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Conversaciones con la criada (Capítulo I)
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Tiempo de lectura: 13 minutos

Antes de todo, debo disculparme por utilizar el vocablo “criada”, tanto este como el de “sirvienta” en lo personal se me hacen denigrantes y, en mi vida cotidiana, no los utilizó; quizás el término más adecuado es “trabajadora doméstica”, en casa siempre se les pidió a los niños llamarla por su nombre y cuándo nos referíamos a ella, era simplemente la señora que nos ayuda en casa; sin embargo considero que en este tipo de relatos es más llamativo utilizar la palabra que da nombre a estos, ya que por lo demás son totalmente reales.

Los pongo en contexto, egrese de ingeniero civil a la edad de 26 años, ya madurito, al terminar mis estudios conseguí trabajo bien lejos de mi ciudad, aunque regrese con cierta frecuencia a visitar a mi novia, quien estudiaba diseño de interiores, ella concluyo sus estudios un año después que yo, al egresar contaba con 24 años, al muy poco tiempo nos casamos y obviamente se fue a vivir conmigo.

Me presento mi nombre es… digamos Miguel, Mike para los amigos, nada relevante, güero, pelo castaño claro, ojos verdes, nariz grande, boca pequeña, poco mentón, un rostro realmente corriente, que con lentes se hace aún más corriente, si esto es posible, mido 1.78 m y al casarme pesaba 75 Kg, era lo que decimos acá un flaco larguirucho. Mi esposa de nombre… Carolina, siempre Caro o Carito para los más cercanos; es más bien bajita, 1.66 m, morena clara, con cara de la pequeña Lulú, ojos cafés, melena al hombro, que casi siempre lleva recogida, delgada, pero un poco ancha, con un trasero no grande, pero si bien redondeado, lindas piernas muy bien torneadas, pero sobre todo con unos senos de talla mediana, pero espectacularmente turgentes y hermosos.

Duramos 10 años en la otra ciudad, nos fue realmente bien, ahí nacieron nuestros cuatro hijos, 3 varones y una muy linda damita, tomamos la decisión de dejar todo y regresarnos a nuestro terruño, teníamos 37 y 34 años, buena edad para intentar algo más y así lo hicimos, compramos una linda casa y pusimos un negocio de materiales de construcción con asesoría directa al cliente, el cual yo atendía, mi esposa hacía desarrollos de decoración a particulares y se pasaba gran parte del día en casa, trabajando y atendiendo a los niños, los dos primeros años nos fue muy bien, pero el tercero fue un verdadero viacrucis, comencé a endeudarme para tratar de que el negocio continuará, al final de este tercer año me vi en la imperiosa necesidad de vender mi negocio a una cadena internacional, pero ellos mismos me ofrecieron un buen empleo, aquí comienza mi historia.

En la empresa donde comencé a laborar trabajaban dos ingenieros conocidos, uno de ellos, Pedrito, fue mi compañero toda la carrera, bonachón, gordito, con calvicie prematura, buena persona; el otro Ramiro, moreno con pelo cortado a usanza militar, de 1.70 m aproximadamente, con un bigotito a lo Pedro Infante y un caminar algo simiesco, tenía fama en la facultad de mujeriego y malandrín.

Cuándo le comenté a mi mujercita a quienes encontré se alegró por Pedrito, pero hizo ascos con Ramiro; la verdad nunca le fue simpático el tipo, lo conocía de los pasillos de la escuela y de comentarios de algunas compañeras.

Por esos días la señora que nos ayudaba en casa resultó embarazada y decidió dejar el trabajo, dándonos las gracias marcho a su pueblo en el estado de Michoacán; nos dimos a la tarea de buscarle reemplazo, quienes acudían en respuesta al aviso clasificado no le convencían a Caro; fue precisamente Ramiro quién me comentó – yo puedo recomendarte a alguien, es muy eficiente, trabajó en mi casa 9 años, pero, ignoró la razón, a mi esposa de pronto le surgieron los celos con ella y prácticamente me obligó a despedirla, de verdad te la recomiendo ampliamente – me parece bien, le contesté dile que vaya a mi casa.

