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Josy Prostituta. El primo le rompe el culo. Parte 3

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Para entender y comprender mejor la historia de Josy, deberían ira Josy prostituta parte 1 y parte 2 para conocer la génesis de las motivaciones de la protagonista, somos amigos y puedo dar fe de todo lo que cuenta por haber tenido entre mis manos a esa mujer tan exuberante en cuerpo como excelente en sus habilidades en el sexo.

La parte 1 publicada el 10-6 en categoría intercambios, la 2 el 12-6 en categoría amor filial.

 

**********

 

Luego de tener sexo con el jefe de su marido, condición para que éste conserve el trabajo, comprenden que tiene el cuerpo y las condiciones para ser una deseable prostituta.  La vecina se ofrece a facilitarle la forma y modo de ingresar al ejercicio de la profesión del placer a cambio de dinero, entonces se presenta el problema de la falta de experiencia por lo cual el marido convoca a su primo, un tipo con experiencia en visitar burdeles y conocer bien el trabajo de una prosti.

Rafa, el marido de Josy, le pide si puede “hacer el favor” de adiestrarla. Memo, es el primo que siempre le llenó el ojo el cuerpazo de la primita, y en una noche de fiesta y exceso estuvo a punto de cogérsela con el marido, en un trío, malogrado porque de tan ebrios se durmieron los dos tipos, luego al despertar los efluvios del tequila se habían llevado esa libertad de conciencia que habilitaba a todo, pero esas ganas siempre latentes ahora tienen la oportunidad de hacerse carne.

La parte 2, concluye en mitad de la primera lección, cuando Memo está adiestrando a Josy, y con el primer polvo bien echado en su vagina, los tres comparten unos tragos. Suele decirse que la mejor parte siempre es la por venir, espero que les agrade compartir la historia de Josy Prostituta…

Luego de un merecido descanso, reponen fuerzas y ganas, entonados con un poco de tequila para relajar tensiones, facilitar y consentir.

Mientras el profesor de garche sigue bebiendo con el marido, le indica con un gesto que venga, gateando y se coloque delante de él, arrodillada, como una perra aguardando la orden del amo, en silencio, solo mirándole a los ojos esperando. Con un gesto me indica que es tiempo de tomarle el pene flácido y comience a prepararlo para la acción, es tiempo de poner en práctica las primeras enseñanzas, agarrado entre las manos, deslizo el prepucio para descubrir esa cabezota que comienza a entrar en tono y consistencia, la boca y la lengua deben recorrerlo todo desde el ano, beso negro incluido, subiendo por el tronco hasta llegar al glande. Moviendo lento, para que tome esa dureza y agresividad que ya me hizo sentir abriendo la chepa en forma brutal cuando me colocó en cuatro. 

Sigo arrodillada, adorando el reposo del guerrero, comienza mamarlo, enterrándose ella misma la boca hasta llegarle a sentir los vellos púbicos frotando su nariz, le muestra como lame el acuoso fluido pre seminal, sabe igual que su leche.

El primo me hacía recordar al profe de la secundaria explicando sobre higiene y sexualidad, además de ser un hombre que supo cogerme bien rico, sabe enseñarme, siguió de maestro ciruelo diciéndome algo así:

—Debes entender que estás haciendo un servicio y debes poner toda tu habilidad y sensualidad para agradar, hacerle sentir que eres la mejor, no solo te hará ganar clientes sino conseguir una paga extra. No todos los hombres somos iguales, los hay de toda calaña, suaves, tímidos, bruscos, indecisos, hay de todo en la viña del señor, por eso lo primero es hacer valer estas carnitas, ponerlas en valor demostrando habilidad para hacerlo disfrutar, tratar de que se venga pronto, si le sacas un par de polvos rápido el tipo se ira pronto dejándote lugar para otro cliente. Está en tu habilidad sacarle los mecos pronto y bien, si necesita levantarle el choto, tus manos y boca son bastante tentadoras para conseguirlo.

