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Incesto a la japonesa
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Tiempo de lectura: 15 minutos

¡Usted si que sabe! 

Aiko (hijo del amor) era un empresario japonés, cincuentón y de estatura mediana al que se le había muerto la mujer años atrás. Tuvo que criar solo a su hija Ame (lluvia), una joven delgada, bastante más alta que él, muy bonita, con buenas tetas y culo redondo, que por consentida le había salido libertina. Una noche Ame llegó a casa a las dos de la madrugada. Esa fue la gota que colmó el vaso. Aiko, sentado en un sillón de cuatro plazas y con esa voz que tienen los japoneses que parece que están amenazando a sus interlocutores, le preguntó;

-¡¿De dónde vienes, Ame?!

Ame, que vestía una blusa blanca, una minifalda negra y que calzaba unas zapatillas de deportes blancas, le respondió:

-De estar con mi novio.

-Tenías que haber estado en casa a las diez.

Ame se sentó a su lado, lo besó en la mejilla y le dijo:

-¿Le va a reñir a su hijita buena?

Aiko no estaba para bromas, la cogió por la cintura, la puso sobre sus rodillas, y con una mano pequeña, pero pesada, le dio en sus redondas nalgas. Le dio tres veces en cada una.

Ame no se quejó ni soltó una lágrima. Aiko le preguntó:

-¿Qué has estado haciendo?

Ame, que no esperaba la reacción de su padre, contraatacó con sus mejores armas.

-¿Está celoso, padre?

-¡¡Plas, plas, plas!!

-¡¿Qué habéis estado haciendo?!

Ame le respondió:

-Lo que lleva tiempo deseando hacer usted.

Le había dado en su punto débil.

-¡¿Quieres que te de con más fuerza?!

Ame siguió contraatacando.

-¿Me desea por qué me parezco a mi madre?

Le dio con más fuerza.

Ame era rebelde y dura cómo ella sola.

-¿Lo excita pegarme, padre?

Lo excitaba, por eso le sentó mal que se lo hubiera dicho.

-¡¡¡Plas, plas, plas!!!

-Se ve que lo excita.

Para no darle a razón dejo de azotarla, la puso en pie y le dijo:

-¡Vete para cama!

-No tengo sueño.

-¡Pues lo haces!

Con los azotes, Ame, se había puesto cachonda y más que se puso al ver el bulto que tenía su padre en la entrepierna del pantalón. Mirando para él, le dijo

-Lo excitó azotarme. Se le puso dura.

Cómo no podía negar lo evidente, tuvo que decir:

-No sé que voy a hacer contigo.

Le echó la mano a la polla.

-Si que sabe.

Aiko le quitó la mano de la polla.

-¡Desvergonzada!

Ame se puso en pie, sacó sus bragas blancas, mojadas, las tiró a piso y se volvió a sentar, subió la minifalda y se abrió de piernas. Aiko le dijo:

-Eres una…

-Puta. ¿Va a disfrutar de la puta o se va a hacer una paja?

Aiko casi no se podía creer lo que le acababa de decir su hija.

-¡¿Eres consciente de lo que acabas de decir?!

-Parece que necesita un empujoncito.

Ame le echó la mano a la nuca, hizo que se arrodillara y le puso la cara frente al coño peludo.

-¿Le gusta?

Aiko dejó de hacerse el digno.

-Es precioso.

-Disfrútelo.

Le lamió el coño de abajó a arriba. Ame le dijo:

-Usted sí que sabes.

-¿Es que tu novio no sabe?

-Mateo ni lo intenta.

Aiko siguió lamiendo. Al rato se puso en pie y le desabotonó la blusa, luego hizo que se levantara, le dio la vuelta, le quitó el sujetador y le magreó las tetas. Ame se apoyó con las dos manos en el respaldo del sillón. Aiko lamió su espalda, las nalgas y el ojete. Sacó la polla y se la clavó en el coño, un coño estrechito. Le dio caña y poco después Ame se corrió cómo una perra, diciendo:

¡Usted sí que sabes!

Al acabar de correrse le dio la vuelta y le comió las grandes tetas, unas tetas con gordos pezones y oscuras y picudas areolas, después hizo que se sentara de nuevo y le volvió a comer el coño. Esta vez se lo lamió sin parar de abajo arriba hasta que se volvió a correr.

