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Cómo logré cogerme a prima (capítulo 1)
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Tiempo de lectura: 14 minutos

Eran las 10:30 de la noche de un día viernes. Todo parecía normal. Yo estaba en mi casa, tranquilo, viendo una película. De repente un dolor intenso se hizo presente en el costado derecho de mi estómago. No era un dolor cualquiera, sino uno realmente fuerte. Tanto, que ni siquiera me podía parar.

Fue entonces que tomé mi teléfono y le llamé a Anna, una prima que vive a solo 3 cuadras de mi casa. Ella es enfermera. Y aunque no somos primos muy cercanos, sí que nos saludamos y hablamos de vez en cuando.

Ella tiene la misma edad que yo (30 años). Su piel es morena clara, tiene unas buenas tetas. Pero lo que más llama la atención de su cuerpo, es su culo. Ya que es grande y ancho. En cambio, su hermana (mi otra prima) tiene unas tetas enormes, pero un culo chico.

Aun así, yo nunca había sentido atracción por ninguna de ellas. Pero ese día todo cambió. Ya que ese dolor de estómago, detonó algo, que ni ella ni yo pensamos que terminaría así.

Pero bueno, empecemos con esta gran anécdota.

Como te decía, yo estaba sufriendo con el dolor de estómago. No sabía qué carajos tenía. Pero sospechaba que era algo grave. Así que llego mi prima, me revisó y me dijo que probablemente sería un cálculo renal. Me dijo que teníamos que ir al hospital para que me quitaran el dolor y me hicieran los estudios correspondientes.

Así que llegamos al hospital, me inyectaron y me hicieron los dichosos estudios. Y después de unas cuantas horas, confirmaron que tenía una piedra atorada en la vía urinaria. Por lo que me dijeron que me tenían que operar.

Fue entonces que le hablé a mi mamá, quien fue a visitar a mi hermana a Monterrey. Le dije que no se preocupara, que Anna (mi prima) ya me estaba ayudando en todo. Y que la operación no era peligrosa ni nada. Y que cualquier cosa, Anna le llamaría, pero que no era necesario que viniera.

Así que en términos simples, mis primas y mi tía me iban a cuidar, sobre todo, Anna. Quien es la enfermera y sabe todo sobre los cuidados post operatorios.

Unas cuantas horas después, me operaron y luego me pasaron a un cuarto. En donde mis primas y mi tía ya me estaban esperando. Se quedaron un rato platicando conmigo, y luego se fueron. Solo se quedó Anna conmigo.

He de decir, que esa noche la plática entre mi prima y yo fue rara. Porque solo hablamos de mi pene. Ella me preguntaba si me dolía, a lo que yo le decía que no. Pero lo que si me duele, le dije, es que no sé por cuanto tiempo no se lo podré meter a una chica. A lo que ella se carcajeo de risa y me dijo que no me preocupara, que en pocos días lo podría usar de nuevo.

Entonces llegó el siguiente día, y me fui a casa. Y estando en ella, mi tía y mi prima pequeña me ayudaron con el aseo y la comida. Ya que mi prima Anna se fue a descansar. Y yo también hice lo mismo, me fui a descansar. Le agradecí a mi tía y a mi primita por su ayudarme, pero les dije que se fueran a su casa, que cualquier cosa yo les avisaba.

Ellas aceptaron y se fueron. O eso creí. Ya que cuando llegué a mi cuarto, pues me comencé a desvestir. Y como vi que me bóxer estaba manchado de sangre, también me lo quite. Fue entonces que mi tía subió las escaleras y pudo ver por primera vez mi pene flácido y manchado de sangre.

Ella rápidamente se volteó y dijo “perdón, hijo… solo te venía a decir que Anna llega como a las 6 de la tarde y se va a quedar contigo toda la noche”. A lo que yo, sin pena alguna que me viera, dije: “ok, tía… gracias por avisarme”. Luego ella se fue y yo solo pensé “espero que no piense que mi pene es así de feo”.