Te van a tocar los que quieren que les mames la pinga mucho tiempo, entonces debes hacer como te enseñé, a mamarlo haciendo pausa pero sin dejar de lamerle la cabeza, regular la presión de la boca, hacer descansar la boca cerrándola y conteniendo su verga para evitar esa especie de rigidez que te acalambra la mandíbula, sin dejar de mamar pero regulando. No te olvides de hacerle sentir el rastrillo de tus dientes sobre la verga, sin lastimar, solo hacerle sentirlo. Cuando el tipo te sujete de los cabellos o la nuca y se mande bien dentro de tus fauces, haces como te acabo de enseñar, acomodar la garganta para evitar el vómito o las arcadas, dejarlo que empuje dentro, que sienta que te está fornicando por la boca, sácale toda la leche que puedas cuando se venga en tu boca no la tragues sin antes abrirla y mostrarle su semen, luego tragarla con todo el proceso bien en primer plano. Si el tipo está bien equipado con una chota bien gordota, abre la boca para que te entre lo más que puedas, hacerle sentir que te esfuerzas por complacerlo.

Mientras le haces sexo oral, juega con sus bolas, sostenidas en tu mano y trata de jugarle con un dedo o más en el ano, a la mayoría de los hombres suele gustarle que le jueguen o entren unos dedos en el ano, mientras te cogen por la boca, si hace gesto de desagrado, pues nada más los sacas.  Aprende a darles el beso negro, también suele agradarle que los besen en el ano.

—Ahora ven y ofréceme tus tetotas en la boca, luego dame una mamada en la poronga, para frotarla húmeda en tus pezones, jugar a hacerle una “cubana” cogiendo el hueco de tus chichis.

Una buena calentada de verga y me hizo tender en la cama, se colocó entre mis piernas, la izquierda elevada vertical pegada a su costado, la derecha casi colgando del borde de la cama, para incrustarse haciendo casi una tijera, para enterrar todo ese pedazote gordo de carne dentro de mi concha. De un golpe se mandó con toda la fuerza agarrado de mis nalgas, tanto que me hizo jadear fuertemente para aguantarme el golpetazo.

Estuvo un rato dando empellones de verga, sentía que en cada metida me abría un poco más, sentía rico pero los envíos tan fuertes no me permitían concentrarme en mi propio placer, gozaba, pero no podía llegar, cuando estaba cerca un nuevo envión, me cortaba la inspiración.

Me volteo, sobre la cama, colocó una almohada bajo mi vientre y me dejó “culo para afuera” con los pies apoyados en piso y abriéndome las cachas con mis manos. Un par de nalgadas avisan que tiene la verga lista para entrarme, la demora en hacerlo me hace desearlo, ¡siento que lo necesito ya!

Me escupe en el ano y mete un dedo, siente como la sorpresa me estremece, ¿qué estará pensando?... apoya la chota en la vagina y de un golpe otra vez me llega al fondo abriendo todo, comienza a sacudirse entrando en mí con vehemencia, hasta con salvaje penetración.  El Rafa, sigue mirando, como le abren a su esposa, no habla solo se frota la pija, que ahora está fuera de la bragueta, pajeándose.

Volvió a cogerme, alternando entradas urgentes con pausado vaivén, ahora me da tiempo para mí, me pide que me ponga las manos en la vagina, que accione sobre el clítoris, me urge mover los dedos, apura el metisaca, todo toma calor de cogida feroz.

—Vamos putita, regala ese orgasmo a tu macho, ¡Vamos!

Como respondiendo a la orden del amo, sentir estremecer mis entrañas en el delicioso correr de las sensaciones de vibrar al compás de su poronga, brincar y sacudida por una metida tan profunda que me levantó. Sentía el orgasmo tan intenso, que no podía escuchar sus gemidos, la boca reseca, babeando y tratando de poder respirar. Nunca tan fuerte ni tan intenso, fue uno solo, pero que me hizo perder el sentido casi al borde del desmayo. Tuvo piedad de mí se movía muy despacio, lento, presionando suave, podía sentir que también podía ser considerado, entender mis necesidades. 

