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Y así terminan todas tus citas

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‘Y así terminan todas tus citas’. Me lo decía Calorina mientras le subía la falda poco a poco, encima de sus piernas y empezaba a tocar su vagina encima de su calzón. Sentía su humedad.

‘No todas’. Alcance a decir, con la voz entre cortada y algo agitado por el momento, la calentura podía más, ya no pensaba yo mismo, la lujuria y el lívido podía más que yo. Me estaba desesperando por sentir otra vagina, ya que durante años, solo estuve con una mujer, quería estar dentro de ella, necesitaba sentir lo que es hacerlo, con alguien mucho menor que yo.

Una mano en su mejilla, para seguir besándola, la otra, estaba en su calzón, haciendo presión, con mi dedo índice dando movimientos circulares, notaba que funcionaba, porque notaba humedad en ese joven cuerpo.

‘Ya no aguanto más’. Dije al momento que hace a un lado su calzón, y ponía mi pene en la entrada de su mojada vagina.

‘¿Qué haces?’. Dijo ella, al momento que notaba, que abría más las piernas. Por su voz quebrada, note que igual se estaba excitando.

Estábamos en mi cama, yo encima de ella, estaba entre sus piernas, ella me tenía rodeado con sus piernas mi cintura, mi pantalón ya lo tenía a mis rodillas, ella ya tenía su falda muy arriba de su cintura, lo único que separaba el inicio de la penetración, era mi bóxer y su calzón de ella.

‘¿Qué crees que hago?’.

Hice a un lado su calzón y saque mi pene, no me quite el bóxer, solo quería sacar mi pene, y empezar ese tacto que poco a poco, se daba por sí solo. Cuando mi pene todo la mojada entrada de su vagina, sentí una descarga eléctrica que empezó ahí mismo, y termino en todo mi cuerpo, lo agarre con una mano, y empecé a darle movimientos circulares alrededor de la entrada de su vagina, veía que funcionaba, porque cerraba los ojos y soltaba ligeros gemidos, no hacía nada para resistirse, notaba que se dejaba hacer, cuando sentí que ya estaba muy mojada, empecé a entrar.

Empecé a empujar lentamente, poco a poco, hasta que, al fin, sentí que entro toda, y por unos segundos, lo dejé quieto, sentí la gloria, sentía que toda su vagina se compactan, para abrazar todo mi pene. Sentí que palpitaba, sentía como me mojaba, y oí un largo gemido de parte de ella.

-Aaaaaa.

Todo estaba oscuro, estábamos en mi cuarto, pero mis ojos ya se habían acostumbrado a la oscuridad, noté en ese momento, que tenía los ojos cerrados, con la boca abierta mientras note que curveo su espalda.

Abrió los ojos, nuestras miradas se cruzaron, tenía una cara de deseo total, empecé a moverme despacio, atrás hacia adelante, la sensación era única, estaba totalmente mojada, estar entre sus piernas, yo encima de ella, esa cara de niña buena que siempre había visto, al fin, la tenía en mi cama, abierta de piernas para mí, yo dentro de ella.

12 horas antes…

-Entonces, te gustaría salir hoy conmigo –le dije a Carolina en un momento de pausa mientras daba la clase.

Estaba hermosa ese día, usaba una falda encima de las rodillas, una camisa de a cuadros, combinación de rojo con negro, y al final de los botones, se había hecho un nudo, algo sexy que dejaba ver su ombligo, ya que tenía un abdomen muy bien marcado, tenis blancos con calcetines de color negro, pero a media pantorrilla, lentes con armazón ligeramente dorados y una cola de caballo sencilla. Siempre era para mí, un deleite ver a aquella chica. Ese estilo que siempre llevaba al trabajo, era algo fascinante, y para todos también, porque entre compañeros de trabajo, siempre decíamos que Carolina tenía un estilo único en la forma de vestir. Mi compañera de trabajo, decía que tenía un estilo como “Sia” o “Amy Westinghouse”, pero más como la última mencionada.

Ella es muy delgada, un poco más delgada que el promedio, así que por su cuerpo y por el índice de masa corporal, no tenía mucho pecho, a veces, casi no se le notaba nada, pero si tenía un ligero traserito bien paradito, Carolina es clara, muy alegre y sonriente, siempre iba maquillada con delineador negro y los labios siempre pintados, tenía un corte hongo con cabello lacio. El detalle de toda esta historia, era que ella tenía 18 y yo 25.

Carolina no es la mujer más guapa, ni la más escultural, no tenía grandes atributos físicamente hablando, pero si tenía una cara muy bonita, y tenía una actitud, que atrae a muchas personas a su alrededor, todos en el trabajo hablaban con ella, a pesar de que era una chica de servicio social. Lo que me llamó a mí de ella, fue su forma de ser, sus actitudes en el trabajo y los objetivos que tenía a largo plazo. Me impresionó mucho, ya que yo, a su edad, no pensaba en nada por mi futuro, solo vivía el momento.

-Déjame pedirle permiso a mi papá –me comentó mientras seguía desarmando los robots sin mirarme. Note que se sonrojo, ya empezaba a conocerla, tenía pena que la viera muy fijamente.

-Me comentas en la noche, para estar listo.

-Claro mi niño.

Una palabra que nadie me había dicho, pero en los labios de ella, era una delicia para mis oídos escuchar sus pequeñas palabras de cariño hacia mí. Yo no tenía palabras de cariño que decirle, pero ella para mí, si… y varias.

