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Cornudo-consentidor. Amigos

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Aunque vivo en Madrid, toda mi familia procede de un pequeño pueblo de la provincia de Zamora. De hecho, buena parte de ella sigue vivienda allí, esto hizo que durante mi niñez y hasta los primeros años de mi juventud pasara los veranos en aquel pueblo. Algunos de los mejores momentos que recuerdo de mi vida están ligados a esa época.

Allí tenía un grupo de amigos con los que disfrutaba de juegos (primero) y juergas (después). Pero de entre todos ellos hay dos personas que siempre fueron especiales. Uno es Jorge, uno de esos amigos que acaban siendo casi hermano. Con él he compartido momentos inolvidables y secretos inconfesables. Un tipo de perfil bajo poco amante del protagonismo pero que en las distancias cortas puede mostrarse genial. La otra es Nuria, una prima hermana con la que me llevo un par de meses de edad.

Los primeros recuerdos con ella son en una bañera mientras nuestras madres nos bañaban apenas siendo niños de preescolar. La relación también es casi fraternal. Los tres formábamos un grupo indisoluble dentro de la pandilla. Ella nos acompañaba a cualquier aventura que se nos ocurriera. De las más salvajes irnos a bañar a la Laguna del Tuerto. Una de esas piscinas naturales en las que combatir el insoportable calor de los pueblos de interior.

Con 11 o 12 años, nos íbamos los tres a una zona más alejada, cubierta de vegetación y nos metíamos en el agua completamente desnudos. Aún nuestras hormonas nos permitían entender esto como un juego inocente. Nuria nunca tuvo mayor problema por mostrarse desnuda ante dos chicos como nosotros. Incluso en plena adolescencia lo hacía sin ningún pudor. Según ella tenía la suficiente confianza con nosotros para hacer eso.

Luego llegaron las fiestas de nuestro pueblo y la de los alrededores. Verbenas a la que asistíamos toda la pandilla siendo veinteañeros. Los primeros rollos y besos con parejas de otras poblaciones. Risas, bailes, borracheras. Algún porro. Nada ni nadie nos separaría jamás.

Al final sucedió lo inevitable. Jorge y Nuria acabaron siendo pareja. Era normal que aquella relación acabase en noviazgo. Por mi parte, primero vivía casi todo el año en Madrid y segundo, Nuria era mi prima. Si bien es cierto que entre nosotros podía existir una atracción física-sexual, el hecho del parentesco era demasiado complicado para acabar formando una pareja normal. El noviazgo de mi prima y mi amigo se prolongó durante tres años antes de desembocar en matrimonio. Fui el padrino que llevó a Nuria a la iglesia del pueblo para que contrajera matrimonio con mi mejor amigo.

Mi prima había aprobado unas oposiciones de correos y fue destinada a Barcelona. Jorge, claro está, la siguió hasta allí. Al poco tiempo encontró trabajo como camarero en una céntrica cafetería. Los siguientes años fueron de asentamiento y consolidación de la relación. Adaptación a una ciudad mucho mayor que el pueblo al que pertenecían y cuadrar unos horarios que no siempre eran favorables. En cualquier caso, la relación iba muy bien. Por supuesto, yo les visitaba con frecuencia y era recibido en su casa como un hermano de ambos. Cada vez que salíamos lo pasábamos en grande. Unas veces acompañados de sus nuevos amigos y en otras ocasiones los tres solos.

Para celebrar su quinto aniversario de boda vinieron a Madrid a hacerme una visita. Aquella noche por Madrid fue una de esas inolvidables. Reímos como nunca. Volvimos a sentirnos aquellos jóvenes que disfrutaban sin preocupación en el pequeño pueblo de Zamora. Eran las 7 de la mañana cuando volvimos a mi apartamento, un ático en una 12ª planta. La verdad es que la vida me sonreía.

