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El Ayudante (Cap. 2): De entrada Seungyeon, de cena Yeeun

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La boca de la morocha se abrió grande para recibir al misterioso bocadillo tal como el Ayudante le había ordenado, y al sentir la comida afirmarse contra sus carnosos labios, mordió suave y lento un trozo de aquel alimento que no podía ver, degustando el delicioso sabor con su lengua, empezando a masticar para luego tragárselo. Quien le había dado de comer pudo ver como unas cuantas gotas del jugoso fruto se escurrían, deslizándose por el mentón de Seungyeon. Sus brillantes labios habían quedados embadurnados por algo del chocolate que le había agregado a la fruta roja, los cuales la joven de bronceada piel animadamente limpió con su traviesa lengua, en un gesto bastante sugestivo aunque ella lo hubiera realizado de forma inconsciente.

“Hmh, obviamente era una frambuesa. Frambuesa con chocolate.” Y una divertida sonrisa se dibujó en sus labios luego de responder, pues ya sabía que había acertado.

“Correcto, Monkey. Lo haces muy bien.” El alto hombre terminó por comerse lo que quedaba de la fruta, notando la expresión divertida de la chica, a pesar de que sus ojos estuvieran cubiertos por una tela negra que tapaba su visión, todo parte de aquel juego suyo.

“Ya hemos jugado a esto antes, y es muy fácil, Ayudante. Ya debería saber lo buena que soy adivinando estos postres suyos.” La Idol de larga y lacia melena negra se acomodó un poco mejor en el moderno sofá negro en el que se encontraba sentada, cruzando sus largas piernas, descansando sus manos en una rodilla y entrelazando los dedos. Aparte de la tela que cubría sus ojos, ella vestía unos shorts de jean que dejaban al descubierto sus sensuales piernas, con esos anchos muslos que la prenda parecía contener a duras penas. Una blusa de verano blanca, que dejaba a la vista sus hombros y brazos, y que contrastaba deliciosamente con su piel morena. Llevaba los primeros botones abiertos dejando ver la tentadora línea de su clavícula y el inicio de su escote, con sus pechos realzados por un sostén blanco que se notaba debido a la fina tela de su blusa. Unos botines negros, además de una fina capa de maquillaje, complementaban el simple pero atractivo vestuario de la joven.

“¿Entonces debo entender que el juego te está aburriendo?” El hombre, que vestía de traje como siempre, Sacó otra fresca fruta del cuenco que estaba en una pequeña mesita a un lado de la Idol. Estaban en lo que podría llamarse su oficina, al menos la que le había proporcionado la empresa dueña del grupo de Seungyeon mientras se mantuviera bajo contrato por ellos. Y no podía quejarse, pues era amplio cuarto, con todos los lujos y artilugios que podrían esperarse de una oficina en la actualidad.

“Yo no dije eso,” Sus labios se movieron haciendo una pequeña mueca, antes de volver a sonreír, con cierta dulzura. “Admito que es divertido jugar con usted, Ayudante.” Sus finos dedos se movieron inquietos como si estuviera luchando con cierto nerviosismo o pena para decir lo siguiente. “Y yo, agradezco lo que hace por mí. Por nosotras. Todo el grupo está más distendido y animado desde que usted llegó. Supongo que sólo hace su trabajo, pero gracias.”

“No necesitas agradecerme,” Peló la cáscara de la banana que había tomado antes, cortando un trozo con sus manos antes de rociarle por encima un poco del exquisito chocolate fundido que había usado con la frambuesa, un poco del dulce líquido color café cayendo sobre sus dedos. “Aquí viene otro bocadillo, abre la boca.”

“¿Aah?” Sus labios se separaron para abrir su boquita de nuevo, dejando que introdujera la nueva comida que tendría que adivinar.

El Ayudante descansó el trozo de banana bañado en chocolate sobre la lengua de la Idol, permitiéndose acariciar con sus dedos con chocolate los labios de la inocente mujer. Dejó que la morocha comenzara a masticar suave y a degustar aquel bocadillo para luego chupar sus dedos buscando probar más del chocolate, paseando lengua por la piel del Ayudante sin darse cuenta. “Mhn, banana. Banana y más chocolate.”

Frotando su pulgar sobre la húmeda lengua de la Idol, finalmente separó su mano y ella cerró su boquita terminando de degustar el sabor. “Sí que te has vuelto buena para esto, Seungyeon.”

“Se lo dije,” El puente de su nariz se arrugó un poco. “Señor ayudante, ¿No cree que está mal que coma tanto dulce? El mánager me daría el infierno si se enterara.”

“Por eso mismo no debes decírselo, nada de esto. Tal como lo hablamos. Y eres una mujer atlética, deportista, no vas a engordar por comer unos pocos dulces.” Y mientras le respondía tan tranquilamente, comenzó a desajustar la hebilla de su cinturón, desabrochando el mismo. “¿No es así?”

“Sí, lo sé.” Sus labios volvieron a deformarse en una pequeña mueca. “Por cierto, señor Ayudante, ¿Usted tuvo una discusión con Yeeun?”

“¿Yeeun?” Ah, sí, la Main Rapper, o rapera principal, de CLC. Compañera de grupo de la mujer frente él. Esa rubia era la única que hasta el momento se había resistido a sus maquinaciones y trucos. “¿Por qué lo preguntas?” Dejó caer su pantalón de vestir, acariciando el notorio bulto en sus boxers con una mano, su miembro semidormido comenzando a reaccionar al manoseo. Se acomodó un poco mejor frente a ella, Alzando un pie para dejarlo descansar sobre la mesita a un lado, bajándose los bóxers, su miembro saliendo como resorte para quedar colgando medio erecto frente a la cara de la Idol.

“Creo que ella,” Mordió su labio inferior, la imagen ayudando, sin que ella se enterara, con la erección de su siguiente postre a comer. “No lo sé, ¿Creo que no confía en usted? No aún, al menos. He intentado hablar con ella, pero siempre corta el tema cuando se trata de usted.” Su nariz comenzó a moverse percibiendo y olfateando aquel fuerte olor que ya conocía. Inconscientemente relamió sus labios para humedecerlos.

Meneando su verga frente a la boca semiabierta de la joven adulta, sin llegar a tocarla, el Ayudante decidió que era hora de comenzar con el verdadero juego. “Abre la boca, Seungyeon.” Un tono de voz dominante, que no admitiría una negativa o algo diferente a lo que pedía. Y la Idol así lo hizo, abriendo grande su boquita, esperando paciente el siguiente postre. Aunque sólo por su particular olor, la morocha ya sabía de qué postre se trataba. Era la golosina especial del Ayudante. Pero ella no se lo diría ahora, para no arruinar el juego y hacerlo sentir mal. “No te preocupes, Yeeun y yo hablaremos y arreglaremos cualquier malentendido que haya entre nosotros. Estoy seguro de que ella y yo nos llevaremos tan bien como contigo o las demás miembros del grupo, ¿Sí?” Vertió un poco del chocolate líquido sobre su caliente miembro, soltando un pequeño suspiro ante la sensación.

La Idol sólo respondió con un leve asentir de su cabeza, sin animarse a hablar pues le habían ordenado que abriera la boquita, y eso haría hasta que el Ayudante terminara de darle de comer su golosina, como buena Idol que era. Pobre Ayudante, él ignoraba que ella ya sabía de su golosina. Ese hedor intenso que entraba por su nariz lo delataba.

