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Échale aceite a mi polla para que entre mejor en tu culo

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Aquella tarde estaba hablando y tomando unos vinos en la barra de un bar con un amigo. Una muchacha se sentó a mi lado con un vaso de limonada en la mano y me dijo:

-No tienes cara de poeta.

Su voz era dulce. La miré de abajo a arriba. Era un polvo con patas, ni gorda ni flaca, ni alta ni baja y con todo más que bien puesto. Le respondí:

-Será porque no lo soy, pero dime. ¿Qué cara tienen los poetas?

Suspiró antes de decir:

-De románticos, de soñadores...

Pensé que la romántica y soñadora era ella.

-Será en tus fantasías, pues Quevedo escribía versos y tenía cada de culo, Gloria Fuertes era poetisa y era fea de cojones... En cualquier caso, ¿a qué vino lo de poeta?

-A que a tu amigo le decías que habías escrito unos versos en tu blog y con ellos habías mojado con una jovencita. ¿Qué versos son esos?

Había escuchado lo que le contara a mi amigo. Le dije:

-Ahora no me acuerdan.

-¿De verdad que tienes un blog?

Me estaba empezando a caer gorda.

-¿Qué pasa? ¿Tampoco tengo cara de bloguero?

Se me quedó mirando.

-Menos que de poeta.

-¿Y de qué tengo cara?

Se echó un trago de limonada y después me dijo:

-De mentiroso.

Me mosqueé y le dije:

-¡Ay que coño! ¿Estás por tocarme los huevos, bonita?

Tenía respuesta para todo.

-Eres demasiado mayor para mí. ¿Tienes teléfono móvil?

Me estaba exasperando. Era tan atractiva cómo pesada.

-¿Ahora quieres llamar gratis?

Quería otra cosa.

-Si tienes móvil y tienes blog, lo tienes en él, y si está el blog están los versos, pero cómo sé que no hay blog ni versos me reafirmo en lo que te llamé. Eres un mentiroso... Eres el típico fanfarrón que presume delante de sus amigos de haberse acostado con una mujer sin haberlo hecho.

La chavala imaginación tenía. Le dije:

-Oye. ¿Tú no serás la típica feminista mal follada?

-Estoy bien follada, de feminista puede que tenga algo, pero de femenina tengo más.

Por no oírla más saqué el teléfono móvil, busqué mi blog y luego le di el móvil. Leyó los versos:

«Diamantes son los dientes de tu boca. Ambrosía debe haber en tus labios rosados. De platino está hecha tu figura. De oro son tus cabellos rizados. Lava de volcán debe correr por tus venas. Ríos de pasión entre tus brazos. De canela deben estar hechos tus besos. De fuego tus adorables abrazos. Son tus andares de bailarina. Son tus movimientos de mariposa. Tus caricias deben ser cómo suspiros. Son tus sensuales encantos de semidiosa. Eres mujer de mirada provocativa. Eres mujer de caminar sereno. Eres mujer libre y sin ataduras. Eres mujer mi soñado veneno.»

Leyó el comentario que me habían debajo:

-Si me escribes a mí esos versos me bajaría las bragas en el momento en que me lo pidieras.

Aún no se convenció de lo que me había oído decir.

-Vaya, pues era cierto lo del blog y lo de los versos, pero no me creo que te follaras a la chavala.

-Cree lo que te venga en gana. A mí lo mismo me da que lo mismo me tiene -le entré-. ¿Quieres tomar algo?

-No, me tengo que ir, pero si me escribes unos versos, a pesar de ser demasiado mayor para mi, me lo pienso.

-¿Qué te piensas?

-En tomar algo contigo.

Me gustó la idea.

-¿A dónde te los mando?

Sacó su teléfono móvil y mostrándome la pantalla, me dijo:

-Este es mi whatsapp.

Debajo de foto de perfil ponía "Maca". Tomé nota del número.

-¿Te los puedo mandar a cualquier hora, Maca?

