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Mia: ¡Dios mío, la tienes grande!

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Nos conocimos a través de estos medios populares del internet y a pesar de chatear de vez en cuando, nunca nos insinuamos nada, pues Mia, en su perfil habla que está felizmente casada y la verdad nuestra comunicación ha sido breve y nunca habíamos coqueteado abiertamente o directamente el uno con el otro, hasta que hace dos semanas Mia, en forma de broma me dijo que estaría soltera por dos semanas, pues su esposo se iría a un país de Asia a visitar a sus familiares.

Mia es de las Filipinas y hasta dos semanas atrás, solo la conocía por su bonito rostro y fue hasta hace poco que me hizo saber que tenía una altura de 4 pies y 10 pulgadas; alrededor de un metro con 47 centímetros y que pesaba de 98 a 102 libras. Vivimos muy cerca y si no es en la misma ciudad, es de solo manejar unos 20 kilómetros y así que de broma en broma, acordamos que uno de esos días que estaría de soltera nos iríamos a tomar algún trago a algún club o bar. La verdad que siempre pensé que solo se quedaría en eso, en broma, pero Mia me da las sorpresa justo cuando estaba en esos menesteres de mis aventuras sexuales.

Aquella mañana alrededor de las 11, estoy en lo mejor de follarme a Johan, una chica rusa quien es mi vecina y que venimos follando ya por más de un año. La tengo en cuatro y estaba echándole el segundo en posición de perrito analmente, cuando suena el sonido de mensaje de textos. Acabo en el rico culo de Johan, me limpio y veo el mensaje breve de Mia, en el cual me da el nombre de un lugar, el domicilio y la hora y me pide que le confirme si es que puedo llegar.

Para ser breve, a las 6 de la tarde me encontraba en el lugar cuando veo a la bella y petit Mia aparecer. Lleva una minifalda blanca con una blusa negra, su cabello negro lo lleva amarrado y se ha hecho una cola, así que veo su bonito rostro y en el cuello le brilla una cadena de oro. Viste zapatos de tacón que quizá la elevaran unos cinco centímetros, pero aun así, la bella Mia, realmente parece una muñeca petit.

Para ser honesto, me gustan las chicas petit y si tienen ese cuerpo esbelto o con esa apariencia de flaca mucho mejor, aunque no sabía si realmente algo pudiese pasar entre Mia y yo, pues honestamente no nos conocíamos muy bien ambos. Puedo ver en su blusa que sus pechos han de ser de una medida de copa C, quizá un 30C… sus pechos parecen tener presencia a comparación de su cuerpo, que al verlos, lo que me permiten ver en lo que me da su escote, pienso que debe ser el trabajo de algún cirujano. Sus nalgas, su trasero es pronunciado… pequeño, pero pronunciado, el cual le da una silueta muy femenina y honestamente llamativa.

En los tres tragos hablamos de muchas cosas triviales y lo que resaltaba Mia de mi presencia, era mi altura de un metro y 87 centímetros y, lo que preguntó e hizo el punto de chistar para pasar el tiempo fue: ¿Has estado con alguna chica petit como yo? – Le dije que sí y ella salió con las especulaciones más chistosas y entre ellas; que cuanto tiempo estuvo en el hospital. La verdad que he estado con muchas chicas pequeñas y en mi experiencia, diría todas han tenido una buena experiencia sexual. Quizá sea un tanto doloroso al principio, pero los músculos se dilatan y muchas encuentran que pueden transformar ese dolor en un delicioso placer. No fui explicito con Mia, pero aquello me inquietaba, pues creo que por lo menos Mia tenía esa curiosidad.

Llegaron las ocho de la noche en aquella plática y le puse final para ver qué pasaría después. Salimos del restaurante y estábamos en esa despedida de los últimos besos en la mejía cuando coquetamente Mia dice lo siguiente:

-Tony, ¿pensé que eras soltero? ¿Alguien te espera a las 8:30 en casa? ¿Solo te dieron permiso hasta esta hora?

-¿Pensé que la que estaba de prisa eras tú?

-¡Yo de prisa! ¡No sé porque te he dado esa impresión! Quizá para salir de ahí, respirar aire fresco y ver a donde nos lleva esta aventura de solteros.

Aquella declaración me pareció un tanto atrevida y así es que yo no dudé en ponerle las cartas en la mesa. Lo leí en su sonrisa, en su mirada, sabía en esos momentos lo que Mia realmente buscaba y le dije:

-Mia, yo estoy abierto para cualquier posibilidad. Aquí la única con compromisos eres tú. Si quieres olvidarlos por unas horas o toda una noche, por aquí hay un hotel donde podamos estar a solas y pasar un buen momento.

-¿Tú lo quieres?

-Si Mia, por esto estoy aquí, por ver si existe esa posibilidad.

-¡Está bien! Te sigo en mi coche… solo una cosa.

-Dime.

-¿Tienes protección?

