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El desvirgamiento de Puri

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Dicen que segundas partes nunca fueron buenas, pero voy a intentar que lo sea la segunda parte de:  "Folla mi culo despacito que quiero correrme."

Puri estaba echada en una hamaca. Vestía una blusa azul y un pantalón corto de color blanco. La blusa la tenía abierta y mostraba sus bellas tetas, unas tetas con areolas rosadas y pequeños pezones. Los pantalones los tenía bajados hasta los tobillos. Dos de los dedos de su mano derecha entraban y salían de su coño, acariciaban el clítoris y volvían a entrar y a salir. Por el interior de sus largas y delgadas piernas comenzaban a bajar jugos que salían de su vagina. Sentada en otra hamaca estaba yo masturbándome con las piernas abiertas y las bragas sobre el tobillo de mi pierna derecha... En realidad estaba con las piernas abiertas y las bragas sobre mi tobillo derecho pero sentada en la taza del aseo de mi casa. Mi imaginación volaba. Puri me pedía que le dijera palabras fuertes. Le llamaba puta, come coños, lame culos, perra, zorra... Ella dejaba la hamaca y me abofeteaba, me escupía en la boca, me cogía la cabeza y me restregaba la boca contra sus tetas, contra su coño... Me monté una película tan bien montada que acabé corriéndome cómo una cerda. Al acabar chupé mis dedos mojados con los jugos de la corrida, limpié el coño con papel higiénico, subí las bragas, tiré de la cadena y fui a hacer las camas.

Eran las cinco de la tarde cuando fui a la taberna a comprar unas patatas. Allí había varias mujeres, entre ellas estaban mi tía Miriam y Puri, una iba a comprar champú y la otra iba a comprar huevos. Puri le estaba preguntando al tabernero:

-¿Tienes huevos, Simón?

El tabernero, que era un cachondo, le respondió:

-Dos.

-¿Nada más?

-Si tuviera tres sería un fenómeno.

-Déjate de bromas y dame media docena de huevos.

-Acabé los huevos, Puri.

Mi tía Miriam, que estaba al lado de Puri, le dijo:

-Ven a mi casa que tengo huevos de sobras.

-¿A cómo los tienes?

-Baratos.

Me olí el lío y le dije a mi tía:

-Yo también venía a comprar media docena de huevos.

-Pues cuando me despache Simón vamos a cogerlos.

Poco después estábamos en el gallinero de mi tía. Puri y yo estábamos inclinadas cogiendo los huevos cuando el gallo me saltó al culo y me dio un picotazo. Mi tía espantó al gallo, pero yo ya me había caído de culo encima de la mierda de las gallinas y conmigo había arrastrado a Puri. Apoyamos las manos para levantarnos y las pusimos perdidas. Mirando para mis manos, las sacudí, puse cara de grima y dije:

-¡Qué asco!

Limpiando las manos a la pared, nos dijo mi tía:

-Vamos a casa y allí os aseáis.

Puri estaba de acuerdo con ella.

-Sí, será lo mejor, me llega la mierda al coño. ¿Tiene ducha o baño?

-Ambas cosas.

Fuimos con mi tía Miriam hasta el cuarto de baño, allí nos dijo:

-Desnudaos y darme la ropa que en nada la lavo a mano y luego la meto en la secadora. Podéis usar una la ducha y la otro el baño

Al estar desnuda, Puri, sonriendo, le preguntó a mi tía:

-¿Nos frota la espalda?

Mi tía Miriam me miró y me preguntó:

-¿Y tú te vas a lavar con esta descarada cerca de ti?

-No va a pasar nada, si me toca la pongo fina.

Mi tía sabía que íbamos a follar, por eso en ese momento no entendí por qué no se metía en la ducha con nosotras.

Mi tía cogió la ropa y se fue diciendo:

-Tú sabrás lo que haces.

Después de meternos bajo la ducha Puri corrió la mampara, abrió el agua, se mojó, me mojó, dejó la alcachofa colgada echando agua y después separándose de los finos chorros que salían a presión de ella, me dijo:

-Enjabóname.

Enjaboné su cuello, sus hombros, sus costillas, sus tetas... Al pasar la mano por el coño mis dedos ya resbalaron debido al jabón y a sus jugos vaginales. Me echó un brazo al cuello, una mano al culo, me apretó contra ella y me dio un besó con lengua que al acabar de comer mi boca ya tenía el coño tan jugoso cómo el suyo, después cogió mis tetas y amasándolas me las mamó como solo ella sabía hacer, luego se puso en cuclillas, cogió mis nalgas con las dos manos y lamió mi coño y mi clítoris un tiempo. Cuando se levantó nos pusimos bajo los finos chorros que soltaba la alcachofa de la ducha y nos besamos. Metí dos dedos dentro de su coño y Puri metió otros dos dentro del mío. Con el agua bajando por nuestros cuerpos nos comimos las bocas y nos masturbamos mutuamente hasta que nos corrimos cómo dos golfas que éramos... Al acabar de corrernos nos seguimos besando, y entre beso y beso, me dijo:

-Tengo ganas de follar a tu tía.

