Adriana mi esposa se despertó y me miro a mí, que yo me estaba levantándome lentamente sin despertarla, por lo que enseguida me sujeto su brazo izquierdo para retenerme a su lado.
-yo le pregunto amor -echándole una mirada confundido.
-¿Por qué te levantas tan temprano? Creí que nos quedaríamos aquí hasta mediodía -me dijo mi esposa.
Ella llevaba puesto un siempre camisón de dormir que le llagaba a los glúteos. Y yo llevaba puesto unos bóxer que dormir ya en estos días era de verano y hacía calor. Yo me gire y se acomodó frente a frente con mi esposa.
-Quería ir a trotar un rato, ¿Quieres venir? -Dije yo.
Adriana frunció el ceño.
-¿Estas bromeando?
Yo le acaricie su mejilla lentamente.
-Ven conmigo, prometo cargarte si te cansas.
Adriana negó con la cabeza.
-Solo soy apta para una actividad física y lo sabes, correr no es lo mío -me dijo.
Yo la beso lentamente sonriendo contra sus labios.
-Lo sé, el sexo salvaje es lo tuyo y me encanta –dije.
-¡Cristian! -me regaño con falsa indignación- ¿Cómo puedes decirme eso?
-Lo digo porque te amo y porque es la verdad. Me gusta tu agresividad cuando te vuelves insaciable y salvaje.
-Entonces… -prosiguió ella atrapándolo en un abrazo- ¿Te quedaras conmigo aquí?
Yo la beso la punta de la nariz.
-mmm entre estar afuera y quedarme aquí abrazado a tu cuerpo, creo que elegiré lo segundo.
Adriana apoyo su cabeza en mi pecho y se dejó abrazar.
-¿Terminaste todo tu papeleo anoche? -pregunte ya que en la noche anterior mi esposa estaba terminado unos papeleos antes de irnos de vacaciones, dije mientras acariciaba el cabello enmarañado.
-Todo -contesto bostezando con los ojos cerrados- así que oficialmente estoy de vacaciones.
-Entonces bebé gracia nos espera.
Adriana deposito un beso en mi torso desnudo.
-Lo tengo todo planeado, podemos hacer un tour por Atenas y disfrutar de su cultura. Bañarnos en la playa de Plafones… -ella comenzó a enumerar con rapidez las cosas que siempre había querido hacer- ¿De cuánto disponemos?
-El dinero no es problema -me dijo ella.
-No, me refiero al tiempo. ¿Qué día tienes que volver al trabajo? -le pregunte.
Ella me dijo que un mes y yo también tenía el mes completo de vacaciones.
-Tendremos mucho tiempo para realizar cada cosa de mi lista -dijo Adriana satisfecha con una sonrisa de felicidad.
-Haremos todas esas cosas que tienes planeadas -dije yo sacándola de su ensoñación- y podemos agregar unas cuantas ideas mías.
-Serán nuestras mejores vacaciones… -me dijo.
-Me encargaré de ello, te lo prometo -le dije y le di un beso espesa cabellera castaña.
-Me basta con que estés allí conmigo. Quiero aprovechar el tiempo que tenemos antes de que el trabajo nos ocupe demasiado.
Adriana se incorporó sobre su codo para mirarme en los ojos
-Te amo.
-Yo te amo más.
Yo la beso su hombro y sonrió.
-Ven aquí hermosa -dije jalándola hacia su costado para abrazarla y besar su cabello- Ya que me impediste salir a trotar, voy a dormir un par de horas más a tu lado.
