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Crucero de placer con mi hermana y mi madre (final)
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Tiempo de lectura: 6 minutos

«Ningún acontecimiento erótico existe aislado para ser experimentado sólo una vez y luego olvidado. Lo erótico existe sólo en la memoria: recordado, reimaginado, revivido una y otra vez en un presente incesante.» Joyce Carol Oates.

Después del hermoso paseo a la luz de la luna y una noche tan romántica y sexual, venir caminando y encontrarnos con nuestra madre en el crucero, fue muy fuerte. ¿Se nos había acabado lo que habíamos comenzado? Lo bueno es que aun compartíamos cama con Carla.

– Hola hijos, que alegría encontrarlos por aquí y que coincidencia más hermosa.

– Hola mama, si la verdad estoy muy sorprendido, encontrarnos justo aquí.

– Hola ma, viste que hermoso regalo me hizo José, necesitaba este descanso.

Había algo raro que no me terminaba de convencer, ¿a Caro, no la había visto en el acto del mago?, bueno tal vez aún no había llegado al comedor o ceno en el camarote.

– Si, tu hermano es una persona de gran corazón, y me gusta verlos juntos compartiendo todo.

– El motivo de viaje tiene varias causas, te las vamos contando en el transcurso del mismo, pero sobre todo compartir con Carla la mayor cantidad de cosas.

– Si mama, así es, ni te imaginas lo que estamos disfrutando.

Poniendo énfasis en la última frase, se le escapo una risita cómplice.

– Bueno mis amores, que les parece si las invito un trago en el bar del lobby.

Casi a dúo contestaron, que bueno, se acepta.

Nos trajeron los tragos mientras hablábamos los motivos que nos habían llevado a realizar el viaje, con Caro, sabíamos muy bien lo que nos impulsó a salir para despejarnos, pero, las respuestas de nuestra madre eran medio rebuscadas.

Debo rescatar que mi madre estaba vestida como los dioses, portando una figura hermosísima, su físico es imponente gracias al Cross fit o como se llame la disciplina que hace, con un metro sesenta y cinco de altura, vientre plano, ese culo y sus piernas firmes, le hacen aparentar menos edad, y para no ser menos que su hijita… pechos operados también.

Su voz me saco de mi pensamiento.

– José, te hice una pregunta, que pensara esa cabecita…

(Pensando) si supieras que pienso, te enojarías mucho, sumado a que me cagaste el viaje, pensando en todo lo que hicimos hace un rato con Carla.

– Nada mama, tranquila, estaba planeando las actividades al llegar a Brasil.

– Hijito, nos vamos a divertir, vas a ver, es una promesa.

Carla me dijo si no me molestaba que esta noche durmiera con mama, sobre llovido mojado, me cayó como un balde de agua fría.

– No Carla, no hay problema, yo mañana las paso a buscar para desayunar.

Nos fuimos a descansar. Al otro día paso por el camarote de mi mama y vi algo que me sorprendió, como la puerta estaba entreabierta pase y quede perplejo, las dos aun dormían, estaban totalmente desnudas y en una silla, consoladores y vibradores, líquidos y geles lubricantes.

Carla abre los ojos y me ve, haciéndome señas con su dedo índice que haga silencio y una seña para que me retire, me fui sin hacer ruido.

Una vez fuera, mi cerebro trataba de procesar lo que habían visto mis ojos.

Quedaba evidente que Carla le había contado de lo nuestro, porque mientras desayunábamos, nuestra madre no me dirigió la mirada en ningún momento.

Pasamos la tarde tranquilos, pileta, sol y brisa marina. Nos retiramos a nuestros aposentos, quedando encontrarnos en el de mi madre a las veinte horas.

Mientras nos bañamos y cambiamos hablamos de lo sucedido.

– Mira José, no voy a andar con vueltas ni rodeos, lo que viste hoy hace rato que lo venimos haciendo con mami.

