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Vanesa: Plan de estudio

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Luis ya había fallado en su primer intento para ser admitido en la universidad, así que si no quería perder otro ciclo escolar, debía prepararse bien. Su madre le pidió de favor a su hermana Vanesa que le ayudara. Ella es profesora de preparatoria de 26 años y la más guapa de la familia, pelo castaño y unos ojos grandes y hermosos. Pero además tiene un cuerpo divino, sus pechos siguen firmes, como en la adolescencia y sus caderas eran amplias, con unas nalgas redondas y grandes. Profesores y alumnos quedaban babeando a su paso.

Por supuesto ella aceptó, ya antes había tenido a Luis en regularización. Y sabía que él tenía potencial, aunque no tenía ni idea de lo que pasaría.

—Claro, que venga de cuatro a seis.

—...

—Sí, no te preocupes. Le dices que dejo un juego de llaves debajo del tapete.

—…

—No te preocupes, Luisito es muy buen niño, si si, te llamo luego… adiós.

Después de recibir todas las indicaciones, y de advertirle que no causará problemas, Luis fue hasta la casa de su tía, tocó varios minutos, luego buscó las llaves y entró para instalarse en la sala. Quince minutos después se abrió la puerta, Vanesa entró como cada día. Apenas cruzó la puerta se soltó el pelo, se quitó los tacones y aflojó su blusa, cuando estaba a punto de bajar el cierre de su falda y caminar en calzones hasta la ducha recordó que su sobrino vendría e instintivamente volteó a todos lados. Cuando cruzaron las miradas, Luis estaba sonrojado, no sabía si saludar o cerrar los ojos.

—Hola Luis, tengo refresco en el refri te ves acalorado.

—No… no…

—Bueno, espérame que me doy un baño y estoy contigo.

Cuando salió, ya con unos leggins vio que su sobrino tenía un vaso de jugo en la mano.

—Qué bueno que encontraste algo. A ver dime, ¿qué te falla?

—No se… todo!

—No, como que todo, vamos a repasar cada cosa hasta que aprendas ok!

—Ok!

Luis estaba muy atento, pero al escote de la camiseta de Vanesa, dejaba ver un poco sus hermosos pechos, de álgebra o lo que fuera no entendía nada.

—Me voy a preparar un sándwich, ¿Quieres uno?

—No… gracias!

Mientras se dirigía a la cocina le volvió a preguntar. Y al girar la cabeza noto como los ojos de su sobrino estaban clavados en el movimiento de sus caderas.

—¿Seguro?

—Si si seguro.

A ella no le molesto, sabía que provocaba esa reacción en los jóvenes de su edad, pero le pareció raro que su sobrino la viera de esa manera. Al día siguiente trató de averiguar un poco más de su sobrino del que no sabía más que su nombre.

—¿Cuántos años tienes Luis?

—Acabó de cumplir dieciocho

—Pensé que tenías diecisiete, ¿y tienes novia?

—No

—¿Por?

—No sé, por feo creo.

—Eres guapo, allá ellas que se lo pierden.

Se despidieron a las 6:00 en punto y ahora si se quitó las zapatillas, aflojó su blusa y la falda fue cayendo hasta los talones. Se dio un baño y se tiró a ver la tv hasta quedar dormida. Por la mañana, después de ducharse le pareció extraño que su cajón de la ropa interior estuviera movido. Examinó un poco y se dio cuenta que le faltaba su tanga roja de encaje, esa que se le clava entre las nalgas. De inmediato le vino a la mente su sobrino.

—Hola, ¿a qué hora llegaste?

—Tendrá unos cinco minutos tía.

—¿y ayer?

—Igual, si quieres llegó más tarde o te espero afuera.

—No no como crees, solo déjame ponerme algo más cómodo y vuelvo.

Echo un vistazo a su cajón y vio que ya estaba ahí su tanga, seguro lo imagino todo. Luis es un buen muchacho pensó. Cuando bajo, en un short y camiseta, noto como la cara de su sobrino cambio de inmediato, se la comía con la mirada.

—Ahora si te acepto el sándwich tía.

—Voy, ¿con mayonesa y mostaza?

De nuevo volteó y lo vio hipnotizado en su culo y con la boca abierta. Algo en ella también se movió, y por primera vez en años sintió un poco de pena. Tal vez ella lo provocaba por andar con esa ropa. Debía de hacer que todo volviera a la normalidad. Cuando regreso con el plato de sándwiches recordó que no trajo nada de tomar.

—Luicito, te traes el jugo del refri por favor.