Memo era un gran cogedor, sabía hacerme sentir rico.  Sentía la chepa inundada de flujos, hasta el chapoteo de la verga tan gruesa que podía deslizarse casi sin sentirla. Me dio un tiempo de gracia, sin salirse me dejó explorar mis sensaciones de hembra bien atendida pero su paciencia tenía un límite. 

Me limpio el exceso de flujo, me hizo darle una mamada rápida y volvió a meterla en mí, otra vez en cuatro, sigue de pie, agarrado a mis nalgas, moviéndose dentro de la concha. Me pide que le abra las cachas con las manos, desenfunda la carne y frota la cabeza sobre el anillo del ano.

—¡Qué buena hembra que tienes! Está bien buena, me gustó mucho, esta puta traerá buen dinero.

¿Qué te pareció, cómo se mueve en la cama?, la vamos a sacar buena para el trabajo de entregar sus nalgas.

Hizo una pausa, no sé si por considerado hacia mí o para descansar él.

—- Esta “cosita” tiene ganas… mi chepa está ardiendo. ¡Dame mi leche!

No era juego, a pesar del maltrato sentía ganas de ser cogida, me había gustado esa forma tan machosa de cogerme, ahí me real cuenta que el sexo doméstico no era el que necesito, había descubierto mi vocación de puta, sentir el trato rudo del hombre dominante era lo mío, era una pasión arrolladora, que nunca más podría disfrutar del coito marital, era una mujer nueva, el ave fénix renacida de las cenizas de la esposa y que Memo rescató a fuerza de nalgadas y pijazos, sentir que el castigo, sobre todo en las nalgas, son excitantes y extremadamente eróticas, que la mujer que no ha pasado por el trato de domesticación como yo, no está sabiendo lo que se pierde, que cuando lean esta parte intenten hacer algo nuevo con su sexualidad, que se contacten con el que escribe mi historia para preguntarle como soy cuando tengo sexo, este “escribidor” ha probado mis carnitas y me dio el tratamiento que más me calienta. No dejen pasar la ocasión de probar esta aventura de sentir el disfrute de ser dominada y sometida.

Sonoras nalgadas me avisaron que debía volver al trabajo, tengo que acercarme, ofrecerme al señor, abrir las alas de mis labios vaginales para frotarlos sobre su pinga que está “morcillona” esperándome. Con la boca comienzo a ordeñarla para que esté listo y seguir adelante, enseñarme a ser una buena puta.

Me colocó en cuatro patas, ofreciendo mis nalgas, abiertas y preparadas para recibir verga.

Lo siento acomodarse, puertear un instante y mandármela dentro, suave. Me toma con firmeza de las caderas mientras se impulsa en una cojida intensa, saliéndose hasta la puertita y volver a insertarse en toda la dimensión del miembro. Ralentiza los movimientos, la retira de la chepa… quiero ver porque, pero una nalgada avisa que no debo mirarlo, ese instante de incertidumbre atemoriza por lo que imagino y excita por lo desconocido.  Sabe manejar los tiempos, dominar los impulsos, contener las ansiedades.

Siento lo que está por venir, frota la cabezota de la verga con los jugos de mi vagina, me está preparando para hacerme el culo, una mano en la nuca me impide mover la cabeza, con la otra sostiene la cabeza del choto que apoyado en el hoyo pugna por hacerse un lugar en él.