Le dije:

-Es una santurrona y las santurronas follan solo con su marido.

-Voy a intentarlo.

-Te vas a ganar una hostia, pero ya eres mayorcita, tú sabrás lo que haces.

Nos secamos. Salimos del cuarto de baño y Puri llamó por mi tía.

-¡Señora Miriam!

Mi tía contestó desde su habitación.

-Estoy aquí, venir.

Fuimos desnudas hasta la habitación, allí vimos a mi tía sentada en el borde de la cama. Puri le preguntó:

-¿Ya lavó nuestra ropa?

-Sí, está en la secadora.

-¿Tiene algo que nos podamos poner?

Vi que mi tía tenía dos batas de casa a su lado y dos pares de zapatillas en el piso.

-Sí, venir y poneos estas batas y estas zapatillas.

Puri moviendo las caderas sensualmente fue a su lado. Con el coño delante de su boca, le dijo:

-¿Quiere probar una almejita? La tengo fresquita.

Mi tía le respondió:

-Tú no tienes vergüenza, jodida.

-No, la dejé en la ducha. ¿Verdad, Tina?

Cómo si no supiera que veníamos de follar, le dijo:

-¡¿Sedujiste a Agustina?!

-No, la follé, y te voy a follar a ti, tía buena.

Puri quiso besarla, mi tía la cogió por la cintura, la echó sobre su regazo, cogió una de las zapatillas del piso y le dio en las nalgas.

-¡Ay que dolor! Perdón señora Miriam, perdón por propasarme.

-¡Duele mucho!

-No te largo por propasarte, te largo por otra cosa.

-¿Qué cosa?

-¿Cuándo me comiste tú el coño, desvergonzada?

Puri se dio cuenta al momento de porque le había puesto el culo a arder. Me miró y enrabietada, dijo:

-¡Puñetera cabrona!

-¡Ay!

Mi tía le dijo:

-Aquí la única cabrona eres tú.

Aquella zapatilla negra con piso de goma del mismo color le había dejado sus blancas nalgas al rojo vivo. A Puri le quemaba el culo. Mi tía le preguntó:

-¿Por qué me elegiste a mí?

Le respondí yo.

-Dice que le gustan los coños de vaca.

-¡Ay! Miente, es una mentirosa.

-¡Ay!

-¿Por qué me elegiste?

-Si se lo digo me va a pegar más.

-Y si no me lo dices mucho más.

-Me gusta, me gusta mucho.

-¡Ay, me está haciendo mucho daño!

-¿Para qué te gusto?

Volví a meter cizaña:

-Para presumir de que se folló a una meapilas.

-Meapilas, eh.

Le volvió a dar.

Puri ya estaba hasta el coño de mis mentiras.

-¡Cuando me suelte tu tía te voy a morder hasta en las pestañas, puta, más que puta!

-Cuando te suelte te vamos a hacer gozar cómo una cerda, zorrita.

Puri con el culo dolorido no daba crédito a lo que oía. Nos dijo:

-¡Seréis putas!

Mi tía le volvió a dar.

-¡Calla, coño! ¿Quieres follar o quieres irte?

No tuvo que pensarlo.

-Follar, follar.

La echó sobre la cama. Puri se puso de rodillas, mi tía Miriam, delante de ella, le metió la lengua en la boca y se metió dos dedos dentro del coño, yo, detrás de ella le amasé las tetas. Puri iba a besarnos a las dos. Mi tía Miriam entre beso y beso que le daba a Puri y que me daba a mí, se fue desnudando, luego, Puri, se echó sobre la cama. Mi tía le mamó y amasó una teta y yo le mamé y le amasé la otra. Al poco se echó hacia atrás y flexionó las rodillas. Mi tía le comió la boca y yo lamí su coño, un coño que estaba rodeado de una pequeña mata de vello rubio, lo lamí de abajo a arriba, muy, muy lentamente, después le metí la lengua dentro de la vagina encharcada de jugos y la moví alrededor. Puri con una lengua dentro del coño y otra dentro de su boca gozaba una barbaridad y sus gemidos así lo decían. De la lengua pasé a meterle dos dedos dentro del coño a masturbarla y a chuparle las tetas. Al rato me dijo:

-¡Me voy a correr, Tina!

Mi tía Miriam, a punto de correrse, ya que no dejara de masturbarse, le puso el coño la boca, Puri antes de echar la lengua fuera para que mi tía frotase su coño contra ella, me dijo:

-Cómeme el coño, Tina.