La llevó al trabajo, me la presentó y yo la lleve a casa en una salida que tuve, Antonia, Toña de aquí en adelante, no más de 35 años, de la estatura de mi esposa, color cobrizo, ojos chinescos de un café muy claro, no llegando a miel, pómulos salidos, nariz chata, boca grande y carnosa, mentón fuerte y redondeado, el pelo abultado arriba pero muy corto, hasta la nuca, por la parte de detrás, toda ella mostraba fibra, estaba maciza la mujer, de busto tirando a pequeño, no despreciable, una piernas de mesa y abundante nalgatorio, llegó con pantalón azul marino, una blusa blanca y un blazer amarillo, me sorprendió el atuendo, mi idea de mujer humilde no empataba con lo que veía, la deje en casa, con Caro, realice mis diligencias y por la tarde regrese a casa, seguro estaba que no se quedaba, su atuendo, el antecedente, que mi esposa conocía, de los celos de la mujer de Ramiro, todo en conjunto me decía que no la contrataría.

-Hola mi amor, ¿Cómo estuvo tu día? ¿Todo bien?

-Si mi cielo ¿y tú?

-Bien, bien, mucho trabajo, gracias a Dios, y bien ¿Qué te pareció la señora Toña? ¿Se queda o no?

-Si cariño, comienza el lunes, no tenía caso que venga mañana que es viernes, ya le comenté como me gusta que se hagan las cosas y que es lo que tiene que hacer en la casa, convenimos en el sueldo y ya está, el lunes viene temprano.

-De verdad creí que la rechazarías, se ve algo pretensiosa la señora.

-Precisamente por eso me la quedo, se sale del esquema y ya me urge quién me ayude, démosle una semana de prueba y veremos.

La verdad, mis respetos, que mujer tan trabajadora, casi luego se ganó el cariño de los niños, se adelantaba a las sugerencias de mi esposa y, de verdad, nos tuvo comiendo de su mano muy pronto; debo mencionar que a diario llegaba vestida muy elegante, sobra decir que no con ropa de marca, quizás hasta “de segunda” como decimos acá, pero bien vestida se presentaba a diario a casa, luego se ponía batas a la rodilla, de esas que se abotonan por delante y tapan absolutamente todo, y comenzaba sus labores.

Cuándo ella llego a nuestra vida, la vida sexual entre mi esposa y yo estaba poco menos que muerta.

No sé si a todos los matrimonios nos suceda lo mismo, en nuestro caso, al principio lo hacíamos casi a diario, nuestra luna miel fue intensa, los primeros años, incluso nos permitimos algunas locuras, como hacerlo en algún lugar público, o no cortarnos al saber que estaba un mirón dándose gusto con nosotros, sexo oral, sexo anal, beso negro, fantasear con tener otro en la cama o jugar a la señora de la casa y el plomero, pero lo más fuerte tal vez fue el estar en la misma habitación con una pareja de desconocidos y ambas parejas haciéndolo mirándonos unos a otros; pero los niños, el trabajo, la rutina, ¿Qué se yo? El sexo se convirtió en obligación, para ambos, solamente en satisfacer una necesidad física, sin placer alguno.

A los cuatro meses de estar Toña con nosotros, un viernes de fin de mes llegue a casa un poco tarde y con algunas copas encima, no soy de parrandear, pero ese día si me tome dos o tres más de las que dictan las buenas costumbres, mi esposa me hizo una escena que, y lo dijo de verdad, nunca me había hecho:

-¿De dónde vienes? ¿Con quién andabas?

-Hola mi reina, buenas noches.

-No, no, ni te me acerques y contéstame por favor

-¿Qué te pasa? Fui con los compañeros a un bar a tomarnos unas copas, festejamos que cerramos muy bien el mes y nos llegó un sustancioso bono de productividad.

-¿Quién estaba ahí?

-¿Eres de la judicial o qué? Ahh, estuvo Pedrito, ¡si quieres le marco?

-Pedro no toma Miguel, no te pases de vivo.

-No toma, pero nunca falta, juega billar, cena y cotorrea, y a algunos que se ponen ebrios, los lleva a su casa, ya ves que es muy buena gente, pero ¿Qué te tres ahora?

-Por la tarde que regresé de ver a una clienta, de lejos vi tu carro fuera de la casa, me sorprendió ver a la señora Toña subirse y arrancaste antes de que me acercará.

-¿Estas segura que era mi carro?

-Ay Miguel, con ese logotipo de la empresa que cubre las dos puertas y el color chillón, no es posible que no haya sido, ¿A dónde llevaste a la señora? Si me dices que solo le diste un aventón está bien, pero dame una explicación por favor.