Pese a la hora, decidimos tomarnos una última copa. Mientras yo preparaba las bebidas, Nuria manipulaba un reproductor musical. Con los primeros acordes de Careless Whisper de George Michael repartí los vasos y me senté frente a la pareja. La claridad del día comenzaba a asomar por el horizonte cuando Jorge me soltó la bomba:

-Tenemos una fantasía sexual que quisiéramos cumplir. Nos gustaría introducir a una tercera persona en la relación.

Me quedé inmóvil sin entender muy bien que me estaba diciendo mi amigo. Fue entonces cuando mi prima Nuria me lo aclaró:

-Jorge desea ser cornudo consentidor y hemos pensado que tú eres la persona idónea para romper el hielo.

La proposición estalló en mi cabeza haciéndome perder la lucidez. No podía creer que mi mejor amigo me ofreciera follarme a su mujer, que además era mi prima. La música de George Michael no ayudaba a pensar con claridad, mucho menos el alcohol de la noche de juerga.

Casi sin darme cuenta mi prima se acercó y me rodeó el cuello con sus brazos. Nos pusimos de pie y comenzamos a bailar al ritmo de la música. Jorge no dejaba de mirarnos mientras nuestros cuerpos se rozaban de manera lasciva. Su mujer me miraba fijamente a los ojos y nuestros labios se buscaron irremisiblemente…

**********

Desde niña tengo una relación muy especial con mi primo. Pese a irse a vivir a Madrid muy pronto todos los años pasaba el verano en el pequeño pueblo de Zamora donde vivíamos parte de su familia. Así, junto a nuestro amigo Jorge, formábamos un grupo indivisible. Tenemos multitud de historias y anécdotas.

Fue en esa época en que, poco a poco, me empecé a enamorar de mi propio primo. Claro que era un amor imposible. Siendo familia directa mantener una relación no era la mejor idea. Así el tiempo pasó y acabé casándome con nuestro mejor amigo, Jorge. La vida comenzó a girar muy rápido. Tras la boda, aprobé unas oposiciones que nos llevaron a vivir a Barcelona. Nuestra relación con mi primo seguía igual. Él, asentado profesionalmente en la capital, nos visitaba con frecuencia y revivíamos nuestros años de juergas por los pueblos de la comarca zamorana donde vivimos. Muchas risas, mucho baile, mucho alcohol...

Pero fue Jorge quién agitó nuestra relación. Una noche, después de una sesión de sexo, me confesó su fantasía sexual más "salvaje":

-Nuria, hace mucho que fantaseo con verte con otro hombre y me hagas cornudo...

Aquello me descolocó de una manera tremenda. En mi cabeza no cabía que mi hombre me viera disfrutar de otra polla que no fuera la suya. Mantuvimos largas conversaciones sobre el asunto hasta que acepté la posibilidad de hacerle cornudo. El siguiente paso era buscar a ese hombre. No cabía otra posibilidad mejor que mi propio primo. Era una persona íntima amigo de mi marido y de mi absoluta confianza... Eso removió todos mis sentimientos hacia él.

Para celebrar nuestro quinto aniversario de boda visitamos a mi primo en Madrid. Después de toda una noche de juerga acabamos proponiéndole nuestra fantasía....

Al ritmo de Careless Whisper de George Michael, mi primo y yo nos besamos en mitad del salón de su piso. Nos acariciamos y nos desnudamos ante la atenta mirada de Jorge, mi marido, su mejor amigo. Minutos después me encontraba tumbada boca arriba sobre la cama de mi primo. Dispuesta a recibirle, abrí mis piernas mientras me mordía el labio inferior. Mi marido no perdía detalle sentado en una esquina de la habitación mientras se acariciaba la polla.

El recuerdo de la primera vez que me penetró mi primo la tengo grabada a fuego en mi memoria. Yo rodeé su cuerpo con mis piernas y le clavé las uñas en la espalda sintiendo como su polla se me clavaba con fuerza muy al fondo de mi vagina. El grito de Jorge cuando se corrió con la imagen de su mejor amigo follándose a su mujer fue el preludio de mi propio orgasmo. Mi primo fue el último en llegar. El condón evitó que me rellenase con su leche caliente.

