Nuevos relatos publicados: 9

El sobrino de mi esposo (Parte 3)

  • 19
  • 30.660
  • 9,77 (44 Val.)
  • 2

Después de ese encuentro con Gino, su frenesí fue eminente, pretendió volver a tener sexo, al que contuve, diciéndole, algo terminante:

“Ya ha sido suficiente, me agrado, pero creo que debemos contenernos, no soy tu novia, solo hemos disfrutado de un momento de sexo y punto”

Por supuesto que mis palabras no fueron de su agrado, me dio un beso y regresamos a la casa, prácticamente sin cruzar palabras, me dolía haberle hablado así, pero esto ya se estaba acrecentado demasiado.

Esa noche apenas terminamos de cenar, mi esposo se levantó para reunirse con sus amigos, la tía levanto la mesa y la ayude tratando de comprender que me decía. Gino siguió los pasos de su tío, nuevamente otra noche de mierda, solo podía escuchar radio, además nada para poder. leer, fui a ducharme para hacer algo, cuando me miré en espejo, noté un moretón bastante evidente en una de mis tetas, producto de los chupones de Gino, me acosté, transportando mi mente a lo sucedido esa tarde, alterándose mis hormonas, hasta que me dormí.

Como a la una me despertó un ruido, me levante y vi Gino, le ofrecí si quería tomar un café, así que lo preparé, charlando mientras lo tomábamos.

Comencé a levantar todo, con la intención de ir a dormir, cuando sus manos se meten bajo mi camisón, tomando mis pechos, traté de disuadirlo, pero su insistencia me venció, mientras con una mano abrazaba mis pechos con la otra bajaba mis bragas, hasta quitarlas, metiendo sus dedos en mi intimidad, incitándome, sumado a los succiones en mi cuello, comenzó a causar estragos en mi cuerpo, que segundo a segundo alteraba mi sexualidad.

Despojo mí camisón, quedando mi piel a su merced, sin darme respiro, en el instante en que me alza depositándome en la mesa, para abrir mis piernas e iniciar una alocadas lamidas en mi vagina, que no dejaba de segregar. Un ruido detuvo ese contacto, nos quedamos en silencio, mientras trataba de ponerme la camisola, y mis bragas, a pesar de que Gino trataba de impedírmelo. Con mi cabeza le dije que no, era muy riesgoso, me metí en el baño, al salir vi a la tía, la saludé y me fui a mi habitación.

A pesar que traté de evitarlo durante casi un par de días, una noche le propuse ir a la gruta nuevamente

“Está bien, pero iremos a otro sitio, eso sí, no quiero que me impidas cosas, quisiese que nos comportásemos como si fuésemos una pareja, estás de acuerdo?”

Sonriéndole le digo:

“La última vez no me opuse, a que viene eso?

“No, tienes razón, pero ha había varias frenadas, y me encantaría que te olvides de que estas casada, por un día, pronto te irás y lo que no se hizo, puede hacer que nos arrepiéntanos.

“Aja, quieres que seamos libres, tú lo puedes, para mi es más difícil.

”Si lo sé, aunque ya has roto con tu fidelidad, pero está bien no quiero presionarte, si mañana estas decidida, prepara todo y salimos temprano”

“Está bien, lo pensaré”

Por supuesto que lo pensé, pero antes de tomar la decisión, volví a comentarle a mi esposo esa noche, que si bien tuvimos sexo, nada que ver como con Gino. Después de acabar con ese coito algo mecánico, le dije nuevamente de ir a conocer algo por la región. Me dice:

“Amor, mañana pensábamos ir de caza con mis amigos, ve con mi sobrino él sabe entretenerte”

Por una parte me cayó pésima esa contestación, fue como que me entrega a Gino, y sentí como que se hacía merecedor de volverle a meter los cuernos. Estaba dispuesta a pasar lo mejor posible ese día, era como un regalito que me hacía, dejaría que mi “sobrino político”, manejase la situación.

