No supe en qué momento me quedé dormido, pero me despertó el sol que entraba por la ventana y el calor bochornoso de la habitación. Abrí los ojos con un poco de molestia y me sentía bastante descansado. Cuando me di la vuelta no vi a nadie. Estaba solo en el cuarto, pero ¿estaría solo en la casa?
Sentí la cosquilla de la adrenalina nuevamente, pero antes necesitaba darme un baño, digamos que no me gusta oler feo y justo ahora, en este momento no era portador del mejor aroma que digamos, no después de una noche de sexo. La cosa es que no sabia nada de esta casa. De si saldría agua caliente, que utensilios podía ocupar, incluso no sabía si podía tomar alguna toalla. Respiré hondo, me puse mi pantalón, la playera y mis zapatos.
Abrí la puerta del cuarto y sali al pasillo, la puerta de Valeria estaba cerrada y no se escuchaba movimiento así que después de un par de pasos toqué en la puerta del baño y nadie respondió. Entré y cerré con seguro, me bajé el pantalón y me senté en la tasa, acerqué mi mano al bote de ropa sucia y cual fue mi sorpresa que estaba el cachetero que vale traía puesto en la madrugada. Instintivamente lo extendí, lo recorrí con mis manos y estaba húmedo. Una descarga eléctrica recorrió todo mi cuerpo. Lo puse al revés y justo el pedazo de tela que queda protegiendo la vagina lo llevé a mi cara.
Lo pegué afanosamente a mi nariz y el olor que me llegó fue tan increíblemente delicioso que no pude hacer otra cosa que sacar la punta de mi lengua y capturar ese sabor lo mas que se pudiera, antes de que llegara a secarse. Me sentía depravado al estar haciendo esto. Nunca en mi vida había sentido esta afición por la ropa interior y menos por alguien de la edad de la hija de mi nueva pareja.
Aun con el sabor de la miel de Valeria en mi boca y su olor negándose a abandonar mis pulmones decidí salir del baño e irme de ahí. (no sin antes guardar en la bolsa de mi pantalón ese cachetero).
Al salir del baño escuché ruido en la parte de abajo. Bajé por las escaleras y era Nayeli. Estaba ya arreglada y lista como para salir. Me dijo que tenia que ir a si trabajo pero que nos veríamos en la semana.
Asentí, me acerqué por detrás de ella, la tomé de la cintura, pero la percibí un poco distante. Me tomó por sorpresa su actitud y decidí irme sin importar que aun no me hubiera bañado. Era sábado y yo descansaba ese día de mi trabajo así que me despedí, le di un beso en la mejilla y quedamos en llamarnos para ver cuando nos veíamos otro día.
Durante mi trayecto no dejaba de pensar en su hija y en la razón por la cual ella se había portado así de fría cuando en la noche anterior había sido un volcán en erupción conmigo. Entre el trafico y la acumulación de gente empecé a fastidiarme. Afortunadamente llegué pronto a casa y me metí a bañar de inmediato.
Deje que el agua caliente cayera sobre mi cabeza y recorriera todo mi cuerpo, esa sensación tan reconfortante de calor y frescura me relajaron demasiado. Me perdí en mis pensamientos y sin darme cuenta estaba reviviendo la imagen de esa chica, detrás de la puerta espiando, viéndome, masturbándonos juntos, viéndonos a la distancia.
Abrí los ojos, decidí cerrar la ducha, secarme y salir del baño. Me fui directo a mi cama, me recosté completamente desnudo y tomé de la bolsa de mi pantalón ese cachetero, que, hasta ahorita, era el único recuerdo que tenía de Valeria. Lo llevé a mi cara y comencé a masturbarme imaginando que estaba encima de mí, deseaba tenerla en un 69, sintiendo su tierna boca rodeando mi miembro mientras yo devoraba su conchita tierna, juvenil, deliciosa. Seguí así hasta que después de unos minutos, sentí la enorme necesidad de eyacular, llené esos cacheteros de toda mi leche. Los dejé mezclados con los fluidos de ella.
