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Encuentro en la universidad

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Alexa y Javier no se conocían. Se habían visto unas cuantas veces mientras caminaban entre los pasillos de la universidad. Jamás se habían dirigido la palabra y no tenían amigos en común, por lo que a ellos les sorprendió lo que sucedió aquel viernes en la tarde.

Ambos tenían clase en el tercer piso de la facultad, al final del pasillo, donde casi no suele haber clase. Alexa tenía clase en el 318 y Javier en el 319. Aquel viernes pareció ser precisamente el día en que los profesores de ambos decidieron no llegar, los pocos compañeros que habían llegado a clase ya se habían marchado y los amigos de ambos se habían adelantado para aprovechar la tarde del viernes. Pero ellos se habían quedado afuera de los salones, en el pasillo.

No se habían puesto de acuerdo ni nada por el estilo, tan sólo ahí estaban, mirándose entre ellos. Ambos estaban solos, ambos estaban aburridos, pero sobre todo ambos estaban calientes.

A ninguno de los dos les pasó desapercibido las miradas que el otro le lanzaba. Javier se concentraba mucho en la ropa que traía Alexa: una blusa blanca de gatitos, acompañada por una falda negra que le llegaba a la mitad de las piernas y unos Vans negros sin calcetines. Por el otro lado, Alexa no podía dejar de ver los brazos ligeramente marcados de Javier, la silueta que tenía debajo de la camisa, de seguro había tenido una presentación en clase pues incluso llevaba una corbata, pero sobre todo se concentró en su rostro, quizá no era un adonis ni nada por el estilo, pero a ella le gustaba lo que veía.

Se miraron unos cuantos minutos, sin decirse nada, luego tan sólo se sonrieron y ni siquiera lo preguntaron.

Javier se acercó a ella y la besó de forma tan casual como si fueran novios. Ella le correspondió el beso y comenzó a restregarse contra él. Ambos se comían las bocas como si siempre lo hubieran hecho. Sus lenguas se juntaban y la temperatura de ambos aumentaba. Javier se detuvo un momento para ver a su alrededor. En el pasillo casi no había mucha gente y los pocos que estaban se encontraban casi hasta el otro lado, pero eso no significaba que no pudieran verlos. Como leyendo su pensamiento, Alexa lo tomó de la mano y ambos entraron al salón 318, ella sabía que pasarían al menos unas tres horas antes de que comenzara la otra clase, tenían bastante tiempo. Él tan sólo se dejó llevar con una sonrisa en los labios.

Una vez ahí, cerraron la puerta y Alexa tomó una banca para poder atracar la puerta, en teoría no tendría que llegar nadie dentro de un buen rato, pero no estaba mal estar prevenidos. Javier la miró de espaldas a él y no se pudo resistir, se acercó a ella y la tomó del trasero para juntarla hacia él. Ella pareció agradarle, le gustaba que le dijera a lo que iba, se dio la vuelta para besarlo y morderle el labio, luego se separó en espera de ver qué es lo que haría.

Javier la llevó junto al pizarrón para aprisionarla contra él mientras comenzaba a acariciar sobre su ropa interior mientras le besaba y mordía el cuello. Alexa se dejó hacer, disfrutando de su boca, luego ella comenzó a besar y morderle el brazo más cercano, metió las manos debajo de la playera de él para arañarlo un poco y pegarlo más a ella. Javier le hizo darse la vuelta para que su rostro quede pegado al pizarrón, luego levantó su falda por encima de su trasero para darle unas cuantas nalgadas y estrujarle el trasero, pero ella lo detuvo.

—Llévame al escritorio —le pidió Alexa.

Él obedeció, la tomó del cabello, la inclinó sobre la superficie, volvió a subirle la falda y siguió a nalgueándola. Ella relajó el cuerpo para ser castigada. Dejándola en esa posición, Javier tomó su ropa interior, la bajo hasta las rodillas, inclinó, beso sus nalgas poco a poco, le dio una ligera lamida a su entrada, que ya comenzaba a estar húmeda por la excitación, y luego soltó un par de nalgadas más, ahora más fuertes. Alexa disfrutaba las sensaciones que esto le causaba. Se puso de puntitas para poder recibir mejor su castigo y que Javier pudiera ver mejor su coño.

