Normalmente, cuando escribo este tipo de relatos, mojo las braguitas. Con este, han quedado empapadas. Me da pena lavarlas.
Es un relato muy básico. Un tópico, pero una de las escenas que más me ponen. Sólo dos protagonistas, nada de orgías. Tú, como hombre y yo, como mujer.
La escena trata de lo siguiente: Yo me voy a sentar en un sofá cómodo a ver una película porno. Tú de rodillas, con tu cabeza entre mis piernas me lamerás mi precioso coño durante la película. Es un poco injusto. Lo sé. A cambio te iré narrando todo lo que veo y podrás masturbarte.
Así, de este modo, me recompensarás por tantas y tantas mamadas que te he hecho sin recibir nada a cambio. Bueno, dos o tres chorros de semen en la boca. Que no está mal, que mataría por ellos, pero que no me llevan al orgasmo.
Empecemos. Enciende la tele, elige la película entre las cientos que tienes grabadas, y mete tu cabeza entre mis piernas. Te recomiendo que tengas cerca una botella de agua porque la vas a necesitar.
Empieza la función.
Eliges una película no muy dura. Y la escena, un tópico, una orgía. Me imagino que va ser una orgía porque hay un par de docenas de personas en una piscina. Todos están en bañador. Las chicas buenísimas. Unas tetas enormes y siliconadas que se les salen del sujetador. Todas con un bikini tipo tanga y con los labios pintados. Hablan con la boca semi abierta, como pidiendo que se la abran del todo.
Los chicos; musculados, marcando paquete, claro, y con una pose de machos. De las más de 20 personas que habrá, sólo 5 o 6 son chicos. Se trata de una película para satisfacer a las pollas. Y eso no me gusta. Disfruto dando placer. Adoro que me follen la boca, el coño y el culo, sentirme penetrada por cuantos más agujeros mejor. ¡Ojalá tuviera otro coño en el ombligo u otro clítoris en la nuca! Pero por desgracia sólo tengo tres agujeros por donde me entra una polla dura.
El tema es que los machirulos, o como les llamen, no me gustan. Y las pelis porno orientadas al placer de una verga, sólo por ser una verga, me aburren.
Pero no te voy a decir que la cambies. Miraré a la pantalla de la televisión y sólo veré carne moverse, pero en mi mente me montaré otra película. Donde habrá pollas, cientos de pollas duras y apetitosas, pero las disfrutaré a mi gusto.
En mi película tengo pensado correrme unas cuantas veces y se acabará cuando mi coño eche humo o cuando el clítoris me escueza y tire la toalla para pedir un descanso.
-Tú empieza a chupar. Voy a cerrar los ojos. -te digo.
Y fantaseo, en alto, para que lo oigas y sepas a la velocidad a la que tienes que mover la lengua. De fondo, comienzo a oír los gemidos de los grupos follando. Yo me aprieto los pezones, e imagino eso, lo que decía antes, que tengo un coño en el ombligo, un clítoris en la nuca, y no me quedo ahí, sino emergen dos buenas tetas de los muslos y un par de agujeros del culo debajo de las axilas.
Y quiero llenarlos todos. Algunos con una polla y otros con dos o tres, las que quepan. Y lenguas, de chicos de chicas, y otras muchas lenguas sueltas, sin boca que las sujete, sin cabeza que las dirija. Quiero que chupen todos los clítoris de mi cuerpo, que se metan en mis coños, invadan los agujeritos de mis culos. Y luego que se echan a un lado, que dejan sitio para un ejércitos de pollas erectas que me penetren.
Cada polla a su ritmo, que el cuerpo me tambalee sin armonía, hasta que en un momento dado se corran a la vez. Me inunden de litros y litros de semen, que me bañe en ese delicioso líquido que sueltan por la punta. Caliente, viscoso, una delicia. Y me corro, una y otra vez, me corro, tenso el cuerpo, arqueo la espalda y cierro los ojos tan fuerte que veo las estrellas. El orgasmo me hace volar por el Universo. Libre. Llena. Puta.
Entonces me despierto de esta especie de sueño. No me he dado cuenta de que tú ya no me estás chupando. Me observas ojiplático. No sé cuando has parado de lamerme y he sustituido tu lengua por mis dedos. Ha debido ser un orgasmo tremendo porque está todo el sofá mojado. En la pantalla de la televisión están haciendo un doble anal. ¡qué simples! En el suelo, justo debajo de tu polla, hay semen. Te has debido hacer una buena paja.
-Dámelo -te digo- no lo dejes ahí.
Lo coges con la mano, rebañas bien el suelo y me lo metes en el coño, en uno de mis coños, los otros vuelan por el Universo.