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Mi cuñada, su deliciosa hija y mi suegra alcahueta (Parte I)

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Mi sobrina Daniela quien acababa de cumplir los 18 años y aún estaba en el colegio, tenía prohibido hablar conmigo, estar a solas conmigo, o tener cualquier tipo de relación conmigo, por lo menos ero era lo que ella me decía mientras me chupaba los testículos y con su mano meneaba mi verga.

Yo estaba desnudo de los tobillos para arriba ya que Danielita me había bajado el pantalón para podérmelo mamar bien rico, y yo para estar más cómodo me había quitado la camisa, ella tenía sus senos por fuera, mientras en el espaldar de una silla del comedor de la casa de su abuela Consuelo, había colgado la jardinera del uniforme de su colegio y su brasier, mientras que a petición mía se había desabrochado su camisa para poderle acariciar sus téticas aprovechando que por fin mi suegra nos había dejado solos por largo tiempo.

Aunque debo reconocer que su madre me lo mamaba mejor, el solo hecho de ver todo el espacio que mi pene ocupaba en su boca me excitaba mucho, y ver como mi miembro entraba y salía de su cara me volvía loco, ya que en ese momento era la niña de la casa, la que todos cuidábamos para que no le pasara nada malo, la que me lo estaba mamando.

Me contó una vez que ella sabía que su mamá le era infiel a su papá, por eso mientras ella me lo chupaba yo le pregunte.

-¿Y cómo sabes eso?

Ella me contesto.

-Un día llegue temprano del colegio al apartamento y cuando entre escuche muchos ruidos de sexo de mi mamá, pero eran diferentes a los que hacía con mi papá, estaba gritando más y en vez de decir el nombre de mi papá le decía papi.

Yo le pregunte.

-¿Y cómo sabes que ese no era tu papá?

Ella me dijo.

-Porque yo me asome, y vi a mi mamá con las piernas abiertas de par en par con un tipo grandote encima que no era mi papá, además mi papá estaba en un viaje en Medellín, yo me asuste y me fui del apartamento para volver más tarde cuando todo pasara.

En ese momento me acorde que hacia como unos tres meses mi esposa me había escrito un mensaje pidiéndome el favor que le ayudara a su hermana Paola a subir un mueble modular que había comprado para sorprender a su esposo ya que ella vivía en un sexto piso y le quedaba muy pesado.

Yo, que estaba en mi día de descanso, salí hacia su apartamento que quedaba a unas pocas cuadras de nuestra casa para ayudarla.

Cuando llegue me di cuenta que no era una caja sino eran dos, grandes y pesadas, así que entre los dos las subimos hasta su apartamento quedando muy cansados.

Mi cuñada esquivaba mi mirada y trataba de despacharme rápido para mi casa, pero yo le pedí que me dejara descansar un momento y me senté en el sofá de la sala, justo en el sofá donde me la había comido por primera vez hace trece años.

Ella, en silencio esperaba de pie a que yo me fuera, sin embargo yo le pedí algo de tomar para la sed, ella me trajo un vaso de agua sin preguntarme que quería, yo me lo tomé y seguí sentado como si nada, después le pregunte.

-¿Quieres que te lo ayude a armar?

Ella me dijo un poco tímida y mirando al piso.

-No, tranquilo.

Ignorando lo que me había dicho, yo me levante y empecé a abrir las cajas para sacar las piezas y armar su mueble, era un armario gigante y se necesitaban dos personas para armarlo.

Ella muy levemente me insistió que no, pero yo la ignoré nuevamente y empecé a armar el mueble.

Cuando ella vio que yo no le hacía caso, no le quedo de otra que ayudarme y empezamos los dos a armar el mueble.

En muchas ocasiones Paolita se tenía que poner en cuatro para armar alguna pieza y yo no desaprovechaba para verle el culo, algo que yo hacía tan frecuente y descaradamente que había ocasionado fuertes discusiones con mi esposa, y era tan evidente, que ella a veces se ponía una manito en la cola, como si esa pequeña manito pudiera tapar semejante culazo.

Yo la conocía tan bien que sabía que ropa interior llevaba puesta solo viéndola por encima de la ropa, pero en ese momento no puede descifrar que traía puesto, así pasamos el tiempo hasta que prácticamente lo armamos todo.

Ella llevaba puesta una sudadera que le delineaba muy bien sus hermosas caderas y su pequeña cintura, su cabello largo, negro y liso cogido de colita que la hacía ver muy atlética, aunque no practicaba ningún deporte, y una chaqueta deportiva que no se quitaba para nada.

