas de inmediato. Agarré mi polla para colocarla entre los grandes labios de su coño y presioné con suavidad.
Su boca emitió un largo suspiro acompañando al viaje de mi glande por su vagina. Mi polla penetró hasta el fondo, suavemente entre sus jugos, mientras miraba su boca jadeante y sus ojos tapados con las gafas de sol. Se las retire mara vérselos, quería ver cómo brillaban de placer y no me decepcionó. El brillo era intenso y toda su cara emitía un deseo voraz. Acerqué mi boca hasta la suya y nos fundimos en un largo y lascivo beso. Sus manos abrazaban mi cuerpo sobando mi espalda y mi culo, acompañado mis lentos movimientos. Mi polla entraba y salía de su coño, despacio, disfrutando de cada penetración. Dejaba de besarla para mirar su cara de placer y lamía su cuello y sus mejillas para sentir sus jadeos. Dirigió de nuevo mi boca hasta sus tetas deseando que se las comiera de nuevo mientras la follaba, y así lo hice, mi prioridad era culminar todos sus deseos. Le devoré las tetas con ansia, las lamí embadurnándolas con mi saliva, y succione los pezones como si fuera a sacarles la leche, noté que le gustaba como se lo hacía y eso me produjo más satisfacción.
– Diossss, cielo! Como me gusta lo que me haces! Me estás volviendo loca!
Dijo besándome la cabeza a la vez que imprimía más fuera a mi culo con sus manos para sentir más profundamente la penetración. Me atreví a morder con cierta fuerza sus pezones, estaba tan salido que deseaba hacerle de todo y no me contuve.
– Aghhh! Siiii! Siiii! Diossss! Que guarr…
Se contuvo y no terminó la frase, aunque era fácil de deducir. Noté que se estaba reprimiendo, el pudor y una educación religiosa llevaban años ahogándola, y no se atrevía a descorchar la botella y dejar salir toda esa espuma contenida. No quise forzarla y dejé que decidiera el momento.
Metí una mano bajo su delicioso culo agarrándolo con fuerza para que sintiera más las penetraciones. Giró levemente su cuerpo para dejar más espacio a mi mano y alcance el centro de su culo con uno de mis dedos. Su corrida había bajado hasta el y lo sentí mojado, eso facilitó que pudiera meterle la punta con suavidad.
– Ufff! Diosss! Que me haces! Me estás volviendo loca!! Ahhh!
Se volvió a correr mientras clavaba sus uñas en mis glúteos.
– Bésame! Bésame! Me gritó al ver que la miraba.
Ahora ya fue un beso lascivo, caliente y feroz, que nos envolvió en pura lujuria. Cuando despegamos los labios su mirada había cambiado, era la misma mirada felina que había visto en mis tías y mi hermana.
– Sigue! Sigue! No pares! Me dijo con la boca ligeramente torcida.
No sabía si se refería a mi polla o a mi dedo y decidí seguir adelante con los dos. Seguí bombeando con mi polla, aumentando ligeramente el ritmo a la vez que introducía más profundamente el dedo en su culo.
– Dios mío! Como me gusta! Sigue! Muévelo! Muévelo!!
Me gritó a la vez que movía su culo intentando seguir el ritmo de mi dedo.
– Ahhh! Siiii! Ahhh! Joder! Has hecho que me corra otra vez! Diosss! Nunca me había puesto tan guarra! Se atrevió a decir finalmente entre jadeos.
– Me encanta ponerte así de guarra!
Le contesté para hacerle saber que me había gustado esa palabra. Ahora sonrió de forma pícara y lasciva mientras sentía como seguía bombeando su coño.
– Quiero sentir tu leche dentro de mí! Dijo sin parar de moverse al ritmo de mis penetraciones.
– Vamos, suéltame un buen chorro como el que me soltaste ayer en la boca!
Recordé la escena cuando me lo dijo y me puse más salido de lo que ya estaba, y comencé a empujar con más fuerza. Los jugos de su coño ya lo empapaban todo y mi polla chapoteaba dentro de su vagina.
– Joder, no pares con el dedo! – Susurró al sentir que no lo movía – Diosss! Diosss, como me gusta eso! Vamos cielo! Dame bien fuerte!
Me estaba encantando que me pidiera lo que le gustaba y arremetí como un animal salvaje. Estaba a punto de correrme, bombeando con fuerza a la vez que miraba como sus ojos brillaban. Me agarró la cabeza y me beso mordiéndome los labios al sentir el primer chorretón de leche. Su cuerpo tembló intensamente a cada chorro que soltaba mi polla.
– Ahhh! Siii! Que gusta! Masss! Masss! Comenzó a gritar contra mis labios con la cara casi desencajada.
Cuando solté la última gota, me quedé jadeante, casi exhausto. Mi boca estaba a escasos centímetros de la suya y las bocanadas de aire chocaban entre sí. Parecía no querer soltar mi cabeza, mirándome a los ojos con un deseo casi incontrolado.
– Diosss, hijo, nunca había sentido tanto placer!
Me besó de nuevo con lujuria. Cuando despegó sus labios pude ver su cara de satisfacción, adornada con una sonrisa esplendorosa. Me desplace de su cuerpo para caer boca arriba sobre la toalla, ella se giró para ponerse de lado y acariciando mi mejilla me dijo.
– Como me ha gustado, cielo! Ha sido… fantástico! Dijo buscando una sola palabra para describirlo.
– Te ha gustado a ti? Me preguntó aparentando ingenuidad.
– No sabes bien como lo deseaba!
Le contesté cerrando los ojos a la vez que cogía aire. Ella tenía ganas de hablar y continuó.
– Hace tiempo que me he dado cuenta como me miras! Dijo dándome un beso tierno en la mejilla.
Abrí los ojos y la miré sorprendido.
– Ah, sí? Tan mal lo disimulo?
– Jajaja! Si cielo, tus ojos te delatan! Y tengo que confesarte una cosa!
– Cuál?
– Me da un poco de vergüenza, pero… tengo que decírtelo! Alguna vez me he masturbado pensando en que dormíamos juntos!
– Solo dormíamos?
– Jajaja! Que malo que eres! Ya sabes a lo que me refiero! Rió dándome un cachete en el muslo.
– Y por qué no me lo cuentas con detalle? Le pregunté para ver si era capaz de abrir más su mente. Quería oír el deseo a través de sus palabras. Estaba tan salido que pensaba volver a excitarme con solo escucharla.