Aquella primera experiencia fue fantástica para mí, satisfactoria para mi primo y muy morbosa para mi marido. Pasados unos meses volvimos a vernos, este vez en Barcelona. Jorge volvió a disfrutar de su fantasía. Su cornamenta crecía cada vez más. Esta vez quiso intervenir y nos montamos un trío. Fui follada por los dos hombres de mi vida. Jorge, mi marido, con quien había decidido compartir mi vida. Y mi primo, por el que llevaba tiempo enamorada.

A lo largo de los siguientes meses mantuvimos estos encuentros sexuales. Yo me sentía completamente satisfecha con esta vida sexual y mi marido encantado de lucir unos buenos cuernos. Así que comencé a tomar las riendas.

Mi primo se mostraba como un macho complaciente y dominador de su hembra. Me hacía sentir muy mujer. Pacté con mi marido que mi culo sería de uso exclusivo de un macho de verdad y él, en su condición de cornudo, no encajaba en ese perfil. Así que fue mi primo quien me desvirgó el culo. Por supuesto, para satisfacción morbosa de mi marido que en esa ocasión se corrió varias veces viendo cómo su mejor amigo me sodomizada hasta hacerme gritar.

Casi sin darnos cuenta estábamos metidos en una relación a tres bandas. La fantasía de mi marido de convertirse en un cornudo consentidor estaba afianzándose con el paso de los meses. Pero todo tiene unas consecuencias y nadie las vio venir. Y es que mis sentimientos hacia mi primo iban en aumento con cada "cornada" que le daba a mi marido. Estuve meditando durante varios meses antes de dar un paso casi temerario. Llamé a mi primo para vernos los dos solos. Él se preocupó cuando le dije que Jorge no podía enterarse de nuestro encuentro. Yo había ascendido en mi trabajo y ahora pertenecía al departamento de RRHH (no desaproveché la oportunidad de promocionar en mi trabajo), de manera que me las apañé para conseguir un par de días que camuflé ante Jorge como un viaje de mi departamento. Me vi con mi primo en Madrid, su ciudad.

El encuentro fue mucho más tenso de lo que había imaginado. Más aún cuando le confesé mis sentimientos hacia él. Todo aquello había empezado a irse de las manos. Mi primo mostró su negativa inicial. Yo era su prima y mi marido su mejor amigo. Trataba de hacerme entrar en razón pero lo que yo sentía era superior a cualquier razonamiento. Después de una larga conversación nos fuimos a dormir cada uno en un dormitorio. A media noche sentí como mi primo se colaba sigilosamente en mi cama. Sus manos acariciándome hicieron que me estremeciera. Mi coño se inundó de flujos y mis pezones se retorcieron sobre sí mismos endureciéndose. Me giré y nos besamos. Me coloqué a horcajadas sobre mi primo y le cabalgué. Sentía su polla muy profunda. Sus manos me acariciaron las tetas y antes de que pudiera darme cuenta estaba teniendo un orgasmo increíblemente intenso.

Desde ese día le pedí a Jorge que no volviésemos a poner en práctica su fantasía... había empezado una relación de infidelidad con mi amante-primo, su amigo-corneador. No. No tiene demasiada lógica, lo sé. No tiene explicación que dejara de follarme a mi amante delante de mi marido para hacerlo a su espalda. Pero la situación había pasado de una fantasía de mi marido a una relación extramatrimonial mía

*******

La evolución de la relación entre Jorge, Nuria y yo fue un poco inesperada. Habían pasado casi 18 meses desde que en mi piso de Madrid la pareja me declarase su fantasía cornuda y me propusieran como su corneador. Si bien es cierto que al principio la situación me chocó he de decir que con el paso del tiempo lo disfruté muchísimo. Nuria, mi prima, siempre había sido musa de mucha de mis pajas. Y ahora yo también cumplía una fantasía nunca confesada, que era follar con ella. Además mi prima se mostraba como un animal sexual en la cama. Vivía los orgasmos con una intensidad desconocida, sus gemidos, sus gritos, sus susurros eran de lo más morboso. Por no hablar de ver a como su marido se masturbaba viéndonos follar delante de él. Todo era una bendita locura.