Por primera vez acciona despacio, empujando y retrocediendo, estimo que es cuidadoso, para no desgarrarme, sabe que no tengo experiencia, el culo cerradito y estrecho y la poronga gordota y tan dura, es como para tomar algunas precauciones. Más jugos, más saliva preparan el avance final, no tengo dudas que es un viejo conocedor de las artes del sexo anal, me tranquiliza, solo un poco, sentirme en buenas manos, digamos… en tan buena poronga…

Momento de tensión, espeso silencio, desconozco todo, pero intuyo lo que le está por pasar a mi opulento culo. Me sujeta con fuerza de las caderas, para evitar que me salga. Siento la cabeza en la puerta del hoyo, instintivamente muevo para zafar, se afirma en sujetarme, un poco más de presión de la cabeza y el aro comienza a ser forzado, cede no sin poco esfuerzo, llevo mis manos atrás para apoyarlas en su vientre para contener la intrusión, me las retira, impone el respeto a fuerza bruta.

—¡Quieta perra! ¡Quieta!, no te muevas, ¡no te salgas! ¡Aguanta! ¡Relájate y goza puta! – una sonora nalgada, esta vez bien fuerte refuerza la orden del macho.

—¡Hayyyy! ¡Me duele! ¡Me dueeeeleee!

—¡Quieta perra! Te la voy a meter por el culo de todas formas. Eres mía, pagué por eso. Debes obedecer

a tu señor, permitirle que te haga el culo a como dé lugar. Eres mi puta, ¡aguántame!

—¡Meee… duele!

—¡Aguanta! Eres mi puta, tienes que aguantarte. ¡Te voy a estrenar el culo, pendeja de mierda! –otra

nalgada con vehemencia y calentura.

Seguí tratando de zafarme, me lo estaba rompiendo, sentía verdadero dolor, pero me tenía bien sujeta, las manos en la espalda.  Jalando mis cabellos, otro intento de sacarlo, pero está bien afirmado. Un par de nalgadas más terminan por abortar nuevos atisbos de rebelión, inmovilizada y sodomizada, me siento como una potra con su padrillo haciendo uso.

—Aguanta puta, relájate, no te resistas, igual te voy a hacer el culo. Aprende a sentir la verga de tu macho, déjate de pelear, aprende a sentir una buena poronga en tu culito.  Ya está roto, sin remedio ahora es tiempo que aprendas a relajarte y sentir el placer de hombre y disfrutar del tuyo.

Tuvo piedad, se enterró todo y me dio un momento de paz, solo pedía que siguiera moviéndome, que fuera yo misma quien hiciera el trabajo, que aprendiera como se hace. Que de ese modo el hombre también disfruta y te va a causar menos dolor y aprenderás a gozar. 

—¡Mira, mira como le estoy estrenando el culo a tu mujer! ¡Qué placer estrenar un culito virgen! ¡Toma puta, muéstrale a tu maridito como te lo estoy abriendo, ¡cómo te duele, como te la meto tan adentro! ¡Toma, toma, toma! ¡Toooomaaa…!

Era todo cierto, me estaba sodomizando a pura fuerza, sabía mucho de sexo anal, me tuvo todo el tiempo controlada, sometida, enseñándome que debía abrirme cuando él la sacaba hasta dejar solo la punta de la verga dentro y cerrarlo como si fuera mi mano entorno del miembro cuando entraba en ella. Me fue guiando todo el tiempo ordenando mis sentidos para poder disfrutarlo.

—Andale, grita si te viene en gana, nos gusta sentir a la perra aullar cuando le rompemos el culo. ¡Grita, toma, toma!  - La orden precede al envión profundo…

Trataba de cumplir, pero el dolor de perder el virgo me confundía, ordena que lleve mis manos para jugar con la chepa, castigar al clítoris con frotamientos, busca desactivar el sentido del dolor con el tocamiento, por cierto, que tuvo bastante razón, por momentos me dejaba llevar por el placer, pero cuando volvía a intensificar la cogida…

Me tenía totalmente ensartada en su vara de carne, cada vez más gordota, cada vez más rígida. Su verga encontró el estuche bien apretadito, aunque en estas instancias ya no estaba tan segura.

—¡Prepárate! Atiéndeme, tu macho está por correrse, ya siento venir los mecos. ¡Toma, toma, toma!