Ame, después de correrse, le dijo:

-¡Usted sí que sabe!

-A ver que sabes hacer tú.

-Acomódese.

Aiko se sentó en el sillón con su polla tiesa, Ame se la cogió, se abrió de piernas, puso el glande en la entrada del coño, bajó el culo y la metió hasta el fondo, luego le echó los brazos alrededor del cuello y lo folló al tiempo que le comía la boca. Aiko, con una mano le apretaba una nalga y con la yema del dedo medio de la otra le acariciaba el ojete. Tiempo después, Aiko se corría dentro del coño de su hija. Sabía que podía hacerlo porque era él quien le compraba las pastillas anticonceptivas.

Sentía Ame los últimos latidos de la polla de su padre dentro del coño cuando se corrió ella, y por no variar, dijo:

-¡¡Usted sí que sabe!!

Dos años más tarde.

Ame se había casado con el novio que tenía, y que era un abogado español que estaba trabajando en Tokio. Ahora vivía en una ciudad gallega. Llegó de hacer sus compras y al entrar en la sala de estar se encontró con su marido y con su padre. Mateo, el marido de Ame, le dijo:

-¡Sorpresa!

Ame, sonriendo, se inclinó y saludó a su padre. Charlaron y comieron. Mateó, que era un treintañero, moreno y de estatura mediana, después de comer se fue a trabajar y dejó a solas al padre y a la hija. Estaban sentados en un tresillo de cuero de color negro hablando del trabajo de Mateo. Aiko cogió a su hija por un brazo y tiró de ella, la sentó a su lado y le dijo:

-He venido para recordar viejos tiempos.

Ame, que vestía una chaqueta negra de lana, una blusa blanca y una falda negra que le daba por encima de las rodillas y que calzaba unos zapatos negros con muy poco tacón, le puso una mano en el pecho y le dijo:

-Por favor no diga eso, ahora soy una mujer casada.

Aiko siguió al ataque.

-Sabes que eres mi tesoro.

-Ahora soy el tesoro de otro.

La empujó hacia el brazo del tresillo y buscó su boca, Ame le hizo la cobra y puso cara de grima. Aiko se separó de ella, le cogió las manos y se las beso. Ame le dijo:

-No, padre, por favor, no.

-Sí, Ame sí, te necesito.

La abrazó y le besó el cuello, Ame se revolvía, pero de aquella manera, o sea, que no se revolvía cómo una gata panza arriba. Le echó las manos a sus grandes tetas y se las amasó. Ame quiso levantarse y su padre aprovechó para quitarle la chaqueta y quitar la suya. le dijo:

-Me muero por tenerte

-Pare, por favor.

Aiko estaba demasiado excitado como para parar. Fue de nuevo a por su boca y de nuevo le hizo la cobra. Besó su cuello por todos los lados y luego mordió sus tetas por encima de la blusa y del sujetador.

-Déjeme, por favor.

-Te quiero.

La echó hacia atrás y le abrió el botón de arriba de la blusa. Ame giro la cabeza y empujó la cara de su padre con la palma de su mano.

-Pare, pare.

A Ame se la había subido la falda y enseñaba las bragas, Aiko mirándole para ellas, le dijo:

-No puedo, necesito tenerte.

Le desabotonó todos los botones de la blusa y después le lamió y chupó las partes de las tetas que dejaban sin tapar el sujetador blanco. Luego le cogió la cara con una mano y la besó en los labios. La lengua de Aiko se encontró con los dientes de su hija… Volvió a lamer y a chupar sus tetas mientras ella intentaba alejarlo con las dos manos.

-Quite, quite.

Viendo que no vencía su resistencia, se separó de ella, la cogió por los pies, tiró y la puso a lo largo del tresillo.

-Déjeme ir.

Le quitó los zapatos, le levantó la pierna derecha, le chupó los dedos y le lamió la plante del pie. Ame, con una mano en sus bragas, justo encima del coño, le dijo:

-Me hace cosquillas.

Dejó de jugar con su pie, le abrió las piernas, le quitó la mano y vio que lo que tapaba con ellas era la humedad que había aparecido en sus bragas.