-Bueno Caro todos los autos de los asesores técnicos de la empresa son iguales y, bueno, Ramiro no estuvo con nosotros, no puedo asegurar que haya sido el, pero si te puedo jurar por nuestros hijos que yo no fui.

Fin de semana muy tenso, poca plática, mi mujer no me volteaba a ver, y toda la semana fue igual, hasta que llego nuevamente el viernes.

-Buenas noches.

-Hola mi amor, buenas noches, puufch, aquí está tú cena, una milanesa en salsa de almendra, te compre cerveza de la que te gusta y hay un vino tinto del tempranillo en el refri, acuesto a los niños y me voy a dormir.

-¿No te tomas una conmigo?

-Ya me tomes dos cervecitas, mejor cena, si quieres ver la tele, rente unas películas ojalá te agrade alguna, cuando vayas a la recamara te llevas el vino y me invitas una copa, si estoy dormida me despiertas.

¿Qué paso? No era quincena, eso fue broma, pero el cambio fue drástico, la verdad mi esposa nunca de los nunca me había tratado mal, pero hace mucho que no me recibía así; estaba intrigado, cene, me tome dos cervezas, pero no vi la tele, agarre dos copas, la botella de tinto y subí a la recamara, ella estaba cepillando su pelo frente al espejo, tenía puesta una bata corta de ceda color azul marino con grandes flores lilas estampadas que hace mucho tiempo yo le regale, y que hace mucho tiempo no se ponía.

-¿Te bañaste?

-Si mi cielo es que estaba algo acalorada, mira todavía me queda esta vieja bata, pero los senos si están más grandes, casi no me cierra de ahí.

Al voltearse pude ver sus hermosos senos prácticamente desnudos, el color moreno claro de sus brazos y de su rostro en esta parte se tornaba color piñón clarito, sus pechos eran totalmente redondos, pero su pezón, muy pequeño, pero de color intenso, estaba ligeramente por encima del centro de la esfera carnosa, estire la mano y los toque, el pezón rápidamente incremento su volumen a un tamaño considerable, me acerque, la bese y pase mis manos por debajo de la bata para tocar sus riquísimas nalgas.

-Despacio cariño, todo es tuyo y los niños ya se durmieron, tenemos tiempo, tómalo con calma, ji, ji, ji, ¿a ver quién se encuera primero? El que pierda le da un besito al otro en su sexo.

-Tramposa, yo tengo puesta toda la ropa y tú solo la bata, pero voy a perder con mucho gusto.

-Asiii mi rey, que bueeeno eres para pagar las apuestas, siii, más adentro si puedes, uffff, ji, ji ji, tu lengüita en mi cacharrito, ahhj, ahhj, ahhj, siiii, ahhj, yayayay, que riiico, mememevengooo, aghaghah, siiii, que lindo, que hermoso, te amooo.

Yo ya estaba a mil, mi pene ya totalmente erecto, por cierto, dicen que todo se parece a su dueño, en mi caso, mi pene no es corto, 14 a 15 cm, pero no es grueso, unos 6 cm, totalmente a 90 grados de mi cuerpo, ni para arriba, ni para abajo, si un poco hacia la izquierda, y, dicen que es raro, no se me ve una sola vena alrededor del mismo.

-A ver mi pirulito, chomp, glu, chomp, ummm que rico.

-Carito hace mucho que no hacemos un 69 ¿podemos?

-¿Quieres? Lo que tú quieras mi rey, ven ¿así está bien?, no tan fuerte, haghaghag, vieneee otra veeez, ay perdón, ¿no te apreté mucho? Amor si ya vas a acabar me avisas, no quiero que acabes en mi boca, ¿sí? Por favor

-Entonces deja metértelo, pero date prisa, ya no aguanto mucho

Se puso al borde de la cama, con la cara pegada al colchón y las nalgas totalmente levantadas, estaba totalmente expuesta.

-¿Así está bien mi cielo?

Tome unos momentos antes de penetrarla, me di un gustazo viéndola, hace mucho que no veía la puerta del paraíso, de verdad Caro poseía una vagina de labios muy delgados, el clítoris o cacharrito como ella lo nombraba sobresalía de forma muy agradable de la parte superior de sus labios, y, en la posición en que estaba, su anito parecía una estrellita, no tenía esa región más oscura, se veía un punto y luego todas las líneas rodeándolo, desde la primera vez que vi a Carito así pensé en esas cerraduras antiguas a las que había que meter doble llave, una redonda pequeña arriba y otra alargada debajo, de hecho estoy seguro que la puerta de la gloria tiene una así, no lo dude y me lance a meter mi lengua en su ano.