-Tú manda, que ya los leeré cuando pueda.

Estaba visto que vivía con alguien. Escribí los versos y al día siguiente la llamé a las nueve y cuarto de la mañana.

-¿Estás?

No tardó en contestar.

-Estoy.

Le mandé unos versos guarros de cojones y al ratito le pregunté:

-¿Qué te parecieron?

Esperaba que me escribiera algo fuerte, pero escribió:

-Provocativos.

Fui a por ella a ver si pillaba algo.

-¿Dónde estás?

No me esperaba que entra al trapo con tanto bravío.

-En mi cama y estoy desnuda.

-Yo también estoy en mi cama, pero en gayumbos.

Me preguntó:

-¿Duermes siempre así?

No le respondí a la pregunta, le hice otra.

-¿Te gusta el cibersexo?

-Me gusta más follar, pero ya que estamos...

Ya la tenía donde quería, o ya me tenía ella a mí, a saber. Le escribí:

-Manda algo que me excite.

Recibí una foto en la que estaba desnuda de medio cuerpo hacia arriba y un mensaje que decía:

-¿Te gustaría comerme las tetas?

Eran unas tetas preciosas, le respondí:

-Me gustaría devorártelas.

Me llegó una foto donde estaba desnuda de cuerpo entero.

-¿Y a mi coño que le harías?

Le escribí lo que ansiaba hacer en ese momento.

-Comértelo hasta que te corrieras en mi boca.

Se lanzó.

-Manda una foto de tu polla para empezar a fantasear.

No podía mandársela, le dije:

-De momento la tengo morcillona.

Mi mujer no estaba, pero mi nuera estaba en la habitación de al lado, así que cogí la polla y sin hacer ruido me la pelé mientras me llegaban fotos y más fotos..., fotos de sus tetas, de sus pezones erectos, de su culo, de su coño chorreando, de sus dedos pringados de jugos... Todo esto mientras me decía cómo se masturbaba.

Le daba caña a la polla cuando entró mi nuera en mi habitación. Totalmente desnuda, me preguntó:

-¿Me cambiaste por otra?

-No.

Se sentó sobre mi polla empalmada, la metió toda dentro de su coño, me cogió el teléfono móvil, puso el teléfono del whatsapp y cuando se lo cogió le dijo:

-Esa polla que quieres para tu coño la tengo yo dentro del mío.

Luego oí preguntar a Maca:

-¿¡Eres su mujer?!

-Soy su nuera, puta.

-¿Eres su nuera y me llamas puta a mí?

Follándome le respondió:

-Te llamo lo que me sale del coño.

-¿Y qué te sale del coño?

-En este momento jugos en cantidad.

-El mío tiene más jugos que el tuyo. ¿Te gustaría comérmelo?

-¡Guarra!

-Ya somos dos.

-Tú más.

-Manda una foto de tu coño, otra de tu cara y otra de tus tetas.

-Más quisieras, zorra.

Se habían olvidado de mí. A mi nuera le debió mandar una foto muy explícita, ya que le dijo:

-¡Qué buena estás, putona!

-¿Me lo comerías?

Ya la había seducido.

-Después de comérmelo tú a mí.

Mi nuera sacó la polla del coño, lo dejó en la entrada, le quitó una foto a la polla, otra a su coño y se las envió. Volvió a meter la polla en el coño, le quitó una a sus grandes tetas y se la mandó, y para acabar se quitó una de la cara y también se la envió. Maca se debió poner perra al verlas, ya que le dijo:

-¡Tienes un polvo brutal!

-Tú sí que tienes un polvo brutal.

-Te follaba hasta dejarte seca.

-Y yo a ti hasta dejarte reseca.

Me puse perro al oír cómo decía Maca:

-¡Me voy a correr!

Me puse aún más perro al oír a mi nuera decir:

-Y yo.

Mi nuera movió el culo a toda mecha de atrás hacia delante, y delante hacia atrás... Sintiendo cómo le llenaba el coño de leche se corrió en mi polla.