Después de analizar la situación, mientras mi cuñada se agachaba para recoger el desorden me di cuenta que no llevaba puesta ropa interior y mientras estaba ahí, en cuatro yo me acerque y la tome por el pantalón y se lo baje hasta las pantorrillas para darme cuenta que era cierto lo que yo pensaba, al descubierto quedo su grande y blanco trasero y el abundante vello púbico que se veía desde atrás.

Así en cuatro, yo empecé a lamer sus nalgas y a pasar mi lengua desde su vagina hasta su esfínter anal, a lo que ella correspondió con unos gemidos que enloquecerían a cualquier hombre.

Tremendamente excitado me quite la camisa y me baje el pantalón de sudadera para dejar libre mi pene que estaba a punto de estallar, después me prepare para penetrarla desde atrás mientras le quitaba la chaqueta de sudadera para darme cuenta porque no se la quitaba.

Mi cuñada no tenía ninguna clase de ropa interior ni nada más puesto que su sudadera, al parecer, a pesar que hacía varios años me había dicho que ya no podíamos seguir teniendo sexo porque ella era una mujer casada y yo era el esposo de su hermana, ella se había preparado para lo que fuera esa mañana.

Yo primero acaricié su rica y peluda vagina dándome cuenta que estaba empapada en fluidos vaginales y que necesitaba ser penetrada ya, así que sin compasión, entre como Pedro por su casa y le di tan duro como pude, desquitándome de un par de años de abstinencia de mi cuñada y castigándola por haberme negado durante esos años la entrada a su exquisita vagina ya su apretadito culo.

Ella, sumisa como siempre puso su carita contra la alfombra y me entrego su vagina mientras yo como un animal la penetraba dese atrás, mientras metía mis dedos en su colita algo que la excitaba mucho

Halándole el cabello, yo dejaba escurrir mi saliva en su culo preparándola para lo que venía, le seguí dando muy duro desahogando toda mi lujuria acumulada por años hasta que le dije al oído que ya me iba a venir, algo que yo sabía que la volvía loca y la ponía a mover su cadera duro contra mí, así que inviablemente ella tuvo su orgasmo mientras mi pene seguía duro dentro de ella.

Yo deje que tuviera su orgasmo y mientras la tenía a mi merced, en cuatro, fue imposible para mí ignorar esa colita toda abiertica, solo para mí, así que me salí de su vagina y lentamente empecé a entrar por su deliciosa cola.

Ella no puso ninguna objeción, no decía ni sí ni no, solo dejaba que yo hiciera lo que quisiera, entonces lentamente mi pene se fue abriendo paso por su estrechito conducto anal, del cual yo era el único dueño y el cual era calientico, apretadito y muy rico.

A pesar de su cara de dolor, ella no me decía nada, así que fui aumentando el ritmo de mis movimientos mientras ella dejaba salir unos gemiditos muy agudos.

Cuando ya fuimos cogiendo ritmo y su colita fue soltando ella me dijo.

-Vamos a mi cuarto porque no demora en llegar mi hija.

Rápidamente recogimos nuestra ropa y corrimos hacia su cuarto, hacia su cama, en esa cama donde su esposo le hacía el amor cada vez que él quería, allí ella me recibió como la primera vez, con sus delgadas y largas piernas abiertas, su vagina peluda, y una carita de morbo que no podía ocultar.

Me acosté sobre ella entre sus piernas mientras ella con sus manos guiaba mi pene hasta su esfínter anal diciéndome.

-hágamelo así, que quiero verlo a la cara mientras me lo hace.

Donde manda capitán no manda marinero, y en la posición del misionero, le empecé a hacer el amor por la cola a mi cuñada quien cerró sus ojos me cogió por las nalgas y empezó a revolcarse de placer debajo mío como lo había hecho la primera vez.

Era algo tan excitante que no me medí en fuerza y empecé a darle durísimo por su cola mientras ella rasguñaba mi espalda, gritaba y gemía al mismo tiempo.

Resistí la mayor cantidad de tiempo que puede hasta que le hice saber que me iba a venir, ella con su mirada me dio la aprobación y apoyándome en mis puños aceleré mis movimientos, pegándole la mayor culeada que hacía tiempo no le pegaba y desesperadamente me vine con toda, eyaculando descontroladamente en su conducto anal.

