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La tranquila Lucia se vuelve una perra (1)

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Lucia era una mujer de 24 años que no era muy activa sexualmente pues así había sido guiada desde su educación.

Su cuerpo era pequeño y delgado pero con unos senos y un culo bastante llamativos, sin ser grandes, generaban mucho morbo además de unas piernas muy bien formadas. Llevaba un mes trabajando en un call center donde la mayoría de sus compañeros eran hombres, le gustaba su trabajo y lo único que le costaba era llegar temprano.

La noche anterior había tenido un momento en el metro que la tenía bastante turbada, de vuelta a casa un hombre no se le había despegado todo el viaje refregándole el pene cada segundo, la cosa había quedado ahí pero ella no pudo evitar excitarse pensando en eso, quizá por eso al otro día despertó tarde, casi sin tiempo de alistarse, acostumbraba a ponerse el brazier antes de salir pues le incomodaba mucho, con el afán olvido este paso.

Pensó que esto no era problema pues sus senos no eran muy grandes y si bien su blusa blanca era muy delgada, llevaba una chaqueta que evitaba se le vieran los pezones. Cuando llego al trabajo quiso sentarse pero el supervisor lo evito diciéndole que tenían una actividad de relajación previa al trabajo, fue a la sala con sus compañeros y vio que una mujer iba a coordinar juegos , el primero era correr en círculos mientras una pelota pasaba de mano en mano. Lucia inevitablemente tuvo que quitarse la chaqueta, sus pezones no se veían pero pronto reaccionaron tras la mirada de algunos de sus compañeros. Desde ahí el juego siguió pero muchos de sus compañeros solo la miraban a ella, como sus senos rebotaban cada salto para atrapar el balón y sus pezones sobresalían cada vez más.

El supervisor vio lo que sucedía y decidió llamarla a la oficina, la hizo pasar primero para mirarle el culo y cerró la puerta.

Qué quieres Lucia, dijo Bravo el supervisor

Cómo así no entiendo la pregunta

Qué quieres viniendo a mostrarle los pezones a tus compañeros

Lucia se puso roja y puso inmediatamente sus brazos en los senos, saberse mirada la ponía demasiado nerviosa.

El supervisor le ordenó que quitara los brazos de ahí y le pidió que se pusiera de pie en frente de un espejo que había en la oficina

Qué ves

A mi... no se

Yo solo puedo ver tus tetas, eso querías viniendo así?

No no perdón, fue un accidente, salí muy rápido y no encontré mi brasier, venía con chaqueta pero…

Debo comprobar eso

Cómo?

Debo saber que tienes bragas y no estás mojada, de lo contrario sabré que solo viniste a que te follen.

Lucia se bajó un poco el pantalón por el costado y mostró que llevaba bragas negras debajo. El supervisor se acercó y la miró fijamente, era un hombre alto y a Lucia siempre le había parecido guapo

-Y quieres acaso que yo compruebe sino estas mojada, le dijo mientras la agarraba del pelo enviándola hacia atrás y le sobaba los senos un par de segundos

O prefieres ir al baño y traerme tu tanga para saberlo.

Lucia estaba quieta y sorprendida y lo estuvo hasta que un azote en el culo la despabilo, fue hacia el baño asustada porque sabía que tan pronto el supervisor le cogió los senos la tanga había quedado muy mojada.

Saberse observada y luego ser tratada con esa fortaleza la había puesto muy cachonda, se quito la tanga y la envolvió rezando para que el supervisor no notara su humedad.

Llegó a la oficina y se la dio a su supervisor que inmediatamente la desamarro y la empezó a palpar hasta llegar a una zona empapada

Qué te tiene así?

Nada, no sé, se lo juro no fue mi intención

Qué

Mojar mi tanga, dijo suavemente.

El supervisor la volvió a coger del cabello y le puso la tanga en su cara mientras se la restregaba y le decía

Así huelen las perras como tu que vienen a provocar y no a trabajar.

Decía mientras Lucia se dejaba hacer sorprendida y nuevamente excitada

Me las quedo, no es más vuelva a su trabajo.

Lucia se fue de la oficina muy trastornada, salió hacia el baño, entró y se dio cuenta que sus pezones eran cada vez más notorios, se bajó el pantalón y empezó a secar su vagina pero cada momento estaba más húmeda así que decidió irse de vuelta a su puesto. Antes de sentarse nuevamente todas las miradas estuvieron sobre ella, cuando llegó no se pudo concentrar hasta que acabó su horario.

Cogió su chaqueta y dudó en ponersela pero el calor que iba a sentir en el metro no le permitió. Cuando llegó al vagón decidió ubicarse en las puertas. Su culo estaba pegado a la puerta y sus tetas eran observadas por un par de hombres, esto le hacía mantener los pezones en punta, además de pensar constantemente que tras unos acontecimientos que no lograba entender aún, ya no tenía tanga. Pronto el metro se lleno y un hombre quedó justo al frente de ella quien le sonrió amablemente, el movimiento los hacia fraccionar como si de un baile se tratara. Lucia no lo evitaba y quizá por eso el hombre se animó a meter su mano debajo de la blusa y empezó a sobarle los pezones con una maestría que hizo que Lucia empezará a gemir suavemente

Mira la puta que me vine a encontrar.

Le dijo el hombre que le empezaba a pellizcar un pezón con fortaleza, haciéndola retorcer del dolor. Lucia se llevó la mano a la boca para no gritar. El hombre cambio de pezón, Lucia estaba a punto de tener un orgasmo, pero la realidad la despertó y una parada del metro hizo que se tuvieran que mover, Ella se acomodó la blusa rápido y vio que esta era su bajada, dudo un momento pero se bajó, el hombre también dudo pero sólo atino a darle una sonora nalgada, mientras ella bajaba, Lucia inmediatamente sintió como mas líquido salió de su ya mojada vagina. Hoy había descubierto lo que le generaba ese trato, dos azotes que habían tenido el mismo resultado.

Camino las dos cuadras para llegar a su casa con rapidez y con la chaqueta puesta para que sus padres no sospecharan nada, llegó y los saludo rápido para encerrarse en su cuarto, tan pronto lo hizo fue al espejo y se quitó la chaqueta, no era la misma que había salido esa mañana. Sus pezones seguían marcados, se bajó el pantalón y vio como su vagina estaba brillante, se quitó la blusa y se sorprendió lo irritado que tenía los pezones, el hombre en el metro se los había espichado con fuerza. Lucia se los empezó a sobar y fue inevitable empezar a gemir, no se había masturbado hace años pero hoy tenía que hacerlo, recordó cómo la había tratado el supervisor y bajo la mano a su vagina, se acarició el clítoris y antes de que eso la hiciera acabar se metió dos dedos en su vagina, siempre había sido muy estrecha pero tanta humedad los hicieron entrar fácil, con la otra mano se sobaba las tetas que le habían ocasionado todo, no aguanto mucho y tuvo un gran orgasmo que la hizo temblar y por fin acabar ese día extremo.

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