Cuando me desperté, mi esposo ya se había ido, me levanté, prepare todo, desperté a Gino, desayunamos, lo que nos preparó la tía, traté de no demostrar mi entusiasmo, solo comenté que mi esposo, nunca me llevaba a conocer la zona. La tía asentó con un movimiento aunque me daba la sensación, que no terminaba de agradarle nuestra salida.

Cargamos todo en el autito emprendiendo el viaje, algo más largo de lo acostumbrado, pasamos las Grutas, en un viaje muy ameno, casi veinte minutos más tardamos para llegar al sitio, un lugar muy pintoresco, unas pocas casa sobre un peñasco, y una entrada algo estrecha, como un desfiladero, para acceder a la playa.

Pero mi sorpresa mayor, fue al descubrir que se trataba de una playa nudista, algo exclusiva, poquísima gente, intente no entrar, pero Gino me recordó mi promesa, si bien no estaba demasiado convencida, lo sentí como un desafío, además nunca había estado en un sitio similar.

Había unas casillas y duchas para dejar la ropa, para luego acceder a la playa, lugar cercado con arbustos, que limitaba el ingreso, a los posibles curiosos.

Apenas salimos de la casilla, si bien sentí algo de recato, al estar desnuda, percibí un estado de liberación, como algo natural, caminamos por el lugar, observando a gente de distinta edad, que apenas nos observaban. El agua del mediterráneo estaba apropiada, entrar y salir sin malla era una delicia.

Después de un par de chapuzones, me tiré al sol, al rato note que mis tetas se estaban, poniendo rojas, era evidente que las parte que no exponía al sol, estaban más sensibles a los rayos,

“Quieres pasarme el protector solar” se lo dije sabiendo que no se negaría.

Untó sus dedos en la crema, pasándolo por mi espalda, lentamente, recorriendo hasta la cintura, para aplicar sobre mis glúteos, la unión de estos fue lo último, tocando mi ano, una y otra vez, apoye mi cabeza sobre mis brazos entrecruzados, disfrutando ese excitante recorrido, separé mis piernas, para que ese ungüento no dejase de ser aplicado en toda mi piel.

Por supuesto que hubo sectores en que se fue prolongando, jugueteando con mis subjetivas hendiduras, no conformándose con los bordes externos, sino con su interior, donde esos dedos comenzaron a socavar esas aberturas, una y otra vez hasta comenzar a transportarme a un estado de total motivación.

Comencé a gemir mientras mis piernas se separaban más, lo del impedimento de la noche anterior me tenía bastante motivada, así que si bien había poca gente, no tenía dudas que podían determinar que estábamos haciendo, pero eso no solo me atraía, sino que no me inhibía ser vistos, estire mi brazo y comprobé el estado de Gino, que se fue sumando a mi estado de embelesamiento

Lentamente Gino se fue recostando contra mi espalda hasta quedar acostado sobre mí, sintiendo como su erecto aparato buscaba penetrar mi útero, hasta que con cierta sutileza lo fue introduciendo, hasta quedar depositado en mi matriz. Iniciando un lento bombeo, que me enloquecía, y más al notar que una pareja observaba atentamente, Gino continuo, reduciendo mis gemidos ante cada una de esas profundas penetraciones, ese roce contra la membrana de mi claustro era algo enajenante, esa comunión sexual, duró bastante llegando a tener un par de orgasmos hasta finalmente ser irrigada por el esperma de mi joven pareja.

Después de este especial encuentro nos abrazamos, haciéndolo acostar sobre la arena, arrastrándome sobre él, colocando mi rostro sobre su pelvis, para mamar su algo flácida verga, hasta limpiarla totalmente de su reciente flujo.

Nos quedamos quietos y nos dormitamos, cuando despertamos noté que mis pachos estaban bastante más enrojecidos, con la reciente motivación, no los protegí suficientemente, y los efectos del sol fueron drásticos, cosa que podía llamar la atención a mi esposo de haber tomado sol sin breteles, y delante de su sobrino.

Cuando repentina apareció una mujer, de unos 50 años, lindo físico, apenas la vi me cubrí con los brazos, cuando me dice:

“Hola, veo que tienes muy rojos tus pechos, además no te cubras tienes un lindo cuerpo, y esa preñez te hace muy sensual” como no le comprendía demasiado, Gino me traducía.