Mi sobrina me lo seguía mamando mientras yo me acordaba de este episodio e inevitablemente mientras en mi mente me venía en la cola de mi cuñada en la vida real le llenaba de semen la delicada boca a su hija quien sorprendida me abría los ojos y se tragaba todo lo que podía.

Yo todavía eyaculaba en la boca de mi sobrina cuando escuchamos la puerta de la casa, era mi suegra que volvía toda afanada.

Afortunadamente el comedor quedaba en el segundo piso y mi suegra subía muy lentamente así que mi sobrina se tragó el semen que aún le quedaba, recogió su ropa y corrió para el baño a vestirse, mientras yo rápidamente me subía el pantalón y me ponía la camisa.

Cuando mi suegra llego al segundo piso encontró todo normal, mi sobrina en el baño y yo en el comedor esperándola para seguir con las clases de química, que realmente ella ya no necesitaba.

Y es que todo había comenzado hace trece años, en ese entonces yo tenía 22 años igual que mi esposa, mi cuñada tenía 20 y la pequeña Daniela tenía 5.

Paola vivía con su esposo Yhon quien era como diez años mayor que ella y al que todos odiaban porque consideraban un abusador.

Yhon quien trabajaba en una empresa de transporte y quien trabajaba muy duro para que a su esposa y a su niña no les faltara nada no dejaba trabajar a su esposa porque no quería que le pusiera los cachos con el primer man que viera, por eso la tenía muy controlada y se la llevaba a trabajar con él, dejando a la niña bajo el cuidado de mi suegra quien fue como su verdadera mamá, sin embargo cuando eran viajes largos él no la podía llevar y ella se tenía que quedar con la niña.

Mi esposa estaba embarazada y habíamos decidido que nuestra hija naciera en un hogar ya conformado así que nos fuimos a vivir juntos y se nos ocurrió que podíamos compartir el mismo apartamento con mi cuñada y su esposo ya que esto nos reduciría los gastos a todos.

Pronto a mi esposa le diagnosticaron un embarazo de alto riesgo y le recomendaron que pasara todo el embarazo en cama, entonces ella pensó que la persona que mejor la podía cuidar era su mamá y se fue a vivir nuevamente a su casa, dejándome solo con su hermanita Paola.

Yo trabajaba por la tarde así que en la mañana yo la iba a visitar, pero con el tiempo mi esposa se puso muy agresiva con migo por los malestares del embarazo y culpándome por el hecho de estar embarazada motivo por el cual discutíamos, pero ella no media sus palabras y me trataba muy mal, algo de lo que mis cuñadas y mi suegra se daban cuenta.

Yo deje de visitarla tan seguido y con el tiempo la abstinencia sexual y la soledad me fueron pasando factura.

Por las mañanas muy temprano, mi cuñada salía con su esposo a trabajar y a llevar a la niña al jardín o donde su abuela y yo me levantaba tarde para ir a trabajar siempre con una gran erección y cada vez más necesitado de sexo.

Con el tiempo me fui dejando llevar por mi impulso exhibicionista y empecé a caminar desnudo por la casa, luciendo mi gran erección y masturbándome en cualquier rincón.

Pero esto ya no era suficiente, yo necesitaba una mujer de verdad y ni por más pajas que me hacía se me quitaba esta sensación de sequía.

Un día mi cuñada dejo una tanguita con transparencia secando en el baño, lo cual me enfermó más, pues me puso a imaginarme a mi cuñada con esta puesta, y en lo afortunado que era su marido al podérsela comer cuando él quisiera.

Como era de esperarse me masturbe con su tanguita y sin lavarla ni nada la deje entre su balde de ropa sucia.

Con el tiempo ya eran más tanguitas las que quedaban en el baño y yo me mataba a pajazos pensando en mi cuñada y masturbándome con su ropita lo cual ya era enfermizo.

Una mañana yo me levante como siempre, erecto y excitado, fui a la cocina a preparar mi desayuno totalmente desnudo, cuando termine tome en una mano un pocillo de chocolate y en la otra unos huevos batidos y cuando me dirigía hacia mi cuarto, me encontré de frente con mi cuñada quien venía hermosa, con un pantalón negro y ajustado una abrigo que le delineaba su figura de mujer y su cabello negro largo y liso.