Me quedé dormido de nuevo hasta que el sonido de mi teléfono me despertó. era Nayeli diciendo que, si podía ir a cenar a su casa, se disculpó por su actitud en la mañana. Me contó que discutió con su hija pero que ya todo estaba bien, quería que cenáramos los 3 para que me la presentara. Obviamente dije que sí. La sola idea de ya tener contacto directo con ella me empezaba a obsesionar. Le dije que podíamos cenar en casa o si quería, quizá ir a cenar a algún lado y quizá al cine los 3 para irnos conociendo mejor. Ella dijo que si, solo abría que ver si Valeria estaba de acuerdo.
Le dije a Nayeli que me confirmara a que hora sería para estar listo o para ver donde nos veríamos. Me bañe de nuevo, busque algo de ropa que me viera no tan mayor pero tan poco como chavo-ruco. Sin saber porqué la ansiedad comenzó a anidar dentro de mi pecho. Me puse nervioso, las manos me sudaban y me sentía todo un estúpido.
Por un segundo pensé en lo que estaba pasando por mi cabeza y mi cuerpo. Ya soy un hombre maduro, donde buscaba tener una relación tranquila y estable. No estaba buscando tener ninguna aventura con una mujer 26 años mas chica que yo. No era normal, no es sano. -No está bien – me repetía una y otra vez. Estaba tratando de calmarme cuando sonó una notificación de mi teléfono. Revise y era mensaje de Nayeli, diciéndome que su hija había aceptado sin problema ir al cine con nosotros. Nos veríamos en fórum Buenavista a las 6 de la tarde para ir a cenar y de ahí al cine. La función comenzaba a las 8 así que teníamos buen tiempo.
Algo dentro de mí se resistía a ir. Quería cancelar y no volver a verlas. No me sentía cómodo, pero al final, mi deseo fue mucho mas grande. Me aliste y Sali de casa. Aún tenía tiempo, pero no quería estar en casa ahogándome con mis pensamientos.
Durante todo el camino no dejé de pensar, de imaginar todo lo que podría suceder. Cada chica que veía en el metro o en el camión de la edad parecida a Valeria me hacia recordar su olor febrilmente juvenil de su entrepierna, no podía evitar voltear hacia su pelvis e imaginar que era ella. Estaba siendo insostenible mentalmente. Me puse mis audífonos, le subí a la música y busqué distraerme.
Por fin llegué a la plaza, aun era temprano. Miré mi reloj y faltaba aun una hora para vernos. Habíamos quedado de encontrarnos en el área de bancos así que subí hasta la planta alta y empecé a recorrer los negocios, cada tienda, cada isla. Lo importante era hacer tiempo y distraerme.
Le mande mensaje a Naye para que supiera que ya andaba por ahí. Le dije que cuando estuviera cerca me avisara para bajar por ellas.
No puedo ni siquiera recordar lo que vi en los locales. Solo deambulaba como zombie hasta que un mensaje me regresó a la realidad. Ya estaba por llegar. La taquicardia empezó de nuevo y me dispuse a caminar hacia los bancos. Iba tranquilo para no llegar sudado.
Cuando ya estaba cerca de las escaleras que dan al HSBC las pude ver paradas recargadas en el cristal del banco. Nayeli vestía un pantalón de mezclilla negro, una blusa escotada (como era su costumbre) y un pequeño suéter. A un lado estaba su hija: Valeria. Venia de leggins grises, un top negro y una sudadera con el cierre abierto. No quise verla mucho pero pude percatarme de lo marcado de sus pezones, deduje que tampoco usaba sostén.
Me acerqué a ellas con una sonrisa, salude a Naye de abrazo y un pequeño beso en sus labios. Me giré y salude a Vale con un casual: “hola”
-Hola. -Dijo ella estirándome la mano. Yo la tome y sin pensarlo se acerco para saludarme de beso en la mejilla. El cual fue algo cerca de mi boca y eso me puso super inquieto. Me quedó su olor en mi rostro. Un perfume floral, muy juvenil.