Fueron tres avisos, como tres disparos en la noche, anunciando la venida. Un empujón brusco y urgente quiere llegarme hasta la boca, necesita vaciarse, desagotar esa cantidad de semen retenida tanto tiempo.  El momento supremo fue como un estertor de muerte, un sonido ahogado por la angustia de dejarse morir dentro mío, sentía el chorro espeso y caliente de sus mecos. Más apretado, más metido dentro de mí, más y más de todo, me hace sentir sensaciones encontradas, el placer de ser parte de su goce y el dolor lacerante de la dilatación que me hace temblar como una hoja en el viento. Cuando desenchufó su vergota, sentí ese vacío inexplicable, el alivio de lacerante y pertinaz asedio, este cabrón me había roto el orto.

—¡Pinche cabrona, estás llorando!

—Sí… -no pude decir más que eso.

Me tocaba el culo que seguía disparando las flatulencias propias del bombeo, sentía en la mano la textura de su semen con algún tono rosado de algún desgarro por la brutal desvirgada. Mis lágrimas honraban su hombría, galardón al macho cojudo. Había sentido el poder del hombre que había pagado por mi sexo. 

—Deja de tocarte, ahora límpiame la verga, lame los mecos que se quedaron en ella. Anda ve y lávate ese culo roto y vuelve con tu señor.

Cuando retorné, lo encontré dormido, me alegró tanto que estuviera en ese letargo, necesitaba una pausa, ordenar mis sensaciones y acomodar mis dolores de este pinche cabrón.

No tengo idea cuánto duro el descanso del guerreo, pero me quede velando su sueño, acurrucada esperando que volviera a necesitarme.

Al despertarse me encontró pegado a su cuerpo, esperando para lo que ordene y mande. Me hizo girar, quería probarme en el 69. Me llenó la boca con su verga, y me hizo una comida de concha de antología, me vine como tres veces, seguidas. Tiene una lengua activa, que sabe mover como nadie, podía sentir su lengua recorrer todos los rincones de mi cueva, mientras los dedos, también gordotes, introducidos en el maltrecho culito giran, entrando y saliendo al compás de la chupada de concha.

Cuando terminé de venirme en su boca, me sacó de encima, bajó de la cama y me la puso en la boca para mamársela. 

Comenzó a coger mi boca, aprisionada la cabeza con sus manos, comenzó a mover la pelvis, se movía como si fuera mi vagina, los latidos de la pija se repiten, el movimiento convulsivo anuncia el final feliz.

—Ahhh. Ahhhh. ¡No lo tragues! – me quería mirando a sus ojos, mientras termina de fluir el semen. –Abre la boca, muéstrale a tu maridito la enlechada. -Espero que mire su leche antes de tragar. – Lame esto último. Me da el último atisbo de semen salido del glande.

Me lleva a la ducha, me hace lavarlo, que lo seque y le de unas últimas mamadas a su pija.

Volvimos a la sala, unos tacos y cerveza para terminar esta lección tan intensamente vivida, yo siempre desnudita entre ellos.

—Pórtate bien en mi ausencia, mientras estés aprendiendo eres solo para mi uso personal, no tienes permitido coger, solo puedes masturbarte. Debo cumplir algunos compromisos en tres o cuatro días voy a estar para terminar con estas lecciones. Ahora aquí tienes tu pago.

Un peso fue la paga del primer cliente que hizo uso y abuso de mis carnitas. No me puedo quejar, puedo comprender que me está haciendo un gran favor enseñándose, su satisfacción fue el mejor pago. 

Ahora voy a estudiar para poder recibir la próxima lección, quien sabe qué tendrá preparado…

En la próxima, que será parte Josy, prostituta. El primo enseña trío lesby, será la parte 4, los estamos esperando…

Este mensaje va dirigido a esa mujer que ha transitado este camino, conocer su experiencia y motivaciones que la llevaron a esta forma de vida, también a esa otra mujer que está inmersa en el aburrido sexo marital, pero tiene fantasías.

Estoy esperándote en [email protected]

 

Lobo Feroz

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