“Abre grande, eso,” Suspiró, paseando su glande por los carnosos labios de la morocha, dejando que la curiosa lengua ajena se robara un poco del chocolate mezclado con líquido preseminal que caía por la punta de su miembro. “Y no muerdas.” Sin más, la tomó de la nuca, acomodando su mano bajo el largo cabello azabache de la Idol, y la empujó contra él, haciendo que su sudorosa verga comenzara a meterse por la húmeda y caliente boca de la chica.

“Amghh,” Sus carnosos labios le dieron la bienvenida, abrazando la caliente barra de carne que poco a poco iba engullendo con su boquita, casi desencajando su mandíbula con cada nuevo centímetro que entraba. Pero había mejorado, o eso pensó, mientras lamía con su lengua buscando más chocolate para pasar aquel sabor sudoroso tan fuerte que ahora inundaba sus sentidos.

“Nhn, ¿Está rica con el chocolate, Seungyeon?” Aún quedaba una buena porción de su verga sin ser tragada, pero estaba bien. La sacó lentamente para dejarla responder, viendo como la Idol enseguida tomaba una buena bocanada de aire, hilillos de saliva cayendo por su mentón y colgando de su mentón hasta el enorme miembro frente a ella.

“¿S-sí? Supongo,” Dio un sonoro trago mezcla de saliva, sudor del miembro y líquido preseminal, además de algo del chocolate. “Está aamgh-...” No pudo seguir hablando pues tuvo que volver a tragarse lo que podía del falo de carne de una vez. Luego se lo sacaron, y se lo volvieron a meter, su cabeza meneando a un buen ritmo, haciendo que suelte húmedos y obscenos sonidos con cada cabeceada, mientras tragaba y tragaba lo que podía de aquella enorme pieza de comida. Tragó tanto que soltó una ahogada arcada cuando la punta se abrió paso por su garganta y comenzó a bajar, pero ni así el Ayudante le permitió separarse. Se removió inquieta intentado respirar por la nariz, pero se le había pegado bastante saliva a las fosas nasales. Y si no fuera por la venda en sus ojos, las lágrimas por el esfuerzo que estaba haciendo estarían cayendo libres por su mejilla.

“Así nena, trágate todo.” Resopló ahogando un gemido de placer por como la esforzada garganta de la chica se contraía contra su verga, invitándolo a que se corriera.

Sin poder a hablar por el pedazo de verga que tenía atragantando su boca, la morocha empezó a darle golpecitos con las palmas de las manos en sus piernas que curiosamente se encontró desnudas, intentando hacerle entender que era mucha golosina de un sólo tirón y no podía comérsela toda.

“Mhn, muy bien Seungyeon.” Sacó lentamente su miembro de la cavidad de la chica, viendo como su pecho se inflaba de aire al fin poder respirar de nuevo. Masajeó su húmeda verga que escurría de saliva y líquido preseminal, restregándola por la inocente cara de la Idol, dejando que sus fluidos aceitaran aquella bronceada piel, dejándola toda húmeda y brillosa.

“Malo,” Una queja ahogada mientras recuperaba su aliento, respirando agitadamente. “¡Malo!” Gimoteó, amenazando con comenzar a llorar, las lágrimas humedeciendo la venda e irritando sus ojos al ser contenidas por la tela. Acarició su propio cuello con una de sus manos buscando aliviar el dolor de su exigida garganta.

“Seungyeon,” Ella creyó que la regañarían ante su infantil rabieta, pero en su lugar comenzó a sentir como le repartía húmedos besos por toda su carita. “Perdón, nena, ¿Te di mucho de comer?” Le dio repetidos besos por su mejilla, nariz y mentón, y luego la sorprendió con un corto y suave beso en sus labios apretados en un puchero.

“… E-está bien.” Bajó su rostro un tanto avergonzada. Tal vez por aquel inocente gesto de cariño, tal vez por no habérsela comido toda. La comida, claro. “Puedo comerme más.” Y volvió a alzar su cabeza decidida, abriendo un poco su boquita y dejando atrás su aparente enojo.

“Por supuesto que vas a comer más, Monkey.” Irguió de nuevo su cuerpo luego de haberse inclinado por los besos, y acomodó el glande en la entrada de su húmeda boca. Sin esperar respuesta volvió a penetrar aquella sensual boquita sin descanso, embistiendo suave con su cadera, su gordo miembro entrando y saliendo de ella, generando más sonidos húmedos y suaves quejas de la morocha.

“Mgh, ngh,” Tragaba totalmente sumisa, bañando la verga en su saliva y descansando sus manos en los muslos desnudos de su Ayudante, clavando sus bien cuidadas uñas en la piel de aquel hombre que le estaba dando de comer cada vez que su miembro se hundía por su garganta. La calentita barra de carne en su boca empezaba a latir, y aquellas extrañas deformaciones como venas en su suave textura se estaban marcando aún más. Aquí venía aquel líquido calentito, lo sabía, y como muestra de su arrepentimiento por la escena de antes, se iba a tomar todo sin rechistar. Como buena Idol que era.

“Ah, Seungyeon, así.” Afirmó su agarre en la cabeza de la chica con ambas manos, haciéndola menear su cabeza contra su verga, viendo como ya podía tragarse más de la mitad sin problema. “Ahí viene tu golosina, tu lechita favorita.” Tomó su miembro por la base con una mano y lo movió dentro de la caliente cavidad de la Idol, sintiendo como estaba por correrse.

La muchacha sólo arrugó el puente de su nariz, paseando y lamiendo con su lengua, haciendo fuerza con su garganta para comerse más y más de esa gorda barra de carne. Así que sí era leche como ella suponía. Salada y calentita leche. “Mgh,” Una ahogada queja, un ahogado gemido, cuando sintió verterse y bajar derecho por su garganta aquel espeso líquido blanco. Pero no pudo con todo, y su boquita rápidamente se inundó de leche que se escapó de entre sus separados labios, manchando su mentón. Y más leche se fugó por sus otros orificios, saliendo expulsado por sus fosas nasales, donde empezó a formar burbujas con el líquido al intentar respirar. Y más arcadas, producto del agrio y rancio sabor, la carnosa golosina todavía bombeando más y más de aquel espeso y pegajoso líquido.

“Muy bien, mi hermosa Seungyeon.” Su voz más gruesa por el placer, habiendo tenido una corrida espectacular de nuevo, todo gracias a la morocha. Limpió el sudor de su frente, empezando a retirar su flácida verga de la boca de la chica, sintiendo como su camisa se había pegado a su cuerpo por la transpiración. Dejó caer el largo de su sensible miembro sobre la cara de la Idol, viendo como ella se limpiaba con un sus finos dedos lo que quedaba del semen en su rostro para llevárselo a la boca, degustarlo, y bajarlo de un amargo trago.

Respiró con su nariz ya limpia aquel fuerte hedor de la verga que descansaba sobre su cara. “Ah, ah, que curiosa golosina,” Alzando una de sus pequeñas manos, la llevó a delinear con la punta de sus dedos el largo de aquel venoso falo. Todavía estaba húmedo y caliente, aunque parecía más blandito. “¿Cómo es tan grande? Nunca me la puedo terminar de comer, es enorme.”

“Nh,” Sintió un escalofrío por las inocentes caricias que le estaban haciendo a su miembro aún sensible, soltando un suspiro. La suave mano de la fémina se cerró sobre su robusto tronco, su manita sin poder abarcar la totalidad del grueso de su gorda verga que ya comenzaba a ponerse dura de nuevo. Y la Idol pudo notarlo.