Le lamí el coño con rapidez de abajo a arriba y Puri en nada se corrió en mi boca.

Mi tía estaba frotando su coño con la lengua de Puri cuando se abrió la puerta de la habitación y apareció mi tío Arturo en el umbral. Mi tía no pudo aguantarse. Los ojos se le cerraron y comenzó a correrse. Cuando abrió los ojos, aun corriéndose, le dijo:

-¡Qué situación!

Puri con la cara pringada de jugos y yo con unas ganas locas de correrme miramos para la puerta y vimos a mi tío Arturo con una cara de salido que tiraba para atrás. No sé de dónde salió el macho, solo sé que apareció y se comió al calzonazos.

-¡Os voy a joder a las tres!

Mi tía Miriam no estaba con esas.

-De eso nada, estas se van y me jodes a mí.

Mi tío Arturo quitándose la ropa le dijo a mi tía:

-¡A ti lo que te voy a quitar es la cabeza de una hostia, puta!

Mi tía por primera vez en su vida le cogió miedo a mi tío.

-Tú mandas, Arturo, tú mandas.

Arturo no mandó, ordenó.

-¡Las tres a cuatro patas! O aquí van a diluviar hostias.

Puri poniéndose a cuatro patas, le dijo:

-Yo solo se la dejo frotar en el coño, es que soy virgen, sabe.

Mi tía, resignada a que nos follase, le dijo:

-A mí el culo ni tocarlo, ya lo sabes.

A mí lo mismo le daba que lo mismo me tenía. Le dije:

-A mí dame por donde quieras.

Empezó lamiéndole el ojete de mi tía, que le dijo:

-Coño, pues no está nada mal.

Lamiéndole y follándole el culo me metió dos dedos dentro de coño. Estaba tan cachonda de hacer correr a Puri que moví el culo hacia atrás, hacia delante y alrededor y me corrí cómo una perra. Mi tía le dijo a mi tío:

-A mi sobrina ya no la tienes que follar, a Puri la romperías, así que fóllame a mí.

Mi tío Arturo le había cogido el gusto a mandar y a ordenar.

-¡Cómo no te calles te rompo el culo!

Mi tía se volvió a asustar.

-Me callo, me callo.

-Vete masturbando y ponte a punto para cuando vuelva que voy a por Puri.

A Puri le encantaba sentir una lengua en su coño y en su culo, una lengua y también una polla si se la frotaban. Lo que no le gustó fue que la cabeza de la polla acabase dentro de su coño virgen, virgen de polla, se entiende.

-¡Ay, salvaje! Esta es la casa de la tortura.

Mi tío Arturo nada más entrar el glande se corrió dentro del coño. No pasaba nada porque era estéril, pero Puri no lo sabía y volvió a poner el grito en el cielo.

-¡Como quedara preñada te corto los huevos!

Apareció el macho cabrón.

-¡¿Qué me cortas qué?!

Puri no le tenía miedo a pesar de haberle roto el coño, ya que le respondió:

-¡Los huevos!

Se la clavó toda de una lenta estocada. Puri exclamó:

-¡Hijo de puta!

Mi tío le tapó la boca para que no se oyesen sus gritos en la calle. Mi tía y yo nos pusimos boca arriba y vimos a Puri llorando. Mi tía metió dos dedos dentro del coño y al rato se corrió cómo una burra. Yo me follé el ojete con un dedo y el coño con dos dedos más. Mi tío vio a mi tía corriéndose y a mí con los dedos dentro de culo y del coño y dijo:

-Vaya par de putas, putas y masoquistas.

Puri poco a poco dejó de chillar. La leche de la corrida había engrasado su estrecha vagina y más tarde ya gemía. Los gemidos dieron paso al mejor orgasmo de su corta vida. Mi tío estaba hecho un toro. Se metió entre mis piernas, me levantó cogiéndome por la cintura y me la clavó en el culo. Froté mi clítoris con tres dedos que había mojado en su boca y en menos de dos minutos me corrí cómo una perra, diciendo:

-Toda para ti, bandido.

Luego mi tío cogió a mi tía cómo me había cogido a mí, o sea, por la cintura, la levantó y le enterró la polla en el coño. Mi tía, que ya se había puesto de dulce masturbándose, al llegar la polla al fondo del coño y sentir la leche de mi tío saliendo a chorros, se corrió con él.

Puri me besó, y me preguntó:

-¿Duele mucho por el culo?

-La primera vez sí. Te dolerá cómo cuando te la metió en el coño.

-Entonces no duele tanto.

Hubo sexo del bueno una hora más y en esa hora a Puri le dolió, vaya si le dolió cuando mi tío le rompió el culo... Claro que el meter y el sacar todo es empezar.

Quique.

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