Yo no tenía nada con que cubrir mi desnudez y tampoco lo quería hacer, pero lo mejor fue que mi cuñada no me quito la mirada de encima, lo primero que hizo fue devolverse y taparlo los ojitos a la pequeña Daniela para que no me viera mientras que mirándome de arriba abajo salió de la casa esbozando una pequeña sonrisa, mientras jugaba con su hija para que entendiera porque no debía ver diciéndole que había una enorme sorpresa en la cocina.

Obviamente corrí al baño, tome una de sus pequeñas tanguitas transparentes y me masturbe pensando en esa mirada de mi cuñada.

En ese momento me acorde que era sábado y que Danielita no tenía que ir al colegio y por eso se habían levantado tarde para ir a casa de la señora Consuelo.

A partir de ese momento pensé que lo mejor era no andar desnudo por ahí para evitar algún escándalo pero la soledad me estaba matando.

Casi un mes después, como a las 10 de la mañana, yo me estaba alistando para ir a la casa de mi suegra, tenía puesto mi overol y mis botas de trabajo pensando en hablar con mi esposa quien seguía muy furiosa conmigo, yo estaba en la cocina terminado de desayunar cuando escuche que mi cuñada puso el tv a muy alto volumen y le dijo a su hija.

-ya vengo, me voy a bañar, no vayas a salir.

Cuando yo me voltee para ver a mi cuñada que de por sí ya era un espectáculo no daba crédito a lo que veían mis ojos.

Por el pasillo que de los cuartos conduce a la sala pasaba mi cuñada vestida únicamente con una camisa rosada de manga larga que le cubría solo hasta la cintura.

Cuando yo me asome la vi de espalda contoneando sus apretaditas nalgas y desfilando lentamente por la sala de la casa, cuando se dio vuelta de frente me dejo ver su hermosa vagina tapizada por un abundante pero bien cuidado vello púbico, en medio de unas grandes caderas algo huesudas pero anchas y divinas.

Yo como un loco empecé quitarme la ropa y mientras lo hacia la perseguía por toda la casa, mientras ella corría riéndose de mí al ver que no la pida alcanzar por tener mis pantalones escurridos y por estar quitándome las pesadas botas.

Por fin me quite las botas y mis pantalones, tire por ahí mis bóxer y la alcance justo en la sala del apartamento donde ella se tiró al piso con sus piernas abiertas, en frente de un sofá blanco en el cual le iba a chupar la vagina muchas veces, y con una cara de excitación que ni siquiera se la había visto a mis esposa.

Me quite la camisa quedando totalmente desnudo, metiéndome entre sus piernas mientras ella cogía mi pene y lo metía directamente en su empapada vagina y recibiéndome con un ruidoso gemido que continuo durante toda nuestra relación sexual.

No hubo tiempo de mamadas ni de chupadas, fuimos directo al acto y dejamos salir todo el deseo y la lujuria que habíamos acumulado durante meses.

Mientras nos besábamos apasionadamente en la boca los chasquidos de su vagina indicaban el grado de excitación de mi cuñada quien se las arreglaba para revolcarse de placer de bajo mío, meneando su vagina contra mí y llenando la casa de deliciosos gemidos que me hacían sentir como un macho dominante.

Sus uñas se enterraban en mi espalda y su ojitos se cerraban para sentir mucho mejor, así que mientras mi sobrina Daniela miraba televisión en su cuarto yo le pegaba severa culeada a su mamá en el pido de la sala y ella lo estaba disfrutando.

Desenfrenadamente mis movimientos si hicieron más bruscos y nuestras pieles chocaban palmoteando y combinándose con los chasquidos de su vagina y sus gemidos de placer que no podía evitar dejar salir hasta que este coctel de sensaciones provocó en nosotros un inolvidable orgasmo que nos mantendría unidos por mucho tiempo.

Tan pronto termino de revolcarse debajo mío, lentamente mi cuñada termino de sentir su orgasmo y con sus uñas bien clavadas en mi espalda se fue relajando mientras yo descansaba del mío encima de ella tratando de controlar mi respiración sintiendo como si litros y litros de semen salieran de mi y quedaran en la vagina de mi cuñada.

Me salí de ella y me acosté a su lado, mientras en la cara de mi cuñada se dibujaba levemente una cara de tristeza, lo cual me hizo darme cuenta que ella realmente amaba a su esposo.

En silencio, se levantó, caminó hasta el baño y se ducho, yo me levante me vestí y me fui a almorzar a la casa de mi suegra.

