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La madrastra seductora

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Nunca me imaginé vivir una situación como esta, pero así se dieron las cosas. Me casé por segunda vez con un hombre llamado Rodrigo. Él tenía un hijo. Su nombre era David, 18 años. Era blanco, delgado, de cabello negro, con cara de ángel.

Me gustaba mucho, pero jamás pensaba decírselo debido que en ese momento yo vendría siendo... su madrastra.

Pero un día vi la puerta de su alcoba entreabierta. Alcance a ver que él estaba acostado leyendo algo.

Me metí al baño a orinar. Mi mente fantaseó en ese momento con él.

¿Si me metiera a su recámara? Pensé dentro de mi, ya que solo estábamos él y yo en la casa.

Me puse un poco de perfume y después de arreglarme un poco, abrí la puerta de su alcoba y le pregunte si podía entrar.

—Si, adelante —Me respondió

¿Que estoy haciendo aquí? Me preguntaba. Todavía estoy a tiempo de salir, pero en vez de eso, simplemente entre y me acerque a su cama, sentándome en el borde.

En ese momento llevaba puesta una bata de lencería blanca.

—¿Cómo estás? —Le pregunte

—Bien —Me respondió un poco sorprendido de verme en su cuarto vestida así.

—¿Cómo te va en la uni? ¿Ya tienes novia?

—No, aun no, aunque hay alguien que me gusta.

—Tienes mucho por aprender de las mujeres

—Sí, supongo

Vi que su mirada se perdía en el centro de mi pecho, como si quisiera ver algo.

Con mi mano izquierda abrí mi bata un poco, lo suficiente para que alcanzara a ver algo. David me miraba con insistencia. Me abrí la bata aún más con ambas manos. Mis senos quedaron al descubierto.

—¿Te gustan mis senos? —le pregunte

David no alcanzo a pronunciar palabra de lo asombrado que estaba. Me sentí tan sexy en ese momento... tan admirada, tanto que... sentí que me humedecí, lo confieso.

Hice que acercara a mi pecho para que pudiera acariciarlos. Con mi mano izquierda acariciaba su cabello, como invitándolo a que se acercara aún más.

Pude sentir sus labios besaban mis pezones, los cuales se endurecieron. Por un momento pensé que David podría ser mi hijo y que lo estaba amamantando. Poco después, me puse de pie y con mis dos manos deja caer mi bata lentamente, quedando completamente desnuda.

Sobra decir que David estaba con la boca semiabierta, admirando mis senos, mi vello púbico, mis piernas... mi cuerpo.

—¿Nunca habías visto a una mujer desnuda verdad? —Le pregunte

—Eh... no... no —Alcanzo a decir visiblemente contrariado

Extendí mi mano para invitarlo a que saliera de la cama. Al salir, pude ver que traía una trusa de color blanco. Su pene estaba visiblemente erecto.

Me acerque a él, y estando de pie comencé a besarlo. A pesar de que era muy joven, era ligeramente más alto que yo.

Pude sentir como sus manos recorrían mi espalda de arriba a abajo, hasta llegar a mi culo.

¿Te gusta mi trasero David?

—Sí, eres muy bonita —Me respondió

Me hinque ante él y le quite la trusa que llevaba puesta. Su pene erecto salió a escena. Era hermoso. Me recosté en la cama boca abajo con las piernas cerradas.

—Ven acércate, colócate sobre mi —Le dije.

Una vez que estuvo sobre mi, le pedí que pusiera su pene en medio de mis nalgas y que lo frotara suavemente. David así lo hizo, despacio mientras mis nalgas lo abrazaban. Su respiración comenzó a agitarse. Su excitación fue tal que empezó a eyacular mucho sobre mi espalda baja.

—¿Es la primera vez que tienes un orgasmo? —Le pregunte

—Si —Me respondió

—¿En serio?

—Si... ya había intentado tener uno... pero nunca me había pasado esto

—¿Te refiere a eyacular?

—Si

—¿Que sentiste?

—Muy agradable —Me respondió sonriendo

Esa fue la primera experiencia sexual David con una mujer, sin duda alguna. Después de besarnos, lo deje descansar. Prometí visitarlo al día siguiente pues tenía que irme a trabajar.

Durante la cena no hablamos, teníamos que disimular frente a Rodrigo, su padre. Al día siguiente, entré de nuevo en su habitación. Él me estaba esperando, desnudo.

—Buenos días mi niño ¿cómo estás? ¿Impaciente verdad? —Le pregunte

—Si, mucho

Mis labios y mi lengua conocieron el sabor de su intimidad, delicioso... pero no quería sobre estimularlo ya que no él no tenía mucha experiencia todavía. Me recosté en la cama y me abrí de piernas. Él se acercó a mi vulva y la observaba muy de cerca, como con curiosidad.