La lujuria los invadía a ambos, tanto que apenas notaron cuando alguien llamó la puerta. Javier se detuvo, pero Alexa se quedó en donde estaba, el corazón de ambos se aceleró, ¿qué pasaría si abrían la puerta y era un profesor? Estarían en problemas. La adrenalina de ambos aumentó en cuanto intentaron abrir la puerta, por suerte la banca hizo bien su trabajo en trabar la puerta.

—Ocupado —dijeron ambos.

Por un momento pensaron que insistirían, pero escucharon como el invasor se iba. Quizá pensando que estaban en una sesión de estudio privado, o quizá sabía lo que estaban haciendo; de cualquier forma, volvían a estar solos. Y la adrenalina de casi ser atrapados los excitó aún más.

Julián se arrodilló, observó el coño de Alexa, estaba húmedo, pero quería dejarlo aún más. Comenzó a tocarle las piernas recorriéndolas de forma muy lenta con toda la mano, las besaba aquí y allá, una mordida de vez en cuando. Alexa se estremecía por el contacto de él. Hizo un ademán de quitar las manos del escritorio para llevarlas al cabello de él, pero Javier se detuvo y le advirtió

—No puedas quitarlas de ahí, si lo haces voy a parar —le gustaba lo que hacía, así que regresó sus manos donde estaba. Javier por su parte regresó con las piernas de ella, las recorrió con la lengua, subiendo poco a poco hasta llegar de nuevo a su trasero, el cual estaba algo rojo por las nalgadas, pero sobre todo sensible—. Te voy a dejar tan mojada que querrás que te coja por horas. —le dijo arañándole un poco la espalda.

Javier apretó muy fuerte el trasero de ella, dejándole las marcas de su mano. Arañó sus piernas desde arriba hasta abajo. Tocó ligeramente su coño y lo acarició para luego arañarle de nuevo la espalda y jalarle un poco el cabello para morder y besar sus hombros.

Alexa, completamente excitada, movió su trasero hacia a él para frotar y sentir como su erección crecía por lo que le estaba haciendo. Tomó sus manos para que fueran a sus pechos y tocaran sus pezones y que los apretaran sus dedos.

En esa posición, Javier aprovecho para atrapar a Alexa contra el escritorio con su peso mientras seguía apretando sus pechos. Oprimió su erección contra el coño de ella y se movió como si le estuviera dando. Lento, para que sintiera como lo ponía, cuan dura estaba su erección sobre el pantalón. Una de sus manos soltó su pecho y fue hasta la garganta de ella mientras que la otra comenzó a masturbarla. La jalo hacia él para que la espalda de ella quedara contra su pecho y pudiera acercarse para besar y morder su hombro y parte de su cuello.

Alexa se movió mimosa a su contacto y apiñó las caderas hacia él, no podía evitar gemir, pero temiendo que los descubriera, Javier le tapó la boca, cosa que a ella no le gustó, en su lugar giró la cabeza para que la besara y pudiera ahogar los gemidos que salieran de su garganta.

Javier la tomó por la cintura y la llevó hasta la ventana del otro lado del salón. Estas ventanas eran grandes y daban una vista directa a la zona conocida como Islas, una especie de parque que estaba a la mitad de la universidad. Una vez ahí, Javier hizo que Alexa se inclinará para que su rostro quedara contra el vidrio. Se arrodilló y lamió su coño mientras abría la bragueta de su pantalón. Su pequeño amiguito estaba duro y deseoso de conocer a Alexa. Continuó lamiendo su coño un poco más y luego se levantó. Estaba tan excitado, pero quería ver el rostro de ella mientras se la cogía, hizo que volteara para que pudiera besarla mientras restregaba su miembro contra ella, el cual resbaló con facilidad debido a que su vagina estaba tan empapada gracias al estímulo que ella había recibido, pero aún no se disponía a entrar.

—Hay que ser muy silenciosos —le susurró al oído.

Ella no dijo nada, sólo lo miró. En esa mirada demostraba el deseo de ella de que se la metiera de una vez, sin ser suave.