-Ay, ay, amor ¿Qué haces? Ahí no, nooo, por favor, me vuelves loquita, jijijiji, con tus manos ábrelo lo más que puedas, asiii, madre santaaa, asiiiiii, ahhh frrrsh, no, no, no, cielo no lo metas por ahí, hoy no, otro día tal vez, hoy quiero por donde debe ser; pero sigue un poco más ahí con tu lengua en mi potito, mmmm, ahora si métela por mi cuquita, si sis si asi si si asiii, hasta dentro, dámela todaaa, tu lechita, dámela, es muchaaa, que ricooo, asi, mmmm, aghagh.

Termine ella solo agrego:

-Gracias mi cielo, deja voy al baño a asearme.

Quede prácticamente muerto, intente recordar desde hace cuando no tenía una noche así, la verdad ya no recordaba hace cuanto, por mi mente pasaron mil ideas locas, ya anda con alguien, lo pensé solo un momento y llegue a la conclusión de que, si así era, me valía madre, mientras esto se repitiera más seguido.

El día siguiente, sábado, fue muy tranquilo, por la mañana salimos a desayunar con los niños, más tarde fuimos a comer a casa de los suegros y, a eso de las seis de la tarde le comente a mi mujer que deseaba irme a nuestra casa, los niños refunfuñaron, déjanos aquí papá, mañana es domingo, mañana vienen por nosotros; mis suegros aceptaron gustosos y Caro y yo regresamos a la casa, nos servimos unos mezcales acompañados de limón y sal de gusano, pusimos música tranquila y comenzamos a platicar, el tema surgió en un momento determinado.

-Oye amor ¿y que paso ayer? Estabas en el estado que más me agrada de ti, ¿sabes que no pude recordar hace cuánto tiempo no la pasábamos tan bien?

-Bueno Miguel que bueno que te agrado ¿abra que repetirlo más seguido no?, la verdad solo démosle otro enfoque, te explico, ayer fue una manera de pedirte disculpas, hace una semana, y de hecho toda la semana me porte contigo muy mal, te trate como si fueras un verdadero canalla, y siempre he sabido que no lo eres, y, además, una doble disculpa te trate mal y dude de ti, lo más penoso es que tuve que cerciorarme de que me decías la verdad, lo siento de veras.

-¿¡Qué qué!? ¿Qué hiciste? ¿Cómo de que te cercioraste?

-Si amor, el jueves Toña termino temprano lo que tenía que hacer, se me acerco y me preguntó sobre que más debería hacer, le dije que nada y le invite un refresco en la terraza, si la vi un poco extrañada, pero me acompaño, ya en la plática se la solté; Toña el viernes pasado, cuándo te fuiste, alcance a ver de lejos que te subías al carro de mi esposo ¿te dio un aventón a tu casa?

-Yo nunca me he subido al carro del patrón señora, y nunca me subiría, al menos que usted, si alguna vez se requiere, le diga que me dé raite o algo así.

-Me da pena insistir Toña, pero te vi subirte al carro, no tienes por qué negarlo, no estoy ciega.

-No se enoje señora, le juro por la virgencita de Guadalupe que no, si no me cree, tal vez deba renunciar.

-A ver, a ver, si renuncias más voy a pensar que algo no está bien y eso si me va a re encanijar.

-Señora me da pena, no me subí al carro del patrón, me subí al carro del ingeniero Ramiro, el algunas veces pasa por mí y me lleva a mi casa.

-A ver, hablemos claro ¿eres amante del ingeniero Ramiro?

-Si, desde hace mucho, sé que no está bien, él es casado y yo también, pero no lo puedo dejar, estoy enferma, sin él no sé qué haría, yo creo que me mataría sniif, sniif.

-Tranquila, vamos a servirnos un tequilita para que te calmes, a ver, salud, ¿otro? Bien, salud, ¿ya estas más tranquila?

-Si señora gracias, pero deme otro trago por favor, acompáñeme con uno más tan siquiera.

-¿De verdad sientes que no puedes vivir sin él? ¿tanto así? No es feo, pero no es para tanto.