-¡Me corro, golfa!

Maca no dijo nada, fue cómo si le diera un chungo, ya que no volvimos a saber de ella.

Mi nuera al acabar de correrse, sacó la polla del coño, me la puso en la boca y me dijo:

-Cómemela que voy a pensar que me la come ella.

Hay que joderse, le iba a comer el coño yo e iba a imaginar que se lo comía a Maca, pero cómo no sabía negarle nada, se la comí hasta que se corrió en mi boca mirando para una foto.

Luego supe cuál era la foto con la que fantaseara, era una en la que Maca tenía la pelvis levantada, las piernas abiertas y mostraba el coño semi abierto y empapado.

Tres meses después un hermano de mi mujer se rompió una cadera. Mi mujer y yo lo fuimos a visitar al hospital provincial y allí me encontré de nuevo a Maca sentada en una silla al lado de un enfermo.

En fin, que al quedarse mi mujer allí Maca volvió a su casa en mi auto, ya que, según me dijo, había ido al hospital en autobús.

Ya había oscurecido cuando salimos del hospital. En el aparcamiento, me dijo:

-A su edad tu cuñado va a tardar en recuperarse.

-Ese con el que estabas también.

-Sí, y todo por hacerse el gallo.

-¿No se cayó por las escaleras?

-¿Sabes guardar un secreto?

-Mejor que nadie.

-Se rompió la pierna haciendo el salto del tigre.

-¿Se tiró desde un armario a la cama?

-Eso del armario debe es una leyenda urbana. Si alguien se tirase desde un armario espachurraría a la mujer que pillase debajo.

-¿Entonces desde dónde se tiró?

-Desde la mesita de noche. ¿Quieres saber qué pasó?

Desde luego que lo quería saber.

-Sí, cuenta.

-Pues estaban jugando. Él le dijo a su mujer que se pusiera al revés en la cama y que se abriera de piernas. Se subió a la mesita de noche y cuando iba a saltar resbaló. La consecuencia fue que le clavó la nariz en el coño de su mujer, dio un bote en la cama, se cayó al piso y se rompió una pierna por tres sitios.

No sabía que parentesco tenía con el enfermo, si es que tenía alguno, pero cómo la mujer del accidentado no estaba allí y sabía tan bien la historia, me imaginé que la que estaba con él en la cama era ella, mas si preguntaba podía fastidiar la cosa y mi idea era follarla esa noche. Aguanté las ganas de reír y le dije:

-A mí las aventuras que conlleven riesgo no me van. Jamás hago el indio con mi mujer. Follamos sin florituras.

-¿A lo pobre?

Nunca había oído aquella expresión.

-¿A lo pobre de qué?

-El misionero y poco más. ¿No?

-De eso nada, mi mujer cuando tiene ganas quiere el completo.

-¿Qué quieres decir con el completo?

-Correrse comiéndole el coño, correrse follándole el coño y correrse follándole el culo.

-Por el culo no se corre ninguna mujer.

-No te correrás tú. ¿Te das cuenta de que estamos hablando de nuestras intimidades?

Era descarada cómo ella sola. Lo supe cuando me dijo:

-¿De verdad que si follase contigo me harías correr dándome por el culo?

No la quise engañar.

-Todo depende.

-¿De qué depende?

-¿De si ya te dieron por el culo?

-Sí, me dieron, pero en ningún momento sentí que me podía correr. ¿Tu mujer y tú no tenéis tabús?

-No, nos hacemos de todo.

-Seguro que nunca te la mamó mientras conducías.

-No está tan loca.

-Yo sí lo estoy.

-¡¿Quieres mamármela mientras conduzco?!

-Sí.

-Te gusta vivir peligrosamente.

-Gusta.