“Si, gracias, es que no me puse protección”

“Mira, soy médica, ponte esto que te va ayudar a calmar ese ardor”

“Oh, muchas gracias, es Ud. muy amable”

“Tu esposo entiende muy bien el italiano”

“Oh, sí, si sin saber que contestar

“Hacen una linda pareja, y por lo que vi, muy enamorados. Felicitaciones por su próximo bebé”

Se me encendió la cara, había visto nuestra relación, una cosa, que lo supongas y otra que indirectamente te lo “comenten” pero a pesar de eso me agradó el comentario de esta mujer.

Traté de cortar rápidamente, hasta que por suerte se fue, Gino quiso pasarme ese líquido pero preferí hacerlo yo, me sentía mal, como si todos nos estuviesen mirando, nos duchamos e insistí en irnos. Aun me ardían bastante los pechos, así que me puse una remera sin sostén.

“Que quieres hacer?

“No sé, no tengo ganas de volver a ese pueblo, me deprime”

“Quieres ir a las grutas, total nos queda de paso”

“Donde digas, me da igual”

Llegamos y nos acomodamos a la sombra, me quité la remera donde Gino, inicio una serie de tocadas, que traté de evitar porque estaba de mal humor, no sé si fue esa mujer, o que.

Noté a Gino, que se molestó, como cuando retan a un chico, me tiré sobre la lona y dormí un rato, me desperté con ardor en mis pezones, producto del sol que había tomado. Así que lo llamé a Gino, si deseaba pasarme el líquido que nos dio esa mujer. Como un relámpago estaba a mi lado para hacerlo, así que volcó un poco sobre mis pechos, friccionando suavemente con sus dedos.

“Por favor se suave, me arden”

Así que empezó a lamer mis pezones, con una delicadeza, que no solo calmaban el ardor, sino que comenzaba a alterarme, ese “inocente” bálsamo, fue aumentando mi libido, cada vez que me llevaba a alguna situación de ese tipo, apenas sentía su contacto, mi cuerpo se convulsionaba, era algo incontenible, sus besos, sus chupadas, la introducción de sus dedos, todo me alteraba dejándole dar rienda suelta a ese acometimiento sexual, admitiendo que era Amo y Señor de mi cuerpo, al que lo entregaba sin ningún tipo de reservas, y hasta en lugares nada íntimos.

Esa lamida, y el bálsamo que me aplicaba, rápidamente fueron adquiriendo otra derivación, cuando comenzó a desatar mi tanga, le digo:

“Por favor Gino, espera, no estoy como siempre, no sé qué me sucede”

Se contuvo en su objetivo, solo me dijo:

“Gírate, y apoya tus ricas tetas, sobre la arena húmeda”

Acate su idea, sintiendo que se refrescaban, mejor que el bálsamo y las lamidas de mi amante, me coloco un toallón, para apoyar la cabeza, y se fue a dar un chapuzón al mar. No sé qué tiempo habrá transcurrido, me adormecí un poco, sintiendo que mis pechos parecían aplacar ese ardor.

Cuando me despabile al sentir una mano fría y húmeda, acariciando mi espalda, recorriendo desde los hombros hasta la cintura, varias veces, me fui relajando, ante esos deliciosos mimos, hasta que comenzó a desatar el nudo de mi tanga, quitándola, aflorando mi culo.

Cuando después de recorrer bastante mis glúteos, comenzó a oprimirlos separándolos, para descubrir mi intimo orificio, introduciendo sus dedos, a pesar de mis gemidos de molestia, que me dolía los aceptaba, era mi pareja por ese día, entregándome sin excusas previas, es difícil de explicar, no sé si su juventud, ese dominio que me había estado infundiendo, pero cada vez más, me prodigaba a sus locas pretensiones.

Sutilmente me fue arrodillando con mi rostro contra la arena, mientras sus dedos se iban incrustando en mi recto, esperaba cualquier cosa, mientras el índice y el del medio, entraban y salían de mi conducto, mis gemidos se hacían evidentes ante ese movimiento patético.