“¿Oh?” Sus finas cejas se alzaron por la sorpresa, sintiendo como aquel monstruo de carne empezaba a levantarse y endurecerse contra su rostro. Alzó su otra mano y también la cerró alrededor de aquél enorme falo carnoso, pero notaba que aún le faltaba cubrir una buena porción más de carne. “¡Es como si tuviera vida! Se mueve,” Movió su cabeza y comenzó a recorrer el largo de su verga con la nariz, Aspirando más de ese fuerte olor. Ese aroma, Ese hedor tan sofocante, la hacían despertar su apetito de nuevo. Quería comer más de su carne, quería más leche y fluidos calientes. “¿Qué es esto, señor Ayudante? Qué es realmente s-...” Pero un fuerte llamado a la puerta la hizo dar un saltito del sofá por el susto, que la separó de aquel apetecible postre, interrumpiendo lo que sea que iba a decir.

“¿¡Seungyeon!?” Y acompañando los incesantes golpes, un grito del pasillo, que hicieron separarse rápidamente al Ayudante de lo que posiblemente habría sido una rica segunda ronda con la morocha. Rápidamente se vistió con sus bóxers y pantalón y se ajustó el cinturón, mientras la morocha llevó las manos a su rostro para quitarse la venda de sus ojos. “¡Seungyeon! ¡Sé que estás ahí! Y ese tipo también, ¡Voy a entrar!”

Y sin más, la puerta sin seguro se abrió con fuerza, y una rubia de lacio y corto cabello hasta arriba de sus hombros entró a la escena. La dueña de aquellos gritos ingresó a la oficina mirando a ambos con una ferocidad digna de la guerrera más violenta, aunque su pequeña estatura y su angelical rostro no ayudaran mucho en su intento de ser intimidante.

“¿Yeeun?” La morocha la miró con sincera curiosidad, ignorando que minutos antes había estado tragando semen y verga a lo loco. “¿Qué ocurre? ¿Pasó algo malo?” Se levantó honestamente asustada por su amiga, que le devolvía la mirada con un gesto entre exasperado e indignado. Supuso que sería por su cara de aspecto brilloso y aceitado debido a tanto fluido que le había caído antes.

“Seungyeon,” Su afilada y peligrosa mirada se movió de la morocha hacia él. Y aquel disgustado gesto en su rostro sólo se agravó más mientras lo miraba de arriba a abajo, su vista deteniéndose en el bulto apenas contenido bajo su pantalón. “Nos vamos.” Sin esperar más, caminó con firmeza hacia su líder, tomándola de la mano y encarando de inmediato a la puerta de salida de nuevo, dándole una última mirada llena de desprecio por sobre el hombro al Ayudante, antes de salir arrastrando con ella a la morocha de bronceada piel que no hacía más que preguntarle con sincera duda qué demonios le pasaba.

“¡Adiós Seungyeon, Yeeun!” Se despidió animadamente, aunque la única respuesta que recibió fue un portazo de parte de la rubia. Pero se permitió sonreír de lado, tomando aquel prominente paquete que era su erección para acomodarlo mejor bajo sus bóxers. Al parecer iba a tener que hablar con Yeeun más pronto de lo que había planeado. Mejor para él.

Luego de este notable suceso por la mañana, el Ayudante se dedicó a atender a otros asuntos de su labor durante el resto del día, interactuando también con las otras miembros del grupo, con todas menos Yeeun, la cual lo evitó manteniendo prudente distancia de él. Pero tan sólo tuvo que enviarle un mensaje privado a su móvil para hacerle saber de su necesidad de tener un encuentro privado con ella ya entrada la noche. De todas formas, ya les tocaba su sesión juntos, así que la rubia no podría negarse lo quisiera o no.

“Yeeun, un placer verte, me alegra que pudieras venir.” La saludó con amabilidad, levantándose de la cómoda silla de oficina detrás de su escritorio para recibirla. La hostil Idol había entrado sin anunciarse, tal vez esperando encontrarlo haciendo algo indebido, aunque sin fruto alguno.

La rubia no contestó de inmediato, apretando la mandíbula con aparente molestia mientras cerraba la puerta. Vestía simple, con un suéter ligero de color beige, y un pantalón jean que abrazaba deliciosamente su dura retaguardia y largas piernas. Físicamente, era tan sólo un centímetro más pequeña que Seungyeon, aunque de contextura más delgada. Con un rostro de rasgos finos y labios rojos, la rubia de nívea piel lo miró con fiereza. “Sabes que no estoy aquí por gusto. Si por mí fuera me encargaría de que te largaras al continente más jodidamente lejano.” Se cruzó de brazos, consciente de que no se dirigía con el mismo respeto hacia él que sí le profesaban las demás miembros. Pero estaba harta de él, y hoy terminaría con toda su patraña.

“Yeeun, de verdad no lo entiendo. De verdad no sé que ha causado esta fricción entren nosotros, pero te prometo que no nos iremos de aquí hasta solucionar to...” Se detuvo cuando vio a la rubia marchar con claro enojo hasta él.

“¡Déjate de estupideces!” Estampó sus pequeñas manos contra el escritorio para acompañar la fuerza de sus palabras. “Eres un cínico, un cínico y un cerdo, ¿Te crees que soy tan estúpida? ¡Haré que te despidan!”

“¿De qué hablas?”

“¡Sé lo que has estado haciendo con Seungyeon!” Su rostro se arrugó en un gesto de completa rabia. Si no fuera tan hermosa, hasta lo habría incomodado un poco. Pero lo único que estaba logrando era calentarlo como nunca. “Con Seungyeon y las demás miembros, aunque ellas no lo digan claramente, Sé lo que intentas con ellas, ¿Qué tanto las has manchado con tu… Tu, ¡Tu perversión!” Lo miró con indignación y desprecio.

“Por favor, cálmate, Yeeun. No es bueno que discutamos las cosas así. Esta sesión es para arreglar nuestras diferencias, y...” Nuevamente fue detenido cuando la rubia soltó un gruñido de exasperación, llevándose las manos a su cabeza.

“Deja. De. Jugar.” Acentuó cada palabra una vez logró calmarse lo suficiente como para volver a hablar. Su cuerpo temblando y su respiración agitada. Estaba al borde de estallar, de eso el Ayudante estaba seguro. “Voy a hacer que te despidan. No, haré más que eso. Voy a contarlo todo y tu asqueroso trasero estará en la cárcel para cuando todo esto termine, ¿Entiendes?”

Finalmente, el Ayudante guardó silencio, mirándola con calma. Lo único que se escuchaba era el sonido de la respiración agitada de la sexy y enfurecida rubia frente a su escritorio, eso y un ahogado y distante sonido de música que venía del pasillo, seguramente de alguna de las salas de ensayo que estaba en su piso.

“¿Y bien?” Las finas facciones del rostro de la joven Idol se relajaron lo suficiente como para permitirse sonreír. Sí, una cínica sonrisa llena de todo su odio sólo para él. “¿No querías hablar, Ayudante?” La ironía y desprecio con la que dejó salir esa última palabra era tajante, y el mencionado Ayudante se habría sentido algo ofendido de no ser porque encontraba sumamente sexy la forma en la que la rubia se estaba apoyando e inclinando sobre su escritorio para hablarle frente a frente.