-Estás muy mojada.

Metió la cabeza entre sus piernas y lamió la humedad. Ame seguía inaccesible. Empujando los hombros de su padre con las manos, le dijo:

-Déjeme.

Aiko siguió lamiendo un poquito más, luego mirando a los ojos a su hija le dijo:

-Eres muy hermosa.

Buscó su boca otra vez y otra vez Ame puso cara de grima y le hizo la cobra.

-No quiero.

Aiko le bajó las copas del sujetador y vio las tetas que tanto deseaba. Al lamerle los pezones y las areolas picudas, Ame se quedó quieta un momento, aunque su linda cara se reflejaba la "grima" que le daba su padre.

-Por favor, pare, pare.

Aiko siguió magreando y comiendo aquellas deliciosas tetas. Ame seguía mandándole parar.

-Pare, pare.

Paró luego de hartarse de tetas, y fue para decirle:

-Quiero comerte el coño.

-No.

-Solo un poco.

Le volvió a coger las piernas, tiró de ellas y le cogió las bragas por los lados. Ame las agarró por la goma con las dos manos, pero se las quitó, con dificultad, pero se las quitó. Ame puso una mano en el coño para que no se lo viera y le dijo a su padre:

-Esto es inmoral.

Aiko olió las bragas, lamió su humedad, después las tiró al piso y lamió la mano que tapaba el coño. La lengua se coló entre dos dedos. Ame sacó la mano para empujar la cabeza de su padre con ella y -¿aposta?-, le puso el coño a tiro de su lengua. Aiko lo lamió con lujuria y siempre de abajo a arriba. Ame dejó de empujarlo, le puso las manos en los hombros y le dijo:

-Pare, por favor, pare.

Aiko solo paró para decirle:

-Quiero sentir como te corres en mi boca.

-No le puedo hacer esto a mi marido, no…

Aiko la sacó del tresillo, la puso a cuatro patas, se arrodilló detrás de ella y le lamió el coño y el culo. Ame gozaba cómo una perra, pero no entregaba la cuchara.

-Déjeme ir, por favor.

No la iba a dejar ir. Le quitó el sujetador, y magreándole las tetas, le siguió comiendo el coño y el culo. Luego se levantó, se quitó el pantalón y los calzoncillos. Ame vio la polla empalmada, se arrodilló y le dijo:

-¡Garde eso!

Cogiéndola por el cabello le llevó la polla a los labios y le dijo:

-Chúpamela.

-No.

Ame no se la mamó por más que le tiró del cabello para que abriera la boca. Lo único que consiguió fue frotársela en los labios. Cuando vio que era misión imposible, la sentó en el tresillo, la cogió por debajo de las rodillas, la atrajo hacia él y puso la polla en la entrada del coño. Ame no quería ser penetrada por su padre, por eso le dijo:

-Siga comiendo mi coño, si sigue me corro para usted.

Ya era tarde, Aiko le metió la cabeza de la polla en el coño.

-¡No!

Aiko no tuvo compasión. Su polla entró de una estocada hasta el fondo del coño de su hija y le dio a mazo para que Ame se corriera, pero infravaloró a su hija y el que se corrió fue él. A comenzar a correrse la sacó del coño y derramó en sus labios.

Al acabar de embadurnarla se limpió con la mano la leche de los labios. Aiko cogió los zapatos y el pantalón y yéndose, le dijo:

-Volveré…

El idiota

Esa noche Ame estaba con su largo cabello suelto sentada en la cama apoyada con la espalda en la cabecera de la cama y vistiendo solo con una enagua negra de asas. Esperaba por su marido, que andaba en el aseo lavando los dientes. Cuando se metió en cama, le dijo:

-Esta noche tengo ganas de ti, Mateo.

El idiota, el subnormal, o lo que fuera, le dio la espalda y le respondió.

-Esta noche estoy demasiado cansado.

La repuesta la dejó cortada.

-Bueno, otro día será.