Se quitó el cinturón de seguridad, se inclinó hacia mi lado, me quitó la polla, polla que estaba más blanda que el puré de patatas. La metió entera en la boca y comenzó a chupar. Poco a poco la polla fue cogiendo cuerpo... Al tenerla dura cómo una roca la meneó y me hizo una deliciosa mamada. Minutos después sentí que me venía y la avisé:

-Me voy a correr.

-Lo sé, sigue atento a la carretera.

Mamó solo el glande y a medida que mi leche caía en su boca la fue tragando. Al acabar de correrme, guardando la polla me dijo:

-Me debes una corrida.

-¿Paro a un lado de la carretera?

-No, me harás correr mañana por la noche.

No hice preguntas.

-¿Dónde vives?

Me dio una dirección.

-¿A qué hora quieres que vaya, Maca?

-Después de las once de la noche.

No podía dejar la cosa así.

-¿No quieres un anticipo? Así sabrás de qué modo como el coño.

-Si te empeñas...

-Quique, mis amigos me llaman Quique.

Paré el auto al lado de la carretera. Le di hacia atrás a su asiento, lo recliné, le levanté el vestido y le bajé las bragas. Las tenía mojadas de haberme hecho correr. Le dije:

-Relájate y abre el coño para mí.

Abrió más las piernas, abrió el coño con dos dedos y me dijo:

-Todo para ti.

Al abrir el coño vi sus jugos blanquecino dentro de él y también vi su clítoris fuera del capuchón. Lamí los jugos, sabían ácidos, luego lamí y chupé el labio izquierdo, después mi lengua entró y salió de su vagina media docena de veces... Lamí y chupé el labio derecho y a continuación volví a meter y sacar mi lengua de su vagina. Estuve haciendo esto dos o tres minutos, acto seguido lamí desde su periné hasta tu clítoris metiendo y sacando la lengua del ojete y de la vagina en el recorrido. Gemía cómo una adolescente en su primera vez. La tuve unas diez veces a punto de correrte, o sea, cuando veía que se iba a correr paraba de lamer y besaba el interior de sus muslos, pero la última vez que la quise hacer sufrir dejó de abrir el coño, cogió mi cabeza con las dos manos, lo frotó contra mi lengua y se vino cómo una perrita, diciendo:

-¡Me corro!

Yo ya estaba otra vez con la polla dura cómo una roca, le dije:

-¿Vamos para el asiento de atrás?

-No, ahora vamos para casa. Ya tendrás tiempo mañana a la noche de follarme hasta que te aburras.

Eran las once y cuarto de la noche del día siguiente cuando llamé a la puerta de su casa. Me abrió descalza y vestida solo con una bata azul. Al cerrar la puerta la empotré de cara a la pared. Con las manos en alto apoyadas en un perchero, me dijo:

-Vienes con ganas, Quique.

-No te puedes imaginar cuantas, Maca.

Le levanté la bata y vi que no llevaba puestas las bragas. Saqué la polla y la froté en su coño con idea de excitarla, pero el glande ya se metió dentro. Estaba muy mojada, era como si acabara de hacer una paja o de follar. Mi polla entró cómo una bala hasta el fondo de su coño. La agarré por los hombros y la follé como si mi polla fuese una metralleta. Ni dos minutos tardó en correrse por las patas abajo. Corriéndose se agarró al perchero, perchero que fue a tomar por culo, ya que lo arrancó de cuajo. ¡Cómo se sacudía y cómo gemía la gamberra!

Cuando acabó de gozar quedó sin fuerzas. Le di la vuelta, le quité la bata y vi sus preciosas tetas. Le di un pico, le besé el cuello y sin más ya fui a por sus tetas, unas tetas esponjosas de las que gocé magreando, besando y lamiendo y chupando los pezones y las areolas y comiéndolas por todos los lados. Después de darme un atracón de tetas la cogí por la cintura y besé y lamí su ombligo, para acto seguido lamer el jugo que bajaba por el interior de sus muslos. Lamí primero su muslo izquierdo desde la rodilla hasta la unión con el coño, hice lo mismo con el derecho, después lamí su coño y mi lengua se pringó con una especie de pasta agridulce que me tragué. Mi lengua jugó con sus labios vaginales y con la entrada de tu vagina, después con el clítoris y luego con los tres al ir de abajo a arriba. Pasado un tiempo me anunció el orgasmo.