“… Yeeun,” Descansó una mano sobre el elegante y moderno escritorio, dando unos pasos para rodearlo y quedar a un lado del mismo, con la mirada de la atractiva rubia clavada en él, siguiendo cada uno de sus movimientos. “Primero que nada, quiero que entiendas algo.” Y volvió a dar par de pasos más para acercarse a ella. Y ella volvió a encararlo sin retroceder, aunque la obvia diferencia de estatura y musculatura entre ambos fuera evidente al estar tan cerca. Pero era la primera vez que lo notaba. “Todo lo que he hecho es para ayudar a Seungyeon. Quiero ayudarla a quitarse las tensiones, quitar algo del peso que carga como la líder del grupo. Quiero que conmigo pueda relajarse y sentirse bien.” Su mirada se había tornado fría y seria, cosa que hizo recorrer un ligero escalofrío por la espalda a la rubia. Su tono de voz también había cambiado, dejando atrás la amabilidad para hablarle con una firmeza que nunca jamás había escuchado de nadie más, ni siquiera de sus jefes o sus padres. “Ella y yo nos hemos vuelto muy cercanos, sí. Me he vuelto cercano con ella y con todas las demás miembros.”

“¿Qué?”

“Con todas, menos contigo, Yeeun. Tú sigues siendo demasiado obstinada, demasiado distante.” Se acercó un paso hasta ella, y esta vez la rubia estaba petrificada como para moverse. “No quieres que te ayude como a las demás, y eso, francamente, me lastima.”

Y, de nuevo, el fuego volvió a encenderse en los ojos castaños de la rubia. “¿Qué mierdas dices?” Su angelical cara se arrugó en un gesto de completo disgusto. “Eres un cínico. Un maldito cerdo.” Casi escupió esas palabras, separándose de él para encarar a la puerta. “Me largo de aquí, será mejor que-… ¿Qué haces?” Pero se detuvo, cuando el Ayudante se movió más rápido que ella, más rápido de lo que esperaría de un hombre de ese tamaño, ubicándose frente a la puerta y trabando con seguro la misma. Fue entonces cuando el pequeño pero curvilíneo cuerpo de la Idol volvió a temblar, aunque esta vez no de rabia.

“Yeeun, te lo dije. No nos iremos de aquí hasta solucionarlo todo, tú y yo.”

“No digas… No hagas estupideces, idiota, y quítate del camino.” Arrugó el puente de su fina nariz, mirándolo con cierto miedo, pero intentando mantener esa fiereza.

“¿Por qué? ¿A dónde piensas ir?” Volvió a caminar hasta ella, y esta vez ella retrocedió, apoyándose contra el escritorio. “Yeeun, no sé qué es lo que piensas ir a decir allá fuera, a tu jefe o a las autoridades. Pero te pido que lo pienses bien. Piensa en tus miembros, en tu grupo.”

“¿Acaso estás, estás jugando conmigo?” Con incredulidad en sus ojos, la orgullosa rubia se movió hacia él, devolviendo la firmeza a sus movimientos. “¿Crees que voy a dejarte hacer con ellas lo que quieras? Estás enfermo. Más enfermo de lo que pensé.”

“Yeeun, lo que sea que vayas a intentar decir, ¿No ves como algo así podría afectar a Seungyeon? La prensa estallaría. Todas las miembros se verían afectadas. No habría vuelta atrás.” Negó con la cabeza calmadamente, dando un par de pasos más para acortar la distancia entre ellos. “Por favor, Yeeun. Antes de hacer algo así, te ruego que primero intentes hablar con Seungyeon. No estoy mintiendo al decirte que ella y yo hemos disfrutado mucho nuestro tiempo juntos. Si hasta me agradeció lo que he hecho por ustedes esta misma mañana.” Su tono de voz tan calmado había logrado tranquilizar aquel miedo en la rubia, que simplemente arrugó el ceño al verlo acercarse más, pero no retrocedió. “Yeun, habla con ella. Habla con tus miembros, y verás que no miento. Sólo debes darme una oportunidad.”

“Me crees estúpida.” Su afilada mirada lo siguió cuando él inclinó su cuerpo hacia ella con cautela. Su fino cuerpo se tensó cuando el ayudante la tomó de la mano con suavidad, como todo un caballero, mirándola atentamente antes de depositar un beso en el dorso, que sólo hizo que la rubia apartara su mano con brusquedad en claro rechazo. “Sé que sólo las manipulas. Como estás intentando hacer ahora mismo conmigo.”

“Puedo ver que estás preocupada por ellas, y yo, más que nadie, puedo entender eso Yeeun.” La rodeó caminando lentamente, colocándose en el espacio que había entre ella y el escritorio a sus espaldas. “Yo no tengo malas intenciones para con ellas, sólo quiero ayudarlas. Como quiero ayudarte a ti.”

Su mirada nunca se apartó de él, mirándolo con cautela y desdén, descartando sus palabras. “No pienses que te creo por un segundo. No vas a engañarme, ¿Qué, Qué haces?” Frunció el lindo ceño de su rostro cuando sintió las firmes y masculinas manos ajenas en sus hombros, haciendo que su cuerpo se tense una vez más por aquel simple contacto.

“Te propongo algo, sólo escúchame.” Comenzó con un suave masaje, y la rubia sólo pudo sorprenderse cuando aquellas grandes manos se sintieron tan suaves y tersas contra los tensos músculos de sus hombros y espalda. “Me alejaré de Seungyeon. Porque puedo ver tu preocupación, me alejaré de ella tal como tú quieres que haga.”

“Mhn, ¿Renunciarás?” Mordió su labio inferior evitando soltar un pequeño gemido cuando sus expertas manos comenzaron a tratar el molesto nudo en su delicado cuello.

“No, sólo mantendré mi distancia con ella.” El Ayudante se inclinó a aspirar un poco del dulce aroma de la sexy Idol que se había atrevido a confrontarlo. “Pero a cambio,” Y se inclinó un poco más, depositando un pequeño y húmedo beso en la suave y blanca piel del cuello descubierto de la rubia. “Tú tomarás su lugar.”

“¿Yo qué? Imbécil, ¿Qué, mmh, qué demonios estás diciendo?”

“Estoy siendo muy claro, Yeeun.” Su voz recobró esa firmeza que no aceptaría un no como respuesta. “Tú tomarás el lugar de Seungyeon, y sólo así yo me mantendré alejado de ella como tú quieres. Es lo justo. Una sencilla solución a nuestro aparente problema.”

“¿Y qué hay de las demás miembros?” Ladeó su cuello dejando que el más alto trabajara en su tensado cuerpo, dejándose hacer. Si el estúpido se hacía llamar el Ayudante entonces que sirviera para algo.

“Al igual que con Seungyeon, me he vuelto muy unido a ellas.” Y volvió a depositar un húmedo beso justo bajo la oreja de la Idol, susurrando a su oído. “¿Estás dispuesta a cargar con el peso de tener que alejarme de ellas también?”

Aquella insinuación pareció devolverla a la realidad. Abrió grande los ojos y se apartó abruptamente de él, empujándolo del pecho antes de ordenar el cuello de la blusa desacomodada por el manoseo. Su cara tenía un ligero tinte rojo, a pesar de que volvía a mirarlo con ese fuego en sus oscuros ojos. “Si lo hago las dejarás en paz.” Y él sólo asintió. La rubia desvió su mirada intentando pensar en sus alternativas. Sabía que, por más que lo odiara, lo que había dicho antes el tipo era verdad. Lo pensó y pensó por varios minutos, mirando por el enorme ventanal de la oficina hacia los altos edificios del exterior. El atardecer comenzaba a caer sobre la ciudad, adornando todo de una tonalidad naranja, casi roja. “Bien.” Arrugó el puente de su nariz, intentando fulminarlo con el odio de su mirada cuando al fin volvió a verlo. “Haré lo que quieras, y te mantendrás lejos de mis miembros, ¿Entendido, estúmghh!?” Su insulto fue interrumpido cuando el Ayudante se abalanzó sobre ella para rodearla con sus fuertes brazos y plantarle un beso en la boca.