Pasara una media hora. Mateo roncaba y no dejaba dormir a Ame. La muchacha cogió el teléfono móvil que tenía encima de la mesilla de noche y tecleó: Videos lésbicos. Puso uno de dos universitarias, se colocó los auriculares y le dio voz… Al rato chupó el dedo medio de la mano izquierda, metió la mano derecha dentro de las bragas y comenzó a darse dedo. Luego bajó una asa de la enagua, quitó la mano del coño, chupó los dos dedos que había metido dentro de la vagina y acto seguido acarició el pezón y la areola, para luego magrear la teta. Bajó la otra asa y se quitó las bragas. Volvió a meter los dedos dentro del coño y se masturbó metiéndolos y sacándolos al tiempo que se frotaba el clítoris… Pasado un tiempo, una de las chicas, a la que la otra le estaba comiendo el coño, dijo: "¡I´m coming!" Ame viendo la cara de gozo de la muchacha, frotó la pantalla del teléfono móvil en el coño y se corrió cómo una perra.

Al acabar de correrse, limpió la pantalla con una sábana, pantalla, que había dejado perdida con sus jugos. Se quitó la enagua, se puso las bragas, cogió un pijama de seda, azul, compuesto por una chaqueta y un pantalón, se lo puso, volvió a la cama y durmió a pierna suelta.

Deja que te haga correr

A la mañana siguiente, Ame estaba en pijama haciendo la cama cuando oyó una voz a sus espadas.

-¿Has dormido bien?

Le mintió.

-No, pensando en lo que me hizo, casi no dormí.

Se acercó a ella, le echó las manos a la cintura, la arrimó a él y le dijo:

-Dame un beso.

-No.

Aiko, cómo estaba acostumbrado a hacer lo que le salía de las pelotas, le echó las manos a las tetas y magreándoselas le besó el cuello.

-Deja que te haga correr.

-Suélteme.

Ame quiso librarse de él, pero no pudo. Aiko le bajó el pantalón del pijama y su mano derecha se metió dentro de las bragas. Con un dedo dentro de su coño le dijo:

-Quiero volver a follarte.

-No.

Le bajó las bragas, sacó la polla empalmada y se la frotó en el culo.

-¿Me vas a dar tu corrida?

-No.

Le subió la chaqueta del pijama y se la quitó por la cabeza.

-¡No siga!

La echó boca abajo sobre la cama.

-¡Pare, pare!

Aiko le puso una mano en la espada para inmovilizarla, lamió sus nalgas y luego subió lamiendo su espina dorsal. Besó su cuello por ambos lados y volvió a bajar lamiendo. Al llegar al culo le quitó la mano de la espada, le separó las nalgas con las dos manos y le lamió el ojete. Ame sin moverse, le dijo:

-No, no siga, no siga.

Le clavó la punta de la lengua en el ojete, la sacó y al volver a meterla el ojete ya ya estaba pulsando.

-Por favor, déjeme.

Cuando se hartó de comerle el culo, le dijo:

-Date la vuelta.

Ame se puso a lo largo de la cama, se dio la vuelta. Con un brazo tapó las tetas y con la mano del otro tapó el coño, y le dijo:

-No quiero que siga.

Aiko subió a la cama, le puso las manos sobre las rodillas e hizo fuerza hasta que Ame se abrió de piernas. Le quitó la mano del coño y frotó su cara con el vello de su pelvis, lo olió y después comenzó a lamer de abajo a arriba.

-No, no, no, no.

Esta vez le lamió el coño del mismo modo que lamen el agua los perros al beber. Ame dejó que se lo comiera. Al rato Aiko le preguntó:

-¿Te vas a correr?

-No.

Siguió lamiendo de abajo a arriba…

-Córrete para mí, Ame.

-No.

Lamió de abajo a arriba más aprisa…

-Córrete.

-No.

Lamió de abajo a arriba a toda pastilla…

Ame tapó la boca con las dos manos y silenció sus gemidos, pero no pudo evitar correrse. Aiko sintió los jugos calentitos en su lengua, se la metió dentro de la vagina y no la quitó hasta que no acabó de correrse

Al acabar, mirando para sus tetas y para su coño, le dijo:

-Eres una maravilla de mujer.

Ame bajó la cabeza.

-Estoy avergonzada de lo que ha ocurrido.

Aiko se desnudó y le puso la polla en los labios. Ame puso cara de grima y le hizo la cobra un par de veces. Viendo que no se la mamaba, Aiko buscó la boca de su hija con la suya. No había manera

-Mámamela.