Una vez llego la tarde, mi prima llego a la casa. Yo estaba acostado, viendo el celular y riéndome con algunos memes.

-Qué tal, primo… ¿cómo te sientes? – preguntó ella.

-Pues me duelen un poco los testículos y la ingle – respondí.

-Es normal, tienes un catéter adentro del pene y te va causar molestias, expreso ella, y luego preguntó… ¿ya orinaste?

-La verdad es que no – contesté yo.

-No manches, primo. Tienes que orinar. Tu vía urinaria se debe limpiar de los residuos de sangre que quedaron ahí – dijo Anna con un tono de preocupación.

-¿Cómo que sangre? – pregunté algo asustado.

-Tranquilo, no te asustes, es normal – respondió.

-Ah, ok – dije yo – y luego en tono de risa expresé lo siguiente “porque de mi pene solo quiero que salgan orines y espermas”.

-Pues si quieres que tus espermas salgan limpios y sanos, tienes que orinar. De lo contrario, nadie se va a querer tragar esos espermas – dijo ella un poco sonrojada.

Entonces la miré con sorpresa y luego ambos reímos.

Acto seguido, bajamos a comer, platicamos un rato de la vida y otras pendejas, y luego nos íbamos a poner a ver una serie. Pero antes, ella me dijo que se iba a meter a bañar. Y que luego yo hiciera lo mismo, ya que llevaba un par de días sin bañarme.

Por mi parte, yo asenté con la cabeza y esperé en la sala a que terminará de ducharse. Una vez ella terminó, subí a mi cuarto, tomé un bóxer limpio y me metí al baño. Y cuando me estaba desnudando, noté que no me podía estar mucho tiempo de pie. Ya que me empezaba a doler la ingle y los testículos.

Entonces, le dije a mi prima que me costaba mucho estar pie.

A lo que ella contestó: “espérame, ahorita te ayudo”.

Yo solo pensé “¿cómo se supone que me va a ayudar?” “¿A poco me va a sostener mientras me baño?” Y antes de poder imaginar más cosas, ella tocó la puerta. A lo que me subí rápidamente el bóxer y el short que traía para luego abrir la puerta.

Entonces ella entró. Y fue en ese preciso momento, en donde pude ver los pezones de mi prima. Ya que se le transparentaban de la camiseta blanca de tirantes que traía, junto a un short azul que dejaba sus enorme piernas y su gigantesco culo.

Una vez lo dos estábamos en el baño. Ella me dijo que me ayudaría a bañarme, que me sostendría por la espalda. A lo que yo solo meneaba la cabeza indicando que no, que no me iba meter desnudo con ella.

No seas payaso. Soy enfermera y hago esto todos los días con mis pacientes. No lo veas como algo morboso. Además, somos primos. No te voy a ver a nada. Es más, si quieres báñate con el bóxer puesto, para que así no te vea tu pitito y tus huevitos, dijo ella en forma de irónica.

-¡Está bien! – dije sin estar convencido.

Unos segundos después, me baje el short y procedí a meterme a la regadera. Entonces Anna se puso detrás de mí, y luego me sostuvo levemente por la cintura. Así que abrí la llave, cayó el agua, y comencé a ducharme.

En ese instante, yo estaba un poco incómodo. Porque como te dije al principio, yo no sentía atracción por ella, ni muchos menos veía su cuerpo de forma morbosa. Para mí solo era mi prima y listo.

Sin embargo, llegó un momento en donde me estaba enjabonando, pero como no me alcanzaba la espalda, le pedí a Anna que me soltaría tantito y que me tallara la espalda, por favor.

Ella aceptó sin decir nada. Así que tomó el jabón y comenzó a enjabonar mi espalda. Luego me dijo, si quieres agárrate de las llaves y te restegro todo el cuerpo. Así terminamos rápido.

-Va… me late – Contesté rápidamente.