-Me voy a correr otra vez.

Le chupé el clítoris y ya explotó.

-¡Me corro!

Sus uñas arañaron la pared y de su coño salieron jugos que bajaron por mi barbilla y luego cayeron sobre mi camisa.

Al dejar de gemir le volví a dar la vuelta. Mis manos separaron sus glúteos y mi lengua lamió y folló su ojete. Se abrió más de piernas y echó el culo hacia atrás para que pudiese lamer también su coño, y eso fue lo que hice, lamer coño y ojete hasta que comenzó de nuevo a gemir, en ese momento le dije:

-Folla tu ojete con mi lengua.

Le metí dos dedos dentro del coño. Le puse la punta de la lengua en el ojete y lo folló. Con cada culeada que metía la punta de mi lengua dentro de su ojete le daba una palmada en una nalga y le follaba el coño con los dedos... Iba turnando, una vez te daba en la izquierda y otra en la derecha. Al rato largo, entre gemidos, me dijo:

-Me voy a correr. ¡Me voy! ¡Me corro!

Se corrió con tanta fuerza que las piernas le fallaron y acabó de rodillas. Yo tenía un empalme criminal. Sabía que si me tocaba me corría, pero no quería correrme si no era dentro de su coño, o en su defecto dentro de su culo. Cuando se puso en pie me dijo:

-¡Me corrí cómo una loba!

-¿Vamos para tu cama? Quiero darte un orgasmo anal.

-Eso ya lo veo más difícil.

-Si quieres...

-No, ahora me toca a mí. Te voy a echar un polvo que vas a flipar en colores.

La seguí hasta su habitación. Allí me desnudó y... Y vamos al turrón. Tumbado boca abajo sobre la cama echó aceite perfumado en mi espalda y masajeó mi cuello, mi espalda, mis nalgas, mis piernas y mis pies. Volvió a subir masajeando mis piernas. Al llegar a las nalgas me dio la vuelta, empuñó mi glande y le dio vueltas, acarició mi ojete con la yema de un dedo y después me lo folló al tiempo que besaba mi cuello. Estaba tan cachondo que en nada solté una corrida cómo la de un caballo. Viendo cómo la leche salía de mi polla, me dijo:

-¡Vaya corrida!

Al acabar de soltar leche se inclinó sobre mí, lamió la leche de mi corrida y después me besó con leche en su boca y en sus labios. Le dije:

-Eres de las mías, te va lo guarrillo.

-Sí, el sexo si no es guarrillo no es buen sexo.

Echó aceite perfumado en las tetas y las magreó, después se inclinó y lentamente las pasó sobre mi polla, primero una, después la otra, luego pasó mi polla entre ellas... Mientras lo hacía me miraba a los ojos y sonreía. Al ratito se sentó sobre mi polla y la aplastó con el coño... Movió su culo desde la base al glande y desde el glande a la base... Se magreaba las tetas y de cuando en vez me daba picos... Lo hacía todo tan despacito que creí estar en la gloria, a lo que ayudaba su sonrisa angelical. Al rato, lentamente, fue metiendo mi polla en el coño. Sus labios se pusieron a escasos centímetros de los míos. Mirándome a los ojos con mirada de gata me folló aún más despacito que antes. Mordía el labio inferior cada vez que la polla llegaba al fondo de su coño, pero no gemía. Tampoco gimió cuando sintió que iba a explotar, lo que hizo fue acelerar poco a poco los movimientos de su culo hasta que se corrió, lo hizo poniendo sus manos sobre mi pecho, echando la cabeza hacia atrás arqueando su cuerpo y diciendo:

-¡Diooos!