-No.

Quiso frotársela en los labios, pero Ame retiraba la cara y se la frotaba en las mejillas.

-Pare ya.

Se la frotó en los pezones y las areolas.

-¡Qué vergüenza!

-¿Te avergüenzas de que te guste?

-Déjeme ir.

-Antes mámamela.

Aiko le cogió la nuca para que no girara la cabeza y se la frotó en los labios. Le abrió la boca apretándole los mofletes y ni así consiguió pasar la barrera que hacían los dientes. Aiko le dijo:

-Déjate un poco, cariño.

Ame ya estaba más que caliente, así que pensó que si iba a ser follada, por lo menos pasarlo bien, pero para no quedar cómo una puta, le preguntó:

-¿Cuándo vuelve a Tokio?

-Mañana.

-Se la mamo y me dejo follar si me promete que no volverá a molestarme.

Aiko quiso sacar tajada.

-Te lo prometo, pero tienes que fingir que te gusta hacerlo conmigo.

-Fingiré.

-A ver si finges bien.

Ame le echó la mano a la polla, la puso hacia arriba, le lamió y chupó los huevos, luego lamió desde la base al glande y después se la mamó con ganas. Al rato le dijo Aiko:

-Échate y ábrete de piernas.

Se echó y se abrió de piernas. Aiko le metió dos dedos dentro de la vagina, le hizo el "ven aquí" con los dedos y le magreó las tetas con la otra mano. Al rato, Ame abrió las piernas, las volvió a cerrar y se corrió en los dedos de su padre. Aiko viendo cómo su hija tapaba la boca con las dos manos le dijo:

-Así, así, disfruta, cielo, disfruta.

Ame, después de correrse, había puesto los brazos al más puro estilo de la "maja desnuda" de Goya. Aiko le lamió la peluda axila izquierda. La muchacha, riendo, le dijo:

-Me haces cosquillas.

Le lamió la derecha -ya solo rio-, luego le lamió y le chupó las tetas, el cuello, le besó los ojos y acto seguido la besó en la boca. Ame le devolvió el beso… Llevaron un para de minutos jugando con sus lenguas, después volvió a lamer y a chupar su cuello, sus axilas -ya no rio-, a lamer y chupar sus tetas. Acabó lamiendo su coño, no lo hizo como antes, esta vez lo hizo despacito, muy despacito. A Ame le encantaba, ya que no paraba de gemir. A punto de correrse, le dijo:

-Apure un poquito, apure un poquito.

Apuró y ya explotó.

-¡¡Me corro!!

Aiko al acabar de correrse su hija siguió lamiendo cómo antes, despacito, muy despacito, lamió hasta que le dijo:

-Métamela.

Se la metió al mismo ritmo que había estado lamiendo. Al tenerla toda dentro del coño, le dijo Amé a su padre:

-¡Qué bien se siente! ¡Deme duro!

Le dio caña de la buena.

Al ratito le decía:

-¡Me está volviendo loca!

Aiko le dio a romper y Ame exclamó:

-¡Me corro, me corro, me corro, me corro!

Se estaba corriendo Ame cuando Aiko sacó la polla del coño, la puso en la boca de su hija, la meneó y se le corrió dentro de la boca.

Al acabar de correrse, le preguntó Aiko a su hija:

-¿Me dejas que te la vuelva a comer?

-Vicioso.

-¿Me dejas?

A Ame le encantaba que se la comiera.

-Sí me hace acabar rápido…

Aiko metió su cabeza entre sus piernas. Vio el coño corrido y le dijo:

-¡Qué cosita más hermosa!

Ame puso los brazos en cruz y le dijo:

-Es un coño, un coño, cómo cualquier otro.

Le pasó la lengua de abajo a arriba, luego saboreó los jugos.

-¡Qué delicia!

Le echó las manos a las tetas y magreándoselas, comenzó lamiendo de abajo a arriba, lentamente, luego, lentamente, le metió y sacó la lengua de la vagina… Pasó a lamer y a chupar su clítoris y después, cuando ya Ame se deshacía en gemidos, se lo hizo todo de un tirón, lamer, meter, sacar, lamer y chupar… Ni veinte segundos tardó en decir:

-¡¡¡Me corro!!!

