Nuevos relatos publicados: 0

Compañera de entrenamiento (3)

  • 7
  • 10.217
  • 9,40 (25 Val.)
  • 0

Después de esa cogida en el baño todos los temas que tocábamos derivaron en sexo, comentábamos de que cosas queríamos seguir haciendo, nuestras fantasías y cosas que aún no habíamos cumplido y queríamos hacer.

Recuerdo que cambie la ruta en como llegaba al trabajo para pasar a recogerla y así ella podría ir dándome mamadas en el camino, ella siempre me sonreía, cada vez que le mencionaba sus mamadas, aparte de que me encantaban notaba que a ella le gustaba dármelas. Cierto día todo transcurría normal, la pasé a recoger donde habíamos hablado, la noche anterior le había dicho que aunque estábamos disfrutando los dos con estas “aventuras sexuales” yo quería que ella me pidiera las cosas que quisiera hacer, eso siempre me ha parecido sexy, ella me dijo que no había problemas con eso, pero que ella no era de mucho pedir. Al recogerla, se subió muy sonriente, nos saludamos con un beso de piquito y ella se acomodó, se volteó hacia mi y me dijo “yo quiero que me dejes mamártelo”, ambos reímos porque no me esperaba esa propuesta, sé que estábamos haciendo esto casi diario, pero no me refería a eso cuando le dije que me pidiera lo que quisiera hacer, pero yo encantado, me acomodé el pantalón, ella se recostó sobre mis piernas y con su pícara sonrisa me miró y comenzó a mamar.

Siempre trataba de que el camino fuera largo para poder disfrutar de esas excelentes y dedicadas mamadas, le sostenía la nuca cada que quería que se lo metiera entero y ella siempre me complacía, ese día llegamos al trabajo y yo aún no me había venido, le sugerí ir hasta el fondo del estacionamiento para que ella terminará y así lo hicimos, al detener el vehículo, se acomodó más cerca de mi y aceleró la velocidad, yo estaba encantado, aprovechaba para amasar esas hermosas y grandes tetas, ella se dejaba hacer, en cierto momento se estacionó alguien más a nuestro lado pero ella no se detuvo, estaba decidida a terminarla, los cristales de mi vehículo eran bastante oscuros así que no habría nada que temer, incluso la chica del otro vehículo se bajó y se miró en las ventanas para ver cómo tenía su ropa, mientras yo le iba detallando lo que pasaba ella nunca levantó su cabeza. Al cabo de unos minutos sentía que me iba a venir así que le dejé saber y le pedí que no se la tragara, que quería que me mostrará su boca llena de mi semen, así lo hizo, mientras me venía aceleró la intensidad, me sujetó la base del pene mientras me succionaba con fuerza, me sacó unos gemidos, sentía que se me salía el alma por el pene, se despegó, me miró sonriente y me mostró su boca llena de semen, se dio el trago y me mostró la lengua limpia.

Yo estaba encantado, le dije que quería que cogiéramos en el baño nuevamente, y ella me dijo que eso no estaba a discusión, eso era algo que ya yo le debía, nos besamos y salimos del vehículo hacia el área de trabajo. Justo al salir nos encontramos con una compañera del piso que ese día no nos dejó solos en ningún momento, donde quiera que estuvimos ella estuvo ahí, incluso durante el tiempo de comida, mi chica me escribió preguntándome que qué haríamos con ella, porque así no podríamos coger si ella se daba cuenta de la situación.

Estuvimos haciendo movimientos a ver cómo nos la podíamos quitar de encima pero el peor momento llegó cuando ella me preguntó si le podía dar un empujón hasta dejarla donde ella podría tomar el bus hacia su casa. Mi compañera me miró como diciendo “esto es el colmo”, ambos sonreímos con miradas cómplices y le dije que si, que no habría problemas, ella volvió a mirarme con cara como de decepción, pero yo le guiñé el ojo, se me había ocurrido algo. Cuando ya faltaba poco para salir le dije que debíamos irnos un poco temprano porque yo debía hacer una diligencias y me iría a esa hora, ella hablo con el supervisor sobre salir un poco antes y le dijeron que si, aproveché para acercarme a mi amiga y le dije, “no te vayas, quédate en el área del comedor, yo la dejaré donde tome el bus y volveré para acá”, mientras le ponía un condón entre sus tetas, ella se sorprendió y me dijo que qué iba a hacer con eso? Le dije “me lo vas a poner en un ratico para metértelo” ambos reímos a carcajadas y me fui.