-Ay señora coge bien rico, tiene un pitote, con muchas venotas y con una cabezota, y es muy tardadito el cabrón, de veras si un día ya no me quiere coger, yo creo que si me mato.

Me tomo por sorpresa su contestación, sé que los tequilas le aflojaron la lengua, pero se veía que necesitaba desahogarse con alguien, seguimos tomando, yo ya estaba tranquila, el hombre de mi vida, mi amorcito, no era un patán y no me había faltado al respeto, pero mi curiosidad ya estaba en su punto más alto.

-¿Desde cuándo andas con él? Qué tontería eso de matarte si te deja, ¿pues como comenzaron esa relación? ¿Qué paso?

-Tenemos seis años, no, no, siete; yo duré trabajando en su casa nueve años, uno más que estuve en la iglesia del santo nombre ayudando en todo y cobrando bien poco, pinche padre, bueno son diez años que lo conozco.

-Sí, pero ya tienen mucho, eso ya no es un juego.

-Todo comenzó como un jueguito, indirectas, palabras de doble sentido, bromas pasadas de tueste, paso lo que tenía que pasar.

-¿Cómo que tenía que pasar?

-Si, desde que entre a su casa me gusto un chingo, tiene mucha personalidad, habla bien bonito y es ingeniero, no fue luego luego, ocurrió a los dos años de trabajar con ellos, los viernes de cada tres semanas me tocaba limpiar su estudio, ahí hay una mesa de centro bajita y dos sillones, uno para tres gentes y el otro para dos, pegado a la pared esta un librerote, con puertas de madera abajo y de cristal grueso arriba, algunos días el ingeniero regresaba a su casa por la mañana a descansar.

-¿No estaba la esposa?

-No ella trabaja toda la mañana, es maestra de primaria y bien chambeadora.

-¿Y luego que paso?

-Uno de esos días que me tocaba limpiar el estudio, ahí estaba él, pero se había quedado dormido, no quise despertarlo y me subí en la escalera para limpiar la parte más alta, en eso estaba cuando en el reflejo del cristal vi cómo se movía tratando de ver por debajo de mi bata, quede con miedo pero me dije que no podía ser, el hombre siempre se portó con respeto para mí; ya había olvidado eso cuando me toco limpiar de nuevo el estudio, lo recordé antes de salir de mi casa, me puse una bata más corta pero no muy corta, poco debajo de la rodilla y pensé vamos a ver, ahí estaba el dormido nuevamente, me subí a la escalera, subí un poco más la bata para, según yo, poder trabajar mejor, y lo vi por el cristal, recostado mirándome las piernas, me baje para seguir limpiando y ahí él se retiraba para dejarme trabajar, yo no sé si a todas las mujeres les guste que las vean, a mi si, así que seguimos jugando, el mirando y yo haciéndome pendeja que no me daba cuenta.

-¿Y ese día sucedió?

-No señora esto que le platico paso como cinco veces, un día me llevé una bata más cortita, me puse unos calzones de esos que les dicen cacheteros, tenía más de la mitad de las nalgas de fuera, el llego entro a su recamara, salió con un short muy abierto de las piernas y fue a sentarse y a dormirse donde siempre, en el estudio; yo solo pensé ¿quieres ver? Pos hoy te llenas, yo limpie y limpie, él mire y mire, estoy segura que me vio todo el trasero, me baje y el no despertó, estaba limpiando la mesa estando de frente a él, entonces vi debajo de short, pegada a su pierna una cosa rara, como una ciruela de esas prietas o moradas, pero bien grande, él se movió un poco y ahí le vi esa vergota, la ciruela era la cabeza, ay señora hasta creí que me iba a desmayar, no podía dejar de ver ese animalote, estaba toda mojada, el calzón estaba empapado, fui al baño, me quite el calzón, me seque lo mejor que pude y regrese, pero ahora le di la vuela a la mesa, estaba de espaldas a él, me levante más la bata, ¿quieres ver? Pos órale cabrón, en eso estaba cuando sentí que ponía sus manos en mi cintura y solo escuche un plofff, grite, sáquela, sáquela, no sea hijo de la chingada, no dijo nada, comenzó a moverse, no sé cómo entro ese animalote tan fácil, si estaba bien cachorra, pero entro demasiado fácil, nunca quise averiguar si pude zafarme o no, pero ya era demasiado tarde, ahí comenzó a hablar el guey.