– Hermanita, luego de lo pasado ayer con nosotros no soy quien para hacer ningún juicio de valor.

– ¿Estás de acuerdo?

– A ver, la cogida que nos pegamos, ¿te gusto, la pasaste bien?

– Más vale, hermoso fue, la había soñado hace mucho.

– ¿Y lo hecho con mama?

– También, como dije hace rato de vez en cuando tenemos encuentros sexuales.

– Entonces a disfrutar lo que resta del viaje princesa, ahora que esta la reina…

La pasamos a buscar por su cuarto, aun se estaba bañando, entramos. Le dijo a Carla que le alcance la toalla, me desnude y le dije que hiciera lo mismo, entre al baño y aun tenia jabón o shampoo en los ojos.

Mis manos fueron directo a su espalda desparramando el jabón que había en ella, lo que hizo más suave el recorrido a su sabroso culo, su piel se erizo, la gire hacia mí para pasar mi lengua por sus duros pezones. Con mis manos trate de descifrar el camino más erotizante para llegar a su concha ardiente.

– Hace rato esperaba tus manos recorriendo mi figura, que tu lengua juegue con mis pezones y los chupes como mamabas en etapa de bebe.

– ¿Cómo sabias que era yo?

– Una madre reconoce el olor de su hijo.

Nos secamos mutuamente, ella aprovechaba a jugar con mi verga que estaba dura.

Carla pasó al baño para unirse a la fiesta, el lugar no daba espacio para los tres, besándonos y tocándonos salimos para dejarnos caer en la cama.

Tantas veces imagine metiendo la verga y acabando litros de esperma dentro de mi madre, ahora que lo estaba haciendo realidad era un placer desconocido por mí.

Carla se dio cuenta de la excitación de mi madre cuando vio su vagina chorreante de flujo, la beso por todos lados, al tiempo que le introdujo en el culo un dilatador anal, mi madre separo las piernas y le ubique un almohadón para que la vagina quedara elevada, mi hermana aprovecho para zambullirse a lengüetazos, nunca había visto chupar una concha así. Ella si sabía qué hacer, chupaba delicadamente los labios de esa chorreante vagina como buscando el premio escondido.

Al llegar al clítoris, lo chupo suavemente, le dio unos pequeños mordiscos, esto hizo que mama arqueara el cuerpo y explotara en un tremendo orgasmo, Caro me agarro de los pelos metiendo mi cabeza entre las piernas para que sea yo quien probara esos jugos calientes de esa vagina palpitante, mi boca se atraganto de jugos agridulces que supe, no desperdiciar.

– Te veo ahí y recuerdo el proceso inverso, Josecito saliendo de ahí, te juro que nunca se me había ocurrido que ibas a regresar, pero entrando de otra manera.

Se ubicó arriba de mi hermana en perrito, quien le chupaba las firmes tetas con fruición, estirando con sus labios esos pezones duros. No pude aguantar más las ganas de cogerme a mi mama, le saque el dilatador anal, para, de un solo envión con mi verga deseosa de sexo y dura, llegar al fondo de la cavidad vaginal. Escuche entre gritos, gemidos, palabras que no entendía, solo sé que eran de placer.

No dude en bombearla sin ningún tipo de piedad en un frenesí de meter y sacar. En un momento se salió de la vagina y la tomo con su mano enfilando la punta a su agujero más pequeño, que se encontraba deseoso de ser penetrado, apoye la punta y embestí casi con malicia hasta llegar a sus entrañas, mientras Carla ya se encontraba chupando la concha de mi madre mientras cómo podía por la posición la masturbaba frotando su clítoris.

Su culo pedía más, estaba sediento de pija, palpitaba y me sorprendió que aguantara tremenda embestida que le estaba entregando.

Ya habían acabado en tremendos orgasmos varias veces, ahora me tocaba. Aumente la intensidad del vaivén permitiéndome hacer todo el recorrido de la extensión de mi verga con precaución de no perder la ubicación ni la rítmica, hasta explotar en un tremendísimo orgasmo llenando las entrañas de mi mamita con mi líquido seminal que brotaba a mares con cada contracción de mi verga.