No se había podido resistir, su hostilidad y miradas de desprecio eran excitantes y ya se había cansado de que lo insultara gratuitamente. Abrió grande su boca devorando los seductores labios pintados de rojo de la fémina, presionando con su lengua para apartarlos y que le diera acceso a su boca. Lo logró, y de inmediato hundió su caliente lengua en la cavidad ajena, besándola lujuriosamente.

“¡Mhn! Ngh,” La rubia intentaba hablar y apartarse con los ojos entrecerrados, pero la fuerza de su captor no se lo permitía. Le estaban comiendo la boca de una forma tan vulgar e indecente, era asqueroso. Dio golpecitos contra el pecho ajeno en un inútil intento de separarlo. Pero nada servía, y finalmente se rindió, cerrando los ojos y dejando que sus lenguas danzaran en un excitante baile dentro de sus bocas unidas, los húmedos y obscenos sonidos al mover sus labios contra el otro inundando el silencio del cuarto, con el ocasional gemido ahogado de la rubia.

El Ayudante se separó para recuperar el aliento, viendo la expresión algo ida de la rubia, deleitándose de verla con la respiración agitada y su boca semiabierta derramando saliva. Le dio una lamida desde su mentón hasta la mejilla, antes de bajar con húmedos besos por su cuello, sin liberar aquella delgada y exquisita cintura de su abrazo.

“Qu- qué mierda, hah, haces,” La orgullosa Idol tragó saliva intentando recuperarse luego de aquella violación a su boca, pero los besos y atenciones tan húmedas que estaba recibiendo a su cuello le estaban dificultando el poder concentrarse. Soltó un delicioso gemido cuando sintió los dientes del hombre que odiaba hundirse suavemente en su cuello. “¿¡A-Ayudante!?”

Sonrió, al fin se había dignado a llamarlo con su título y no uno de sus inmaduros insultos. Le dio una lasciva lamida que recorrió todo el largo de aquel delgado y delicado cuello, antes de separarse un poco para poder verla a los ojos. “Tú aceptaste cargar con el peso de que deba alejarme de las demás miembros.” Llevó sus manos a recorrer la delgada cintura de la chica bajo su blusa, presionándola contra su cuerpo y el prominente bulto de su pantalón. “No iré sencillo contigo, Yeeun.”

“Mgh, sabía que eras un cerdo,” Arrugó el puente de su fina nariz mirándolo con aparente asco, y en respuesta sólo recibió un nuevo beso de lengua. Al menos esta vez había alcanzado a tomar una buena bocanada de aire antes de que esa lengua volviera a invadir su cavidad bucal. En serio, podía sentir esa larga y lasciva lengua bajando por su garganta y ella sólo podía intentar detenerla con la suya propia, pero eso sólo resultaba en una húmeda lucha que el experto Ayudante ganaba con facilidad.

La tomó de su corto cabello con una mano y la obligó a separarse de aquel lujurioso beso de lengua, dándole una nueva lamida a su mejilla mientras ella recuperaba su aliento. Seguidamente la cargó por la cintura con una mano y la dejó caer sentada sobre su escritorio. Con su otra mano tiró todos los papeles y dispositivos al suelo, la joven adulta mirándolo con una mezcla de curiosidad y enfado.

“¿Qué haces? ¡Ah!” Gritó asustada cuando el hombre tomó con sus manos los bordes de su suéter y lo abrió a la fuerza, los botones saliendo disparados y regándose por el suelo. El Ayudante volvió a tomarla de su cabello para atraerla en un nuevo beso que esta vez la rubia respondió con igual fuerza, como intentando demostrarle que aún luchaba.

Sí, si que estaba luchando bien con su lengua. Aprovechó para terminar por sacarle la prenda de color beige, dejándola descuidadamente sobre el escritorio.

“Mghh, maldito cerdo.” Le dio una sonora bofetada en su ancha barbilla al momento que se separaron del beso, la cual apenas si le hizo cosquillas al Ayudante.

“Tú y yo sí que nos la vamos a pasar bien.” Volvió a hundir su rostro en el cuello ajeno, comiéndosela con besos y lamidas hasta llegar a su hombro. “La vas a pasar muy rico conmigo.” Dio una lamida siguiendo la línea de su clavícula, llegando hasta el escote de su pecho, al cual repartió más besos sobre sus deliciosas curvas.

“Cerdo, mh, asqueroso.” Arrugó más el puente de su nariz al verlo hacerse un festín con sus pechos, lamiendo y besando lo que se exponía de su blanca piel sobre el sostén que los cubría. Ni siquiera podía apartarse debido a las fuertes manos que la sostenían firme de su cintura, así que sólo intentaba separarlo empujándolo de sus anchos hombros, pero era inútil.

“Estás deliciosa.” Con manos expertas desabrochó el sostén que cubría aquel tentador busto antes de comerse uno de los pezones endurecidos por la excitación que sentía Yeeun, atrapando el otro con su mano para apretarlo y masajear a gusto. Un grito mezcla de queja y gemido se escapó de los labios de la rubia, que apretaba sus dientes mirándolo con disgusto. “Has logrado volverme loco, Yeeun.”

“Mmh, no niego eso. Estás ¡Ngh! loco y enfermo.” Mordió su labio inferior cuando sintió una mordida en su pezón, su respiración agitada por el momento de calentura. “Mhn, me estás dejando toda pegajosa.” Lo miró con desaprobación, sintiendo las húmedas lamidas con las que continuaba atendiendo a sus pequeños pechos.

“Y eso que apenas empezamos.” Gruñó con deseo, bajando con besos por el vientre plano de la deliciosa Idol. “Eres perfecta, nena.” Tomó las rodillas de la rubia para hacerla abrir las piernas.

“Cierra la boca, pervertido asqueroso.”

“Ese no es el vocabulario apropiado para una señorita.” Sonrió divertido por la situación, lamiendo el abdomen de la muchacha, pasando la lengua por el contorno de su pequeño ombligo.

“Es el vocabulario apropiado para, mhn, referirme a alguien como tú.” Hizo una mueca con su lindo rostro cuando el Ayudante desabrochó el único botón de sus jeans, bajando lentamente el pequeño cierre, revelando un poco de la tela de su ropa interior, de un impecable blanco. “Termina con esto de una buena vez.”

“¿Ansiosa? Tranquila, tenemos tiempo.”

“Mientras menos tiempo tenga que pasmmh,” Tuvo que detenerse cuando el hombre volvió a plantarle un beso en los labios para callarla, volviendo a meter su lengua sin permiso en la boca de la rubia, que sólo se dejó hacer.

“Hablas mucho, Yeeun.” Bajó con más besos por el mentón de la Idol, que fue suspirando suave con cada nuevo beso.

“¿Te molesta?” Al fin la chica volvió a sonreír con cierta burla. “No me causas nada, Ayudante,” Nuevamente, aquel tono irónico para referirse a su particular título. “Te molesta eso, ¿Verdad? Estúpido.”

“¿En serio?” Le devolvió la sonrisa, jalándola de su sedoso y corto cabello con una mano para hacer que lo mire fijamente, antes de meter su mano libre en el interior del pantalón y las braguitas de la rubia, sin sorprenderse al sentir el delicioso calor y humedad que desprendía su sexo. “¿Y qué es esto? Ya estás mojadita para mí, preciosa.”