—Si… voy…

Cuando se levantó, Vanesa pudo ver un tremendo bulto en el pantalón de Luis. Tenía una erección. Él era bajito, moreno y bastante común, salvo por el tamaño del paquete que sobresalía en su entrepierna. No lo podía creer, ahora ella no podía dejar de mirar su pantalón. Trato de evitar cualquier contacto visual y se despidieron, ambos estaban nerviosos. Pero era viernes y no lo vería hasta el lunes.

—El lunes temprano, nos falta mucho Luis.

—Si tía, gracias.

En efectos su tanga estaba en su cajón, ahora faltaba su juego de lencería con ligeros. Pero, ¿qué hacía con su ropa? ¿Se masturbaba?

El lunes aprovecho que salió temprano y cuando Luis llegó ella ya estaba cambiada y lista para la lección.

—Hola Luis, ¿listo para aprender?

—Si tía, traje pizza

—Que rico, déjame voy por platos.

Camino despacio, dándole tiempo a su sobrino de admirar aquel espectáculo. Se puso una tanga negra de encaje, como la que se había llevado su sobrino, unos leggins negros súper apretados, que además se bajaban un poco con el movimiento y dejaban ver el resorte de su tanga. Un brazier morado, igual de ajustado y además pequeño, sus pezones se asomaban un poco, la camiseta floja ayudaba a que le fuera más fácil echar un vistazo.

—¿se ve muy rico no?

—Si…

—¿que se te antoja?

—A mi…?

—Si, ¿jugó, refresco o quieres una cerveza?

—Jugó

Vanesa se tomó un par de cervezas, aprovechaba cada oportunidad para agacharse y buscar cualquier cosa en los muebles, segura de que su sobrino seguía sus movimientos y de que su tanga se asomaba cada vez más. Así pasó la tarde y Vanesa le pidió que le ayudara a subir las escaleras, estaba un poco mareada.

—Ven, agárrame de la cintura.

—Si, con cuidado.

Sentía como la mano de Luis bajaba cada que podía hasta sus nalgas, y por su parte Luis podía sentir en la llena de sus dedos aquella tanga y el borde de sus leggins que parecía reventarían en cualquier momento.

—Gracias, me voy a bañar y me duermo. Te espero mañana puntual.

—Si tía, adiós.

Ella le dio un abrazo y lo pego contra ella, pudo sentir la firmeza de aquella verga contra su cuerpo, además sus tetas chocaron contra la cara de sus sobrino, que aprovechó para dejar caer sus manos y pasarlas por todo el culo de su tía.

—Adiós

—Adiós tía.

En cuanto escucho que bajaba las escaleras, acabo con aquella mala actuación de tía borracha y se metió a la regadera, estaba húmeda y su tanga también se había mojado. Sus dedos rozaron su clítoris bajo el chorro de agua caliente y ya no pudieron parar hasta que se provocó un delicioso orgasmo. Cuando salió, buscó su pijama y vio el juego de lencería en su cajón. Luis regreso y la vio masturbarse. Se asomó por la ventana y vio cómo se alejaba su sobrino.

A las 4:00 p.m. Luis estaba en la puerta, ella lo vio entrar mientras bajaba del taxi.

—Hola Luis, perdón por lo de ayer.

—No tía, no te preocupes.

—Voy a cambiarme y regreso, hoy toca matemáticas.

—que difícil

Vanesa dejó la puerta de su habitación abierta, sabía que desde la sala se veía el reflejo del espejo. Sabía dónde pararse para que se viera todo. Entonces se bajó de los tacones, desabotono su blusa dejando ver como cambiaba su brasier de encaje por uno de algodón, luego dejo caer su falda y dejó expuesto aquel hermoso culo, bajo su ganga blanca y la sustituyó por un cachetero de encaje, luego, con muchas dificultades subió sus leggins hasta comprimir sus nalgas. Se miró al espejo y se dio vuelta para corroborar que su culo se veía espectacular. Luego bajo como si nada.

—Listo, tráete un bote de helado que compre, esta hasta abajo.

—Voy tía

Era evidente que la erección de su sobrino estaba fuera de control, ella lo estaba disfrutando, aunque no sabía hasta donde estaba dispuesta a llegar con aquel juego.

—Aquí no hay nada!

—Hasta abajo, déjame ver.

Luis se ha un lado y Ella sin doblar las rodillas se inclinó, sus leggings se recorrieron más de los normal, podía ver parte de su culo.

—No, sabes que, no lo saque. Lo dejé en la bolsa del súper.

—Pues… mmm si quieres tomamos jugo,

—De todos modos, déjame lo guardo.

El bote estaba convenientemente en una esquina de la cocina y se había derramado casi por completo.

—Pásame toallas de papel por favor.

—Si tía voy.