-¿Quieres que te la saque? Vienes sin calzones, me pones la pucha en la cara y te haces la remilgosa, eres una putota, te la voy a sacar culera.

-Nooo, no, por favor no, si soy una puta, soy lo que quieras pero no la saques, en dos o tres minutos me vine, le pedí que parara, no, siguió y siguió apretándome fuerte las chichis, ahí me vine como tres veces, luego me llevó al sillón, abrí completamente las piernas y le pedí que me chupara la panocha, pareció que no escuchó, se lo repetí, no dijo nada, me acerco la verga y la presiono contra mi boca, más de 30 minutos mamándosela, ya me dolía el hocico, me puso de costado dándole la espalda, se puso atrás de mí y luego de nalguearme y decirme puta, puta, me la dejo ir de un solo madrazo, nunca me habían cogido en esa posición, que rico se siente, me daba con todo, sentía sus huevos en mi culo, parecía loco, la sacaba, dejaba solo la cabezota dentro y luego la metía muy fuerte, estuvo bastante tiempo haciendo eso, yo ya había perdido la cuenta de cuantas veces me corrí, me hinco, recargue la cabeza en el respaldo del mueble, oí que escupió en su mano, me ensalivo el culo, metió un dedo, luego dos y luego la verga, ufff señora, nada más de acordarme siento temblar las patitas, me enculo a su antojo, la saco, fue al baño a limpiarse los restos de sangre y caca que le quedo en el pito, regreso, estaba yo sentada, la puso en mi boca un rato, luego me dijo, me toca descargar, poco más de dos horas dale y dale y no se deslechaba el cabrón, agarró las piernas, me jalo y la metió, a los diez minutos sentí que se le hincharon las venas, se tensó y el primer chisguete, luego otro, y otro y otro pero pausados uno 2 o 3 minutos cada uno, duro rato vaciándose, respiraba muy fuerte, hasta que acabo, la saco, se limpió la verga, se sentó y me dijo

-Ten tomate una pastilla para que puedas recuperarte, tenemos que hablar, te voy a decir mis reglas, vamos a coger cuando a mí se me antoje, no mamo ni culos ni panochas, se hace lo que yo dijo y no se aceptan peros, siempre se me dice señor o ingeniero ¿estás de acuerdo?

-Sí, sí señor, si lo que usted diga; ese día llegue un poco más tarde a mi casa, tuve que recuperar el tiempo de trabajo, cuando llegue a mi casa aún sentía las piernas de hilacha y, ahí estaba mi marido cascándose la verga, bien pedo y con ganas de coger, no viejo estas bien borracho, le valió madre, me quito el calzón, me paso la lengua por toda la rajada, solo decía, que bien sabe cabrona, está bien rica, yo pensando, si puto es leche de otro cabrón, me sentó en su verga, esto está muy abierto ¿quién te cogió hija de la chingada? Nadie viejo ¿Cómo crees? Sabes que fui al doctor y yo creo que esta así por la revisada que me dio, me la saco y ahí mismo me la metió en el culo, ¿el doctor también te abrió el culo culera? No, desde que tomas tanto, ya no se te para igual, yo creo que por eso me sientes más abierta, pero te juro que solo a ti te doy las nalgas, y que me hace falta más seguido, ¿ya vas a empezar? Deja te mamo la pucha, de veras sabe rica.

-Ya, ya, Toña, no te entiendo, pero ese es tu problema, solo por favor no lo vayas a meter a mi casa, de la puerta para allá es tu vida y yo la respeto, así estuvo viejo como ves.

-Ahora entiendo, te dejo en papel celofán, no está mal, calentó el agua para que yo me bañará, me agrada.

-¿Cómo eres? Que me dejo en celofán, la verdad es que, si me calentó mucho, todo el día estuve a punto de llamarte al trabajo para que te dieras una escapadita, me aguante y valió la pena.

-Pues si es la terapia, dile que te siga contando, quisiera tener eso más seguido.

-Ja, ja, ja ¿Cómo eres? ¿Te imaginas? ¿Oye Toña y como más te ha cogido? Bonita la cosa, no, no y no, de ese tipo de charlas ya no quiero tener

Esa tarde – noche nos amamos intensamente, logre que mi mujer me dijera Ramiro en un momento de mucha excitación, que hermoso es coincidir sexualmente con la mujer que uno ama e idolatra.

Este relato consta de cinco partes, está es la primera.

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