Nuevos relatos publicados: 0

El cambio de año

  • 8
  • 8.749
  • 9,33 (15 Val.)
  • 11

El viernes 30, mientras esperaba a mi marido, contesté algunos correos, como si fuese ping-pon, pues yo no uso chat con mis lectores.

L1: ¿Cómo te va, Mar? Ya me contaste del regalo de “Navidad adelantada” que te dio un tal Miguel. Dijiste que te puso arrecha. ¿Quieres uno mío de “Año Nuevo adelantado? –me puso uno de los lectores le llamaré L1 refiriéndose a un video con una corrida excelente que me mandó Miguel y que justamente ese día que lo recibí yo estaba en éxtasis mirándolo una y otra vez y se lo conté cuando recibí ese correo.

Mar: ¡Claro que sí quiero! Me servirá para calentar motores mientras llega mi marido –le contesté a L1 pues él tiene una verga de ensueño, con unos huevotes deliciosos.

L2: ¿Qué hace? En un relato suyo leí que se le podía pedir por este medio la foto de usted. Ojalá que pueda mandarme alguna.

Mar: Sí, aquí va anexa la foto a la que hago referencia en ese relato: me apresuré a contestar al correo que acababa de entrar de otro lector.

L1: Ya sabía que dirías que sí. Este video lo grabé jalándomela en tu honor: me contestó L1, quien ya tenía la videocorrida lista para su envío. De inmediato abrí el regalo y me encontré con la perfección de video: una verga, bien parada, de perfil. “¡Mámame los huevos, mientras me la jalo, putita!” decía, moviéndolos con la mano izquierda y se la empezó a jalar con la derecha, diciendo guarradas. No pude evitar acariciarme la panocha yo estaba en la cama y puse mi lap-top en el peinador para que no me estorbara. En menos de un minuto, saltaron los chorros de semen de esa manguera y yo me metí los dedos hasta donde me era posible moviendo frenéticamente la mano y abrí la boca después de decir “L1, ¡dámela en la boca, mi amor!”. Ni qué decir que me vine muy rico con ese espectáculo realizado para mí. “¡Trágatela toda, puta!”, decía L1 y yo “¡Sí, dámela, puto!”. Lo mejor vino después, cuando cambió la vista de la cámara, pues estaba impresa una de mis fotos completamente chorreada por el semen que L1 había eyectado.

L3: ¿Ya llegó tu marido o necesitas una verga, mami? -decía otro correo más, que abrí, aun jadeando por la excitación satisfecha. Contenía como anexo la imagen de una verga circuncidada y bien parada.

Mar: Está bonita la imagen, al rato le haré los honores que merece porque en este momento estoy agotada por haber hecho eso mismo para un video de L1. Besos -fue todo lo que pude decir y volví a poner el video de L1 para contestarle.

Mar a L1: ¡Te mandaste, mi amor! me acabo de hacer una paja por ti. Me hubiese gustado estar en el lugar de mi foto. ¡Gracias, puto! -le contesté a L1.

L2: ¡Qué panocha tan hermosa tiene! ¡También ese fundillo invita a penetrarla por allí! Gracias por la foto. Si hay oportunidad de que me pueda mandar más fotos de usted, y de como es para verla según sus relatos -decía amablemente L2, a quien le contesté “Sí habrá otras después” y le anexé una donde Bernabé me está cogiendo.

Y seguí contestando otros correos, ya más calmada y acariciándome la raja llenita de mi flujo, repartiéndome éste en el vello de mi pubis. Más tarde, apagué la máquina y me quedé dormida.

–Así me gusta que me esperes, encuerada y lista para recibir el amor… -dijo Ramón, despertándome, pues me quedé dormida sin meterme bajo las sábanas.

Mi esposo se desvistió y me besó la pepa. “Hueles a que tienes ganas de macho”, me dijo y me comenzó a chupar.

–Mama mucho, papito, son mis ganas de ti -le dije tomándolo de la cabeza para repegar su cara en mi sexo.

–Ya llegó tu apaga fuegos, mamita -dijo colocándose en posición de misionero y me la dejó ir de una hasta el fondo.

Lo besé y probé su aliento alcohólico “Vienes borracho”, le dije. “Vengo arrecho, con ganas de ti”, contestó y se empezó a mover de manera deliciosa. Abrí las piernas y lo apreté con ellas, acariciando sus nalgas con mis talones. Nos vinimos pronto y se quedó dormido sobre mí. Lo resbalé hacia la cama, lo abracé y me puse a besarle la cara. Seguro que fue a festejar a la cantina con sus amigos para despedir el fin de año. Me dieron celos, pues a veces toman con las “damas” del antro sobre sus piernas. Seguramente también traía besos de alguna güila en su rostro, pero para mí sería la calentada que le dieron.