Acto seguido, comenzó a enjabonar todo mi cuerpo: espalda, brazos, piernas, cuello y hombro. Entonces le dije: me voy a voltear para que enjabones mi pecho y mis piernas por delante. Ella no estaba muy convencida, pero aceptó.

Fue en ese momento que puede ver los grandes pezones de mi prima. Tenía unas aureolas muy grandes y cafés. No sé por qué, pero en ese instante solo quería bajarle los tirantes de su camiseta y comerme esos picudos pezones.

Por supuesto, no lo hice. Pero fue la primera vez que miré a mi prima de manera diferente. Ahora bien, ella sabía que sus pezones se le marcaban, pero como soy su primo, no creo que imaginará que yo los vería con morbosidad.

Además, no tuve una erección cuando vi esos ricos pezones. Lo cual, por un lado, haría que Anna no sospechara de mí y mis intenciones. Pero por otro lado, me dio miedo imaginar que mi pene no estaba funcionando correctamente.

-¿Y ahora qué hago? – Pensé.

-¡Ah, ya sé! – dije entre mí – y luego el dije a mi prima: oye, Anna… Me quiero lavar mi pene, pero siento que me voy a lastimar. Sé que es mucho pedir, pero me podrías ayudar.

-¿Qué? ¡No! ¡Estás loco! – Gritó ella, y se hizo hacia atrás.

-Oye, ¿qué pasó con lo de ser una enfermera profesional? – pregunté incrédulamente.

-Si… pero… es que… no sé… no creó que te sientas cómodo tú… y yo tampoco – balbuceó, Anna.

-Por favor, Anna… somos primos, ya lo dijiste tú… no hay nada morboso en esto. Eres solo una enfermera haciendo su trabajo.

-¡Está bien!… Pero date la vuelta – contestó ella, no muy convencida.

Entonces me di la vuelta y con mucho cuidado me bajé el bóxer. Acto seguido, ella se acercó a mí por la espalda, enjabono el centro de mi estómago y poco a poco fue bajando su mano hasta tocar levemente mi pene flácido.

Uno vez llegó a él, no se detuvo. Sino que continúo bajando hasta los testículos. Entonces comenzó a enjabonarlos con delicadeza. Yo en ese punto estaba muy poco emocionado, ya que mientras mi pene no se parara, mi podría disfrutar del momento.

Unos 20 segundos después de enjabonar mis huevos, mi prima tomó mi pene y comenzó a lavarlo. Pero no lo estaba haciendo en forma de masturbación, sino que lo hacía por partes. Primero frotaba un lado y luego el otro. Me imagino que es una técnica médica para que precisamente no se exciten las personas cuando las están bañando.

El punto es que yo, mientras me sostenía de las llaves y mi prima tocando la verga, pensaba “¿por qué no se para?”, “¿será normal?”, ¿y si le preguntó a mi prima?

Y mientras yo pensaba y pensaba, mi prima habló y dijo: Wow, primo… que gran control tienes. Cualquier hombre ya estaría súper excitado, pero tú no. Haz de ser muy bueno en la cama, susurró ella.

Cuando yo escuché eso, me espanté y solo dije entre mi “no mames, eso quiere decir que esto no es normal”. Y mientras mi cabeza no dejaba de darle vueltas al asunto… Anna dijo… Listo, ya quedaste limpiecito de todo el cuerpo.

-¿Quieres que te ayude a salir? – preguntó ella.

-Yo puedo solo, respondí un poco triste.

De acuerdo, dijo ella. Y luego se dio la vuelta para salir de la regadera. Fue en ese momento, que pude ver su gran culo mojado y pude notar que traía una tanga negra. Realmente se veían súper ricas esas nalgas. Y solo pensé: “si ella me dijera que me la cogiera en ese momento, no podría. Ya que mi pene no funciona”.

-Oye, primo… me cambio de ropa y te veo abajo para ver una serie, ¿va? – Dijo ella en tono sonriente.

-Si, ahorita que me vista te alcanzo – respondí.

