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Cogiendo con el nuevo marido de mi tía
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Tiempo de lectura: 8 minutos

El verano pasado, luego del año nuevo, fue el casamiento, segundo, de una hermana de mi madre, Cecilia, menor que mi madre. Cuarenta años muy, pero muy bien llevados. Físico espectacular, hermosa de cara. Ni por asomo alguien le daría la edad que tiene. Ella vive en otra ciudad, Mar del Plata. Rara vez la vemos. Y a mis padres se les ocurrió ir. Yo, con muy pocas ganas. El futuro novio, no lo conocíamos. Según mi tía le contó a mi madre, fue un flechazo.

Por suerte era verano, y como algunas amigas estaban de vacaciones en esa ciudad, arregle para pasar unos días con ellas después del casamiento.

Como llegamos sobre la hora, lo único que sabíamos del novio era que tenía su edad, empresario, excelente situación económica, y amante de los deportes náuticos. Fuimos al lugar donde se casaban y nos quedamos junto a otros invitados, esperando la llegada de los novios.

Cuando bajaron del auto, casi me muero. Mi nuevo tío, era un adonis, les aseguro. Un metro ochenta y algo, pelo castaño claro, una cara demoníaca-angelical hermosa, y vestía un smoking tremendo. Se notaba el físico impresionante que tenía. Mi tía, también hermosa, pero los ojos se me iban a mi nuevo tío.

La ceremonia fue corta, y cuando terminó todos salimos a saludar a los recién casados. El tipo, con una amabilidad tremenda, saludaba a todo el mundo. Cuando llegaron a mis padres, fue muy afectuoso con mis padres y me miró de reojo. Dieron un paso y los dos quedaron frente a mí.

– Hola Marina, gracias por venir. Dijo el tipo y yo en babia total.

– Hola….

– Marina, te presento a Jorge, mi esposo. Dijo mi tía.

– Hola, un placer conocerte, me sorprendiste… sabiendo mi nombre. Dije titubeando.

– Cecilia me hablo tanto de vos y tus padres, que era imposible equivocarme. Y como ella dijo, sos la más hermosa y sensual de las invitadas.

– Gracias, sos muy amable.

– Si no tenes otros planes te esperamos en la fiesta. Dijo él clavándome la mirada.

– Por supuesto, allí estaré.

Yo tengo 25 años, y si bien todos dicen que estoy muy fuerte, que tengo buenas tetas y un culo para darle, y que ya había estado con varios chicos, nunca se me había cruzado semejante tipo. Me dejó totalmente tonta. Para ir a la fiesta me puse un vestido mini, tacos super altos y me maquille bien.

La fiesta era muy piola: nada de cena sentados, en distintas mesas uno se podía servir lo que quería y comerlo de la forma que quisiera, y la pista de baile estaba abierta todo el tiempo. Ellos nos recibieron en la puerta y la mirada de Jorge, mi nuevo trio, me penetro y escaneo todo mi cuerpo.

– Gracias por venir, supongo que tendrías otras oportunidades de salir.

– Por favor, no iba a dejar de venir. Le contesté haciendo un esfuerzo en mantenerle la mirada.

En casi ningún momento de la fiesta se intentó acercar a mí y rara vez, me veía de lejos. La fiesta era en su quinta, y cuando todos se empezaron a ir, contando a los recién casados quedamos una 10 personas.

– Jorge, porque no traes whisky para mi cuñado y mi primo. Dijo mi tía.

– No hay problema. Dijo él y fue para la casa.

Yo con la excusa de ir al baño, lo seguí.

– Hermosa fiesta. Dije para que se dé cuenta que caminaba detrás de él.

– Me alegro que te gustara. Pero hermosa estas vos.

– Gracias. Vos con ese smoking, wow. Impresionante.

Entramos a la casa y con toda amabilidad me indico el baño. El como un caballero abrió la puerta, entré y note que no la cerró del todo. Cuando la abrí para salir, me lo encontré parado frente a puerta. No hizo falta que diga nada, retrocedí dos pasos y el entró, cerró y trabo la puerta.

– Tío… Dije

Me tomó de la cintura y me dio un tremendo beso. Mi vestido mini le facilitó el trabajo. Corrió mi tanga y me metió dos dedos en mi concha, que estaba empapada.

– Pendeja, estrecha y caliente. Me gusta esa trilogía. Dijo sin sacar sus dedos, al contrario, los movía pajeándome con todo.

Abrió el cierre de su pantalón y apareció una pija descomunal. No menos de 24 centímetros y gruesa como nunca había visto.

– Chupala Marina. Dijo haciéndome doblar la cintura poniendo mi cara junto a su pija.

– Me encanta, pero como… Dije y empecé a lamerla y tratar de meterla en mi boca.

El desgraciado no paraba de pajearme la concha y apretar mi cabeza para que entre un poco en mi boca. De mi concha sacó un dedo y lo metió en mi culo aún virgen, no dije nada estaba demasiado caliente y preocupada por como iba a hacer con esa pija.