¡Quítamelo, quítamelo, quítamelo!

Esa noche Ame se duchó, se secó y después se puso un picardías de seda de color negro y trasparente. Quería sorprender a su marido. Le sonó el teléfono móvil sobre la mesilla de noche, fue y lo cogió. Era Mateo.

-Dime, cariño.

-Voy a tardar un par de horas en llegar. Me surgió un contratiempo. No me esperes despierta.

Decepcionada, le dijo:

-Gracias por avisar.

Nada más colgar y poner el teléfono móvil en la mesilla, sintió un bicho debajo del picardía caminando por su espalda. Salió corriendo de su habitación y se metió en la de su padre, que en ese momento estaba en cama leyendo un libro. Al lado de la cama, dándole la espalda y sofocada, le dijo:

-¡Quítemelo, quítemelo, quítemelo!

-¿Qué quieres que te quite?

-¡El bicho que tengo en la espalda!

Aiko se incorporó, le quitó el picardías y una pequeña mariposa nocturna que tenía en la espalda echó a volar.

-Era una polilla.

Ame se dio la vuelta. Aiko vio a su hija con el cabello suelto y totalmente desnuda. Vio sus tetas con areolas picudas, con sus bellos pezones y vio su coño rodeado de una pequeña mata de vello negro. Se empalmó y le dijo:

-Eres la mujer más sexy y más bella sobre la faz de la tierra.

No se molestó en taparse con las manos

-No le voy a dejar meter por más que me halague.

Ame, se giró, se agachó, y enseñándole el corte del coño, cogió el picardías y se lo puso. Aiko salió de la cama, se arrodilló delante de su hija, olió su coño profundamente, le echó las manos a la cintura y mirando para arriba le dijo:

-Deja que te coma el coño por última vez.

Ame le puso una mano sobre la cabeza.

-Me prometió que no me molestaría más.

-Por eso te pido permiso.

-No se lo voy a dar.

-Solo un poquito.

-¡Tan listo para unas cosas y tan tonto para otras!

-No te entiendo.

-A ver, padre, tiene mi coño delante de la boca, si no me he movido…

Ahora si la entendió. Aiko lamió el coño, luego le metió y le sacó la lengua en la vagina cómo si no hubiera un mañana. Después se levantó, le cogió las tetas y magreándolas le lamió y le chupó los pezones y las areolas. Luego le dio la vuelta, le lamió el ojete y metió y sacó la lengua de él. Ya Ame tenía el coño goteando, cuando le volvió a dar la vuelta. Aiko aplastó la lengua contra el coño de su hija. Ame le echó las manos a la cabeza y movió su pelvis de abajo a arriba y de arriba a abajo, cada vez más aprisa, hasta que paró de moverse. Entre gemidos dijo en bajito:

-¡Me corro en su boca, padre!

Al acabar de correrse Aiko se incorporó, la besó con lengua y después le dijo:

-Eres un encanto de mujer. ¿Seguimos en la cama?

Ame tenía más ganas que antes de correrse, pero debía disimularlo, así que le dijo:

-¿Seguro que se va mañana?

-Seguro.

-Si me jura que no va a regresar a España volveré a ser la de Tokio

-Te lo juro.

Se metieron en cama. Ame se puso entre las piernas de su padre, le cogió la polla, le lamió el glande y después se lo chupó mientras su mano bajaba y subía por el tronco.

-¿Esta polla gordita me va a volver a dar su leche en la boca?

-Sí, ¿Y tú coño me va a dar a mí una corrida en la mía?

-Sí.

Ame se giró, apoyó las manos en la cama, le puso el coño en la boca y siguió mamando la polla erecta.

-Tu coño sí que está rico.

Ame, de cuando en vez, dejaba de mamar, se incorporaba y le ponía el culo en la boca. Aiko le lamía y le follaba el ojete con la lengua… Luego le volvía a darle el coño y a mamarle la polla. Tanto fue el cántaro a la fuente que Ame, con la lengua dentro de su ojete, sintió que se iba a correr y se lo dijo.

-¡Me voy a correr!

-¡Córrete!