Hasta sentirme aliviada al ser retirarlos del cauce, para recorrer con su verga la raya que forman mis glúteos, como demostrando su atribución, hasta que después de varios movimientos se detuvo, para tantear alrededor de mi ano, me relaje dispuesta a satisfacer su intención. Su glande comenzó a introducirse unos centímetros, invadiéndome un fuerte dolor, pero a pesar de ese malestar permanecí inmutable a la espera de su penetración, a pesar de conocer el tamaño de su aparato, y habiéndolo practicado pocas veces con algo de menor calibre, me prepare a esta intromisión.

Su glande se oprimía contra mi orificio con la finalidad de enterrarlo, mi esfínter parecía dilatarse, ante esa propuesta, exhale un grito de dolencia, se detuvo, para continuar después de un rato. Inmediatamente percibí su punta enterrarse algo más rápido, tomándome de la cintura, empujo, sintiendo un fuerte malestar nuevamente, al que trate de no anunciarlo.

Lo sentí entrar dolorosamente centímetro a centímetro, usurpando poco a poco la intimidad de mi recto. Supongo que cada vez más irritado por ese aparato penetrador, hasta que el orificio parecía latir, tolerando mejor la incursión. Sentía las pulsaciones de su miembro a través de la membrana de mi recto, sus manos apretaban mis senos, hasta que después de un fuerte empellón su pelvis se pegó a mis glúteos, quedándose estático, como demostrando su predominio sobre mi cuerpo.

Al fin terminó de entrar y la cabeza se alojó profundamente, dejando sus genitales pegados a mi ano, anunciando que la totalidad se cobijaban en mi recto. Mis gritos y gemidos parecía que lo provocaba, porque sus empellones comenzaron a acentuarse, para detenerse y disfrutar al verme ensartada, mientras mi agitación se pronunciaba, disfrutando a su falo en mí recto, metido hasta mis entrañas, dando la sensación de partirme.

Mi conducto parecía haberse dilatado bastante, al punto que lo sacaba íntegramente para introducirlo en toda su dimensión, en ese ínterin vi una pareja algo alejada de nosotros, lo que me produjo una cierta morbosidad, saber que nos estaban observando, algo que me altero bastante, donde mi desnudes como mi embarazo se hacían evidente desde esa distancia. Llegue a la conclusión que ser observada en esos momentos, me excitaban, era extraño, pero esa morbosidad me alteraba muchísimo...

Dejé que Gino me siguiese fornicando analmente, estrechando mi ano, para aprisionar su verga, hasta que súbitamente empezaba nuevamente su impetuoso bombeo, fue fabuloso, lo hacía de una manera algo feroz, al punto de hacerme sentir una prostituta. No era como otra veces, era algo irracional, como si en ese contacto anal estuviese descargando su voracidad, en parte me asusto pero a su vez me activaba esa comunión anti natura, donde cada intromisión me hacía elevar mi cabeza.

El dolor y el goce se mezclaban, haciendo ese contacto en algo impresionante, hasta percatarme que mis pechos goteaban algo de mí leche Era todo tan voluptuoso, que si bien mi actitud era pasiva, recibía constantemente el ímpetu de su dinamismo, manteniendo mi cuerpo en un estremecimiento continuo. Duró bastante disfrutando de mi conducto, hasta que sentí como su esperma evacuaba en mi maltratado recto.

Gino disfrutaba viendo como evacuaba su semen de mí cauce, a la vez que me besaba asiduamente. Después de esa amena copulación, me dieron ganas de orinar, le comente que me pasaba, que buscaría un lugar más privado.

“Hazlo acá, quiero verte como lo haces

“Pero, nunca lo he hecho delante de nadie, me da cosa”

“Vamos, muéstrame”

No sé porque, pero me coloque en cuclillas, como desafiando su proposición, comenzando a evacuar libremente mis aguas, a lo que Gino no perdió detalle de lo que estaba haciendo, hasta se le irguió su verga, que si bien me sentí algo abrumada, algo que nunca hice delante de alguien, solo cuando chica ante mi madre, me producía una sensación de exaltación, un morboso placer, al sentirme observada en una de mis intimidades, mientras mis líquidos iban abriendo un curso sobre la arena.