Más tarde, cuando me dio frío, me desperté y le mamé la verga para saborear los resabios del amor que recibí. Se despertó y tomando su verga bien erecta, me dijo “¡Te la voy a meter hasta la garganta, mamita!”, y lo hizo… Me cogió por la boca y me llenó la boca de semen, como si no se hubiera venida antes. Tosí y le pedí que se metiera bajo las sábanas. Ya cubiertos, lo besé y mi lengua navegó en su boca compartiéndole el sabor de su leche.

Volvimos a dormir, y en mis sueños se mezclaba la videocorrida de L1 con el sabor de mi marido “¡Dame toda la leche en la boca puto!”, grité entre sueños. Ramón se despertó y me dio la vuelta. “No va a ser por la boca, mami, va a ser por el culo”, dijo, apuntando su pene en mi ojete. “¡Ponle aceitito, papi, me va a doler!”, reclamé. “Pues ya no me puedo detener” dijo y me la clavó; me puse flojita y lo recibí. Sí dolió, pero poquito. Se quedó dormido sobre mí con el tronco duro y sin venirse. Cuando se salió de mí, lo tiré hacia la cama y cubrí nuestros cuerpos con la cobija.

Hubo más despertares y penetradas, él es así cuando está borracho. Me tocaron tres más, sólo una con eyaculación y, al despertar, también me tocó biberón, el cual tomé y sorbí hasta la última gota de esperma.

De verdad que esa noche yo también estaba muy caliente: soñé con varias de las videocorridas que mis lectores me han enviado, entre ellas las de Luis, y en mis sueños jalaba vergas de todos tipos, hasta la cabezona de Diego, que me las metía una tras otra por todos los orificios, ¡hasta por las orejas!, al fin y al cabo, eran sólo sueños. Por cierto, Bernabé, mi amante, es el único que me ha embadurnado el oído de semen, “¡Ni se te ocurra querer metérmela por las orejas!”, le dije aquella ocasión, cuando tallaba su glande en mi pabellón. “No te caería mal una limpieza de oídos”, dijo eyaculando, y sentí la tibieza de su leche dejándome tapado el canal auditivo.

Al despertar, nos bañamos, me enculó mi marido en la ducha. Después de vestirnos, desayunamos e hice un balance de lo que me faltaba para tener lista la cena de fin de año. Cuando regresamos, mi hija y yo del mercado, comimos y terminamos de preparar la cena. A la hora adecuada metimos al horno el lomo, Terminamos de cocer los romeritos y sus tortitas de camarón. Ramón y mi hijo pusieron el mantel y los cubiertos. Así, separadas las doce uvas para cada quien, inició la cena. Se me pasó la mano en el vino y al terminar la cena, mi marido me llevó a la cama. Yo estaba muy impertinente pues le decía a mi esposo que me cogiera sobre la mesa del comedor, cosa que me concedió cuando mis hijos se retiraron a sus cuartos sus recámaras están en el piso de arriba y se sube por una escalera externa después de lavar los platos y guardar la comida restante en el refrigerador.

Así, sobre la mesa del comedor y con las piernas abiertas, recibí el año nuevo, llena de leche y buenos deseos de mi marido hechos realidad. “¡Feliz año nuevo, mamacita!”, me dijo mi marido cuando me llenó la vagina de su amor, “Toma la verga que querías, puta borracha” decía él, de pie a la orilla de la mesa donde yo estaba tendida, en un envión tras otro.

–Dame la botella de vino -le pedí a mi marido, quien me complació quitándole el corcho a la última botella de vino que habíamos utilizado, pero aún quedaba la cuarta parte del mosto.

Me bajé de la mesa y me puse a mamarle la verga, intercambiando mi boca entre su miembro y la botella de vino. “¡Puta borracha!” decía soltando los residuos que aún quedaban en el tronco y yo cataba con el sabor del tinto. Ya no podía estar en pie y, como pudo, porque Ramón también había tomado y acababa de tener una rica eyaculación que lo dejó debilitado, me llevó a la cama, donde me tiró y se puso a chuparme la panocha, quedándonos dormidos. Sí, hubo más cogidas ese domingo, primer día de 2023.

Lamentablemente, el lunes no pude hacer lo acostumbrado con Bernabé, mi amante, pues ese día era su aniversario de bodas y el día se lo dedicaría el a su esposa. Pero hoy martes, nos dimos nuestras respectivas felicitaciones, trenzados con las piernas durante toda la mañana, mientras mi cornudo trabajaba…

(9,33)