La rubia, sin poder responder, ahogó un gemido al sentir el contacto con su intimidad, pero no pudo evitar que se le escapara otro cuando el grueso dedo medio de su Ayudante se hundió en su húmeda rajita. Cerró sus ojos gimiendo de placer y tirando su cabeza hacia atrás, momento que el Ayudante aprovechó para hundir su cara en el tentador cuello de la orgullosa Idol, abarcando con su boca todo lo que podía de la deliciosa piel de la rubia. Su dedo empezando a trabajar y moverse dentro de ella, jugando con el interior de su mojada vulva.

“Dios, estás jodidamente apretadita.” Mordió suave el delgado cuello de la Idol, comenzando a estimular el clítoris usando su pulgar.

“Jo- ¡Mmh! Jódete, ¡Imbécil, aahn!” La rubia ya no pudo evitar los gemidos que comenzaban resonar por la oficina, usando sus manos para sostenerse de los brazos del tipo que odiaba pero que la estaba haciendo sentir tanto placer con sólo sus manos y boca.

“Voy a comerte enterita, Yeeun.” Apenas un murmuro contra el oído de la joven rapera, ante lo cual ella sólo pudo morder su carnoso labio inferior, mirando atenta como el odioso hombre volvía a bajar con besos por su cuerpo, deteniéndose a chupar uno de sus pezones antes de continuar bajando por su vientre, mientras sus manos sujetaban los bordes de sus braguitas y el pantalón de jean para bajar ambas prendas de un tirón, dejando al aire su desnudo y caliente sexo. La rubia soltó un suave quejido ante la fuerza con la que le quitó las prendas, que fueron a parar en la alfombra de la oficina junto a sus tennis.

Sintió el aliento caliente del Ayudante sobre su vulva, que se acomodó entre sus piernas arrodillándose sobre la alfombra, sosteniendo con sus firmes manos los muslos de la chica. Tragó saliva respirando un tanto agitada, con su cara algo sonrojada tanto por el calor del momento como la vergüenza de estar en esa postura, sentada sobre el escritorio de aquel odioso hombre de piernas abiertas y con él arrodillado entre ellas. “Mhn,” Un suave y delicioso gemido cuando el dichoso Ayudante comenzó a besar suavemente sobre el interior de uno de sus muslos, humedeciendo su suave y nívea piel. “Ahh,” Y otro más, cuando los labios y boca se voltearon a atender le interior de su otro muslo, acercándose a milímetros pero sin llegar a tocar su mojado y caliente sexo.

Ni siquiera estaba usando sus manos, que aún sostenían las largas piernas de la Idol para que no se moviera. Volvió a colocar su boca a milímetros de la húmeda rajita de la rubia, que lo miraba entre contrariada y expectante. Pero sólo dejó que su cálido aliento fuera lo único que acariciara la intimidad de la mujer desnuda frente a él. “¿Y bien, mi hermosa Yeeun?” Sonrió divertido, acariciando cariñoso con su pulgar el muslo de la chica. “¿Sigo sin causarte nada?” Se embriagó con el aroma a mujer que desprendía su caliente sexo.

La rubia sólo hizo una mueca de molestia sin responder, aunque sus ojos bien le decían que estaba esperando y dejara de jugar con ella, tal vez demasiado orgullosa como para pedírselo directamente. Pero al parecer aquella mirada de molestia y deseo fue suficiente, pues el hombre finalmente dio una húmeda lamida sobre sus labios vaginales, que la hicieron poner sus ojos en blanco soltando un delicioso gemido.

“Que rica estás, nena.” Relamió sus labios antes de volver a atenderla, comenzando a lamer y chupar sobre su caliente sexo. Lamió a lo largo de su vulva hasta llegar al clitoris, estimulándolo con suaves lamidas y luego atrapándolo entre sus labios, notando como se ponía duro por la atención. “Mhn, Yeeun,” Murmuró su nombre mientras trabajaba en su caliente sexo, llevando su mano a acariciar con los dedos medio y anular, empezando a penetrarla con los mismos lentamente y con suavidad mientras su lengua seguía estimulando su clítoris.

“Ahhn, mmh, Ayudante,” La rubia gemía por lo alto y sin parar ya sin importarle nada. Los firmes dedos la penetraban con suavidad y el ayudante apretó con su pulgar el clítoris al mismo tiempo que presionaba en el interior de su rajita, lo que la hizo soltar un delicioso gemido más fuerte.

El Ayudante, que estaba disfrutando de los ricos llamados y eróticos sonidos que la chica le ofrecía, hundió su lengua en el interior de su rica vulva buscando degustarla por completo, su boca comenzando a llenarse de sus deliciosos jugos vaginales. Se la estaba comiendo completita como había prometido, y la rubia sólo podía gemir de placer ante esto.

Unos cuantos minutos así, y la joven se dejó caer sobre el escritorio sujetando con una de sus manos la cabeza del ayudante en su lugar, presionándolo contra su caliente sexo, mientras que su otra mano la usaba para morder y chupar sus dedos buscando acallar un poco sus orgásmicos gemidos. “Aah, Ayudante,” Casi como un ruego, sintiéndose cerca, gimiendo de placer antes de curvar su espalda y correrse con fuerza sobre la cara del hombre que se la comía tan rico. “¡Mmmhn!” Mordió firme su mano acallando lo más que podía el grito de su orgasmo.

“Eso, eso hermosa.” Lamió y chupó cuanto pudo de su vulva, su cara manchada de los fluidos de la rubia. Repartió suaves besos sobre su clítoris antes de empezar a levantarse, recorriendo el vientre y pechos de la joven con su lasciva boca, subiendo por su cuello y llegando hasta sus labios. La besó y le correspondieron con ganas, sus lenguas removiéndose salvajemente en el interior de sus bocas, el sabor a Yeeun siendo degustado ahora por la propia rubia que tan sólo arrugó un poco el ceño pero jamás se separó de la boca de su Ayudante. Sus expertos dedos continuaron acariciando suavemente el sensible y relajado clítoris de la joven Idol, que se dejó hacer gustosa mientras se besaban apasionadamente.

Sus labios finalmente se separaron y ella sólo podía respirar agitadamente, con hilillos de saliva conectando sus húmedas bocas, abrazándose a los anchos hombros del Ayudante que ni la camisa se había quitado. Él aún estaba vestido por completo y ella ya había llegado al orgasmo. “Ayudante...” Lo miró con una mueca de reprensión, inclinando hacia abajo sus finas cejas y arrugando un poco el puente de su nariz.

“Hermosa,” Volvió a hundir un par de dedos en la rajita de la descuidada Idol, que gimió con suavidad cerrando por un momento sus ojos. Estaba completamente mojadita y lista para él. “Ven, vamos al sofá.” La cargó en sus brazos con facilidad y la rubia sólo soltó un gritito de sorpresa ante la acción. Como si de una novia se tratara, la llevó en brazos tranquilamente hasta el sofá negro junto a la mesita.

