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Lissa, la exótica venezolana

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Desde hace unos meses debido a la crisis que se vive en Venezuela, muchas personas han decidido venir a mi país con el ánimo de mejorar su calidad de vida.

Una de esas personas es Lissa, con apenas 23 años, bella de unos 1.60cm de estatura, cabello castaño, piel canela, cuerpo armonioso acompañado de unos senos grandes, firmes y un bello culo.

La conocí en un establecimiento de comidas cerca de donde vivo, ella tiene una forma muy cordial de atender a sus clientes, con su acento caribeño y esa mirada picarona acompañada de esa boca y sonrisa sensual, de esa manera es difícil no querer ir una y otra vez a comer a ese lugar; el hecho es que me convertí en un cliente constante de tal manera que la saludaba por su nombre y ella por el mío.

Cierto día, en una acostumbrada visita de parte mía, ella al atenderme me da la triste noticia que se va de la ciudad, la razón, al parecer su hermana le había conseguido empleo y en dos días viajaba.

No pude disimular mi cara de nostalgia y de cierta tristeza del solo hecho de pensar que no la vería, la invite a sentarse conmigo (aprovechando que era el único cliente por atender en ese momento), empecé a preguntarle por sus cosas, y si iba a extrañar esta ciudad; entre charla y charla, le propuse salir a comer algo diferente a lo que se vendía en ese lugar, ella aceptó la invitación; cosa que me alegro mucho.

Aprovechando que mi esposa e hijo se iban de viaje a visitar a un familiar, opté por quedarme adelantando unos trabajos, pero en mi mente estaba expectante de la salida con Lissa.

Al otro día, después de mediodía, ella me escribió para confirmar la salida. A la hora acordada, pasé por ella hasta la esquina de donde vivía y de allí fuimos a comer; Lissa estaba vestida muy sensual, con un legins negro, una blusa de tiras, sandalias y ligeramente maquillada, uñas vinotinto y cabello suelto largo le llegaba a mitad de su espalda, aproveché para decirle lo guapa que estaba, ella me respondió con algo de ironía diciendo que se sentía muy sencilla.

Ya en el sitio, empezamos a hablar y reírnos de cuánta cosa se nos ocurriese, ella pidió una ensalada de frutas con helado de vainilla, me llamaba la atención la forma en que se metía y sacaba la cuchara a su boca, lo hacía mientras me miraba, siempre que lo hacía con su lengua le daba un toque muy sensual. Fue en una oportunidad que la salsa de mora se regó en su mentón que aproveché para acercarme a ella para limpiarla con una servilleta, nos miramos sin dejar de sonreír por alguna bobada que había dicho yo, me acerqué y la besé, fue un beso delicioso, sus labios fríos pero dulces, pude sentir su lengua también suave. Fue un beso largo, delicioso.

Luego de ahí fuimos a hacer unas compras que ella necesitaba para el viaje. De camino ambos en la motocicleta ella me agarra de mis bolsillos delanteros y con su mano derecha acaricia la cremallera de mi jean. Al terminar de hacer las compras, me dice que la lleve a su casa, por mí no hay ningún problema.

De igual manera camino a su casa, ella acaricia nuevamente mi cremallera, y con mi espalda puedo sentir sus senos, en ese momento ya las hormonas y la circulación sanguínea estaban haciendo su tarea.

Al llegar a su casa, me senté en un mueble y le ayudé a sacar las cosas que había comprado, ella no hacía más que quejarse del calor que sentía, la verdad si estaba algo caluroso el lugar.

Fue en ese momento que dijo que se iba a echar un baño, pasó frente a mi envuelta en una toalla color fucsia mientras yo estaba ahí sentado con el pecho a mil.

De repente, escuché que ella me llama, al responderle que si necesitaba algo, me invitó a seguir a la ducha, de inmediato me quité la ropa, abrí esa puerta corrediza y empezamos a besarnos cómo locos debajo del chorro de agua.

Empecé a tocar sus nalgas, su espalda, sus tetas y también con mis manos empecé a tantear su vagina depilada y húmeda, su fluido se sentía tibio. Besé sus senos mientras la masturbaba, ella también me masturba de forma fuerte.

Seguidamente me agaché y subí su pierna izquierda sobre mi hombro y empecé a lamerle su vagina, sentí ese clítoris duro, rígido, mientras lo hacía empecé a escuchar su débil gemido, y con su mano me agarra el cabello, lo aprieta fuerte y maneja mi cabeza a su antojo, saca y mete entre sus piernas.

Luego ella empezó a chupar mi verga, lo hace de forma experta, así cómo me gusta que no quite su mirada de la mía, usa su lengua como un canal, la mueve genial y mete toda mi verga en su boca.

Ella me dice que vamos a la cama, voy detrás de ella, quien me lleva de la mano. Tomo mi pantalón y de la billetera saco el preservativo, ya en su cama seguimos, le empiezo a decir al oído lo rico que se siente y cuanto me encanta ella. A lo cual responde apretando más su vagina hacia mi verga, queriendo meterla, cosa que sucede.

Es ahí que ella me dice que se lo meta duro, con todas las fuerzas, sus deseos son órdenes, pongo sus pies sobre mis hombros y empiezo a darle durísimo, mientras sus tetas van y vienen, su rostro hacia un lado y su boba gime de placer, envía su brazo derecho a su boca para amortiguar el ruido de sus gemidos.

Ahora la pongo en cuatro, y la embisto una y otra vez, mientras agarro su cabello. Esa cama suena bastante duro, ella gime, escucho que dice: -rico, que ricoo. El sonido de sus nalgas y mis piernas es fuerte, parece el de un auditorio cuando aplauden.

Luego me acuesto y ella se pone encima, pongo mi cabeza en la almohada para poder alcanzar sus tetas y chuparlas mientras ella cabalga, la agarro de las caderas, ella se mueve muy, muy delicioso, empieza a hacerlo de forma desquiciada y se viene, su vagina baña mi pelvis demasiado.

Se baja y vuelve a chupar, en ese momento ambos estamos bañados de sudor, el lugar es bastante cálido. Ella se ve muy sensual sudando, yo agarro su cabello en todo momento, me pongo en pie, y ella queda chupando mi verga, con su cabello alrededor de mi mano derecha la manejo a mi manera, metiendo y sacando mi verga de su boca, luego empieza a chupar mis bolas mientras me sigue masturbando, ella me empieza a masturbar con sus tetas, las apretada fuerte mientras yo saco y meto, y con su lengua lame mi verga y saborea.

Todo es tan rico, tan delicioso, luego y eyaculé sobre sus senos.

Lissa superó todas mis expectativas, ese movimiento de caderas y su voz delicada, hicieron de ese momento algo memorable.

Me tocó salir a comprar más preservativos porque aún había mucho tiempo para los dos.

Al final de la noche, ella quedó dormida y yo me fui a mi casa. Al llegar, ella me escribió y seguimos conversando de lo bueno que sería volver a repetir un momento como este.

¡Buen viaje Liss!

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