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El encuentro tan esperado

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Después de mucho tiempo sin verse, él y ella por fin se encuentran... con el deseo acumulado de mucho tiempo.  Relata él.

Me tengo que levantar a trabajar y ahí estás desnuda a mi lado, después de tanto tiempo logramos vernos.

Estás dormida, pero mi instinto me pide a gritos despertarte, acaricio tu espalda, te beso, protestas y bajo a tus nalgas. Con las yemas de los dedos las acaricio, veo que aún están rojas del encuentro de hace unas horas. Bajo a tus piernas, llego a tus pies donde les doy un masaje más especial y vuelvo a subir lento. Te giro y comienzo a besar tus muslos. Ya estás despierta, pero no abres los ojos, sonríes. Beso tu vientre, el interior de tus piernas, soplo en tu clítoris para medir tu reacción; se te eriza la piel.

Ahora voy a tu abdomen, conforme subo sientes mi erección, rozo tus pezones con mi barba y se ponen duros, los chupo con la punta de mi lengua mientras mi rodilla siente tu humedad. Alterno entre ambos y los siento duros. Ya abriste los ojos y tu respiración empieza a cambiar, te beso en la boca, los hombros, la clavícula. Te muerdo y de la nada me agarras las nalgas y me giras.

Abres los ojos, me pierdo ahí unos segundos hermosos mientras me besas y me dices al oído: “eres un cabrón” y me empiezas a besar el cuerpo, el cuello, el abdomen, el ombligo. Y sin previo aviso lo metes en tu boca y con la lengua haces círculos. Gimo mucho, me resisto y me pones quieto succionando. Grito y te tomo de las manos, pero nada puedo hacer. Me ves a los ojos y subes a mi boca y siento tu cuerpo rozarme, tus pezones, tus senos, tu humedad. Me besas, me pides abra los ojos y ahí estás otra vez con esa sonrisa hermosa y de una estocada entras en mi. Gimes, te tomo de la cintura y me dices “espera”, mueves las caderas, entras más…

Te doy una nalgada, gritas y bombeo. Veo tus ojos, brillas y muevo la cintura. Empiezas a subir, no quieres perder el control y mueves la cadera, aprietas, grito tu nombre, te escucho gemir, sientes y sabes que voy a explotar pronto y me dices al oído “termina ya”. En automático mi cuerpo te hace caso, sientes el chorro dentro, aúllas, te mueves muy fuerte, te estas viniendo, pierdes fuerza. En un esfuerzo muevo la cadera, caes en mis brazos con la respiración muy acelerada, te abrazo, “no te salgas aún espera”…

Después de unos minutos te levantas te pones mi playera y vas al baño, te veo temblar un poco y admiro tu hermosa sonrisa, no dices nada, todo ya está dicho.

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