Seguí dando mi clase, aunque sentía que tenía que ser más profesional ante mis alumnos, porque notaba ligeras sonrisas entre ellos, como si se estuvieran contando algunas cosas en voz baja, aunque tenía la sospecha que siempre hablaban de Carolina y de mí, porque sentía sus miradas de vez en cuando, cuando ella se acercaba a platicar conmigo.

-Eso es todo chicos –dije al momento que apagaba el proyector– nos vemos la siguiente semana. Solamente tenemos dos semanas más y terminamos el curso, así que no falten.

-Gracias profe.

-Hasta luego.

Decían mis alumnos mientras cruzaban la puerta del salón.

-¿Que vamos a hacer la siguiente clase? -me dijo Carlos al momento que se me acercaba- Vamos a ver los sensores ultrasónicos.

Sonrió. Sin duda, Carlos era un buen estudiante, y por mucho. Siempre era agradable tener conversaciones con ese chico, a pesar de que teníamos una diferencia de 10 años, me recordaba a mí, aún más joven y vivo por aprender mucho más. Cuando tenía mucho tiempo.

-Claro, eso vamos a ver -respondí con una sonrisa. Aunque en realidad no íbamos a ver eso, pero me gusto ver su reacción, una ligera sonrisa en su boca- No vayas a faltar, porque vamos a hacer cosas interesantes.

-No he faltado profe… Bueno, solo una vez, pero estaba lloviendo.

-Solo una vez, fue una clase perdida, porque no repetimos clase.

-Aun así, no faltes.

Nos dimos la mano en forma de saludo, se despidió y se fue. Lo mire mientras cruzaba la puerta del salón, y a un lado, estaba Carolina viéndome fijamente, la mire, nos miramos, sonreímos.

-Ese chico es muy listo -me dice Carolina mientras apago la laptop que estaba usando.

-Sí, alumnos como ellos, me motivan a dar clases -comente con una ligera sonrisa.

-Me encanta ese hoyuelo que te sale al sonreír.

Sin darme cuenta, Carolina ya estaba frente a mí, para mi sorpresa, acariciándome la mejilla. Me incline en mi asiento, mirando hacia la puerta, para ver si seguía abierta. Me levante y quede frente a ella.

-A mi me gusta otras cosas de ti -le dije al momento que pase a lado de ella para cerrar la puerta, pero antes de cruzar a su lado, levanté la mano para tocarle ligeramente su trasero.

No dijo nada, solo dio un pequeño brinco.

-No cierres la puerta, sino se van a dar cuenta. -dijo un poco preocupada.

-Descuida, no la voy a cerrar por completo, solo un poco. -le dije al momento que daba media vuelta para estar frente a ella.

-No, aquí no podemos hacer cosas -levantó las manos a la altura de su pecho, para detenerme, en caso de que siguiera.

Me acercaba a Carolina con paso decidido, pero ella no estaba muy decidida, la notaba nerviosa, estábamos en el salón, y las ventanas estaban muy grandes, alguien que se asome un poco, podía ver, como le metía mi lengua a la boca de Carolina.

-Ya para -me empujó con ambas manos. Lo suficiente como para hacerme retroceder un paso menos- Espérame a la noche.

-Entonces eso es un “SI” -mi cara se dibujó una gran sonrisa.

Me fui a sentarme a mi silla, ya hice lo que quería, esa boca de Carolina era algo nuevo para mí, más de 7 años estuve con una mujer, así que volver a sentir otras bocas, fue sumamente estimulante, porque aunque me decía que no, cada vez que la besaba, sentía como nuestras lenguas se cruzaban, se abrazaban, se tocaban, se exploraban, en un instante, ya la tenía bien parada, y no sabía si Carolina notaba mi pene levantado encima del pantalón. Siempre al sentarme, tenía que hacer un movimiento rápido con mi mano en mi pantalón, para acomodarme el pene, porque sentía que se me notaba ligeramente. Ya sabía que Carolina me lo veía, sus miradas disimuladas las podía ver, notaba que se mordía el labio inferior por pequeños momentos.

Eso me excitaba aún más, ya me imaginaba cómo es que me daría sexo oral, como se la metía, movía mucho su lengua o despacio, o no sabía, y si no sabía, que tan gran era su boca, para que le pueda enseñar, le molestaría que le agarre de su cola de caballo cuando me la esté mamando, para meterse aún más a su garganta, no la tengo tan grande, pero se atragantaba como las demás mujeres con las que estuve, a una, casi la hago vomitar. Va a querer que termine en su cara, o mejor, en su boca, y que lo trague todo.

Interrupción de pensamientos.

-Puede ser, pero yo creo que sí, solo quiero comentarle a mi papá.

-Me mandas mensaje temprano, para que no esté apurado en la noche.

-Claro guapo -note que se detuvo para mirar hacia las ventanas, y siguió caminando.

Esta vez fue un beso delicado y bonito. Un beso de pollito como le dicen la mayoría. Pero lo que fue diferente a otras ocasiones, es que me agarro el pene sobre el pantalón, me lo agarro muy bien y con cierta fuerza.

-Mmm -sonrió Carolina después de despegar nuestros labios- La tienes muy bien.

Me quedé sorprendido, porque era la primera vez que lo hacía, pero también me excito demasiado, aquella chica que en un inicio yo pensaba que no sabía muchas cosas de sexo, me estaba dando idea de que estaba más adelantada que la mayoría de sus amigas.

Ya me la quería coger en la noche. Pero ese no era mi estilo. Al menos, esta noche, quería que la noche fuera agradable. Pero lo que si quería seguir haciendo, era seguir probando su boca, su lengua. Tocar su cuerpo por debajo de su ropa, pensé que podíamos coger como a las tercera cita, pero el tiempo me dijo que estaba completamente equivocado

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