Ella se arrodilló y luego se inclinó hasta que su culo quedó levantado, meneaba su cuerpo mientras limpiaba el piso. Luis ya no podía, el culo de su tía era lo más hermoso que hubiera visto jamás y lo tenía a escasos centímetros. Los cacheteros que eligió hacían que su culo luciera más apetecible.

—Listo, tendremos que pedir algo.

—No importa tía.

La frente sudorosa de Luis fue la prueba de que aquello había sido un éxito.

—Voy a poner un poco de música, ¿te molesta?

—No

—¿Que música te gusta?

—Cualquiera!

Prendió el estéreo y buscó el cable para conectar su teléfono, estaba detrás del mueble y de nuevo se agachó, empinada con el culo dando hacía el techo. En cuanto sonó Dangerous woman de Ariana Grande comenzó a mover el culo al ritmo de la música, Luis estaba con el ritmo cardiaco a todo y su mente se nublaba, no aguantaría un día más sin tocar aquellas nalgas. No pasaron ni cinco minutos de estudio y de pegar su cuerpo contra su sobrino cuando sonó el teléfono, Justo en el mueble de la sala. Vanesa inclinó sobre Luis para contestar, ahora el culo de su tía estaba frente a su cara. Y no pudo más.

—Perdón, ahorita me quitó.

—Ahí estas perfecta.

Le sobo las nalgas con ambas manos y Vanesa pego un brinco.

—¿Qué te pasa Luis?

—Ya no aguantó más! No aguanto no!

La pasó sobre él y así, empinada sobre el sillón metió sus dedos entre sus nalgas, luego con ambas manos rasgó aquellos leggings hasta que quedó a la vista su ropa interior. En cuanto pudo se bajó el cierre y se abalanzó sobre su tía, no se detuvo a ver dónde metía su verga, en cuanto sintió el orificio empujó.

—Haaaay ese es mi culo!

—Me vale madres!

—Despacio… no seas brusco.

Apretaba el los puños y mordía el cojín, la verga de su sobrino era aún más grande de lo que pensaba, sentía que le rasgaría el ano, y él no se detenía chocaba como un loco sobre sus nalgotas y bufaba sin parar.

—Luisito, esto está mal! Haaaay haaaa!

—Pues no vamos al infierno tía!

Le tomó el pelo y jalo con furia mientras con la otra mano le nalgueaba el culo. Sonaban estridentes los manotazos sobre su culo, y sus nalgas se ponían cada vez más rojas.

—Andabas enseñándome tu culo, ahoga aguante pinche puta!

—Siiiihaaaa! Háblame así! Siii!

—Me la jalo desde chiquito con tus calzones, perra puta,

—Hhhuuuy siii!

—Te vi cogiendo con ese pendejo que tenías de novio, eres bien pinché puta,

—Siii soy una putita Luisito siii!

—Abre tu culo perra.

Vanesa obedeció y con ambas manos separó sus nalgas para que aquella verga entrara aún más, Luis se turnaba para nalgueas ambas nalgas, y hacía que pujara y se quejara al mismo tiempo.

—Puta perra, mis amigos siempre me dicen que meneas el culo para que te vean.

—Siii me gusta ser desea haaaay haaay siiii!

—Te gusta ser una puta ¿te gusta?

—Siii me gusta mucho ser putita!

Luis estaba haciendo su sueño realidad, y estaba a punto de venirse. Así que la volteó y restregó su verga sobre su cara, sus guevos chocaban en su mentón mientras su semen salía sobre el rostro de su tía.

—Ahora si te ves como la puta que eres tía.

El semen se esparció por su cara y ahora escurría sobre sus mejillas y mentón Luis seguía chocando su verga contra su cara. Desesperado y sin control.

—Eso esooo! Que rico! Abre la boquita,

—Quieres que te la maaaagh! Haaaaggg!

—Mámamela toda!

—Haaaag haaag luiiiigggh!

Le metió la verga en la boca hasta que ya no salió más de su verga y luego se levantó bruscamente. Tomó sus cosas y se fue subiendo el pantalón mientras salía de la casa, Vanesa poco a poco fue recuperando el aliento y llenándose de culpa y vergüenza. Subió las escaleras con sus leggings destrozados y en el baño pudo ver su reflejo en el espejo. Su cara y pelo aún estaban embarrados de semen, ya le escurría hasta sus tetas.

Se bañó como queriendo borrar aquel episodio, sentía terror de que su hermana se enterara. Se durmió al borde del llanto, pero despertó de madrugada. Estaba soñando con Luis, su panochita estaba mojada, frotó su clítoris con sus dedos hasta lograr un orgasmo. Prometiéndose a si misma que no volvería a repetirse aquel episodio.

@MmamaceandoO

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