Nuevos relatos publicados: 13

Mi hermanastro y yo (Octava Parte)

  • 9
  • 17.876
  • 9,68 (22 Val.)
  • 1

(Hola, primero que nada, les ruego que tengan un poco de paciencia con este capítulo que ya verán que valdrá la pena, se los aseguro. Y segundo... muchas gracias a aquellas personas que me han apoyado, de verdad todo esto les escribo para compartirles mis vivencias y experiencias... muchas gracias.)

*********************

Después de que nuestros padres nos descubrieron estando desnudos en la misma cama, todo se había vuelto más complicado, no podíamos vernos sin sentir las miradas fulminantes de ellos, nos necesitábamos, el deseo de sentirnos, besarnos, nuestros cuerpos se extrañaban y no podíamos hacer absolutamente nada a excepción de dedicarnos pequeñas miradas cuando nuestros padres no nos veían. La situación era insoportable.

Todos los días era lo mismo, nuestros padres jamás salieron de la casa desde que nos descubrieron y si lo hacían siempre íbamos con ellos. Toda esta situación nos ponía mal y nadie nos decía nada, parecía que todo iba de mal en peor, pero no fue así. En uno de los días que estaba en la universidad había recibido una llamada urgente de parte de Sebastián, lo escuchaba agitado y algo nervioso.

—Cata... necesito que vuelvas a casa ahora, nuestros padres quieren hablar con nosotros —dijo, ni bien escuché eso y salí disparada hacia la casa, por suerte ya no tenía clases más adelante. Llegué a la casa un tanto nerviosa de lo que podría suceder, entré a la sala y ahí estaban los tres sentados en los sillones. Y sin decir nada, me senté a lado de Sebas, pero de manera muy separados.

—Bueno... ¿de qué querían hablarnos? —Sebas rompió el silencio.

—Ustedes saben muy bien de lo que les vamos a decir —decía mi mamá seria.

—Debí creerle a la vecina cuando nos había comentado de que notaba algo raro en ustedes —agregó papá—, pero simplemente creímos que eran puras imaginaciones y ahora veo que no era así.

—Nosotros nunca tuvimos la intención de hacerles daño, simplemente nos llegamos a querer muchísimo hasta el punto de amarnos, sabemos que no es lo correcto porque somos hermanos, pero ni siquiera estamos conectados de sangre y no queremos que nos separen solo porque creen que estamos mal y que es un tabú —intervine, ya no podía soportar más esta situación. Sebas al igual que nuestros padres me miraban asombrados mientras Sebas me tomaba de las manos fuertemente y poco a poco me iban saliendo lágrimas de los ojos.

—Ya lo he hablado con su padre, y llegamos a un acuerdo. Catalina, ya no llevarás el apellido de tu padrastro —me había cambiado de apellido cuando mamá se casó con él y desde allí llevaba su apellido, pero al escuchar eso me quedé asombrada.

—No, no la van a echar de la casa —escuché a Sebas replicar— el quien debería de irse soy yo, pero no le hagan esto a Cata.

—¡Deja que terminemos de hablar! —Exclamó mi padrastro, todo parecía cada vez más confuso— No los vamos a echar a la calle, es solo una modificación que haremos, pero tienen que dejarnos a que les explique.

—Pues díganlo ya, porque ya me están colmando la paciencia —jamás había visto a Sebas actuar de esa manera, pero era entendible, nuestra relación estaba en peligro.

—Calma, vamos de poco en poco... su padre y yo decidimos divorciarnos...

—¡¿Qué?! —Gritamos al unísono los dos— ¿Qué tiene que ver que ustedes se divorcien con nosotros? —terminé de preguntar.

—¿Qué les habíamos dicho? Dejen que terminemos de hablar —dijo mamá—, nos vamos a divorciar por ustedes, Catalina y yo dejaremos el apellido de tu padre y así, legalmente ya no serán hermanos y podrán estar juntos.