Aiko le lamió el coño, ella, antes de volver a chupar la polla, le dijo;.

-¡Me corro!

En la boca de Aiko comenzó a caer un torrente de jugos. Segundos después la boca de Ame se fue llenando de leche.

Ame al acabar se dio la vuelta, le dio un pico a su padre y le dijo:

-Somos dos pervertidos.

-Ser pervertidos es mejor que ser tontos, Ame.

Ame vio que su padre tenía la polla flácida. Debía darle tiempo. Sobre la mesilla de noche vio una cajetilla de Benson & Hedges, un mechero y un cenicero, cogió un cigarrillo y el cenicero, encendió el pito y se puso a fumarlo. Aiko le preguntó:

-¿Cómo es tu marido en la cama?

-Soso. No chupa ni deja chupar.

-¿¡No se la chupas a tu marido?!

-No.

Aiko se sentó, encendió otro cigarrillo y le dijo:

-¿Aún no te come el coño?

-No.

-¿Entonces qué te hace?

-Sube, me la mete en el coño o en el culo, acaba y se echa a dormir.

Lo del culo lo sorprendió.

-¡¿Te la mete en el culo?!

-Mete.

-¿Y te corres?

Ame apagó el cigarrillo en el cenicero, le cogió el de su padre, lo apagó también y después le respondió:

-Dándome por el culo, no. Follándome el coño, a veces, y yo sola, siempre. Me corro frotándola, cómo la voy a frotar ahora.

Ame subió encima de su padre, le echo la flácida polla hacia arriba, le puso el coño encima, y comenzó a masturbarse con ella. Aiko le dijo:

-Bésame.

Al inclinarse para besarlo y mover el culo hacia atrás, la polla rozó su clítoris. Ya no paró de comerle la boca y de frotarlo contra la polla hasta que le dijo:

-¡Me corro!

Aiko sintió cómo el coño de su hija apretaba su polla, luego cómo le empapaba la polla y los huevos y le dijo:

-Goza, cielo, goza.

Al acabar de correrse se enderezó. La polla salió de su encierro y miró hacia el techo. Ame colocó sus manos sobre el vientre de su padre, elevó el culo, puso el glande en la entrada de la vagina, dejó caer el culo lentamente y la polla llegó al fondo de su coño. Un gemido de placer salió de su garganta y su cabeza se echó hacia atrás. Luego comenzó a mover el culo de delante hacia atrás y de atrás hacia delante, muy, muy lentamente. Aiko le cogió los pezones con dos dedos de cada mano y jugó con ellos sin llegar a apretarlos. Poco a poco el culo fue cogiendo velocidad hasta que se quedó quieto. Meando por ella y casi susurrando, dijo:

-Me corro.

Al acabar de correrse le dijo su padre:

-Métela en el culo.

-La tiene muy gorda para el culo.

-Métela poquito a poco.

Ame cogió la polla, la frotó en el ojete, metió la puntita, se echó sobre su padre, lo besó y le dijo:

-Métala.

Aiko empujó, metió el glande y ya se corrió dentro del culo de su hija. Ame, sintiendo la leche calentita dentro de su culo, miró para su padre y le dijo:

-Algún día me correré dándome por el culo.

-¿Y por que no te vas a correr esta noche?

Se la clavó hasta el fondo. Al estar tan apretada, la polla no se bajó. Ame se enderezó, le puso las manos en el pecho y lo folló subiendo y bajando su culo. Aiko metió el dedo pulgar en la boca, le puso la yema del dedo sobre el clítoris y dijo:

-Puedes follarme todo el tiempo que quieras.

Amé, cada vez que subía y bajaba el culo frotaba el clítoris con la yema del dedo. Al rato el culo bajaba y subía a toda mecha. Sintió que se iba a correr y se lo dijo.

-¡Me viene, me viene!

Aiko se volvió a correr dentro de su coño y Ame explotó.

-¡¡Me corro!!

A los pocos segundo de correrse, la fiesta se les acabó, ya que sintieron entrar el coche de Mateo en el garaje

Aiko cumplió su palabra, volvió a su casa. A la semana siguiente fue Ame la que regresó a Tokio. Necesitaba algo de su padre. ¿Qué crees que sería?

Quique.

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