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El lado oculto de la luna

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Estaba exhausto, pero contento. Al fin pude enviar el proyecto con las correcciones ajustadas. Verifiqué que el archivo estuviera en la bandeja de enviados y decidí cerrar todo. Ahora a celebrar, si todo seguía su curso en menos de 5 días los recursos serían aprobados y podíamos ampliar adquirir los equipos que aumentarían la capacidad de producción, logrando vender aún más, con precios competitivos y a una cantidad mayor de clientes.

Bien merecía celebrar, pero sólo. Mi esposa estaba en la casa de sus padres por razones de control médico. Mi hija de 19 estaba donde una amiga. Mis compañeros de trabajo, se habían retirado hace dos horas.

Cerré todo, dejé el maletín con todo adentro y salí sin preocupaciones. Aún era temprano, algo más de las 9 de la noche. Ya afuera, caminé y entré en un bar cercano, lo había visto siempre desde afuera. Fui a la barra y pedí un cerveza bien fría. La disfruté con calma. Pedí la segunda y de pronto sonó una voz a mi derecha.

- Hola forastero, ¿tienes mucha sed? - ¿forastero?, extraña forma de hablar, suspiré profundo y respondí:

- La merezco, ¿quiere una? – hubo una breve pausa y respondió:

- Por supuesto, me llamo Tulio – ahora si voltee y mira mi acompañante, fornido y barbudo, rubio total, fácil debía superar el metro ochenta.

- Soy Silvio – Tulio apretó firme mi mano y preguntó:

- ¿Qué estamos celebrando?

- Que estamos vivos, que terminamos una fase y empezamos otra.

- Jajaja, en eso tienes razón – a partir de allí la conversación fluyó sobre beisbol, futbol y tatuajes. Tulio era un experto tatuador y tenía un local en la misma acera.

Al rato, debía ir al baño,

- Tulio, ¿Donde queda el baño?

- Vamos, yo también deseo aligerarme, 5 cervezas es bastante en mi tanque.- nos levantamos y le seguí.

Ciertamente, Tulio era sólo un poco más alto que yo, eso sí; fornido, musculoso y amplio, similar a una nevera. Quizá tendría 40 o mas años.

Ya en el baño, fui a un cubículo y descargué. Ya listo por salir de ahí, me voltee y Tulio estaba detrás, muy cerca de mí. Retrocedí, abriendo mis ojos, mostrando mi asombro. Tulio se acercó aun más, me tomó por los hombres y me atrajo hacia él. Estampo sus gruesos labios en los míos, su lengua entró con cariño, lenta. El aroma del alcohol entraba en mi nariz, en mi boca. Yo aún con los ojos abiertos, sorprendido, me dejé llevar y los cerré, instintivamente subí mi mano derecha y apreté su bulto, inmenso. Él hizo lo mismo. Se separó de mi y me dijo,

- ¿te vienes conmigo?

- Si…

- Sigueme

Él pago lo adeudado de prisa y lo seguí, yo estaba temblando, no sabía porque lo seguía a él. Antes de llegar a la puerta, miré a mi alrededor, nadie se fijaba en nosotros.

Ya en la acera, tres puertas más allá, entró y lo seguí.

Todo era obscuridad.

Se iluminó la estancia y fue una sorpresa, había 4 divanes y sillas de cuero. Entré con él en un despacho cerrado, había un diván alto, se giró y me levantó el vilo y colocarme sentado sobre el diván. y dijo:

- Quiero hacerlo rudo, ¿me dejas? – vaya, hasta el momento ni siquiera sabía que yo, podía estar en esta situación. Soy casado… y curioso.

- No se te ocurra pegarme… adelante.

Lo que ocurrió a continuación fue una tormenta en 10 minutos, Tulio se despojaba de su ropa y yo intenté lo mismo, cuando él me rompió la camisa y me hizo arrodillar, colocándome frente a tu herramienta, erguida, rosada con melena dorada, inmensa y con un olor fuerte.

Abrí mi boca lo más que pude y comencé a tragar esa tranca, no sabía cómo hacerlo, no quería dañar esa pieza con mis dientes. Poco a poco, Tulio aumento la velocidad y la profundidad en cada entrada, era divino sentir sus manos guiando mi cabeza. Cesó el movimiento, extrajo su vara y me levantó, se inclinó y me beso con grosería, su saliva y la mía se escurrían fuera de nuestras bocas, descendiendo por nuestros rostros y cuellos.

Sus manos apretaban mis nalgas y comenzaron a separarlas y unirlas, como preludio de su próximo deseo.