—¿Te gusta? —Le pregunte

—Si, mucho —Me respondió

—¿Por qué no te acercas un poco más? Deja que tu boca me conozca.

Fue entonces que se acercó y comenzó a besarme y a acariciarme ahí donde tanto me gusta, llevándome a que me humedeciera aún más. Cerré mis piernas para que fuera más fácil para el disfrutar mi vagina. Sus labios y su lengua exploraron toda mi vulva, desde el clítoris hasta el perineo, incluyendo mis labios vaginales.

Casi por instinto, sin que le dijera nada, comenzó a usar su lengua, haciendo que todo mi cuerpo se estremeciera.

Inevitablemente, se me escaparon algunos gemidos de la forma tan deliciosa en la que me estaba comiendo. Le indique que se acercara a mi para besarlo. David quedó encima de mi y pude sentir su pene erecto sobre mi vagina. Supe que era el momento indicado.

—Ven mi niño, hazme el amor —Le susurré al oído

Con mi mano derecha guie la punta de su pene a mi entrada húmeda.

Al estar completamente abierta de piernas y tan húmeda, su pene erecto entró muy fácil dentro de mí, hasta el fondo, haciéndome gemir rico. Mis labios menores lo envolvieron dándole la más deliciosa de las bienvenidas. David comenzó a metérmelo rico... muy rico una y otra vez, haciéndome gemir de forma deliciosa:

—Ahhh, ahhh, ahhhh, si, así, así mi niño, dame rico, dame pito!

Mientras me hacía suya, pensé de pronto en Rodrigo. Me sentí un poco culpable en ese momento, pero aun así yo no dejaba de acariciarle el cabello, la espalda, las nalgas a su hijo. Quería comérmelo a besos y que me comiera completita.

Sabía que él no aguantaría mucho y así fue. Sentí un líquido caliente dentro de mí. Al sacar David su pene, aquel líquido comenzó a escurrir de mi vagina.

—Rico mi niño ¿Te gusto? —Le pregunte

—Si, mucho... me encanto —Me dijo visiblemente emocionado y con las mejillas enrojecidas.

—¿Te gustaría que volviéramos a hacer esto de nuevo?

—Si

—Bueno, si me prometes no decirle a nadie sobre esto, podremos seguirlo haciendo ¿trato hecho?

—Si, está bien

Esa fue la primera vez que me hizo el amor, y digo la primera vez porque fueron muchas, muchas veces, principalmente por las mañanas, cuando Rodrigo, su padre ya se había ido.

Ese día casi no pude concentrarme en mi trabajo. Solo pensaba en David, en su cuerpo. Deseaba tanto que me hiciera suya, pero al mismo tiempo me preocupaba Rodrigo, que no se fuera a enterar.

Como era de esperarse, David estaba obsesionado conmigo, pues yo fue su primera experiencia sexual. Aun así, él sabía que yo tenía que seguir desempeñando mi rol como esposa, especialmente por las noches y los fines de semana. Aun así, hallábamos la forma de escondernos de Rodrigo.

Recuerdo una ocasión en que yo llevaba tacones y mezclilla. Rodrigo se me metió a bañar. David me abrazó por detrás mientras frotaba su pene en mi culo. Sabía lo que quería.

—David, que travieso eres.

Fuimos rápidamente a mi habitación, baje un poco mi pantalón y me coloque en la orilla de la cama. David me tomó por la cintura y empezó a penetrarme suavemente. Yo luchaba por no hacer ruido, estaba sintiendo muy rico. David aceleró un poco más el ritmo hasta que se derramó dentro de mí. Yo no llegue al orgasmo, pero no me importo. Yo solo quería complacerlo.

Anécdotas como esas tengo muchas con él, de las veces que teníamos sexo muy rápido para que Rodrigo no nos descubriera.

Cuando nos sentábamos a la mesa los tres, muchas veces David me acariciaba por debajo sin que Rodrigo se diera cuenta. Sin embargo, el tiempo pasó y David se fue interesando en chicas de la universidad. Su deseo por mí fue disminuyendo como era de esperarse. Hoy en día somos discretos con respecto a lo que sucedió, aunque a decir verdad, a veces me busca.

—No David, tu tienes tu pareja y lo mía

—Si, tuve un día un poco difícil por los exámenes. Solo por esta vez.

—Yo casi siempre terminaba accediendo porque simplemente me encantaba.

Él nunca va a olvidar que conmigo se convirtió en hombre. Gracias a mí, hoy sabe hacerle el amor a una mujer.

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