Luego de unos minutos, me vestí y bajé a la sala. Ella ya estaba abajo, estaba en la cocina preparando unos hot cakes con plátano y fresas. Se veían muy ricos. Y ella también… ya que solo se puso un short de licra rosita y una playera blanca que no estaba muy larga.

Así que me acerqué a ella por la espalda, tomé su cintura por unos segundos, y luego le dije ”muchas gracias por estar aquí, apoyándome, y por supuesto, por lo que hiciste en el baño”.

Ella se sonrojó un poco, se dio la vuelta y dijo: “no hay nada que agradecer, primo. Además, me encanta ayudar” y luego me dio un beso en la mejilla.

Ya estando en la sala, ella me preguntó: ¿qué serie o película vemos? La que tú quieras – respondí. No seas así, primo. Dime el nombre de una, ándale – contestó ella un poco molesta.

-Mmm… pon la que tú quieras – contesté en modo desinteresado. Ya que la verdad no dejaba de pensar en mi falta de erección.

Fue entonces que Anna preguntó… oye, ¿qué te pasa, primo? Desde hace rato, cuando te ayude con lo del baño, te notó decaído. Creo que te sentó muy mal que te ayudará. ¿Te incomodó mucho lo que pasó? Digo, esto no se lo voy a decir a nadie.

“No, al contrario, prima. Te agradezco mucho lo hiciste ahí. Fue una experiencia que no voy a olvidar nunca” – dije en tono agradecido.

-Y entonces, ¿qué pasa? – preguntó Anna.

-Mira, te lo voy a decir –expresé- hace rato cuando me estabas enjabonando mi pene y mis testículos, no me excité. Pero no era por tener un gran control, como tú me decías; sino porque mi pene no respondía. No puedo tener una erección, Anna.

-Tranquilo, primo. Esto puedo ser por muchas cosas. Desde el medicamente que estas tomando, el propio catéter que tienes adentro, las anestesia local que te pusieron o una combinación de todas – dijo ella, mientras me tocaba mi mano.

La verdad es que si estoy un poco asustado, ya que nunca me había pasado eso. Y si de repente deja de funcionar mi pene, pues imagínate – le dije. Pero bueno, lo que me acabas de decir me ha tranquilizado un poco, solo debo esperar un par de días para que todo vuelva a la normalidad, concluí.

-A veces no necesitas días, sino horas. Y puede que a ti solo te falté estimularlo un poco para que despierte. Es más, ¿por qué no intentas estimularlo? – preguntó.

-¿Cuándo? ¿Ahorita? – Pregunté un poco confundido.

-Si… ¿Por qué no? No me digas que te da pena. Si hace un rato te toqué los huevos y tu pene, y no te dio vergüenza.

-Sí, pero hace rato era por una cuestión de limpieza. Y ahorita sería por una cuestión de placer. Y la verdad no sé si pueda, le dije Anna.

-Ah, ya sé – dijo ella- vamos a ver una película porno. Bueno, yo no la voy a ver, yo me subo al cuarto y tú la vez mientras te estimulas.

A lo que yo contesté: -solo la veré con una condición.

-¿Cuál? – preguntó.

-Que la veamos juntos, propuse yo.

-No, ¿cómo crees? – negó ella con la cabeza.

-Mira – le expliqué yo – que te parece si bajo dos mantas, una para ti y otra para mí. Son para cubrirnos. De esta manera, mientras vemos la película, no sabremos lo que estamos haciendo.

-Pero si yo no voy hacer nada, explicó ella.

-Bueno, lo que voy hacer yo, que básicamente será masturbarme, le contesté.

Ella: -no sé, primo.

-Yo: ¿Sí o no?

-Bueno, está bien – contestó Anna sin estar para nada convencida.

Yo: Va, entonces si quieres mientras subo al cuarto por las mantas, tu pon la película.

-Ok, dijo ella.

Un par de minutos después, ambos estábamos en la sala. No estábamos ni muy juntos ni muy separados. Digamos que estábamos como a un brazo de distancia. Así que le di su manta, la cual uso para taparse rápidamente, y por supuesto, yo hice lo mismo con la mía.