-Gusto en conocerte Vale, Ahora si formalmente (hubo algunas risas incomodas de mi parte)
-Pues ya te conocí anoche. No me dejaban ver mi película ni dormir. (sonrió coquetamente y me guiño un ojo).
Nayeli rio un poco fuerte y poniéndose en medio de ambos, nos sujeto del brazo y avanzamos hacia el área de comida rápida. Platicamos de cosas triviales. Para ser sincero no sabia de que hablar con ellas. Me sentía algo bloqueado. Llegamos a unas mesas y apartamos unas. Fuimos a pedir las hamburguesas y cuando la orden ya estaba realizada, Naye se disculpó y fue al baño. Nos dijo: “pórtense bien, no me tardo”.
Me dejó solo con su hija, con toda la confianza del mundo. La fila del baño se veía algo larga ya que había un par de mujeres formadas afuera de la entrada. Cuando después de unos minutos en silencio, por fin su mamá logró entrar al baño, ella se dio la vuelta y me pregunto a tiro de piedra:
-¿te gustó el regalo que te dejé en el bote de ropa sucia? Supongo que si porque cuando regresé a casa ya no estaba.
Su pregunta me tomó por sorpresa. Ni siquiera supe que decir. Tartamudeé algunas silabas y solo me le quedé mirando fijamente. Ella siguió como en un monologo bien preparado:
-Desde que te vi parado saliendo del baño me di cuenta de que habías abierto el bote de ropa sucia y quise comprobarlo dejándote mis cacheteros mojados para ver si los veías pero no me imagine que te los fueras a llevar, pero sabes algo, me caes bien, me gustas. Te lo regalo. El espectáculo que me regalaste fue increíble.
Yo no podía creer lo que estaba pasando. Valeria lo hablaba con tal naturalidad que me dio miedo.
-Mira vale, la verdad no quiero tener ningún problema con tu mama, y mucho menos generar una situación donde salgamos afectados. Me disculpo por lo de anoche y yo…
Tapo mis labios con su dedo índice haciendo la señal de que me quedará callado.
-Si tu no le dices a mi mamá, yo no le diré nada, será nuestro secreto. Te voy a contar algo. Desde hace algún tiempo he visto como mi mama tiene sexo con hombres, pero hasta ayer solo había sido espectadora. Nunca había tenido contacto con ninguno de ellos. Y tengo la fantasía de vivir lo que mi mama hace, se vio delicioso lo que le hiciste, nunca vi que se viniera así y cuando ella te lo estaba mamando y tu me volteaste a ver, uff, eso me calentó demasiado y no pude evitar tocarme mientras nos veíamos.
-Fue delicioso, y créeme que tu “regalo” ya tiene mi sello. – Reímos un poco. Decidí seguirle el juego.
No sabia lo que estaba haciendo, pero era lo más excitante que había vivido en mi vida.
Me dijo que, si hoy me iba a su casa y tenia sexo con su mamá, ella dejaría una tanga mojada en la ropa sucia, pero quería solo una cosa: Que la llenara de semen y se la dejara ahí mismo para que ella pudiera ponérsela así y andar con mi leche caliente pegada en su vagina y así quedarse dormida.
Me dijo que su mamá con unos tragos se queda dormida muy profundo después de coger, así que debíamos llevar unas chelas a su casa, beber algo y cuando ella estuviera dormida, yo me iría a la puerta de su cuarto, tendría ya la tanga en mis manos para masturbarme viéndola, viendo como ella se toca al mismo tiempo hasta dejar cada fibra de la tanga llena de leche para que se la pudiera poner para dormir.
Ya venia su mamá del baño, sonrió y justo la orden iba llegando. Ya ansiaba llegar a su casa.
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