Todo comenzó a complicarse cuando Nuria me confesó que me quería. Aquello fue una situación difícil de asimilar. Y es que si Nuria era prima, Jorge era como de mi familia también. El día que se presentó en Madrid para comentarme cual era la nueva situación todo me dio vértigo pero... Tampoco podía negar que yo sentía algo hacia ella, que si bien no era amor de pareja, me hacía perder la razón. Tanto que por más que la convencí de que teníamos que dormir separados no pude evitar meterme en su cama a media noche. Lo hicimos como si fuéramos un matrimonio. Con más amor que morbo, aunque con la pasión que la caracterizaba. Sin darnos cuenta comenzamos una relación a espaldas de Jorge. Ella le pidió a su marido que no volverían a llevar a cabo su fantasía. Durante los siguientes meses estuvimos viéndonos, tanto en Madrid como en Barcelona. Nuestro sexo era impresionante. Mucho más intenso que cuando Jorge lo sabía.

La adrenalina de lo prohibido recorría nuestro torrente sanguíneo provocándonos una excitación morbosa desmesurada. Tanto que comenzamos a follar sin precaución. Dejé usar condones y mis orgasmos terminaban con grandes corridas ya fuera sobre su cuerpo o dentro de ella (boca, culo o coño).

Pero cuando todo parecía ir sobre ruedas, incomprensiblemente y sin una explicación convincente, Nuria decidió que nuestra relación debía acabarse. Que le estábamos haciendo daño a Jorge y no se lo merecía...

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Dice Sabina que "...el agua apaga al fuego y al ardor los años..." y después de más de 20 años de relación (noviazgo/matrimonio) y conocernos durante toda la vida, la vida sexual con mi pareja es demasiado aburrida. Hace años mantuvimos una morbosa y excitante relación de cornudo-consentidor.

Desde siempre he tenido la fantasía de ver a mi mujer siendo follada por otro hombre. Todo comenzó en mi adolescencia cuando nos bañábamos desnudos, en la Laguna del Tuerto, mi amiga Nuria (hoy mi mujer) y su primo (mi mejor amigo). De noche, en la oscuridad de mi habitación, mi mente volaba imaginando que Nuria era mi novia y en aquella Laguna era follada por su primo delante de mí. Esa idea se repetía cada vez que mi testosterona aumentaba su nivel en sangre y acababa masturbándome.

Con el paso del tiempo, Nuria y yo nos convertimos en matrimonio. Cambiamos un pequeño pueblo de Zamora por Barcelona donde comenzamos una vida juntos. Pese a que el sexo entre nosotros era fantástico mi fantasía cornuda era algo que siempre estaba en mi mente. Una noche, por fin, me lancé a confesarla a Nuria sin tener muy claro como reaccionaría. Quedó impactada cuando me oyó decirle que me excitaba imaginar como era follada por su primo ante mis ojos. Entiendo que su primera reacción fuera resistirse y es que no es algo demasiado lógico saber que tu marido se excite viendo a su mujer con su mejor amigo. Su primo y yo éramos como hermanos. Cada verano, cuando venía de Madrid al pueblo, éramos inseparables. Pasamos muchas aventuras y juergas juntos y en compañía de Nuria.

La cuestión es que después de hablarlo mucho con mi mujer decidimos que su primo, mi amigo, era la mejor opción para que me hiciera cornudo. Por más que ella no lo comprendiese, solo imaginármela siendo atravesada por la polla de su primo casi me provocaba un orgasmo. Acordamos que le visitaríamos en Madrid para celebrar nuestro quinto aniversario de casados.