Entonces Anna le dio play y comenzó la película.

En ella, había una pareja, en donde la mujer estaba durmiendo y el hombre iba saliendo del baño. Así que llega a la cama y comenzó a acariciar a su pareja, ella gozaba de dichas caricias, pero no habría lo ojos. Entonces el hombre comienza a besar sus piernas y luego sube a vagina para darle pequeños chupadas, luego sube por todo su abdomen hasta llegar a sus tetas.

Hasta ese momento, yo ya me había bajado el bóxer y me estaba masturbando leventemente para no lastimarme. En cuanto a mi prima, su mirada estaba clavada en la televisión, sus manos estaban fuera de la manta y solo sostenía en una ellas su celular.

Luego, en la escena de la película: la chica abre los ojos y disfruta de las caricias y los mordiscos que su esposo le da en sus pezones, mientras que con su mano le acaricia el clítoris. Entonces ella comienza a gemir levemente mientras le saca la verga su esposo de su bóxer.

-Que buena película elegiste, Anna – le dije, mientras continuaba masturbándome. Ella no me contestó, así que volteé a verla. Y noté que sus manos ya estaban dentro de la manta y su celular en el borde del sillón.

Yo me excité un poco al ver eso. Porque aunque no se veía si ella también se estaba masturbando, sí que puede observar su postura más relajada. Era como la mía.

Fue entonces que en la película sucedió lo siguiente: la esposa tomó la verga de su esposo, acerco su cabeza, le hecho un poco de saliva y lo comenzó a masturbar con su mano. Entre tanto, el esposo no dejaba de meterle sus dedos en la vagina. Luego, ella lo empujo en la cama, besó su pecho y bajo lentamente hasta llegar al pene de él.

En este punto, mi pene ya se estaba parando. Y eso me alegró mucho. Tanto, que voltee a ver a Anna y le dije: “Ya está funcionando mi pene de nuevo”. Por su parte, ella, sin quitar la vista de la tele, dijo con una voz entre cortada “que bien, primo”. Entonces, por instinto miré la manta de ella y noté un poco de movimiento.

Ahí supe que se estaba tocando su vagina. Así que aproveché ese instante para quitarme la manta de las piernas y decirle, “oye, Anna, mira mi pene, ya está agarrando forma. Aún le falta, pero ya va. Entonces ella dirigió su mirada hacia mi pene, se remojó un poco los labios y solo dijo: “¿podrías apagar la luz?”

Acto seguido, me levanté, me quité el short y el bóxer por completo, y con mi pene semi erecto fui apagar la luz. Luego regresé, pero en lugar de sentarme en donde estaba, me senté junto a Anna, y luego pregunté ¿te importa si me siento aquí, cerquita de ti? Ella me miró, luego miro mi pene y solo dijo: puedes hacerlo.

Después de eso, tomé mi pene y miré de nuevo hacia la televisión. Ahí, la muchacha tomó el miembro de su esposo y lo comenzó a lamer, no se lo metía la boca, solo usaba la lengua para lubricarlo con su saliva.

Entonces miré mi pene y noté que le faltaba un poco de saliva. Así que acerqué mi mano hacia mi boca y cuando ya estaba a punto de escupirme, miré a Anna, y le dije en voz baja: “me falta un poco de lubricante”. Luego, lentamente acerqué mi mano a su boca, puse uno de mis dedos en sus labios, ella los abrió un poquito y con la punta de sus lengua lamió discretamente mi dedo, luego me dijo abre la palma de tu mano, yo lo hice, y ella escupió.

Entonces tomé ese escupitajo y lo batí por todo mi pene. Y continúe masturbándome.

De regreso a la película, tanto Anna como yo, mirábamos fijantemente la escena. La esposa por fin se comió el pene de su esposo. Tenía una buena garganta, ya que cada mamada era más y más profunda. Era una escena muy erótica. Ya que aunque era porno, los gemidos no eran tan exagerados, incluso, me atrevería a decir que eran reales.