Tres minutos e hizo que apoye las manos en el lavatorio, separe las piernas y para mi horror, dirigió su pija a mi culo.

– Nooo, soy virgen…

– Tranquila, está reconociendo el terreno, pero ese orto será mio.

Dijo eso y metió solamente la cabeza de su pija en mi concha. Pensé que me iba a partir al medio. Yo volaba de calentura, quería que la meta toda, pero tenía pánico por su tamaño. El desgraciado jugo un poco, y sin acabar ni hacerme acabar, la guardó en su pantalón y salió del baño, dejándome con una calentura infernal. Me hice terrible paja en el baño, me arreglé y volví al grupo de familiares.

Mi tío ni me miraba, me ignoraba por completo. Mi calentura no bajaba para nada. Instintivamente cruzaba las piernas como si eso bajara mi calentura. Mi tía me miraba y sonreía. Le dijo algo a Jorge al oído, el asintió con la cabeza y los dos sonrieron.

La fiesta terminó al amanecer.

– Supongo que no se van a ir a dormir. Cámbiense, y vamos al club, hay playa, pileta, podemos salir en la lancha o en la moto de agua. Dijo Jorge.

Solo mi madre, yo y obviamente mi tía accedimos. Fuimos al hotel donde nos alojábamos y ellos nos pasaron a buscar. Yo iba con un short bien corto, una remera y una bikini infernal. Mi madre con una malla enteriza y mi tía con una bikini muy provocativa.

Nos pusimos a tomar sol, y el tipo ni me miraba, eso hacía aumentar mi calentura. El con una bermuda floreaba hablaba con mi tía y mi madre. Yo no existía para él.

Primero mi madre fue al agua, y luego él a pedir que saquen su moto de agua.

– Te tiene loca. Dijo mi tía sin mirarme.

– Muy… dijo no, estaba pensando…

– Marina, es un hijo de puta. Me conto todo, tranquila.

– ¿Te contó? Pregunté yo.

– Tenemos un pacto: Cuando se nos cruza alguien y lo queremos voltear, lo hablamos. Y luego vemos que hacemos. Por eso me lo dijo.

– Wow, no me esperaba eso… Y vos ¿Ya le planteaste algo así?

– Sí, también anoche. Dijo ella.

– ¿Qué te dijo?

– Se rio mucho el desgraciado, y me dijo que no tiene problemas. Ojo que tu madre se muere si se entera, viste como es ella.

– Ni me lo digas. Dije y mi tío se acercaba cuando le iba a preguntar que le había dicho de mí, y que opinaba ella.

– Marina, ¿Sabes andar en moto de agua?

– Ni, una sola vez y en una laguna.

– Vamos, te llevo a dar una vuelta. Me dijo y tomándome de la mano, me llevo a muelle. Me hizo colocar un chaleco salvavidas, subió y yo atrás, tomada de su cintura.

Salimos a mar abierto e íbamos a todo lo que da saltando sobre las olas. Yo a los gritos, rebotando con mi culo en el asiento. Se detuvo y pude respirar. Busque la costa y apenas se veía.

– Ahora te toca a vos, pasa adelante.

El haciendo equilibrio me hizo pasar a delante, me coloco la correa de seguridad y me dijo.

– Marina, no vayas sentada porque te destroza, andá apoyada en tus piernas, usándolas de resorte. Y por nada sueltes el manillar.

Le hice caso y fui acelerando. Él me tomaba de la cintura, marcándome como subir y bajar. Durante varios minutos fui tomándole la mano, no era difícil. De pronto sentí que corría mi tanga y dos dedos entraban en mi concha.

– Acordate, las piernas son tu suspensión. Ahora, acelera pendeja.

Como una boluda caliente, acelere y por el movimiento de mi cuerpo me enterraba y sacaba los dedos yo sola. Manejaba una moto de agua y me pajeaba al mismo tiempo. Así estuve hasta que tuve un orgasmo, montando una moto de agua en el medio del mar.

– Bien Marina, muy bien. Dijo sonriendo cuando me hizo detener.

– Sos un hijo de puta. Me hiciste pajear con tus dedos.

– Ahora, la segunda parte. Prueba de fuego para tus piernas. Dale, arranca.

Arranque y ahora uno de sus dedos estaba justo en mi orto, si bajaba me lo enterraba. No quería darle el gusto de acelerar. El desgraciado se pegó a mí, me desprendió un poco el chaleco y me apretaba las tetas mientras me besaba el cuello.

– Acelera y goza pendeja calentona. Me dijo y me mordió el cuello.

Aceleré y apenas un centímetro de su dedo entro en mi culo. Seguí acelerando mis piernas empezaron a sentir el cansancio. En resumidas cuentas, su dedo termino totalmente dentro de mi orto. Y yo feliz de la vida.

No daba más. Paré y le pedí que siga él manejando la moto.

– Bueno, pero hagamos una cosa, cuidado, date vuelta, pone las piernas sobre las mías y vamos charlando cara a cara.

– Hijo de puta, se tu intención. Dije.