Al ver su deseo, Javier la tomó de la cadera con una mano mientras que con la otra la obligó a inclinarse un poco más. Apuntó la punta de su pene al coño de ella y la metió con un fuerte empujón, ella gimió, pero él la sacó totalmente con rapidez, no quería ponerse fácil, luego la volvió a meter con fuerza y ella y el vidrio resintieron la embestida.

Javier tomó su cabello con una mano y comenzó a cogerla, primero lento para que disfrutara cada centímetro que entrara en ella, luego aumentó la velocidad para darle de nuevo un par de nalgadas, ya que parecía que le encantaban, mientras veía como su verga entraba y salía de Alexa. Ella gemía al sentirlo dentro, abrió la pierna para recibirlo ya que quería sentirlo aún más dentro.

—Ufff, me tienes tan excitado —dijo Javier, quien soltó su cabello para tomarla de las caderas con ambas manos y embestirla con más fuerza.

Luego levantó un poco la blusa de Alexa, dejando sus pechos al aire y para que él pudiera ver su espalda desnuda mientras continuaba cogiéndola en esa posición

Mientras tanto afuera, a nadie se le ocurría mirar hacia arriba, de hacerlo, podrían ver como follaban a Alexa junto con sus pechos aplastados contra el vidrio. Pero sobre todo verían como ella disfrutaba aquella verga dándole duro.

Unos minutos después, Javier se sintió un poco cansado de la posición. Así que me salió de Alexa para darle la vuelta y que quedara espaldas al vidrio. La besó, luego bajó y chupó sus pezones. Ella abrazó su rostro para que continuara, pero en vez de eso, él se agachó y colocó la pierna izquierda de Alexa sobre su hombro para poder a comerle el coño mojado, algo difícil con la falda en sus ojos; pero a pesar de eso, su lengua exploró toda su entrada y su mano izquierda le arañaba la pierna derecha.

A pesar de que le estaba gustando lo que le hacía, la posición era muy cansada para Alexa. Por suerte, ella logró ver una silla cerca del escritorio. Entonces, empujó a Javier sobre ella para que se sentara, luego se dio la vuelta para bajar el cierre de su falda y que ésta resbalara. Javier se deleitó con el pequeño espectáculo, antes de que Alexa se diera la vuelta, dispuesta a cabalgarlo. Él se acomodó en la silla y abrió su pantalón para que su verga no estuviera tan limitada por el espacio del cierre. Luego la levantó para que Alexa se pudiera empalar en ella. Entró con facilidad, su coño estaba más que húmedo y sin ningún preámbulo, Alexa comenzó a subir y bajar sobre él y disfrutar de su herramienta, sus pechos rebotan frente a él y lo invito a que los chupara, pero llevado por sus instintos, Javier los mordió, dejándolos más duros de lo que estaban. Mientras Alexa lo cabalgaba con maestría, Javier tomó su trasero y lo apretó. Tomó uno de sus pezones entre los dientes, para jalar ligeramente y luego chuparlo. Alexa tan sólo gozaba la sinfonía de la flauta de su amante, desabotonó su camisa para poder arañarle el pecho mientras jalaba su corbata para hacer que la besara. Javier se acercó para besarla mientras que sus manos obligaban a Alexa a moverse en círculos sobre él.

—Levántame —pidió ella.

Javier obedeció, la tomó de su trasero y la aprisionó contra el pizarrón. En esa posición hizo que subiera y bajara sobre él. Lo que estaba detrás de Alexa se iba borrando mientras su espalda se restregaba en la superficie. Mientras le seguía dando contra la pared, Javier mordió su cuello y le beso el hombro. Luego bajo su rostro para chupar sus pezones. Agarró una de sus piernas para que se enredará detrás suyo y pueda agarrarla mejor. Alexa lo abrazaba por el cuello, dejando que él la moviera como quisiera. Le gustaba lo que hacía y no quería parar. El éxtasis que sentía no tenía igual.

—Quiero terminar sobre el escritorio —le susurró ella al oído cuando se sintió cansada por la posición—. Acuéstame sobre él.