Descanse un rato, hasta que comenzó a anochecer, no entiendo que me sucedía, pero no le daba importancia a los posibles reproches de mi esposo, pero no dejaba de subyugarme la adrenalina que me producía en esos momentos que practicábamos sexo. Cuando estábamos cargando las cosas, comencé a vestirme, pero me dice:

“Ponte la bata solamente”

“Pero no voy a aparecer así, con solo la bata”

“Por supuesto que no”

Obedecí sumisamente, me puse la bata, puse la ropa en el asiento trasero, subí al auto, y cuando llegamos a ese paraje de la vez anterior, paró a un costado del camino, me hizo bajar y quitar la bata, solo moví la cabeza, como entendiendo el motivo. Se bajó los bermudas, me arrodillé, iniciando un felatio en medio de ese inhóspito camino, cuando vi unas luces a lo lejos, trate de disuadirlo, pero me dijo que continuase.

A medida que el vehículo se acercaba, mi adrenalina aumentaba, traté de acelerar el acto, pero Gino, acariciando mi cabeza, me dice, tranquila, sigue.

Continúe, con mi mamada, pero al notar esas luces más cercanas, mi excitación se acrecentaba, y un sudor bañaba mi cuerpo, al punto de que comencé a tocarme, al notar que el vehículo disminuía la velocidad mi libido aumentaba, introduje la totalidad de su falo en la boca, mientras que con la punta de la lengua friccionaba la extremidad de su tronco, clavando mis dedos en sus glúteos. El auto disminuía su velocidad, sin duda para observar el espectáculo, cuando la verga de Gino descargó su leche en mi boca, quitando mi mano de sus nalgas, para masturbarme de una manera precipitada, sintiendo como mi cuerpo se convulsionaba. En segundos me levanté notando que las luces del auto me alumbraban, al notar mi preñez y parte de la esperma que afloraba de mi boca, pareció dar fin al entretenimiento, acelerando, perdiéndose a la distancia.

No sé qué me sucedía pero estaba satisfecha por lo sucedido, estaba feliz con Gino y todas esas locuras que experimentamos, lamentablemente regresábamos a la realidad. A pocas cuadras de la casa me coloque sola la remera, y los shorts.

Cuando llegamos a la casa, mi esposo estaba preocupado por la tardanza, le dije que Gino no podía hacer arrancar el auto que gracias a uno que pasó, pudimos llegar.

Al entrar a la casa había 3 amigos de mi esposo, que esperaban para cenar, al verme con esa remera que marcaba perfectamente mis pezones, mi panza al aire en esos cortos shorts, esas miradas lascivas me devoraban, me sentí totalmente abochornada, peor que cuando tuvimos sexo con Gino en esa playa, o lo reciente en la ruta, solo atiné a correr a la habitación y después ir a bañarme.

Cenamos con sus amigos, aunque sus miradas persistían, después de comer, apenas hubo una sobremesa por suerte, que como final de estas vacaciones mi esposo se fue al bar con sus amigos, con la promesa que regresaría temprano dado que nos íbamos al día siguiente.

Gino me propuso, ir a su cuarto, como despedida, le dije que no, ya habíamos tenido un día bastante intenso, mientras que con el dorso de su mano rozaba mi pezón derecho, insistiendo en que fuese, que a pesar de desearlo, me negué.

Me fui a preparar las valijas y me acosté, no podía dormirme, cerca de la una de la mañana llegó mi esposo, mejor dicho lo trajeron porque ni se mantenía en pie, apenas se tiró en la cama se quedó dormido.

Traté de conciliar el sueño, pero me era imposible, me levante, fui al baño, al pasar por la cocina estaba Gino, desnudo esperándome, moví la cabeza como en ademan de “era de esperar” y como un imán, me acerque a abrazarlo, nos besamos, tocándonos como si hiciese tiempo que no lo hacíamos.