—Pero hacer esto solo por nosotros es simplemente...

—No pasa nada, nosotros estamos seguros de lo que sentimos mutuamente y siempre estaremos juntos, el matrimonio y el divorcio son solo papeles, queremos que sean felices porque ustedes son las personas más valiosas que tenemos en nuestras vidas y merecen ser felices. Aunque hubiéramos preferido que ustedes nos lo dijeran de sus propias bocas y no que nos enteráramos de esa manera —el solo pensar lo sucedido en aquella noche me da vergüenza.

Después de varios días de lo que habíamos hablado, los trámites ya estaban legalizados y oficialmente dejamos de ser hermanos, hecho esto, nuestros padres incluyendo nosotros volvimos a nuestras vidas antiguas. Ahora ya no teníamos límites, ya no nos interesaba lo que dirán la gente puesto a que ya no éramos hermanos, nuestros amigos se fueron enterando de poco a poco y estábamos muy felices. Sebas me iba a ver a la universidad, siempre recibiéndome con besos apasionados y regresábamos a la casa, duchándonos juntos, comiendo juntos, durmiendo juntos y por supuesto sexo desenfrenado a todas horas.

—¿Qué tal está mi hermosa NOVIA? —Sebas me había ido a recoger como siempre en la U.

—Muy bien mi querido NOVIO —se sentía muy bien la libertad que teníamos.

Llegamos a la casa y estábamos todos acaramelados, nos dirigimos al sillón y comenzamos a darnos besos calientes entrelazando nuestras lenguas y soltando saliva fuera de nuestras bocas mientras Sebas iba amasando uno de mis senos, pero no lo quería hacer en el sofá, al parecer, la última vez que nos descubrieron me dejaron un poco traumada, así que prefería hacerlo en una de nuestras habitaciones y con la puerta cerrada.

—Mmmnh... no... detente... —dije casi sin aliento.

—¿Detente? No lo podré tomar en serio si tienes esa cara de gatita en celo, pero bueno... si quieres que me detenga, lo haré, pero antes... —y sin darme cuenta ya estábamos completamente desnudos en el sofá y con su pene en la entrada de mi vagina.

—¡Ah, no... aquí no! —Sebas al escuchar eso, me penetró de repente haciéndome perder la cabeza.

—Mmm... ¿de verdad? Apuesto a que te gusta de esta manera y en este lugar —mientras decía eso me iba penetrando más y más rápido—. ¿Entonces, qué te parece?

—N-no... sé... ¡aaaah!

—Pero mírate... a pesar de que me habías dicho que me detuviera estás así de mojada —realmente estaba mojada, sentía cómo salía de mi vagina abundante fluidos que cubría gran parte de mi entrepierna y su pene—, pero... ya que quieres que me detenga entonces lo sacaré —dijo mientras poco a poco iba sacando su pene de mi vagina.

—Esp...

—¿Qué diceees?

—N-no... no lo saques, por favor no lo saque —le decía casi con un susurro, estaba un poco avergonzada.

—¿Cooomo?

—¡Por favor no lo saques, aaaaah! —sentí cómo me penetraba nuevamente entrando a lo más profundo—. ¡Uuuh, sí! ¡Ahí, más adentro! ¡Se siente muy bien! —estaba gritando como una desquiciada, sentía cada cómo me penetraba con fuerza y rapidez, y se escuchaba el sonido de mis fluidos cada vez que me iba penetrando, succionaba uno de mis senos agarrándolo con firmeza. Estaba perdiendo la cabeza por el placer que me provocaba.

—Uuuuff... estás tan apretada, hermanita —aún nos seguíamos llamando de esa manera.

—Y el tuyo cada vez se está haciendo más grande... ya no puedo más... me voy a correeer... mmmnh —había tenido mi primer orgasmo de la noche. Aun estando dentro de mí, llevó mis piernas a su cadera haciendo que lo rodeara con ella y con eso me llevó hasta la cocina sentándome encima del mesón.

