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La primera vez que pude masturbar a mi tía
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Tiempo de lectura: 3 minutos

Esta historia es totalmente real e intentaré contarla lo más exacto que logre recordar, por ello cambiaré el nombre de los personajes y a mi tía le llamaré Ana.

Todo comenzó en una fiesta familiar. Ana siempre fue una de mis principales fantasías, no era una súper modelo, pero a mí me encantaba, era más bien bajita, tetas pequeñas y un tremendo trasero que desde siempre me excitó demasiado.

En aquella fiesta todo transcurrió normal, yo jamás esperé que podría pasar algo con ella, pero ese día todo cambiaría. Llegada la hora de dormir y comenzamos a acomodarnos en las camas que había disponibles, debido al poco espacio me tocó dormir en una cama en el suelo que estaba justo al lado de la cama donde estaba Ana, el solo hecho de estar cerca de ella me tenía a mil y por supuesto procedí a masturbarme, estaba ahí a un metro de ella masturbándome en silencio y, en mi calentura, sentí la gran necesidad de algo más, teniéndola tan cerca, yo necesitaba al menos ver algo (yo me había dado cuenta en otras ocasiones que ella dormía sin bra y sin pantalón aunque estuviese en casa ajena).

Así que decidí intentar mover un poco la sabana para ver si, con un poco de suerte, lograba ver algo y sin pensarlo subí muy despacio la sabana y, en efecto, ahí estaba ante mi ese hermoso culo medio cubierto por una pequeña tanga blanca con un encaje rosa, para mí ese momento fue increíble, tanto tiempo imaginando ese culo y al fin lo podía ver, seguí masturbándome viendo ese trasero entre la obscuridad hasta que intenté mover un poco más la sabana y escuché su voz diciendo “¿Que buscas?”, francamente no se escuchó enojada pero en ese momento se me heló la sangre, no sabía qué hacer y torpemente solo le contesté “nada” y me voltee a intentar dormir.

Por la mañana cuando desperté no estaba ella, la verdad no quería ni levantarme, pensé que ya les habría dicho a todos y esperaba el peor regaño de mi vida, sin embargo, llegado el momento tuve que salir y enfrentarme a lo que sucediera pero, vaya sorpresa, todo normal, nadie me regañó, al parecer Ana no dijo nada, entonces quedo en mi cabeza rondando la pregunta ¿le habrá gustado?

Unos meses después hubo otra fiesta y todo similar, pero en esta ocasión sí busqué a toda costa acostarme cerca de Ana, cuando me puse a buscar donde acostarme encontré que ella estaba en una colchoneta muy larga recostada junto a otros primos, así que aproveche pues no sería extraño si había más primos ahí, me recosté justo a la izquierda de ella, el plan en mi mente era esperar una hora para asegurar que se durmiera Ana y yo acomodarme para tal vez solo tocar un poquito ese trasero.

Seguí el plan y esa hora me pareció eterna, yo moría de ansias de tocar al menos un poco, cuando según ya se había dormido, hice un movimiento “natural” y posé muy levemente mi mano sobre su trasero, comprobé así que de nuevo tenía puesta una tanga, ya lo había logrado, al fin toqué ese trasero, como pude me acomodé y me empecé masturbar con una mano y con la otra sobaba suavemente su trasero, así estuve varios deliciosos momentos hasta que… ella se movió y volteo solo un momento para hacerme saber que estaba despierta, no sé si fue mi calentura pero yo creo que fue una mirada coqueta, para nada se vio molesta.

Yo estaba demasiado nervioso y lo único que atiné a hacer fue poner mi mano sobre su espalda y la acaricie muy suavemente durante unos minutos a ver qué pasaba hasta que sucedió lo impensable, ese momento que cambio mi sexualidad para siempre, ella tomó mi mano y la puso sobre sus pechos, me guio lento sobre sus pechos pequeños y poco a poco comenzó a bajar mi mano pasando por su ombligo hasta llegar a un pedacito de tela y metió mi mano por debajo de su tanga, sentí una suave mata de bellos y de pronto una deliciosa humedad, caliente y suave, ella estaba escurriendo y comencé a masturbar su clítoris lento, no quería que el momento acabase jamás (para ese momento ya había olvidado por completo que había más gente en la habitación), metí mis dedos dentro de su vagina y comencé un mete saca, me fascinaba sentir sus líquidos saliendo de ella, Ana metió su mano bajo mi bóxer y también empezó a masturbarme, estuvimos varios gloriosos minutos hasta que sentí una contracción dentro de su vagina atrapando mis dedos y saliendo aún más fluidos de ella, Ana acelero el ritmo masturbándome hasta que a los poco segundo terminé en su mano, tomó mi esperma y se lo untó en las tetas, me sonrió y me dijo “ya duérmete”.

Hasta aquí esta historia, si les gustó estaré encantado de continuar platicándoles todas las historias que viví con Ana durante dos fascinantes años, es mi primer relato y espero sus comentarios para mejorar.

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