La dejaron con suavidad sentada en el sofá, y se mordió el labio inferior al ver como comenzaba a desvestirse. “Mh, ¡Cerdo!” Lo miró todavía con regaño en sus ojos, mientras él se desabotonaba la camisa para luego sacársela y dejarla caer a un lado. Los ojos castaños de la Idol se posaron en el impresionante bulto en su pantalón, y volvió a hacer aquel puchero con su boca. “Pervertido, ¡Imbécil!” Observó atenta como se sacaba su calzado, desajustándose el cinturón antes de quitarse el pantalón y luego los calcetines. Lo único que le quedaba por quitar eran los bóxers manchados de su líquido preseminal, que guardaban aquel monstruo que estaba por atacarla y comérsela a ella. “¡Cerdo!” Un último grito antes de acomodarse al borde del sofá y con un rápido movimiento de sus manos arrebatarle aquella fastidiosa prenda, liberando a su descomunal miembro. El monstruo de carne salió como resorte chocando contra su inocente carita. Tenía un fuerte hedor a sudor y sexo, y algo del abundante líquido preseminal que había estado brotando sin parar fue caer sobre sus rojos labios y mentón. Sus ojos se abrieron impresionados ante tal pedazo de hombre que tenía frente a ella. No lo podía creer. Tragó saliva antes de relamerse los labios, llevándose aquel rico fluido a su boca para degustarlo.

El Ayudante no dijo nada ante sus infantiles insultos, tomando su gorda verga con una mano y sujetándola a ella del cabello antes de pasear todo el largo de su miembro por su inocente carita.

Y la rubia sólo se dejó hacer, rendida ante su masculinidad. “Mmhn,” Aspiró todo lo que pudo de aquel abundante hedor a verga que la estaba sofocando, dejando que aquel venoso tronco de carne se paseara por su cara, bañándola en más líquido preseminal. Volvió a hacer puchero con sus carnosos y rojos labios, haciendo una mueca de desagrado en su rostro.

“La quieres, ¿Verdad?” Tomó su ya erecto y firme miembro y lo sacudió sobre el rostro de la rubia, dándole golpecitos con su gorda verga. “Te la voy a meter entera. Toda sólo para ti.” La miró con seriedad, jalando de su sedoso cabello para apartarle la cara y hacer que lo mire. “Ponte en cuatro en el sofá. Ahora.”

No dejó lugar a reclamos, y el húmedo y caliente sexo de la Idol comenzó a escurrir más jugos en anticipación. “¿Qué vas a hacerme?” Fingió inocencia por un momento mientras se acomodaba como le habían ordenado, acomodando sus rodillas en el asiento del mueble, y sus brazos en el respaldo, mirándolo por sobre su hombro con afligida reprensión. “¿Así es como ayudas al grupo, Ayudante?” Se tocó su mojado sexo con los dedos, mordiendo su labio inferior mientras hundía un par de sus delgados dedos en su rajita.

“No. Vas a ser la primera que ayude de esta forma.” Aquello pareció sorprenderla, pues abrió más los ojos y su pequeño y esbelto cuerpo tembló levemente. Acomodó el largo de su miembro entre los labios de su vulva, suspirando suave por lo mojada y caliente que estaba. Sus fluidos vaginales, sumados a su propio líquido preseminal eran más que suficiente lubricante. Comenzó a mover su cadera, frotando su miembro contra la caliente intimidad de la Idol, la acción haciendo que indecentes sonidos húmedos resonaran por el cuarto. Rodeando su delgada cintura con un firme brazo, la tomó del mentón con su mano libre para obligar a que lo viera a los ojos. “Vas a ser la primer miembro de CLC que me folle, así que agradece.” Le dio un beso húmedo que la rubia correspondió sin dudar, rendida ante sus palabras. Sus lenguas volvieron a encontrarse ansiosas. La aprisionó entre su enorme cuerpo y el sofá, demostrándole quién estaba a cargo, pegando sus sudorosos cuerpos, subiendo todavía más el calor del ambiente.

Al separarse del lascivo beso, la rubia lo miró cierto miedo. “Con cuidado,” Le rogó con la mirada, por primera vez aceptando su lugar. “Por favor, ¡Mhn! Usted la tiene muy grande. Y- yo nunca lo hice con algo así,” Se mordió el labio mientras el aludido comenzaba a besarle el cuello, ladeando su cabeza para permitirle un mejor acceso a su piel. Pero repentinamente sus ojos se abrieron como platos y su cuerpo se tensó. “¿Y, y la protección?”

“No te preocupes,” Dio repetidos besos por su hombro desnudo, antes de separarse y acomodar la punta de su glande en la pequeña entrada de la Idol. “Sólo enfocarte en disfrutar.” Presionó la espalda desnuda de la Idol con su mano para obligarla a apoyar su pecho contra el sofá, quedando sólo con su redonda y entrenada cola levantada a la espera de que se la follaran, como toda una perrita. Sin poder esperar más, hundió la gorda cabeza de su miembro en la intimidad de la inocente Idol.

“¡Eso no es- Aaah!” Cualquier otro reclamo que hubiera tenido se perdió en un orgásmico grito que seguramente se había escuchado por todo el piso del edificio. Un glorioso primer gemido que fue acompañado de muchos más a medida que su gorda y enorme verga se iba abriendo paso por su estrecha rajita. “¡Mmgh!” Afirmó sus manos en el respaldo del sofá y apretó poniendo blancos sus nudillos, sintiendo como esa barra de carne se iba internando en ella centímetro a centímetro, moldeando su rajita a la forma de su verga.

“Uff, que apretada estás, Dios.” Miró hacia abajo y notó como ya se había engullido más de la mitad de su miembro. Afirmó sus manos en las deliciosas nalgas de Yeeun sin detener su lenta penetración, concentrando su atención en su tentador y virginal ano. Las paredes de la rubia estaban abrazando con fuerza a su verga, y se preguntó si su culo se sentiría todavía más estrecho. Algún día debería averiguarlo.

“Ah, ah...” Saliva se derramaba de su boca y lágrimas caían por sus mejillas, mientras sentía como aquel monstruo de carne se iba abriendo paso, literalmente, en lo más profundo de su sexo. Podía sentir cada contorno, cada latente vena, cada textura de ese interminable miembro que poco a poco la estaba llenando por completo. Intentaba decir algo pero sólo gemidos inentendibles salían de su boca. Se agarró con más fuerza del respaldo del sofá, soltó un gutural y ahogado grito y su vagina estranguló todavía más aquella enorme verga en el orgasmo más intenso que había tenido en su vida, al menos hasta ese momento.

El Ayudante sólo gruñó al sentir como la vagina de la Idol se comprimía contra su falo de carne, sosteniéndola firme de la cintura mientras el delicado cuerpo de la rubia convulsionaba contra su cuerpo y el sofá. Más y más fluidos cayeron manchando al mueble y la alfombra, y aprovechó para terminar de hundir los últimos centímetros de su verga y empalarla hasta la base. Resopló y suspiró, aguantando las ganas de correrse con aquel fenomenal orgasmo que le había causado a Yeeun. Quería disfrutarlo lo más posible. “Mierda, zorrita.” Volvió a gruñir y se inclinó a repartir besos por toda su espalda, llevando sus manos a a masajear los pechos de la rubia, usando sus dedos para estimular los erectos pezones. “Eso hermosa, no te contengas. Que rico te corres.” Le susurró al oído, lamiendo su oreja y atrapando el lóbulo entre sus labios.

