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Compadre se coge a mi mujer y ahora son novios

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Pues es así, una noche de copas que empezó entre mi compadre y yo ya la que después se unió mi esposa que venía de una fiesta (altamente cachonda después me contó), se salió de control y al final acabó liándose con mi compadre.

Como les contaba en mi relato anterior (“Presté a mi mujer, Ahora ella se presta sola”), Erendira (27 años cumplidos en enero) se dio a dos (conmigo a 3) en nuestra luna de miel. Inicialmente supuse que eso sería todo y volveríamos a nuestra vida normal. Pero la verdad es que no fue así, a mi Erendira el desenfreno se le hizo vicio y ya no lo pudo dejar.

Un día tuve que salir de viaje de trabajo cerca de la frontera, mi nena me fue a despedir al aeropuerto como toda buena y enamorada mujercita, le dije que se portara bien y me contestó que haría lo posible, pero que no prometía nada. Me quedé un poco inquieto, pero no le di mayor importancia y realicé mi viaje.

Cuatro días después regresé a mi lugar, tomé un vuelo temprano y llegué a mi casa a dormir a las 10 am. Erendira ya se había ido a trabajar, no la encontré. Me dormí un rato y desperté alrededor de las 4 pm, justo para recibir a Erendira que normalmente llega a las 5. Le preparé una ensalada, una sopa y le serví una copa de un buen tinto que había comprado en la Navidad.

Cuando llegó se veía radiante, con una mini de jeans, botines negros puntiagudos y una camisa blanca con escote bastante pronunciado que casi dejaba ver el inicio de sus pezones. Nos saludamos y besamos un rato, ambos contentos de estar juntos nuevamente. Le dije que le tenía servida la mesa, pero me dijo que podía esperar, que tenía algo para mí, que me lavara la cara y frente y me recostara en el sillón del salón. La obedecí y la vi llegar con un frasco de vidrio.

-Es una pomada -me dijo-. Ponte cómodo y cierra los ojos. -Sentí que me empezó a colocar del ungüento en mi frente haciendo pequeños círculos y de repente empezó.

-Ay amor, esos cuernitos se te ven súper tiernos cariño. Pero mira nada más, hasta inflamada tienes la frente, qué no te duelen? Qué bárbaro amor, y así anduviste caminando en la frontera? Qué nadie te decía nada?

Yo le pregunté que a qué se refería, que de qué cuernos me estaba hablando.

-Te volviste a ir de puta? -le pregunté.

-No mi amor, no me fui a ningún lugar, anduve de puta, pero aquí en tu casa, donde vives, en la misma cama donde duermes y me haces el amor.

Ya encendido de cachondo y de celos y con la verga encendida, me volteé y me monté encima de ella desenvainando mi fuste y haciéndome camino entre su tanga, se la metí de un sopetón y lanzó un grito de dolor seguido de gemidos de placer sexual. La empecé a penetrar con fuerza, con celos, con cachondez, y la tenía agarrada de la cara para que me lo confesara todo de una buena vez.

-A quién te comiste en nuestra cama putita? A quien y cuando y cuántas veces? A cuántos puta?

-Cómo que a cuántos mi vida, sólo a uno.

-A quién bebé, a quién te cogiste en nuestra cama, eres una diablilla, una pinga, una puta -le decía soez mientras la estocaba hasta el fondo.

-Pues a quién va a ser amor, pues a Gustavo (mi compadre), es el que vive aquí cerca y el que pasó a verme desde que te fuiste, y pues como aquella vez me compartiste con él, pues una cosa llevó a la otra bebé.

-Eres una zorra bebé, una vil puta mi amor.

-Pero eso no es todo nene, falta más.

Cuando escuché eso estuve a punto de eyacular dentro de ella, qué más podía haber aparte de serme infiel con mi compadre y en mi propia cama? Qué hay de más? Le pregunté entre enfurecido, encendido y enamorado.

-Pues que ya somos novios amor.

-Que ya qué? -Le volví a repetir incrédulo de lo que mis oídos habían escuchado.

-Que Tavo y yo ya somos novios. Me vas a dejar tener novio cariño?

El escuchar a Erendira pedirme permiso con todo cinismo para tener novio y que el novio no era sino mi mejor amigo fue algo que disparó una chispa en mi mente que hizo que mi verga se tensara como nunca y empezara a vomitar grumos espesos de leche que se incrustaban en cara, senos, cuello, cabello, nunca me había venido tan delicioso como esa tarde y nunca vi a mi mujer más hermosa y seductora que esa vez. Me dejé caer sobre ella exhausto sintiendo el pegoste de mi esperma embarrado entre dos cuerpos. Hubo unos minutos de silencio y de respiraciones entrecortadadas cuando de repente dijo:

-Pero hay algo más bebé -me dijo con un cejo de travesura, de niña traviesa, de putita-. Que antes de llegar a casa me bajé en la farmacia para comprarte tu pomada, tu ungüento. Le dije a la empleada que necesitaba una pomada para los cuernitos, de mi esposo, que aunque se te ven muy lindos pues te deben de doler, o molestar al menos. O sea que no vayas a esa farmacia nunca, ya saben de tus cuernitis allí. Si más que cuernos de toro parecen astas de venado bebé! -Y pegó una buena carcajada que ocasionó que mi mástil se pusiera otra vez en pie de guerra, sólo que ahora ella se incorporó, se montó en mi verga y empezó a cabalgarme como cowgirl en rodeo de competencia.

-Te puse los cuernos en tu cama de matrimonio amor, día y noche, tres días, se fue apenas ayer.

-Eres una puta Erendira, una vil puta, pero te amo. Sí, sí te dejo que tengas de novio a Gustavo, a mi compadre, cógete a quién quieras -casi grité ya incoherentemente.

Erendira se vino y me mojó en cuanto me escuchó darle su permiso. Casi aulló de placer, se tensó, me volvió a mojar y pidió su lechita en la boca.

A partir de entonces, mi esposa ya tiene novio y sale con él una o dos veces por quincena. Pasa por ella un viernes y la devuelve el sábado por la tarde o noche. Generalmente radiante.

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