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Con el carpintero Manuel
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Tiempo de lectura: 4 minutos

Soy de Argentina, pero me vine a vivir a México por razones laborales y económicas.

Cuando llegué a México instalé una aplicación para conocer gente de aquí, ya que no conocía a nadie en absoluto.

Gracias a esa maravillosa aplicación he empezado a hablar con un hombre. Solo sé dé Manuel lo básico, es carpintero, tiene 45 años, dos hijas mujeres y 1 hijo, casado y con una muy buena verga porque ya me la ha enseñado en fotografías.

Tal vez piensen que soy una mala mujer por hablar con un hombre que ya está casado, pero la tentación es más fuerte que yo y la verdad que no me importa demasiado.

Él también sabe de mí muy poco, que tengo 20 años y soy escritora de novelas de terror.

Por eso mismo es que decidí enviarle un mensaje a Manuel hoy, porque quiero un mueble para mis libros hecho de madera y también conocerlo en persona.

Él me respondió que no hay problema y que dentro de unas horas cuando lo termine me lo va a traer a mi domicilio.

Las horas pasan y por fin escucho el timbre de la puerta.

Cuando abro veo a un hombre alto, de pelo negro medio gris, pero aún no se nota mucho, cejas gruesas del mismo color del cabello, ojos oscuros, en fin un hombre atractivo y a su lado había un mueble de madera.

-Manuel- apenas me salió la voz por mi sorpresa.

-Eres tan hermosa- me dijo el y la calma me invadió cuando entro a la casa y me dio un gran abrazo como hacía rato que no recibía.

No quería separarme nunca de su abrazo, pero lo hice para verlo a los ojos y que él me diese un beso en la boca como yo lo esperaba.

Estaba besando al hombre con el cual he hablado tanto tiempo y ni aun así lo podía creer, por eso ambos decidimos ponerle más énfasis al beso.

Él abrió un poco más la boca y yo puse mi lengua adentro y luego la de Manuel asalto la mía tomándola prisionera para saborearla despacio y luego con velocidad.

Nos olvidamos del mueble afuera y yo tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para romper ese beso y entrarlo.

-Disculpa, me he dejado llevar- dijo Manuel.

-Sigamos en lo nuestro, mi amor- le respondí acercándome devuelta y uniendo nuestras bocas para que podamos saborearnos nuevamente.

Pero esta vez él hizo algo más que solo besarme. Bajo sus manos libres a mi cintura y luego fueron lentamente a tomar mis dos nalgas para masajearlas.

Dejo de besarme en la boca para empezar a besarme en el cuello con mordidas mientras que sus manos seguían en mi trasero y esos besos fueron mucho mejores.

Luego me levanto para que quede arriba de él para caminar hasta mi habitación sin dejar de besarme en las mejillas.

Cuando llegamos al dormitorio él me poso en la cama con mucha suavidad como si yo fuera el cristal más valioso del mundo.

Se acostó encima de mí, yo puse ambos brazos en su cuello y nos volvimos a besar, pero esta vez los besos fueron lentos.

Con esos besos tan dulces nos quitamos la ropa lentamente y ambos nos pudimos contemplar desnudos, Manuel se inclinó hacia mí para hacer un camino de besos con su maravillosa boca que empezó desde mi cuello, luego toda la curva de mis pechos y finalmente llego a mis tetas donde puso ambas de sus manos al mismo tiempo que succionaba con su lengua y yo gemía mientras le acariciaba su fuerte espalda.

Siguió lambiéndolas con mucho frenesí hasta que ya no pudo aguantar más y con un movimiento de su pelvis coloco su grueso pene entre mis tetas y empezó a moverse.

A partir de esa acción la estimulación tomo otro rumbo por parte mía que hasta el momento me estaba dejando hacer por ese hombre.

Saque la lengua y abarque toda la cabeza de su pene mientras Manuel seguía haciendo movimientos con su pija en mis senos.

Después decidí ir más a fondo y me metí toda su pija entera en mi boca.

El no dejo de moverse nunca aunque mi boca estaba llena de su verga, pues, quería que yo se la chupara profundo y así lo hice mientras le acariciaba sus testículos.

Con una violenta embestida su pene llego al fondo de mi boca y exploto todo su esperma caliente y abundante hasta llego a la zona de mis senos de la gran cantidad que era baje la vista hacia mis tetas y estaban llenas de gotas de su caliente leche, pero Manuel no me dio mucho tiempo para mirarme porque me agarro de la cintura y me clavo su pija en la vagina de repente.

Yo quede a horcajadas encima de él con un gesto de sorpresa y excitación por su precipitada acción de empezar a penetrarme, tampoco he podido pensar mucho en eso porque volvió a poner las manos sobre mis caderas para elevarme y hacerme saltar sobre su verga al mismo ritmo que sus embestidas.

Era tan rico sentir su verga entrando y saliendo de mi coño mientras que sus dedos me apretaban para hacerme saltar más fuerte, más rápido.

Llegamos a una velocidad que es considerada como sexo salvaje y con una embestida final para mi vagina tuvimos un delicioso orgasmo los dos al mismo tiempo.

Pero se ve que Manuel tenía más ganas de seguir cogiendo porque después me puso en cuatro y me penetro el trasero con una de sus manos en mis pechos y la otra dándome unas fuertes nalgadas que sonaban muy fuerte contra mi piel.

Su pija era gruesa y con una buena cabeza, por lo tanto a las embestidas por el trasero las sentí y las disfrute muchísimo y Manuel también porque con una final eyaculo lo que le quedaba de semen.

Se acostó en la cama y yo me acosté con mi cabeza en su pecho, nos volvimos a besar y él me acarició el rostro.

-Nena, eres maravillosa y ahora que te encontré no voy a dejarte nunca- me dijo esto y me dio otro beso mientras yo le pedía que se quedara a dormir.

-Van a ser así todas las noches, mi amor- me aseguro.

Y desde esa tarde soy su novia a escondidas.

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