“Dioos...” La primera palabra coherente que logró pronunciar la rubia, con ojos nublados por el placer y respiración entrecortada. Su cuerpo bañado en sudor y sus fluidos combinados, todavía temblando por la fuerza de su orgasmo. Su mirada perdida y ojos desenfocados, su carita perlada en sudor. Había tenido alguna experiencia olvidable antes con un novio del pasado, pero aquí no había comparación; este era el mejor sexo de su vida. Apartó el rebelde flequillo que se había pegado a su rostro por el sudor, peinándose con ayuda de sus dedos hacia atrás. “Mmhn,” Pero ese fue todo el tiempo que tuvo para recuperarse, pues volvió a gemir de placer cuando su Ayudante comenzó a moverse contra ella, penetrándola lento y rico, moviendo su cadera hábilmente para causarle el mayor gusto con cada embestida. Sus gemidos acompañaron cada experto movimiento, la cadera del Ayudante haciendo un obsceno sonido cada vez que chocaba contra sus nalgas. Y ella sólo pudo acompañar con torpes movimientos de su cadera, inexperta, dejando que aquel maestro del sexo le enseñara lo que era el verdadero placer.

“Mh, ¿Te gusta?”

“¡Sí!”

“Dime que te gusta.” Le dio una sonora nalgada.

“¡Mmgh! ¡Me gusta! ¡Me gusta mucho, mi, mhn, mi Ayudante!” Gemía como puta en celo con cada rica embestida. Esa rica verga penetrándola sin cuartel como se lo merecía, moldeando su vulva con la forma de su venosa carne.

“Mejor cuida tu voz, vas a lastimar tu garganta, zorrita.” Y una nueva nalgada que la hizo delirar, mientras engullía gustosa su barra de carne, bañándola en sus jugos.

“¡Ah, ahh! ¡N-no puedo, mhhn! ¡Bésame!”

No esperó a que se lo pidiera dos veces, la tomó del mentón con una mano e invadió su cavidad bucal con la lengua, comiéndole la boquita. Intercambiaron más y más saliva, antes de que el Ayudante se separara dejando su mano en la boca de la Idol.

“Mgh, mghh,” Ella, encantada, chupó y lamió sus gruesos dedos, sintiendo como aparte de estarla rellenando con aquel pedazo de verga, ahora la mano libre del Ayudante estimulaba con sus dedos su duro clítoris. Su mirada se nubló de nuevo, entrecerrando sus ojos llorosos sin parar de gemir ahogadamente por los dedos que se metían en su boca. Su cuerpito era embestido sin piedad por aquel enorme hombre y un nuevo orgasmo estaba llegando.

“Nnh, ¿Vas a correrte de nuevo?” No hubo respuesta, ni siquiera pudo atinar a asentir con la cabeza. La rubia estaba en su propio mundo de placer, enviada allí por sus habilidosas manos y su enorme herramienta, su cuerpito siendo sacudido sin clemencia contra el sofá. “Joder, yo también me vengo.” Gruñó ferozmente, soltando la boca de la Idol para rodear su fino cuello con el brazo, sujetándola firme en su lugar, mientras su otra mano seguía jugueteando con el clítoris de la chica. Aumentó la fuerza y el ritmo de sus embestidas un poco más, estando a punto de explotar en su propio orgasmo, empalándola hasta la base de su barra de carne antes de correrse.

Yeeun se sintió casi asfixiada, no tanto por el firme brazo que abrazaba su cuello, si no por las oleadas de placer que estaba experimentando. Seguía sin poder pronunciar palabra y hasta se estaba quedando sin voz de tanto grito y gemido. Pero ni siquiera eso se comparó cuando sintió la deliciosa verga que la estaba rellenando palpitar, liberando su pesada carga, empezando a llenarla hasta el tope con su fértil y espesa semilla. Su cuerpo aceptó con gusto el rico líquido, pegando su culo a la cadera del Ayudante, temblando de placer en un orgasmo propio mientras la llenaban de leche.

El ayudante empezó a repartir suaves besos a lo largo de los hombros y espalda de la joven Idol, liberándola de su agarre. El cuerpo sudado de la rubia, que sólo había sido sostenido por su brazo, se desplomó sobre asiento y respaldo del sofá, sufriendo pequeños espasmos mientras seguían corriéndose. “Mmnh,” Empezó a retirar su ya flácida verga del interior la pequeña Idol, ladeando su cabeza para ver atentamente como al sacar finalmente la cabeza de su falo, un espeso líquido blanco mezcla de sus fluidos empezó a caer lentamente como un hilillo por la rajita de la rubia, manchando todavía más el arruinado sofá y la alfombra. “¿Yeeun?” Sólo su aliento agitada como respuesta, eso y los leves temblores de su pequeño cuerpo. “¿Verdad que nos divertimos?” Se arrodilló en el suelo y separó con sus manos las nalgas de la orgullosa Idol, llenando sus pulmones con una buena aspiración de aquel sofocante olor a sexo. “Me alegra que hayamos podido arreglar nuestras diferencias.”

Repentinamente, un tímido toque a la puerta llamó su atención. Se separó rápido de la Idol, buscando con su mirada sus prendas. “¿Ayudante? ¿Yeeun?” Oh, pero se calmó de inmediato al reconocer la voz que venía del pasillo, del otro lado de su puerta.

“Seungyeon, ya te dejo pasar.” Devolvió su mirada a la rubia que continuaba semiinconsciente en su sofá, y se inclinó a darle sonoro y húmedo beso en la cola. Luego se levantó y caminó, así desnudo como estaba, hasta la puerta, sacando el seguro y abriendo, asomando sólo su cabeza. “Monkey, pasa por favor.”

La líder de CLC le sonrió algo apenada, mirándolo a los ojos, sin notar como el pequeño espacio de la puerta dejaba ver a un delgado y femenino cuerpo desnudo, perlado en sudor, desparramado sobre el sofá. “Lamento venir así de improvisto, pero Yeeun se estaba tardando y quería saber si todo estaba bien.” El Ayudante la dejó hablar mientras abría la puerta para darle paso a su oscura oficina, pues la noche ya había caído en la ciudad. “Luego al venir aquí escuché unos curiosos sonidos viniendo de su, ¿Huh?” Había entrado sin cuidado, y se encontró con que el aire estaba vicioso y sofocante, con un fuerte olor a algo que no reconocía. Bueno, sí que lo reconocía, cuando estaba jugando a adivinar el postre con su Ayudante. Caminó al interior, relamiendo sus labios que repentinamente sintió secos, olfateando gustosa más de ese vicioso hedor.

Y Allí en el sofá se encontró finalmente con el desastre que era Yeeun, desnuda y aparente durmiendo en una incómoda postura boca abajo sobre el sofá. “¿Ayudante?” Pero no se alarmó como alguien normal hubiera hecho, si no que se volteó a ver a su siempre confiable Ayudante, pues él tendría una buena explicación para todo esto. Las luces de la oficina se encendieron y se lo encontró también desnudo y reluciente de sudor, con una gorda y enorme verga bañada en fluidos colgando entre sus piernas, que empezaba a levantarse y ponerse dura, como si se pusiera feliz al verla a ella. Su boca se hacía agua así que tragó saliva sin entender muy bien lo que pasaba, notando como su Ayudante cerraba la puerta tras de sí, poniéndole seguro, antes de encarar hacia ella.

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Notas finales:

Me olvidé de mencionar en el capítulo anterior, que Monkey es un sobrenombre cariñoso con el que se conoce a Seungyeon.

He dejado una imagen de la Idol Yeeun que aparece en este capítulo, con la misma ropa y todo, en el Tumblr que está en mi perfil; recomiendo verla si quieres darte una imagen más clara de cómo es ella si todavía no la has visto. Igual puedes ver la imagen por mi Twitter, link también en mi perfil, si eso prefieres.

Gracias por leer, y nos vemos en el siguiente Capítulo.

(9,50)