Me giró elevando mi camisón metiendo las manos para apretar mis senos, jugueteando con ellos, tirando de mis pezones, apoyando su falo erecto entre mis glúteos, cuando empezó a fluir mi adrenalina, cuando comienza a bajar mis bragas,

Su mano jugueteo con mis aberturas repetidas veces, hasta lograr humedecer mi sexo, apoyando su miembro entre mis nalgas, a la vez que me susurra:

“Me encanta penetrar nuevamente ese hermoso culito, la forma que te pones, sentir como se dilata al metértela y sacar, esos gemidos de mujer caliente.”

No solo me sorprendieron sus palabras, sino que se elevó mi excitación, cuando me quita el camisón, me hace separar mis piernas, recorriendo con su miembro mi raya hasta depositarlo en mi abertura anal, besando mi cuello, tratando de llevarme a un estado de total exaltación.

Hizo flexionar mi cuerpo sobre la mesa, comenzando a besar mi espalda bajando suavemente, mientras sus dedos oprimían mi recto, besando mis glúteos, una y otra vez separándolos, desplazando mis bragas, hasta dejar al descubierto mi ano, y comenzar a besarlo pasando su lengua sobre su borde, incrustándola en mi cavidad.

No tardé en entregarme a ese alterador acoso, gimiendo como gata en celo, en el momento que baja mi prenda, Su lengua me producía un sin número de estimulaciones, erizando mis pezones, alterando mis pulsaciones, humedeciendo mi sexo, irguiendo mi clítoris, con desesperación al pensar en ser nuevamente penetrada analmente.

Clamando cada vez más, aumentando los decibeles de mis gemidos, cuando su dedo lo introdujo entre mis cachetes desplazándolo en mi ano, una y otra vez, como indicándome el paso a seguir.

Mientras mantenía oprimiendo mi cabeza sobre la mesa, su glande buscaba activamente mi ano, hasta que inició una leve incrustación en mi conducto, bordeando las paredes del mismo, hasta introducirlo totalmente, produciéndome una exclamación de dolor.

Haciendo caso omiso a mi gemido, continuo hasta que lo oprimió contra mi abertura, forzando a penetrarlo un poco, percibiendo como esa zona tendía a dilatarse

Lo mantuvo oprimiendo mi esfínter, empujando suavemente hasta sentir su glande abrirse camino por mi conducto anal, notaba que con cierto esfuerzo se iba empotrando por mi desflorado ano.

Comenzó a efectuarme unos chirlos en mis nalgas, en donde cada vez que los reciba levantaba mi culo, comprobando que se iba introduciendo poco a poco, las palmadas se fueron haciendo más fuerte, comprobado que entre mi calentura, el dolor de la penetración y esos chirlos, mi excitación iba en constante aumento.

Todo se fue intensificando, hasta mis gemidos, cuando comprobé que el miembro de Gino se había hecho dueño de mi interior, sintiendo sus palpitaciones, amoldándose a mi membrana, para luego comenzó a agitarse con entradas y salidas más intensas y rápidas.

Nuestros cuerpos comenzaron a transpirar, fruto de ese intenso vaivén, mis gemidos eran imposibles de dominar, y las manos a Gino se adherían con fuerza a mi cintura, era algo patético y salvaje, algo que jamás lo habría llegado a suponer.

Cuando sorpresivamente lo quito, para girarme, elevar mis piernas apoyándolas sobre su pecho, volviendo a introducir su miembro, agitándose de una manera alocada, en donde al introducirlo totalmente parecía regocijarse su rostro. Tomando mi mano para depositarla sobre mi sexo, con el fin de masturbarme, que sin oponerme comencé a tocarme sin dejar de mirarlo a los ojos.

Varios minutos duró este copulación anal, que a pesar de dolerme, la disfrutaba considerablemente, hasta sentir su fluido regar mi conducto rectal. En menos de 24 h., había experimentado una serie de estímulos sexuales, que jamás los había practicado en mi vida. Sumado a esa adrenalina que producía, sabiendo que a unos metros estaba la tía, y más cerca mi esposo, que a pesar de eso y haber tenido sexo anal en escasas oportunidades, estas dos fueron las mejores.

Gino me insistió que fuese a su cama, pero le dije que lamentablemente esta seria posiblemente la última vez.

(9,77)