Aquella noche fue tremenda. Volvimos a recordar nuestros tiempos de juventud entre risas y alcohol. Acabamos en su piso a las 7 de la mañana. Recuerdo como si fuera ahora mismo a mi mujer besando a su primo mientras se desnudaban delante de mí. En un reproductor musical George Michael entonaba Careless Whisper poniendo un toque de tremenda sensualidad.

No puedo explicar esa sensación de vértigo al ver a mi mujer en brazos de otro hombre. Cuando vi sus cuerpos desnudos rozándose uno sobre el otro y la polla erecta de mi mejor amigo profanando el coño de mi mujer, un pellizco en el estómago hizo que me estremeciera. En mi cabeza una extraña sensación entre celos, rabia y excitación morbosa que hacía que mi polla se endureciera como nunca. Estuve tentado a pararles pero la desconocida excitación que me embargaba me lo impedía. Me sudaban las manos y una especie de calor interno me empezó a invadir. Me removía en el sillón oyendo a Nuria gemir cada vez que su primo le incrustaba la polla hasta el fondo de su vagina. Me la agarré y me corrí con apenas un par de movimientos. Ellos seguían echando el polvo mientras mi lechada saltó sobre mi camisa manchándola.

Pensé que me arrepentiría de lo que estaba sucediendo cuando alcanzara el orgasmo pero no. Cuando volví de ese estado de semi inconsciencia que provoca una buena corrida mi polla volvió a reaccionar. La imagen de mi mujer rodeando el cuerpo de su primo entre gemidos de placer y los bufidos de él por el esfuerzo sobre ella era cumplir mi fantasía sexual. Nuria le clavó las uñas en la espalda a mi amigo cuando este eyaculó. En ese momento hubiese deseado que no llevase condón para que la hubiese rellenado con su leche caliente.

La primera vez que ves a tu mujer siendo follada por otro tío es una sensación espectacular. Colmó con creces mis expectativas de cornudo. Meses después volvimos a repetir, ahora en nuestra ciudad, Barcelona. En esa segunda ocasión la situación fue algo diferente. Igual de morbosa pero sin la emoción incontrolable de la primera vez. Esta vez me animé a participar por lo que técnicamente acabamos haciendo un trío, que es diferente a mantenerse exclusivamente como cornudo-consentidor.

A lo largo de los meses estas experiencias sexuales se repitieron. Fuimos introduciendo algunos aspectos. Por ejemplo, Nuria comenzó a tomar píldoras para no quedar embarazada lo que permitió a su primo no usar condón. Esto me provocaba unas erecciones tremendas, de manera que en alguna ocasión se la metí a mi mujer justo después de que mi amigo se corriera dentro de ella. Mi condición de cornudo me llevaba a alcanzar un impresionante éxtasis sexual.

Nuria se dio cuenta de que podía hacer conmigo lo que quisiera. Y es que el sentirme "humillado" por ellos era tan morboso como excitante. Así fue como Nuria me confesó que quería perder su virginidad anal pero para eso necesitaba a un auténtico macho y ese no era yo. Me dijo que su culo sería de uso exclusivo de su primo, mi mejor amigo. Yo acepté encantado en mi condición de cornudo y no veía la hora de que llegar el momento de su enculada de iniciación.

Fue en Madrid, llevábamos casi un año de relación los tres cuando aceptamos su invitación para pasar San Isidro. Aún recuerdo el grito de Nuria cuando la polla de su primo atravesó el anillo de su esfínter por primera vez. Ella estaba boca arriba, agarrándose las piernas por detrás de las rodillas y apoyadas sobre su pecho, cuando la polla de mi amigo se fue introduciendo de manera irremisible hasta el tope de sus cojones.

Pasaron unos segundos en que el culo de Nuria se adaptó al grosor del invasor antes de que mi amigo comenzara a bombear lentamente. Con cada estocada mi mujer daba un grito que terminaba con un gemido. Poco a poco fue aumentando el ritmo hasta conseguir una follada espectacular. Nuria gritaba como una gata mientras insultaba de manera lasciva a su primo. Aquella fue la primera vez que le daban por culo y no era yo. Para entonces no pude aguantar más y me corrí como un animal viendo como le petaban el culo a mi mujer.