Paso más de un mes para que mi cuñada me volviera a hablar, después de evitarme durante mucho tiempo, en las reuniones de familia o cuando tenía que salir tarde con su hija, hasta que un día yo la obligue en un pasillo de la casa de mi suegra donde estaba mi esposa y sus hermanas, aprovechando que no podía hacer ningún escándalo le pregunte qué había pasado.

Le dije.

-¿cuéntame que paso?

Ella

-nada.

Le dije

-¿no te gustó? yo sentí que si

Después de mucho insistirle ella me contesto de mala gana.

-¡sí, me encanto!, ¿querías oír eso? Me gusto, me gustó mucho.

Y salió caminando rápidamente donde su mamá

Mi esposa cada vez más gordita y a punto de dar a luz seguía muy furiosa conmigo y no había nada que la hiciera cambiar de opinión.

Un sábado mi cuñada estaba en la cocina preparando el desayuno para su esposo, quien no se levantaba ni ayudaba a nada en la casa, mientras dormían en el cuarto con su pequeña hija.

Mi cuñada quien estaba en pijama, me empezó a hablar de un momento a otro y me dijo en voz baja.

-en el baño quedaron otras tanguitas mías.

Yo le dije.

-delicioso pero te prefiero a ti.

Y desde atrás la empecé a besar en el cuello, sin que ella me opusiera nada de resistencia, por el contrario dejo de hacer lo que estaba haciendo y sin voltearse empezó a pasar su manos por mis genitales mientras yo metía mis manos por debajo de su camisa y acariciaba sus exquisitos senos medianos muy suaves.

Abruptamente se volteó y me dijo.

-¿ese milagro de verte con ropa un sábado?

Y bajo mi pantaloneta de dormir y sin pensarlo dos veces metió mi pene en su boca y me lo empezó a mamar ahí en la cocina.

Yo le pregunte.

¿Y su tu esposo sale?

Ella me dijo

¿Él no se levanta para nada?

Y mientras me hacía sexo oral me decía

-mi marido no lo tiene así.

Y con unas ganas y un morbo continuó mamándomelo hasta que me hizo venir en el piso de la cocina.

Rápidamente limpiamos con el trapero, después ella termino de hacer el desayuno, yo hice el mío y con un beso en la boca se despidió de mi y se fue con su familia a desayunar.

Este fue el comienzo de una serie de relaciones sexuales desenfrenadas en cualquier parte donde nos cogiera la excitación.

Lo hacíamos en la cocina, en el patio, en el baño incluso en la casa de mis suegros cuando yo iba a visitar a mi esposa.

Con el tiempo yo le pedí que me lo diera por la colita pero ella decía que eso era la para las putas, sin embargo yo insistía, y cada vez que hacíamos el amor le lamia su colita y le metía uno que otro dedito, ella lo veía como un juego pero yo sabía para lo que la estaba preparando.

Incluso un día le regale un acostumbrador anal el cual ella rechazo, pero en un descuido después de uno de nuestros encuentros sexuales escondí en su bolso mientras ella se bañaba para reunirse con su esposo en el trabajo, artefacto que ella nunca me devolvió.

En mi cumpleaños fui a visitar a mi esposa, ya que en la empresa me habían dado todo el día libre, todo iba bien hasta que llego mi cuñada con Danielita, venia de recogerla del colegio, ese día su esposo estaba trabajando lejos y ella no lo había acompañado, ella venía muy hermosa y arregladita y para colmo de males vestía un pantalón apretado que le hacía ver esa cola enorme y redondita.

Yo no puede evitar la tentación y me quede deleitándome con el culo de mi cuñada, cuando mi esposa me arma tremendo escándalo, y aunque no dio a entender porque había sido para evitar problemas mayores, prácticamente me echo de la casa de su mamá, lo cual enfureció a mis cuñadas, especialmente a Paolita quien sin mediar palabra le dijo a mi esposa.

-¡uy hermana usted es muy cansona!

Y se fue de la casa antes que yo, mientras yo trataba infructuosamente de tranquilizar a mi esposa.

Después de esta discusión me fui para la casa, un poco decepcionado entre entré a la sala y cuándo entre a mi cuarto me lleve una grandísima sorpresa, estaba mi cuñada acostada de lado, desnuda en mi cama y me dijo.

-feliz cumpleaños.

Entonces mientras yo me quitaba la ropa ella se puso en cuatro, tenía un moño de regalo que le rodeaba su cintura y entre sus nalgas, insertado entre su colita el acostumbrador anal que yo le había regalado, yo me termine de desnudar y empecé a lamer toda su cola, desde su vagina, mientras ella gemía y me miraba desde adelante.