Pasé por una tienda a comprar un paquete de profilácticos y una botella de vino, luego después tomamos rumbo para un hotel cercano del lugar. Entramos a la habitación y como cualquier mujer que procura dar la mejor impresión, lo primero que hizo fue entrar al tocador y retocarse el maquillaje. La verdad que Mia es muy linda y si no supiese su edad, pensaría que tiene 14 años. Tiene ese rostro infantil asiático, unas piernas y brazos delgados. Puedo ver que sus labios tienen más brío y nos tomamos una copa de vino para no parecer ansiosos. Platicamos unos 20 minutos y le dije que me iría a dar un baño. Aunque me había bañado 3 horas antes, el hecho de haber estado con otra mujer por la mañana me daba la sensación que Mia podría descubrir ese olor. Me enjabono bien y me doy una buena bañada. Como presentía este momento, siempre tengo un pequeño maletín con lociones y ropa interior.

Salgo y lo hago solo en mis bóxers. Es todo lo que visto además de mi reloj. Mia me queda mirando y me siento en un pequeño sofá que tiene vista a la ventana de donde se ve una iluminada ciudad. Ella con una de sus manos se atreve a masajear mi pierna, llegando sutilmente en el área de mi entrepierna. Solo sonríe y observo su torso, su delgado torso el cual quizá tendrá la circunferencia de una de mis piernas. Ella sigue frotando mis piernas y llega hasta donde mi miembro está semi erecto, algo relajado, pues por la mañana lo tuve en acción por un par de horas y ahora no tiene esa urgencia de liberar ninguna presión. Aun así, Mia lo masajea sobre la tela del bóxer y este va tomando más potencia y Mia me dibuja un rostro de asombro. Deja que mi glande salga por una de las mangas y ella lo toma con sus pequeñas manos. Solo exclama:

-¡Dios mío, la tienes grande!

Realmente mi miembro no es muy grande si consideramos que mido un metro y 87 centímetros. Al igual soy un poco más alto que el promedio y por tanto mi pene va acorde con mi altura. Algunas chicas que me lo han medido me han dado números variados: desde 20 centímetros, hasta los 26 centímetros… todo depende quien lo mide o cómo lo miden y en qué condiciones lo miden. La verdad que creo es el promedio para mi altura, aunque debo admitir, su grosor si es un tanto extraordinario, pues yo no tengo cuerpo de obeso.

Mia me asistió en removerme el bóxer y comenzó un oral de las mil maravillas. Obviamente no le cabía toda aquella masa, pero ella se obstinaba en sumergirla lo más que ella podía. Debo decir que Mia es un tanto agresiva para el sexo oral. No quiero decir que es ruda, ella te brinda enorme placer, pues literalmente puedo decir que mi verga se la metió en el esófago, al punto, como ella me lo decía posteriormente, la hacía llorar, pero le gustaba aquella sensación de tener un pene grande en su conducto digestivo, que le daba la sensación de ahogamiento y podía observar esa angustiosa sensación de respirar, al punto que sus ojos se mantenían llorosos.

Me dio un oral de unos 20 minutos y cuando se cansaba y quería que su respiración se normalizara, solamente me mamaba los testículos mientras con sus dos manos me la pajeaba agresivamente. No me hizo acabar con esa rica manera de mamar y pajearme la verga, pues ese mismo día por la mañana había eyaculado dos veces y a mi edad de 51 años, uno puede manejar el sexo más a mi antojo.

Llegó mi oportunidad de despojarle de lo que vestía. Ya lo zapatos estaban en algún lugar de la habitación. Le quité la blusa o así la describí, pero era una especie de corsé, que le ceñía bien su abdomen y se abría arriba para dejar ver en algo sus pechos. Tenía varios broches al lado de atrás y uno a uno los desabroche. Le remuevo su brasier y me quedan sus dos lindos pechos con una areola café, las cual besé y mamé, disfrutando de esos dos erectos pezones. Le removí su falda blanca, la cual era pequeña, minifalda y veo un diminuto bikini color negro y donde su conchita debe reposar, ahí tenía una toalla femenina la cual emanaba un rico olor.

La conchita de Mia es una linda y diminuta conchita. No tenía ningún vello púbico y no sé qué método de depilación usa, pues la piel de esa zona, es tan tersa, como si de las nalgas de un bebé se tratara. Su conchita estaba súper mojada, la toalla que llevaba puesta y que obviamente estaba pegada a su bikini, se podía observar un fluido grueso de sus jugos vaginales. Mia sí que estaba excitada. Como lo he dicho antes, me gustan las chicas pequeñas, pues es fácil hacerles un oral y con mis manos aplicarles un buen masaje en sus pechos. Esto le encantó a Mia, pues cuando le hacía el oral, mis manos y mis dedos jugueteaban con sus pezones, con sus pechos. Debo retractarme que pensé que eran el trabajo de algún cirujano, pero me equivoqué, esos pechos eran naturales… redondos, bonitos, bastante sólidos y naturales.

Por demás está decir que Mia estaba sobre excitada y llegar al orgasmo solo fue cuestión de unos 3 o 5 minutos. Me pidió que no continuara, pues después de ella acabar, a Mia se le convierte un cosquilleo el sexo oral. En cambio, por no estar listo y no tener un condón en mi verga, le he metido uno de mis dedos a su vagina y Mia gime de placer, jadea nuevamente como si siguiera con su orgasmo.

