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Familia sumisa de un Amo (1): El inicio

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Mi nombre es Pedro, tengo 44 años y una vida familiar se podría llamar que normal, tengo una mujer guapa que todavía no tiene 40 años, un hijo de 16 y una hija de 10.

Como cualquier pareja que lleve muchos años casados pues follamos Ana y yo esporádicamente, los fines de semana el sábado o el domingo, pero habíamos caído en la rutina, ella ya no era la zorra con la que me hice novio ni yo tampoco el semental que prometí.

Como cualquier casado me hacía pajas fantaseando con lo que fuera, hasta que un día coincidí en la cena de empresa con Alberto.

Cenábamos en la misma mesa y como siempre bebimos de más, se nos hizo tarde y con las bromas decidieron los compañeros ir a tomarse la última a un puticlub que había cerca. Así que fuimos.

Yo hacía mucho que no iba a uno, y las chicas, extranjeras su mayoría nos empezaron a sobar, algunos subieron con ellas pero Alberto y yo nos quedamos en la barra.

Las chicas me habían dejado la polla a cien, aunque estaba bastante achispado, y no pude evitar ver la erección que escondía el pantalón de Alberto.

-Joder como nos han puesto -le dije.

- Ya ves, la tengo durísima, subiría, pero el sexo de este rollo me aburre bastante... -dijo con una sonrisa.

- Si -afirmé sin mucha convicción- la verdad es que no me quería gastar una pasta esa noche, nos vamos?

- Me llevas? -me dijo.

- Si claro.

Cuando salimos fuera el aire me despejó un poco y me dieron ganas de mear, así que me retiré detrás de un camión en el parking, y me saqué la polla para mear.

Alberto se puso a mi lado y empezó a mear también.

Tenía un pollón, mucho más grande y grueso que el mío.

Me miró sonriendo mientras terminaba la meada y se la sacudía...

- Que tal? Te gusta lo que ves?

- Emm, si, digo no... -dije atropelladamente.

- Uf, la tengo todavía bastante dura -dijo mientras se empezaba a masturbar.

Yo me quedé sin saber qué hacer, con mi polla en la mano, que había terminado de mear, pero no me había guardado y Alberto haciéndose un pajote en su pollón.

-Creo que me voy a hacer una paja... me ayudas?

No sabía que responder, pero me estaba poniendo muy cachondo.

-Si claro, que quieres que haga?

- Hazme una paja...

Cogí el miembro duro como una piedra y empecé a pajearlo estando a su lado.

Empezó a soltar líquido seminal mojándome la mano y yo seguía dándole a su polla...

-Has probado alguna vez una polla? -me dijo excitado.

-No -le mentí, cuando era más joven mis primos me hacían chuparle las pollas todo lo que duraba el verano.

-Chupámela anda -me dijo cogiéndome la cabeza y poniéndome de rodillas.

Me la metí en la boca, casi ni me cabía, y empecé a mamársela despacio.

-Muy bien -me dirigía- más adentro, así así...

Fui cogiendo ritmo hasta que empezó a jadear, en ese momento me aparté y se corrió en el suelo.

-Uf -dijo- que bien ha estado, gracias amigo.

- de nada, ha sido un placer.

- De verdad? -dijo pícaro- te ha gustado?

- la verdad es que me ha puesto cachondo, no soy homosexual pero ha sido muy morboso.

-Deja que te invite a una copa en mi casa, quieres?

Le dije que vale, porque con tanto calentón se me había pasado la chispa y todavía no era muy tarde.

La casa de Alberto era una vivienda unifamiliar a las afueras, la verdad no muy diferente a la mía.

Al entrar pudimos ver que la casa estaba casi en silencio, solo quedaba algo de luz en el salón porque estaba la hija de Alberto viendo la televisión, en pijama.

La chica era una adolescente de 18 años, de pelo negro y con pocas curvas, cambiaba de canal mientras nosotros entramos.

Me dijo Alberto que me sentara y me senté en el sofá de enfrente, Alberto me trajo una copa y me la puso en la mano, se sentó al lado de su hija.

- Que tal Mónica? -le dijo.

- Pues aquí aburrida, no hay nada interesante en la tele...

-No sales hoy? -le dijo su padre.

-No, están la mitad con gripe... así que nada... a joderse -respondió.

El padre disimuladamente pasó el brazo por el hombro de su hija y le metió la mano por dentro, tocándole un pecho.

La hija hizo como si nada mientras el padre me miraba y sonreía. Se me puso otra vez dura.

Como el padre pellizcaba sin disimulo el pezón de la hija dentro del pijama pronto la cara de Mónica cambió de intentar ver la televisión a poner cara de excitada.

-Has visto que ricura tengo en casa Pedro?

- Si -le contesté, estaba empalmadisimo dentro del pantalón.

-A ver cuánto, sácatela -me dijo.

La chica me miró mientras gemía, y me la saqué.

- Vaya si está dura no? A ver si podemos arreglarlo... Mónica quítate el pijama...

La chica se levantó quitándose la parte de arriba dejando ver sus tetas perfectas pequeñas y quedándose en unas braguitas rosa.

Yo empecé a masturbarme furiosamente, estaba muy cachondo.

- cariño no dejes que nuestro invitado se tenga que pajear el... échale una mano.

La chica se puso de rodillas y se metió mi polla en la boca, aunque iba achispado no tarde en correrme en su boca ni dos minutos. Ella lo tragó todo.

Después se puso de pie y le dijo a su padre.

-Algo más papi?

- No cariño, ve a tu habitación, después iré a darte las buenas noches.

La chica recogió su pijama y empezó a subir las escaleras, cuando el padre le dijo…

-no te toques eh?

- No papá -contestó.

Yo no sabía bien que hacer ni que decir, me guardé la polla y me puse de pie, farfullé una excusa de que me tenía que ir y Alberto me acompañó a la puerta.

-Hasta el lunes -me dijo.

Yo me metí en mi coche con la cabeza hecha un lío, medio borracho y asombrado.

-continuará...

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