Sin sacarle el acostumbrador, le hice el amor por su vagina y después lentamente saque el acostumbador de su cola y lentamente fui metiendo mi pene por su esfínter anal.

Al comienzo era un poco durito, pero después su colita se abría como una flor dando paso a mi duro y erecto pene mientras ella sumisamente colocaba su cara contra la almohada y me decía.

-pacito por favor.

Yo sabía por lo que había investigado y leído que mi pene tenía el tamaño y la forma perfectos para el sexo anal lo cual le hice sentir a mi cuñada y mientras su colita se dilataba más y más, yo disfrutaba de quedarme con la virginidad de la colita de mi cuñada.

Mi excitación era tal que no pude hacer caso a las suplicas de mi cuñada quien me decía.

-despacito por favor, pasito.

Y yo le dacia

-Desde el primer día que te vi te quería dar por el culo.

Cuando su colita dilato lo suficiente mi cuñada empezó a disfrutarlo mucho más y empezó a decirme entre gemidos.

-¿Por qué mi marido no me lo hace así?

Eso desencadeno un castigo brutal para su solita, la cual tuvo que aguantar una enculada dura y profunda hasta que no aguante más y le llene todo su conducto anal de semen mientras ella apretaba el puño, gemía muy duro y meneaba su colita contra mí.

Ella se levantó rápidamente y se acostó en mi cama, descansando del dolor y del orgasmo, mientras yo veía un pequeño charco de fluido vaginal en las sabanas de mi cama y como aun su colita escurría semen y su vagina estaba toda dilatada y mojada.

Ella se levantó y se metió a la ducha, casi sin decir nada se vistió y se fue para la casa de su madre, mientras yo me levante y me metí a la ducha a bañarme alguna pinticas de caquita que habían quedado en mi pene.

A mí me constaba que mi cuñada amaba a su esposo, lo digo por eso dejo tristeza que le quedaba después que hacíamos el amor, pero esa tarde no fue así.

Sin embargo ella me dijo que esta era la última vez porque no quería seguir engañando a su esposo ni a su hermana. La verdad hubieron muchas más últimas veces anales y vaginales, ya que para mi cuñada esto se volvió una obsesión.

Con el tiempo nació mi hija y todo volvió a la normalidad, ya no teníamos sexo y con el paso de los años, nos fuimos a vivir a la casa de mis suegros, donde habíamos construidos unos cuartos y ahora no teníamos que pagar arriendo.

Mi hija creció y entro al colegio, mi esposa estaba trabajando y mi cuñada y yo quedábamos de vez en cuando solos, pero la estricta vigilancia de mi suegra evitaba que algo pasara.

Pero un día yo la acorrale en su cuarto, y ella, quien no quería armar escándalo me dejo entrar en su cuarto, en su boca en su vagina y en su cola.

Mientras teníamos sexo anal escuchábamos a mis suegros discutir por una camisa que era la favorita de mi suegro y que no encontraba, yo estaba a punto de venirme cuando mi suegra que tenía la fea costumbre de entrar a los cuartos sin golpear la puerta, entro al cuarto de mi cuñada y nos encontró en pleno acto sexual.

Mi cuñada en cuatro y yo detrás de ella dándole lo mas de rico, lo más curioso es que cuando mi suegra entro, en medio de los gritos de mi cuñada quien le decía que cerrara la puerta porque mi suegro nos podía ver, mi suegra encontró la camisa de su esposo y salió del cuarto para dejarnos terminar lo que empezamos.

Literalmente mi suegra me había encontrado dándole por el culo a su hija quien había desarrollado la habilidad de dilatar su ano a voluntad, una habilidad que su hija Daniela heredaría a las mil maravillas.

Después de este encuentro mi cuñada fue a hablar con su mamá a explicarle todo y a decirle que no armara un escándalo, sin embargo esa ideología de mi suegra de no armar escándalo para no armar un problema mayor fue el que permitió que las colitas de mis otras cuñadas se abrieran dócilmente para mí.

La sorpresa mayor fue la de darme cuenta que mi suegra odiaba tanto al esposo de Paola que incluso la felicito por no dejarse dominar por ese tipo, y le dijo que por lo menos se estaba acostando con alguien conocido.

Ese mismo pensamiento confiado de mi suegra fue el que años más tarde permitió que yo le llenara de semen la boquita, la vagina y la colita de a su adorada nieta Daniela.

 

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