Adriana acomodó su espalda en mi pecho y este hundió su cara en su cabello sintiendo el leve cosquilleo que le producía aquel enmarañado cabello que tanto amaba. Yo sonrío envolviendo mis brazos posesivamente en su cintura y pensó en que no había nada más perfecto que pudiera pedir un domingo por la mañana. Nos besamos con un beso de amor, pero al seguir la temperatura subió y quería más y más, ya que en besos era de pasión y de deseo Adriana me abraso por la cintura y me pego a ella, yo ya sentía mi miembro en su furor debajo del bóxer que llevaba, mientras tanto yo cogí la parte de abajo del camisón que tenía mi esposa lo empuje hacia arriba para quitárselo, ella viendo lo que estaba haciendo, me ayudo subiendo los brazos, para quitárselo fácilmente quedando con tanga diminuta tipo hilo que ella le gusta mucho. Se lo quite y en seguida cogí ambos senos que son hermosos y lo comencé a sobarlo como a ella le gusta. Mientras ella gemía de placer. Y enseguida los dos mutuamente nos quitamos la última presa que nos quedaba. Yo baje mis bajos a sus glúteos y le baje tanga quedando completamente desnuda. Mientras ella me bajaba el bóxer liberándome mi miembro que estaba bien erecto.
-Te amo -me dijo mientras me daba un beso de pasión.
-Te amo -respondí yo sujetando sus caderas para atraerla hacia mí.
Adriana sonrió y se arrastró hacia abajo besándome mi cuello y luego su pecho. Yo sonreí al sentir las cosquillas que le producía su cabello y se dejó amar. La boca experta de Adriana descendió hasta llegar a la parte baja y cogió mi miembro como si deseaba esa parte ella. Y lo comenzó a masturbarlo suavemente. Yo sentí un frio a recorrer mi cuerpo y dije:
-amor…
-Sus -me hizo callar ella bajando su boca para dar lamidas intensas.
Yo entrecerró los ojos.
-amor susurro cogiéndola con cuidado del brazo para ponerla a su altura.
Ella me miro confusa.
-¿No quieres que…?
-No esta noche. Bebe
-Sabes que me gusta -me dijo ella besándolo otra vez mientras dirigía la mano a mi pene para acariciarlo.- A ti te gusta cuando lo hago…
Claro que me gusta, ella tenía una boca jodidamente talentosa.
-Te he extrañado -susurre yo a modo de respuesta- quiero estar dentro de ti.
Adriana asintió y se volteó quedando debajo de él y ella trajo sus manos traviesas hacia arriba.
-¿Seguro? Puedo hacerlo rápido.
Ella era la tentación en persona.
-Adriana por favor -suplicó yo.
Ella me miro con sus ojos color chocolate cargado de pasión y finalmente asintió. Con cuidado ella se abrió de piernas para facilitar la penetración y tomo en su mano mi miembro lo coloco en su entrada. Yo podía sentir el calor y la humedad de mi mujer en ese lugar. La miraron a los ojos al tiempo en que Adriana empujaba sus caderas hacia abajo con un jadeo. Yo dirigió sus manos a las caderas para mantener el ritmo. Al principio lo hice despacio, ya cuando estábamos enloquecidos de placer, empecé aumentando el valen haciendo más fuerte ya aduana le gustaba que le hiera duro las estocadas. Ella estaba gimiendo como nunca de tanto placer ella gritabas cosa que no le entendía, lo mismo hice yo. Después de varios minutos aunque los dos tardamos en prolongarlo, yo descargue todo lo que tenía y ella se dio un grito de placer e la cual tuvimos unos órganos muy placenteros. Que nos dejó muy exhausto.
Adriana echo su cabeza hacia adelante y cepillo con pereza los labios de su marido, haciendo una cortina con su cabello.
-Eso fue fantástico. -murmuró ella contra sus labios.
Aún estaban unidos y de alguna manera eso la excitaba siempre.
-Eres grandiosa amor -dijo yo recorriendo su silueta con su dedo.
Adriana me beso un par de veces más antes de moverse y acomodarse a mi costado. Yo la abrazo con cariño entre sus brazos para recuperar el aliento.
-Te amo. -dijo yo cerrando los ojos un momento con una sonrisa en el rostro.
Adriana me beso todo mi torso por varios minutos.
-Me gustan tus músculos. -reconoció finalmente con voz perezosa.
Supongo que…
Pero no termino la frase porque mis labios se estaban sobre los de ella.
-Vamos a recuperar en parte nuestro tiempo perdido -murmuró sobre su cuello- Creo que estoy listo para la segunda ronda.
Y Adriana simplemente se dejó amar.
Continuará.