Mi hermana se levantó, vino hacia donde estaba yo y me pidió que la sacara, viendo ese culo totalmente abierto que chorreaba semen, se puso a lamerlo y juntar el semen que salía con su boca, cuando ya no chorreaba más, besó a mama pasándole el líquido para que las dos pudieran saborearlo.

En este punto y altura de la noche, nuestras pierna estaban temblando, nuestros cuerpos cansados y nuestros sexos satisfechos.

– No señor y señora, yo soy quien organizo todo y no quiero quedar sin mi ración de pija, ahora quiero.

– ¿Cómo decís? Como que organizaste todo.

– Yo sabía que mama te quería caer, que deseaba tu entrada por donde naciste, que tenía una gran fantasía, que soñaba habitualmente que la embarazabas. ¿Estas arrepentido?

– No para nada, pero me hubieras avisado, o podríamos haber tenido una charla entre los tres y organizábamos bien.

– ¿Dónde estaría la sorpresa entonces? Cuando me dijiste del viaje, ahí hable con ella para que “de casualidad” nos encontráramos aquí.

– Así es hijos, digo que al principio me dio un poco de vergüenza, pero me deje llevar, desde el momento que Carla me lo propuso, lo pensé y sin dudarlo acepte, ya el sexo con tu padre no es lo mismo, soy muy sexual como te habrás dado cuenta y no quería ponerle los cuernos a tu padre con cualquiera. Pero bueno, alguien aquí quiere más y vamos a darle lo que pide.

Con mi hermana acostada, mama le introdujo uno de sus juguetes en la vagina, las deje disfrutar un rato con sus tetas, lo que me lleno de placer a mí también, acercándome, le metí la verga en su boca hasta llegar a su garganta, algo me éxito más todavía, el ruido de su flujo jugando con el vibrador, le pedí que se ponga de pie con el cuerpo sobre la cama, cosa que hizo de inmediato para recibir en su complaciente vagina todo mi miembro deseoso de esa apretada cueva, mama saco el consolador y apenas se introdujo mi pene me succiono hacia su interior húmedo, cálido, apretado, chorreante y palpitante. Su cuerpo comenzó a contornearse, su columna se encrespo como aviso del inminente orgasmo.

Siento dos manos que se posan en mis glúteos y separan las nalgas, algo húmedo y tibio juega en mi orificio anal, haciendo que un fuego recorra todo mi cuerpo. Mientras esas sensaciones recorrían mi ser, el semen salió a borbotones impactando contra el cuello del útero de Carlita. Sin poder reprimirlo escapó de mi boca un gemido de placer que potencio y apuro el de mi hermana.

Caímos rendidos en la cama aun con nuestros sexos palpitantes, los tres estábamos extasiados de todo lo vivido acariciando nuestros cuerpos.

Con la promesa de seguir disfrutándonos por siempre, fuimos a ducharnos uno a uno.

Obvio que perdimos la cena, por lo que pedimos unos sándwich al camarote organizando el resto de nuestro tour sexual.

Lo que duro el viaje de ida y vuelta no paso un día que no tuviéramos el encuentro diario, ellas solas, mi mama y yo, mi hermanita y yo, los tres juntos, probamos todo lo imaginable y lo que quedaba por inventar.

En Brasil, bajamos del barco solo para estar un rato en la playa, y comprar algunos recuerdos.

De regreso, hablamos muchísimo de lo sucedido de todo lo que nos divertimos y todo los que nos queda divertirnos.

Hace ya varios años de esto, aun nos seguimos juntando a disfrutarnos con la misma intensidad, en realidad la que viene asiduamente es Carla que sigue solterísima. Papa falleció de repente, mama no quiso venir a vivir conmigo, pero, vendió la casa y compro un departamento en el mismo edificio donde vivo yo.

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