– Me di vuelta, y él se acercó al manillar sentándose en el asiento de adelante, yo aproveche y saque su pija de la bermuda. Estaba parada. Me la metí en la concha y me senté como me indicó. Mis piernas totalmente separadas, y haciendo fuerza para que no me entre por completo.

– Ahora a gozar. Quiero que toda la playa escuche tus gritos de placer. Dijo.

Estábamos lejos de la playa donde estaban mi madre y mi tía, frente a otras playas. El desgraciado arrancó a todo lo que da, y yo a los saltos, sobre su pija, sin poder evitar que me entre toda, abriéndome por completo.

Con el saldo en cada ola, subía y caía metiéndome toda su pija en mi concha. Y gritaba de dolor y de placer. Me hizo tirar un poco hacia atrás y desprendiendo por completo mi chaleco, me chupaba las tetas mientras saltábamos las olas. Un par de minutos y mis gritos eran de placer absoluto. Tremenda cogida me estaba pegando el desgraciado. Después de un rato, acabo en mi concha, llenándola de leche, que escurría por mis piernas mezclada con el agua de mar que salpicaba. Íbamos cerca de la playa, estaba segura que varios se habían dado cuenta.

Para volver al club, hizo que me siente atrás. Nunca imagine que mis piernas, mi cintura y mi espalda tuvieran tantos músculos. Todos me dolían, no había uno que no. Cuando baje de la moto de agua, apenas podía caminar de los dolores en las piernas.

Como pude fui con mi madre y mi tía, que burlonamente me dijo:

– ¿Te enseño a manejar la moto?

– Sí Tía, y como. Te juro que aprendí la lección.

– Mi tía se rio y lo mismo mi madre que no sabía de que se reía.

– Marina, Cecilia me dice que por qué no te quedas unos días de vacaciones en su casa. Nosotros nos vamos mañana a la mañana, si queres cuando vamos al hotel agarras tus cosas y vas para la casa de ellos.

Sin que mi madre la viera, Cecilia, mi tía, me guiño un ojo y se mordió el labio inferior.

– No sé, me iba a quedar con Tina y Jose, que están de vacaciones. Dije.

– Pensalo. Dijo mi tía.

Llegó Jorge de guardar la moto y mi madre nuevamente fue al agua.

– Boluda, una semana de sexo, lujuria y placer. Dijo Cecilia.

– Guau, pero había quedado con las chicas.

– Si queres, te podes quedar en casa, y salir de vez en cuando con ellas, Jorge puede llamar a un par de amigos.

– Dale, me quedo.

Cuando volvimos al hotel, junte mis cosas y fuimos a su quinta. Mi habitación tenía baño privado, así que me di una ducha reparadora y solo con la tanga me acosté. Llame a las chicas y quedamos que si Jorge conseguía a los amigos salíamos todos juntos.

Ni bien corté, sin golpear, entro mi tía Cecilia a mi dormitorio. Tenía una bata de toalla puesta. Como mi cama era King Size se acostó a mi lado.

– Te prometí sexo, lujuria y placer. Empiezo a cumplir. Dijo ella y sin más se puso a chuparme las tetas.

Nunca había estado con una mujer pero reconozco que tenía curiosidad. Ella me chupaba las tetas y me fue excitando. Yo le acariciaba sus tetas y ella bajó su mano para acariciar mi concha, primero sobre mi tanga y luego, directamente la sacó.

– Sos hermosa Marina, en serio. Dijo ella bajando con su boca a mi cocha mientras se sacaba la bata. Estaba desnuda por completo.

Su chupada fue monumental. No paraba de tener orgasmos. Como pude, alcance a meter un par de dedos en su concha y la pajeaba con todo. Cuando ella tuvo un orgasmo fuerte, se detuvo y me beso con todo. Yo le devolví el beso de igual manera.

– Sí que me estás dando sorpresas Ceci. Y las que te faltan.

– Me dejaste intrigada con lo que me contaste que hablaste con Jorge, que queres estar con un tipo.

– Nunca dije un tipo… era con vos… y con él, los tres juntos mi amorcito. Dijo riendo con malicia.

– Hija de puta…

– Ponete en cuatro patas y disfruta, esto es a cuenta.

Lo hice y se puso a chuparme el orto, con una habilidad increíble en la lengua lo fue abriendo. Sentí que dos dedos me entraban y muy fácil. Miré a Cecilia y junto a ella había un pote de crema. Los dedos entraban y salían con facilidad de mi culo y me fui calentando con todo. Así tuve mi primer orgasmo anal. Luego saco los dedos y algo de regular tamaño y frio entro por mi orto.

– Tranquila, no te lo saques, me lo vas a agradecer. Es un plug anal. Dijo Ella.

– Desgraciada.

Se fue del dormitorio, me di otra ducha, me puse un jogging y bajé a la cocina con el plug puesto. Era rara la sensación.

– Si queres avisales a tus amigas, que podemos salir todos, dos amigos se enganchan. Dijo Jorge.

– Ya les aviso.

Y ahí empezó una noche inolvidable.

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