Lo curioso, es que mientras la escena transcurría, mi prima comenzó a gemir levemente. Yo la voltee a ver y antes de decir algo, con mi mano izquierda comencé a jalar su manta. Ella no puso resistencia, al contrario, colaboró un poco en tirarla al suelo.

En ese momento, mis ojos se dirigieron hacia su vagina y no podía creer lo que estaba viendo. Su short de licra rosita estaba súper mojado. Y se le había hinchado un poco la panocha, ya que se le metió la licra entre sus labios vaginales.

Entonces, lentamente me acerqué a su odio y le dije: ¿por qué no te quitas esa licra y solo te quedas con la tanga? A lo que ella, sin dejar de masturbarse por dentro de la licra, me dijo en tono cachondo “no traigo nada debajo de la licra”.

Cuando yo escuché esas palabras, me comencé a masturbar súper rápido. Quería que mi pene se pusiera erecto en su totalidad, pero aún le faltaba. Entonces, volví a ver a la película y en la escena, el esposo acostó a su esposa y eróticamente le comenzó a besar todo el cuerpo, luego bajo hasta su vagina y comenzó a comérsela. Le metía los dedos, mientras que al mismo tiempo le lamia el clítoris con su lengua.

Mmmm…. aaah… oooh… siii… estos breves pero excitantes gemidos los comenzó hacer mi prima. Yo la miré rápidamente, luego miré su vagina, y solo escuchaba sus gemidos y ese hermoso ruidito que salía de su panocha mojada.

Mi instinto me decía que le ayudará, pero no quería arruinar todo. Así que me contuve y volví a mirar la película. En este punto, el esposo dejo de comerle la vagina a su mujer y se puso encima de ella, y de un solo empujón la penetró. Ella gimió fuertemente, y también mi prima, quien solo decía… ahhh… siii… mmmm… asiii… maas fuerrrte.

En ese momento, mientras ella gemía, yo llevé mi mano izquierda a su teta y la comencé a sobar lentamente. Ella se sorprendió un poco, y luego dijo: solo te voy a permitir eso, ya no hagas otro movimiento.

-Lo siento, Anna. Solo que la película no logra excitarme lo suficiente para que mi pene se paré por completo – le dije, mientras discretamente pellizcaba su pezón.

Es eso, ella dejo mirar la televisión, me quitó la mano de su teta, y dijo: “cierra los ojos… Si lo abres, me voy… Te lo juro”.

Yo obedecí la orden y me recosté en el sillón. Entonces, escuché que ella escupió en su mano, y sin decir nada, tomó mi verga y comenzó a masturbarme lentamente. Yo quería abrir los ojos y ver su rostro. Quería saber si le excitaba hacer eso o si solo lo estaba haciendo para ayudarme.

Sin embargo, no lo hice. Ya que me daba miedo que ella me viera y terminara todo. Así que me aguanté y solo me concentré en disfrutar del momento.

Unos segundos después, ella paró de masturbarme. Y entonces dije, ya puedo abrir los ojos. A lo que ella contestó que no, que solo se estaba poniendo un poco más cómoda. A lo yo, rápidamente imaginé que se había quitado su playera.

Entonces ella dijo: “esto solo lo hago para ayudarte”.

A lo que yo solo respondí: “ok”.

Acto seguido, sentí que ella se paró del sillón. Luego se arrodilló frente a mi pene. Y cuando yo pensé que me la iba chupar, solo sentí sus pezones tocando la punta de mi pene. Luego tomó mi pene y los puso entre sus tetas y comenzó a masturbarme. Básicamente me estaba haciendo una chaqueta rusa.

Por mi parte, yo disfrutaba cada movimiento. Pero me moría de ganas por ver su cara. Así que discretamente abrí un ojo y claramente pude notar mi pene entre sus tetas, subiendo y bajando. Era increíble.