—Intentaré con algo que sé que te va a gustar —dicho esto salió de mí haciendo que me queje y se dirigió hasta la nevera sacando una paleta con forma tubular, se lo metió en la boca, después lo llevó a mi boca bajando poco a poco siguiendo con su lengua por mi cuellos, hombros, mis senos, los pezones haciéndome temblar un poco, iba bajando poco a poco a mi ombligo, después llegando a mi entrepierna y finalmente a mi clítoris dando pequeños círculos de placer, ya para eso estaba gimiendo desesperadamente, la sensación helada y junto a su lengua recorriendo mi piel era simplemente excitante. Estaba acostada con la respiración acelerada—, ahora necesito que te relajes un poco... confía en mí —de pronto, siento cómo la paleta iba abriéndose paso dentro de mi vagina, sentía lo helado recorrer todas mis paredes vaginales haciendo que me retuerza más del placer, siento cómo Sebas iba succionando mi clítoris y después mis labios vaginales lleno de mis fluidos junto al de la paleta mientras que meneaba el palito rozando mi punto G. Mis gritos de placer inundaban toda la casa, mi espalda estaba arqueada dando a entender que ya se estaba acercando mi segundo orgasmo.

—¡Síiii! ¡Sigue! ¡Dame más, síiiii! ¡Me voy a correr, me voy a correeer! ¡Aaaah, aaaah, siiii! —y con eso la paleta salió expulsada de mi vagina junto con mis fluidos, Sebas simplemente admiraba su obra. Cuando ya estaba un poco calmada, él acercó nuevamente su lengua pasándola de arriba había abajo en toda mi vagina, succionando mis jugos y lo que quedaba de la paleta, se levantó y dirigió nuevamente su pene en la entrada de mi vagina penetrándome de repente tan fuerte que no reaccioné a tiempo cuando mi tercer orgasmo me había alcanzado—¡Aaaah, ya no puedo más! ¡Qué rico! ¡De verdad ya no puedo más! —pero a Sebas pareció no haberme escuchado, estaba tan absorto que siguió penetrándome más y con más fuerza tomando mi cintura para poder penetrarme salvajemente mientras sentía sus bolas chocando con mi trasero. Yo me sostuve con mis dos brazos abrazando su cuello juntando nuestras respiraciones agitadas, toda la casa estaba lleno de nuestros bufidos de placer.

—Hermanita, te voy a llenar de mi semen. ¡Toma, toma! —sentía los potentes disparos de semen estallando dentro de mí y con Sebas imprimando en mí como si fuera un animal siguiendo sus instintos y así nos quedamos por un rato hasta que, sin salirse de mí me llevó cargando hasta nuestra habitación y acostarnos en la cama. Después de un buen rato descansando, de repente Sebas me toma con fuerza poniéndome en la posición de cuatro patas y con eso me volvió a penetrar salvajemente ya que el semen que me había dejado hace un momento nos sirvió de lubricante, eso y varias rondas más hasta el amanecer. Al despertarnos nos dimos cuenta del desastre que había en la cama, charcos secos de nuestros fluidos, manchas de semen por doquier y la cocina no se quedaba atrás. Con esto ya estábamos más que seguro de que nadie nos podrá molestar jamás con nuestra relación, era increíble lo libres que nos sentíamos al tener sexo por toda la casa sin tener que escondernos, era simplemente placentero.

**************

Espero que les haya gusta este octavo y último relato, ya que ya di a conocer todas nuestras experiencias por este medio, no me queda más que agradecer por leerme y apoyarme. Siento que este capítulo al principio haya sido aburrido, pero quería que supieran de manera resumida el cómo fue que solucionamos esta situación tan difícil que habíamos pasado. Muchas gracias de antemano.

Ya saben, pueden hacer comentarios en esta plataforma o pueden escribirme al correo: [email protected] por si quieren hacerme algún comentario, duda o pregunta. Gracias.

(9,68)