En aquella ocasión no pude intervenir. Nuria me tenía vetado su ojete. Fue su primo quien le dio por culo cuatro veces más. Además de boca arriba, la colocó a 4 patas, de pie contra la pared y hasta ella se la metió sola. Cuando se cansó de darle por culo se lo miré. No puedo olvidar el ano de mi mujer, totalmente enrojecido y dilatado por el castigo al que la había sometido. Ese día me sentí muy cornudo. Un cornudo consentidor y complaciente con su mujer y su macho.

La relación se mantuvo durante más de año y medio pero, un buen día, sin dar demasiadas explicaciones, Nuria decidió que no quería seguir haciéndome cornudo. Que se había cansado de jugar. Que quizá su primo necesitaba un poco de tranquilidad para encontrar a alguien y no estar pendiente de esta relación a tres bandas. Tampoco ayudaban sus viajes por las distintas delegaciones ahora que la habían ascendido. Por más que le explicaba que lo podíamos hablar los tres ella se cerró en banda y desde entonces no volví a ver como mi mejor amigo se follaba a mi mujer.

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Supongo que todo en la vida tiene un principio y un final. Nada es eterno. Hay muchos motivos que pueden hacer que algo de comienzo y también que se de por finalizado. Durante casi dos años, mi primo, mi marido y yo estuvimos inmersos en una relación sexual a tres bandas en la que mi marido disfrutaba de ver como crecían sus cuernos consentidos.

Todo parecía ir viento en popa hasta que mis sentimientos hacia mi primo fueron superiores al morbo. Entonces no vi otra salida que confesarle mis sentimientos. Este fue el primer motivo por el que se terminó la relación cornuda-consentida pero dio comienzo la extramatrimonial con mi primo. Pero transcurridos varios meses de comenzar a engañar a Jorge, mi marido, me replanteé la situación.

En uno de esos viajes de mi departamento de RRHH, tomé el puente aéreo hasta Madrid para verme con mi primo. Él me esperaba en la puerta del aeropuerto para pasar la noche juntos en este viaje fugaz. Esa noche tuvimos el mejor sexo en mucho tiempo. Los dos desnudos sobre la cama de su dormitorio. Me hizo el amor como nunca antes me lo había hecho. Sentí como su polla se derramó abundantemente en lo más profundo de mi vagina. Fue una sensación fantástica.

Al día siguiente, nos despedimos en el parking del aeropuerto de Barajas camino de El Prat. Cuando aterricé, Jorge me esperaba en un estado de excitación que hacía mucho que no le veía. Él no sospechaba que yo me estaba viendo con su mejor amigo.

Me llevó a almorzar a un restaurante de moda. Después paseamos por la playa. Nos tomamos unos gin tónics en una terraza y volvimos a nuestro piso. La tarde acabó con una increíble sesión de sexo. Jorge me folló como nunca lo había hecho nunca. Lejos de ser aquel cornudo consentidor gozando de la humillación se comportó con un aire dominante que me excitó como nunca.

Me folló a cuatro patas, agarrándome del pelo y azotándome las nalgas dejándome los dedos marcados. Esa tarde fue la primera vez que me dio por culo. Sin pedir permiso me la metió de un golpe de cadera que me hizo aullar. Como un toro percutió contra mi ano hasta rellenarme los intestinos de semen. Una hora después volvía a follarme y esta vez se corrió dentro de mi coño, como lo había hecho la noche anterior su mejor amigo.

La idea de un Jorge dominante era algo que me excitaba mucho. Y es que, a pesar de disfrutar mucho su fantasía cornuda, también hizo que le perdiera algo de respeto. A lo largo del mes, por una u otra razón, no tuvimos ocasión de follar. Una semana después llamé a mi primo para decirle que lo nuestro se había terminado. Dos meses después supe que estaba embarazada. Ya nada sería igual. No puedo saber quien es el padre de mi hijo. Si mi marido o su mejor amigo, mi primo.

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