Así que mi pene comenzó a ponerse un poco más duro. Y ella lo noto. Ya que de su boca salió el siguiente comentario: “wow, esto sigue creciendo”. Y antes de que yo pudiera decir algo, ella se puso de pie, y luego se sentó sobre mí.

-¡Oooh, por Dios! ¿Y esto? Fueran las palabras que salieron de mi boca. A lo que ella solo dijo: me iba a meter tu pene en mi boca, pero como aún pueden salir residuos de sangre, prefiero no hacerlo. Así que haré otra cosa para que tu verga se paré por completo.

Mantén tus ojos cerrados, no muevas las manos y solo concéntrate en hacer que tu pene se ponga lo más duro posible, ¿de acuerdo?

Y antes de que yo pueda decir algo, ella comenzó a frotar su vagina contra mi pene. Podía sentir la tela húmeda de short. Yo sabía que no podía follarla en ese momento, pero en cada movimiento intentaba que mi pene se metiera entre sus labios vaginales.

Ella se meneaba con calma para no lastimarme, y entre cada movimiento, yo solo podía sentir su aliento. Con el paso de los segundos, ella comenzó acelerar su movimiento de cadera. Yo creo que se excito, al igual que yo. Ya que comenzó a gemir levemente, mientras que yo, discretamente llevaba mis manos hacia sus caderas.

Aaah…. Siii… Que rico… Oooh…. Esas eran las palabras que decía mi prima entre jadeo y jadeo.

Por mi parte, yo aproveché ese momento de excitación por parte de ella, para acariciar por primera el riquísimo culo de mi prima. Era enorme y ancho. Lo acariciaba una y otra vez, y de vez en cuando, intentaba que mis dedos tocaran su ano.

Y mientras ella y yo disfrutamos de ese momento. Abrí los ojos y pude ver lo cerca que estaba sus tetas de mi boca. Cada vez que ella hacia el movimiento para adelante, sus tetas se acercaban más a mi boca. Fue entonces, que hice un movimiento arriesgado. Puse mi cara entre sus tetas y comenzó a lamerlas.

Ella lo notó rápidamente, y me dijo entre jadeos y gemidos: “no, no, no, para por favor”. Yo ignoré su voz y con mis dientes tomé uno de sus pezones, y comencé a pasarle la lengua en círculos. Ella se excito más y aceleró su movimiento de cadera…. Oooh… siiii… ahhh… asiii.

Cada que ella gemía, yo le mordía más fuerte sus pezones, y más fuerte le agarraba el culo. Tanto ella como yo, ya estábamos súper excitados. Lo único que nos estorbaba era su short, el cual no dejaba que mi verga penetrara su panocha.

Fue entonces que dejé de morderle sus tetas, tomé su cara con mis manos y la besé, mientras ambos nos movíamos, como si estuviéramos follando. Y en un momento de ese apasionado beso, me acerqué a su oído y entre gemidos le dije: “mi pene ya está súper duro”.

A lo que ella solo contestó: “lo sé, puedo sentirlo todo”.

Y lo sentirías mejor si te quitaras el short – le dije en tono cachondo.

Ella no dijo nada, solo llevo una de sus manos a su vagina, luego acercó sus dedos a mi nariz y mi boca para que pudiera oler y saborear el sabor de sexo. Y luego dijo: esto es todo lo vas a obtener de mí. Así que disfrútalo.

Acto seguido, aceleró su movimiento de cadera y dijo… Ohhh… ahhh… ohhh… Siii… me vengo… primooo.

Por mi parte, yo solo gocé cada movimiento y cada gemido. Y aunque yo no pude venirme, me encantó saber que Anna si pudo.

Ella, aun sentada en mis piernas y tomando su cara, dijo: “esto fue un error, primo. Nuca debió pasar. Me dejé llevar. Lo siento”.

Por mi parte, yo solo le agradecí por su ayuda y le dije que no se preocupara.

Entonces ella se paró, tomó su playera, me dijo que se iba a meter a bañar y que luego se iría a dormir.

A lo que yo solo respondí: ok, que descanses.

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