Tome la ruta habitual para irme, dejé a la otra compañera en la parada del autobús con la excusa de que tenía que dejarla en esa (la mas cercana) porque justo ese día tenía que hacer algo en otro lugar, ella me dio las gracias e inmediatamente regresé al trabajo… subí las escaleras y cuando entré la vi que estaba ocupada, me dijo que como le habían preguntado por qué seguía en la oficina, había dicho que ese día haría horas extra, así que le asignaron unas tareas… ambos reímos y le dije “lo que hace uno por un polvo”, mientras ella estaba ocupada yo estaba sentado a su lado, el supervisor me saludó pero no me habló nada sobre trabajo, cuando ella por fin terminó nos dirigimos a nuestro lugar habitual, el último cubículo del baño de damas, entramos, nos comimos la boca y comenzamos con el magreo.

Saqué sus tetas, me encantaba mamárselas, suaves, grandes, blancas, pezones como entre rosado y crema y sus pezones duros al yo mamarlos, era algo que realmente disfrutaba, ella se separó un poco, metió su mano en mi pantalón, me sacó el pene y se hincó, recuerdo que pensé “realmente lo disfruta”, me miró a los ojos, me lamió desde los testículos hasta la punta del pene, sonreía, y para mí no hay nada más sexy que una mujer sonriendo mientras hace sexo oral, estaba que no me aguantaba las ganas de cogérmela, le pedí el condón, ella me lo pasó, pero me hizo señas de que me esperara, comenzó a acelerar la mamada, se lo metía todo hasta la garganta, me miraba con sus ojos lagrimeando, y eso me tenía desesperado, se lo sacó de golpe, cogió aire y me dijo “métemelo ya”, fue una orden, la coloqué en posición de perrito, enredé su largo pelo en mi mano derecha y la penetré casi de golpe, el primer gemido no lo pudo contener, y yo estaba dándole salvajemente desde atrás, volteaba a verme y su cara era de puro placer, se mordía el labio inferior para no hacer ruido y ahí aproveché y le di una tremenda nalgada que sonó fuertísimo en el eco de ese baño, en ese culo de tez tan clara mi mano quedo marcada y su piel rojiza era aún más sexy, me miró como diciendo “estás loco, nos van a encontrar”, pero desde qué sintió las arremetidas volvió a bajar la cabeza y ahogar sus gemidos, el recuerdo de la transición de tu cara enojada por el ruido que causó la nalgada a su cara de placer y morderse el labio es algo que todavía me excita recordar.

Con mi mano izquierda le apretaba una teta, mientras con la otra jalaba fuerte de sus cabellos, aceleraba las embestidas y ya sus gemidos no eran tan ahogados se estaban escuchando y estoy seguro que mis jadeos también, su vagina estaba mojadísima y se sentía tan apretada, estaba riquísima, sabía que no iba a durar mucho si seguía con ese ritmo así que baje la intensidad, ella me miró como buscando el porqué, y le dije que no me quería venir aún, sonrió y me dijo que mejor si se la diera y que después nos íbamos a otro lugar más tranquilo a coger, así que volví a cogérmela fuerte, ver si culo rebotar, su nalga enrojecida aún de la nalgada me ponían a tope, y me descargué, mientras me venía seguía dándole arremetida y cuando descargué todo, suavemente le solté el pelo, ella se levantó y comenzó a acomodar la ropa y el pelo, al quitarme el condón me miró y se hincó a limpiar los restos de semen que quedaban mientras me miraba a los ojos, no se que me excitaba más, si el estar en el baño del trabajo donde nos podían descubrir, o la imagen de su cara sonriendo con mi pene en la boca, me lo mamó hasta dejarlo reluciente, ambos sonreímos y nos retiramos. Bromeábamos sobre la compañera que no nos dejó solos en casi todo el día y que casi nos habría dañado la cogida.

(9,40)