Separé mi boca de la suya y comencé a lamer su cuello, quería regresar nuestras salivas a mi boca, mordí sus pezones, duro y él me apretó contra su pecho. En mis manos, estaba su verga, mojada y dispuesta.

Me hizo subir de espaldas al diván, él se inclinó, subió mis piernas, las separó y descendió su boca directo a mi culo. Allí su lengua empapó todo y lamió mi hoyo, apenas haciendo entrada.

Lo que siguió, superó todo lo esperado. Se puso de pié, tomó su pene y lo desplazó de arriba a abajo entre mis nalgas, ubicó la entrada y me miró fijo.

Wow, dolía, mucho, pero yo mismo tomaba mis nalgas y la halaba hacia fuera con mis manos, quería ser penetrado, si iba a entregar mi culo, tenía que ser con Tulio.

Detuve mi respiración y le dije

- Entra, ven, dame duro – y lo hizo

De una sola embestida terminó de entrar y dolió, mucho, casi rompo mi labio inferior en compensación a esa penetrada. Él se mantuvo dentro, pude sentir como palpitaba dentro.

Inicio la retirada y fue doloroso, yo intentaba tomar sus pierna con mis brazos extendidos y atraerlo de nuevo.

Así lo hizo, regresó a mi, se retiraba. Regresaba, se retiraba.

- Coño que divino Tulio, que rico.- él no dijo nada, pero comenzó a aumentar el ritmo de entrada y salida.

Mirar a ese toro embistiendo mi culo, imponente, brillante y todopoderoso me excitaba demasiado. Nunca imaginé pasar por esto. Era probar el lado oculto de la Luna. Descubrir que otro hombre me hiciera lo que solía yo hacer, era nuevo e impactante para mi.

Tulio comenzó a jadear y aumento su velocidad, ya no había molestia, solo placer y calor.

Mojé mis dedos en mi boca y comencé a echarme una paja, intentado ir al ritmo de Tulio.

- Que rico es Tulio – esas palabras funcionaron como una disparo de salida, él aumento la intensidad de su respiración y la fuerza en cada entrada – lo comprendí así y actué en consecuencia.

- Tulio, vente, que rico, si Tulio, aja, me has hecho tu hembra, dame más.

A cada frase, Tulio se afanaba en cada choque y la velocidad era arrollante, hice lo mismo y le dije

- Voy a acabar por ti Tulio, ven

Su respiración era un solo silbido continuo. De pronto, sus ojos se expandieron y sentí aquel calor que inundaba mis entrañas. Casi al mismo tiempo, eyaculaciones verticales, espasmódicas, sabrosas.

- Te suplico que no te retires Tulio- él se inclinó un poco sobre mi, untó su mano con mi semen y lo tragó como si fuera miel en sus dedos.

Se separó de a poco y dijo:

- ¿Nos bañamos?

- Ve adelante, te sigo.

Le seguí, sólo me tomo un instante descender y seguir el sonido de la ducha. Al entrar, Tulio estaba buscando una pastilla de jabón de una repisa alta, entré y no pude dejar de admirar su cuerpo. El agua se desplazo fresca desde mi cabello y disfruté poder frotar su cuerpo.

El salió y me lanzó una toalla. Siguió a su despacho, mientras secaba mi cuerpo.

Ya afuera, me sirvió un café bien fuerte y me dijo.

- ¿Tu no eres gay? Ni bisex.

- Pues hasta hoy no lo sabía.

- Pero si estabas en ese bar, es porque deseas estar con otro hombre

- ¿Cómo? – pregunté yo.

- Claro, ese es un bar de contacto homosexual. Una vez al mes vengo a conversar y ver si se puede congeniar con alguien, la mayoría son amanerados y travestis. Usualmente me retiro, Tu no eres amanerado y vistes como un oficinista y era la primera vez que te veía.

Estaba anonadado.

- O sea que… ¿tu pensabas que yo era gay? – dije en verdad sorprendido.

- Al verte ahí lo creí, pero al conversar y nunca llevar la conversación al tema, me di cuenta que no eres.

- ¿Y por que me besaste?

- Oye, si no decidieras estar conmigo, al menos me habría llevado el sabor de ti. Y para ti sería yo, el primer hombre en tu vida.

- Vaya, un error me metió en esto. No, no me arrepiento. Creo que debería irme.

- Como quieras Santiago.

Terminé de vestirme y antes de salir, le dije

- ¿Una vez al mes dijiste?, - le sonreí y él respondió.

- O quizá quieras hacerte un tatuaje.

Cerré tras de mi la puerta.

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Como regalo para mi amigo Tulio...

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