Antes de obedecerla, Javier primero la bajó para que poder besarla un poco y meter sus dedos en ella. Quería sentir lo húmeda que estaba, él se sentía cerca de venirse, así que quería darle a ella un poco más de placer. Aflojó un poco el nudo de la corbata para tomar sus manos, juntarlas y cerrar la corbata sobre ellas. Ella no se quejó ni dijo nada, en sus ojos se veía que le gustaba. Una vez amarrada, Javier la cargó y la colocó encima del escritorio, llevó sus rodillas hacia su pecho para que pudiera comerle el coño con libertad. Alexa se retorció de placer, su coño estaba completamente sensible después de haber tenido la verga de Javier dentro, así que su lengua se sentía mucho mejor ahora, tanto que la hizo gritar un poco, pero ella se tapó la boca para evitar que el ruido hiciera que alguien fuera al salón a averiguar qué era lo que pasaba.

Cuando terminó de comerle el coño, volvió a abrirle las piernas para penetrarla con firmeza mientras Alexa se masturbaba al mismo tiempo, atacando su clítoris a la misma velocidad que él le daba. Mientras le seguía dando, el escritorio se movía debajo de Alexa. Javier colocó la pierna izquierda de ella sobre su hombro derecho para poder alcanzar y apretar uno de sus pechos, esto sin dejar de darle con un ritmo que la estaba volviendo loca. Alexa tomó la mano de Javier para que recorriera su cuello hacia abajo mientras no paraba de gemir. Javier llegó hasta su clítoris y comenzó a tocárselo con decisión. Ambos se miraron a los ojos, Alexa apretando los labios para evitar gritar por el placer. En ese momento Alexa arqueó la espalda y utilizó su pierna para meter la verga de Javier hasta el fondo. El orgasmo le recorrió el cuerpo y su coño se contrajo sobre el miembro de Javier. Apretó más sus labios para evitar soltar el grito y cerró los ojos para poder disfrutarlo por completo. Javier tan sólo sentía como le apretaba más el pene, mandándole descargas eléctricas por el cuerpo.

El orgasmo de Alexa terminó y su espalda volvió a estar sobre el escritorio. Miró a Javier con una sonrisa y le dijo:

—Quiero que te vengas sobre mí, dámelo todo.

Sus palabras lo animaron, Javier se colocó ambas piernas de Alexa sobre los hombros para poder darle mejor, ahí aprovechó para abrazarlas y arañarlas un poco, en esa posición sintió a punto de venirse.

Alexa volvió a taparse la boca para evitar un nuevo grito, entre gemidos le pedía que se viniera sobre ella, que lo estaba esperando. Momentos después Javier salió de ella y se corrió sobre su vagina y un poco en el abdomen. Alexa la recibió, disfrutando de la sensación que le causaba sobre la piel mientras se acariciaba sus pechos.

Ambos se quedaron ahí, retomando su respiración. Luego se miraron, sonrieron y rieron. Lo habían hecho como si se hubieran conocido desde siempre, pero ni siquiera sabían el nombre del otro.

Finalmente Alexa se levantó del escritorio, le pidió ayuda a Javier para quitarse la corbata de las manos y luego tomó su ropa. Javier se arregló, no podían saber que habían cogido, quien sabe qué les harían si lo descubrían, pero algo le decía que no habían sido los primeros en hacerlo en la universidad.

Alexa se limpió la corrida de él antes de ponerse su falda y Javier, como un caballero, tomó el pañuelo y le limpió los restos de plumón que Alexa tenía en la espalda. Ella agradeció el gesto.

Cuando ambos estuvieron vestidos y arreglados, salieron del salón, el pasillo seguía vacío, pero decidieron no tomar riesgos y caminaron hasta las escaleras. Javier bajó el primer escalón, él tomaría esas y Alexa bajaría por las otras escaleras que había del otro lado del pasillo.

Ambos se miraron una última vez, se dieron un último beso y agradecieron aquella experiencia.

Esa fue la única ocasión que pudieron hacerlo, por varias circunstancias no tuvieron la oportunidad de repetirlo. Siempre tenían clase o se iban con sus amigos, pero ambos consideraban que fue lo mejor, mantenerlo como un recuerdo.

Seguían encontrándose en el pasillo, cuando lo hacían se guiñaban el ojo, señal de que ambos compartían aquel secreto entre ellos, y cada que se veían, les llegaba el recuerdo de sus cuerpos juntándose, algo que muy dentro de ellos, volvía a excitarlos.

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