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Años esperando este momento (Parte 2)
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Luego de aquel primer polvo Agustín se puso su bóxer y yo me puse mi tanga y remera, ya que empecé a tener un poco de frío. Nos movimos a la habitación, donde elegimos una película para ver mientras comíamos el helado que habíamos pedido por delivery. Elegimos una comedia romántica, de esas que son malas y llevaderas, a las que no hay que prestarle mucha atención y sirven para pasar el rato.

A todo esto, eran las doce de la noche de un día de semana, y al día siguiente Agustín trabajaba temprano. Por suerte, yo empezaba a trabajar al mediodía, por lo que tenía más tiempo para arrancar el día. A pesar de ser consciente del horario, a él no parecía importarle y en ningún momento mostró intenciones de querer dormir o descansar. Estábamos disfrutando mucho de nuestra noche y de ese tan esperado encuentro.

Comenzó la película, la miramos mientras tomábamos nuestro helado en la cama, y toda la situación se sentía muy agradable y cómoda. Realmente éramos dos “amigos” que se llevaban muy bien y se tenían muchas ganas, y ninguno tenía miedo de que el otro malinterpretara o se confundiera. Esto nos daba ciertas libertades como poder mirar una película juntos, conversar, reírnos, hacernos chistes, hacernos alguna que otra caricia en el medio, darnos un beso cariñoso o acurrucarnos, sin que se interpretara nada de eso como algo fuera de lo que era.

La verdad es que no le estábamos prestando demasiada atención a lo que sucedía en la pantalla, sino que más bien la teníamos de fondo mientras comíamos y hablábamos en tono de chiste. Comenzamos a reírnos de quién sabe qué, y nos empezamos a mirar con muchas ganas de enredarnos de nuevo.

Yo dejé el recipiente de mi helado sobre la mesa de luz, y Agustín metió un dedo en el suyo cargándolo de helado de crema y lo acercó a mi boca. Con una leve sonrisa en mis labios y mirándolo fijamente a los ojos, abrí mi boca y suavemente chupé su dedo, asegurándome de que sintiera el tacto y calor de mi lengua recorriéndolo y quitando el helado. Se acercó y comenzó a besarme apasionadamente.

Separándose sólo para poder hablar, pero todavía pegado a mi boca, dijo:

– De repente esta crema está mucho mejor que hace 5 minutos

Antes de que pudiera responder, volvió a besarme. Me encantaba sentir su lengua jugando dentro de la mía, sus labios entendiéndose a la perfección con los míos. Mientras me besaba comencé a acariciar su bóxer, y me mojaba tan sólo de sentirlo tan caliente y tan duro. Lo tocaba despacio pero con firmeza, acariciando sus testículos y toda su verga a lo largo. Él mientras tanto metía sus manos por debajo de mi remera y acariciaba mis tetas, pellizcaba suavemente mis pezones, bajaba por mi cintura agarrando con fuerza y bajaba hasta mi tanga. Al llegar la corrió y me metió dos dedos apenas un poco. Yo estaba muy mojada, me sentía muy excitada y me encantaba sentirlo de la misma manera.

– Qué impresionante trama tiene la película que elegimos – le dije bromeando

– La verdad que sí -me respondió sonriendo- tan impresionante como que estés así de mojada

Me quitó la ropa interior y comenzó a tocarme con destreza, estimulando mi clítoris, metiéndome sus dedos, sabiendo exactamente cómo tocarme. Yo casi sin darme cuenta abría mis piernas cada vez más, al mismo tiempo que sentía cómo mi respiración se aceleraba y de mi boca salían gemidos de placer absoluto. Él disfrutaba mucho de verme desearlo.

– Ven aquí -me dijo recostándose y llevando mi sexo hacia su cara

Me arrodillé con una rodilla de cada lado de su cabeza, encima de él, apoyándose con ambas manos en la pared. Él pasaba la lengua por mi vulva entera, recorriendo lentamente mis labios, deteniéndose en mi clítoris aumentando el estímulo y acompañando con sus dedos dentro de mí.

Me quité de arriba suyo y mientras lo masturbaba con muchas ganas, me acerqué a su oído y le dije:

– Quiero que me folles muy fuerte

Al decir esas palabras, sentí como su pene que estaba en mi mano se endurecía aún más. Así que antes de que pudiera responder o reaccionar, agregué:

– Pero antes fóllame la boca

Esa segunda frase lo volvió loco, me sonrió como burlándose de cómo jugaba con su mente.

Me tiró contra la cama boca arriba, y me arrastró hacia el borde para que mi cabeza cayera por el lado de la cama. Se paró detrás de mi cabeza y mientras metía su verga en mi boca dijo:

– Lo pides, lo tienes

Y comenzó a cogerme la boca con ritmo, primero despacio y luego más fuerte. Mientras me ahogaba y le llenaba de baba su miembro, me tocaba a mí misma. Él con la boca levemente abierta y su respiración agitada, emitía leves gemidos mientras embestía mi cara. Sus ojos iban de mi boca a mi mano mientras yo me masturbaba. Luego de un rato sacó su pene de mi boca y comenzó a masturbarme él.

– Cómo me gusta que me toques -dije

– Cómo me gustas tú – respondió mientras sacaba sus dedos de mi interior y los metía en su boca

Abriendo mis piernas y mirándolo fijo le dije:

– Ahora sí, quiero que me folles bien duro

Me acomodó en la cama y se subió encima de mí, abrí mis piernas y comenzó a penetrarme con fuerza. Me enloquecía sentirlo dentro de mí. Lo miraba y no podía creer cuánto me gustaba. Gemía y cerraba los ojos por momentos mientras él continuaba moviéndose hacia mí. Agarró con una mano mi cuello suavemente, y yo con mi mano agarré la suya y presioné, indicándole que me agarrara más fuerte. Esto me calentaba muchísimo más, y a él también. Tomó mi cuello con las dos manos, con presión pero sin llegar a lastimarme, y continuó follándome. Mientras él me ahorcaba y sentía su verga entrando y saliendo de mí, yo me masturbaba estimulando mi clítoris. Toda esa combinación comenzó a llevarme a un punto de placer extremo.

– Ufff, vas a hacerme venir? – le pregunté entre gemidos

– Muero por hacerte venir bien fuerte, y después te quiero terminar en esas tetas.

Continuó embistiéndome cada vez con más fuerza y yo también me tocaba cada vez con más velocidad, hasta que empecé a sentir un orgasmo hermoso y muy fuerte que hizo temblar todo mi cuerpo e intensificó mis gemidos.

– Ponte de pie – le dije

Él se paró al lado de la cama y yo me arrodillé a su lado y comencé a chupar con intensidad, mirándolo a los ojos. Él retiraba mi pelo hacia atrás al mismo tiempo que agarraba con firmeza mi cabeza dándole el ritmo a su gusto. Y al sentir que estaba por venirse, puse su pene entre mis pechos y comencé a masturbarlo entre ellos. Emitió un fuerte gemido de placer llenándome todas las tetas y el pecho de su semen. Tomé un poco con mi dedo y lo chupé sensualmente, mientras lo miraba con media sonrisa.

– Trabajar sin dormir valdrá absolutamente la pena – dijo mientras me levantaba del piso, y luego me besó.

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