Ve como me pongo el condón, ella me espera en posición del misionero, nos vamos en medio de la cama y sigo al pie de la letra su advertencia: que se lo haga con cuidado, pues para ella mi verga es muy grande. Antes de metérsela se la puse sobre su abdomen, siguiendo esa misma línea de su concha y su vientre; es ella la que me dice lo siguiente: -Tu verga es tan grande, que me va salir por la boca. – Se ríe de su exageración, y gime cuando le acerco el glande cubierto por un plástico color rojo. Se siente muy apretada, a pesar que su vagina esta lubricada, pero la vagina de Mia es tan reducida y mi pene bastante grueso, que puedo sentir literalmente la presión que ejercen los huesos de su pelvis. La sensación es divina, es tan rica, pues esta sensación no te la da ni siquiera una chica virgen que tenga una buena altura. Cuidadosamente centímetro a centímetro se la metí toda, hasta sentir que mis testículos quedaron chocando con sus nalgas. Veo que Mia tiene una lágrima que se desliza y sus ojos están llorosos y me dice:

-¡Tienes una enorme verga! ¡Nunca había sentido algo igual!

-¿Te duele, estas incomoda?

-Me duelo un poco, esa una sensación de dolor, pero que a la vez, me llena de satisfacción. ¡Quizá sea la idea de tener tu enorme verga dentro de mí!

-¿Pero si te gusta?

-¡Me encanta que me tengas así!

La verdad que la sensación era única. Esta sensación solo una chica pequeña y reducida de la puede ofrecer. El pompeo fue tomando inercia a medida que pasaron los minutos y usando condones y con las dos corridas que le había dejado ir a Johan, a Mia la podía taladrar por largos minutos sin yo irme. La puse en cuatro o de perrito y aquel paisaje era un poema… ¡que rico se mira el pequeño culo redondito de esta filipina! No me contuve, y le volví a meter la lengua en su mojada concha y le chupé el culo por unos cinco minutos. Mia solo gemía y me decía lo rico que sentía. Le metí la verga en la conchita y con mi celular le tome una foto mientras me la follaba y me cuestionó: ¿Qué haces?

Le dije que me quería llevar aquella escena como recuerdo, que me gustaba su rico y redondo culito. Le seguí dando por la conchita, mientras mi pulgar masajeaba su rico ano. Creo que esta combinación le produjo un multi orgasmo y Mia solo gemía y jadeaba diciendo: Tony, que rico, me vengo, no pares mi amor… sígueme dando cariño. Rómpeme, cógeme, me vengo delicioso cariño.

No se cuánto duró, pero quizá fue un espacio de entre 4 a 5 minutos. Ella me observa con esos ojos de la satisfacción y me pregunta: ¿No te puedes venir? – le explico que el profiláctico me quita sensación y que se me hace más difícil venirme. Ella me lo quita y me invita a que me vaya por sobre ella. Esta vez, Mia se acuesta sobre su espalda, hace que mis piernas se abran sobre sus pechos, mis testículos quedan en medio de sus pechos y se mete de nuevo mi verga a su boca. Ella lo hace, pero luego hace una pausa y me dice: -Cógeme la boca, métemela toda cariño.

Tomo posición y comienzo a taladrarle la boca. Ella hace esos ruidos como si estuviese sofocando y solo se la saca cuando quiere respirar y se vuelve a repetir el proceso. Literalmente le taladro la boca y ella comienza con sus manos a masajearme el culo, mientras mi verga entra y sale de su esófago. Nunca había sido tan agresivo con una chica haciéndole algo así, siempre había sido cuidadoso, delicado, pero Mia creo que parecía disfrutarlo y con los minutos toco el cielo y le dejo ir mi descarga. Fue rica y deliciosa, pero me sorprendía que Mia no tuviera evidencia de mí corrida y ella me lo dijo con estas palabras: ¿Cómo? Si te has ido cuando la punta de tu verga la tengo en el estómago.

Estuvimos cogiendo toda la noche y el siguiente día me dio un rico mañanero. Con Mia no hubo sexo anal, pues me dijo que nunca lo había hecho y lo intentamos, pero presentía que la podía dañar y desistimos. Me conformé con sentir esa vagina reducida, bien apretada y yo me fui unas tres veces, mientras Mia no sé cuántos orgasmos logró. Honestamente fue una rica faena y así me la había imaginado, pero me sorprendió como esta linda y pequeña chica mama una verga. Como a todo hombre, me gustaba como Mia tomaba mi verga y me decía: Esto es lo más grande que he tenido en mis manos y la que más me abierto la vagina… creo que me has hecho perder el día de hoy la virginidad.

Para mí fue una sorpresa coger con esta linda mujer… no me lo esperaba. Ella dice que siempre le gusté, pero tenía miedo tomar este paso. Esto sucedió el día de ayer, así que si este día miércoles, octubre 17, estás leyendo este relato, eso significa que esa cogida esta todavía fresca, que incluso huelo el rico olor del sexo de esta linda mujer. ¡La tengo que volver a coger! Su marido creo que llega hasta el domingo de algún país asiático.

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