Fue tan dulce verla que parecía que había visto correrse a un ángel, pero no era un ángel, no, al acabar de correrse se sentó sobre la base de mi polla, la cogió, y mirándome de nuevo la los ojos me la meneó hasta que me corrí. Suerte que había tomado mi pastilla favorita, si no la hubiera tomado no podría con ella, pues después de lamer mi leche y de besarme puso el culo en mi boca y me dijo:

-Quiero correrme con tu polla dentro de mi culo, prepáramelo.

Le eché las manos a las caderas y después mi lengua lamió y folló su ojete hasta que comenzó a sentir cómo se le contraía el coño, en ese momento me dijo:

-Ya estoy a punto.

Tenía el culo engrasado con mi saliva, pero un poco de aceite en mi polla no vendría nada mal para facilitar la penetración, así que se lo dije:

-Échale aceite a mi polla para que entre mejor en tu culo.

La masajeó con aceite y después la metió muy despacito. Esta vez sus labios se posaron en los míos y me dio picos hasta que la polla llegó al fondo de su culo. Con la polla metida a tope comenzaron los besos con lengua. Después de los besos agarró la cabecera de la cama con las dos manos y comenzó a meter y a sacar cada vez más rápido. No pude aguantarme y le llené el culo de leche. Con el culo totalmente engrasado me folló a toda mecha, pero cómo no volvía a a sentir el hormigueo me dijo:

-Me gusta, pero no tanto como para correrme.

Le di un pico y le dije:

-Fóllate el culo de modo que tu clítoris se roce con mi cuerpo.

Se echó sobre mí y besándome se folló el culo al tiempo que frotaba el clítoris contra mi pelvis. Poco después me decía:

-Me voy a correr.

Así no iba a tener un orgasmo anal, le dije:

-Deja de frotar el clítoris y vuelve a agarrarte a la cabecera de la cama para correrte.

Hizo lo que le dije, pero no estaba muy convencida.

-No sé si así...

La agarré por la cintura y le follé el culo sin prisa, pero sin pausa, al rato, jadeando cómo una perrita, me dijo:

-¡Me corro!

Se corrió chillando cómo una loca al faltarle la medicación.

Al acabar de correrse se quitó de encima y se echó boca arriba sobre la cama. Cogí el aceite y masajeé sus pies. Luego le pasé la polla empalmada por las plantas, las cogí y la metí entre ellas. Maca las apretó y me masturbó con ellas. Después eché más aceite en sus tetas, las magreé, pasé el glande por sus pezones y areolas y acto seguido metí la polla entre ellas, las junté y se las follé. Luego froté mi glande con el de su clítoris... Al decirme sus gemidos que se iba a correr deje de frotar, metí mi cabeza entre sus piernas y lamí su coño muy despacito. Poco después su pelvis se levantó hasta el infinito y se movió alrededor. Le cogí las tetas, le enterré la mitad de la lengua en el coño, con la otra mitad presioné su clítoris y me dijo:

-¡Me corrooo!

Se corrió gimiendo una cosa mala y temblando una cosa peor. Al acabar de correrse le clavé la polla en el coño y antes de que volviese a respirar con normalidad le llené el coño de leche. Faltaba la traca final, me eché a su lado y la besé. Metí dos dedos centro de su coño y la masturbé. Besándola, magreando y comiendo sus tetas, mis dedos entraron y salieron acariciando su punto G hasta que me dijo:

-Quiero correrme otra vez en tu boca.

Mojé el dedo medio de mi mano derecha en los jugos de su coño e hice círculos con él en el ojete, luego metí mi cabeza entre sus piernas, y lamí de abajó a arriba apretando mi lengua contra el coño... Cuando vi que se iba a correr le enterré la lengua en el coño y el dedo en el culo. ¡Pedazo de orgasmo tuvo la gamberra! Fue el último, pero el más largo y escandaloso de toda la noche.

Aún hoy no sé cuál es su nombre completo. ¿Será Macarena?

Quique.

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