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De puta en un gloryhole en el extranjero

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Hace unas semanas atrás decidí tomarme unas vacaciones en el extranjero para relajarme y cambiar de ambiente así que opté por irme a la hermosa ciudad de Ámsterdam, bien conocida por su barrio rojo, el ambiente liberal y relajado en cuanto al sexo. Quería hacer compras de ropa sexy, juguetes sexuales interesantes y simplemente pasarla bien. Llevé toda mi ropa femenina aunque claro, no podía putear así como así nada más. Tenía que ser cuidadosa. Para empezar tenía que visitar un sex-shop; había leído sobre ellos, y sobre todo los que incluían cabinas con “gloryholes” – ya saben, esos en las que tienes uno (o dos) huecos en la pared, alguien mete su verga y tú se la chupas hasta que se venga. Sexo anónimo! Sonaba demasiado tentador como para no hacerlo. Así que una noche me puse una ropa sexy pero no muy llamativa: vestido en tubo negro, bien pero bien cortito, con los hombros desnudos, con una trusa tipo hilo dental y unas botas que llegaban hasta mis muslos. Claro, para “no llamar la atención”. Me fui a un complejo que era una mezcla de sex-shop, cine para adultos y cabinas personales… donde podía pasar casi de todo.

Primero deambulé por la tienda, curioseando, explorando el territorio (habían unos juguetes maravillosos que se veían realmente rompe culos… y que terminé comprando). Algunos me daban la típica mirada lasciva que yo respondía con una pícara sonrisa. Sabía que me seguían con la mirada. Luego bajé a un sótano; era la sección de sado-masoquismo… todo tipo de accesorios para hacerte sufrir de placer. Y entonces lo vi, al fondo, la sección de cabinas de video y “otros pasatiempos” Había que pagar 15 euros para poder a esa sección así que normal, lo hice. Las luces eran bastante bajas, casi oscuro, lo único que podía escuchar eran los jadeos de los videos en las cabina; solo escucharlos hacía que empezara a excitarme. Vi varios machos en el lugar, merodeando, esperando una buena presa. “Cariño, aquí estoy” pensé. Así que me metí en una cabina de gloryhole; del ancho de un baño estrecho, con perforaciones a la altura de la verga en ambas paredes laterales. Había una silla de plástico así que me senté a esperar. No pasaron ni dos minutos cuando de pronto siento que alguien había entrado a la cabina del costado; sacó su verga del pantalón y empezó a sobarla para endurecerla. Le di un vistazo por el hueco y sí, lucía deliciosa… ”Aquí vamos” pensé. Mostrando los dedos a través de la perforación de avisé que estaba interesada; de inmediato, su verga ya dura entró por el hueco quedando completamente a mi disposición. Hummm qué rica verga! No lo pensé dos veces: la cogí con la mano derecha y empecé a chupársela como si fuese la última verga en el mundo. Pura carne blanca, suavecita, venosa, cabezona. La idea de no saber a quién pertenecía esa pieza me excitaba. Mamé, mamé y mamé hasta hacerla entrar hasta el fondo de mi garganta; me encanta chupar verga, me aloca, me excita más que el sexo anal, sobre todo si terminan dándome la leche, así que como una perra en celo se la chupé hasta hacerlo explorar: su esperma salió disparado aterrizando en mi cara, labios y cuello. “Oh qué rico amor!!” El mazo ese desapareció repentinamente, pero de pronto me di cuenta que ya había otra verga en el hueco de la pared opuesta. “Esto será divertido… voy a ser una puta oral esta noche”. De inmediato giré la silla y de nuevo, a mamar verga; la chupaba desesperada mientras el semen chorreaba por mi cuello. Ya tenía un plan en mente: chupar todas las vergas que se presente, hacerlas explotar, recibir todo el semen que pueda. Y así se dio: terminaba con uno, hasta hacerlo derramar todo su esperma en alguna parte de mi cara (o a veces, en el fondo de mi garganta) y luego el siguiente, y el siguiente, y el siguiente. Mi silla giraba de izquierda a derecha y nuevamente a la izquierda… los penes entraban y salían de los gloryholes, entraban y salían de mi garganta; la capa de esperma se iba acumulando en mi cara, como un manto de crema para la piel, lechosa, con ese olor tan característica de la leche de un macho. Habían pasado quizá un par de horas; en ese tiempo debí mamar unas 30 vergas, o quizá más. En un momento dado no lo pude resistir más, así que me quité la trusa y el vestido, quedándome solo con las botas puestas y entonces hice algo más: mientras se la chupaba al tipo que estaba a mi derecha, el de la izquierda me rompía el culo con su verga. “OMFG”…” ¡Doble penetración anónima!! “Esto es el paraíso. Me quedé así, con el cuerpo en 90 grados, con la boca abierta en un hueco y el culo, también abierto en el otro. Lo ÚNICO que pensaba en ese momento era: “CÓJANME por favor, cójanme todos los que quieran!!!”. Estaba en el paraíso, en el nirvana… era la mejor experiencia para una puta travesti como yo. Se sujeté con ambas manos de una barra de metal en la pared, mientras que con los tacones me apoyaba en la pared opuesta. Cerré los ojos, abrí ambos huecos: las vergas entraban y salían, entraban y salían, entraban y salían; la leche, el semen, el esperma de inundaba por todos lados, una y otra vez, más y más y más.

Me quedé unas cuatro horas en el lugar. Debo haber servido a unos 50 a 60 hombres, quizá más. El semen chorreaba por todo mi cuerpo: mi culo, mis piernas, mi cuello… eraba completamente bañada en esperma. No sabía si debía salir así… en realidad quería hacerlo, lo había hecho en mi ciudad y es súper cachondo. Me vestí de nuevo, el semen dejaba marcas por todos lados en mi vestido; removí un poco el esperma de la cara, al menos para poder ver bien. Al salir de la cabina vi que habían varios hombres, mi miraban dándome una risa lasciva, como diciéndome “eres una diosa”, un par me pidieron mi nombre y el de mi hotel. Sentía el semen saliendo de mi ano, metiéndose en mis botas; con los dedos, traté de remover el esperma de mi nariz y mejillas. Era un desastre.

Al final pensé, “joder, esto es Ámsterdam, seguro no tienen problema con esto” así que salí, media cubierta de esperma hacía la calle en dirección a mi hotel. Eran más de la medianoche afuera.

Mientras caminaba me sentía la puta más puta de todas. “Esto hay que repetirlo” Pensé.

¿Crees que lo volveria a hacer?

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