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Incesto. alcohol y unas rayas

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El bar era un antro de delincuentes de poca monta, pero tenía una mesa de billar nueva y a mí el billar me encantaba. Mis buenos dineros me tengo ganado con aquellos pazguatos que iban a las descargas de tabaco rubio y andaban con los bolsillos llenos, ya que los ilusos se pensaban que sabían jugar y lo más parecido a una bola de billar que habían visto era un ladrillo y los más parecido a un taco era el mango de una escoba.

Tras la barra servían dos chicas, una se hacía llamar Vero. Tenía veinte años, era muy morena, delgada. Medía un metro setenta y seis. Tenía el cabello negro y largo, unos ojazos azules que no le cabían en su linda cara y una sonrisa que enamoraba. Sus tetas eran pequeñas y su culo redondito..., en fin, que era un bombón.

La otra chica que estaba detrás de la barra se hacía llamar Isa. Tenía veinticuatro años, no era ni gorda ni flaca, ni fea ni guapa. Media un metro setenta, su cabello era marrón y corto, sus ojos negros, sus tetas grandes, su culo gordo y era seria cómo un palo, de hecho hasta esa tarde conmigo casi no hablara. Quien si hablaba era Vero. Todos los días que iba al bar me enseñaba una dolorosa nueva, o sea una cuenta que le pagara el idiota de turno por follar con ella. En la cuenta venía detallado todo lo que había cenado la noche anterior. Y la chavala no cenaba cualquier cosa, no. El pescado era siempre lubina, lenguado, mero, salmón o rodaballo. El marisco variaba más, iba desde langostinos a langosta, pasando por cigalas y centolla. Carne no tomaba, pero el vino era de 50 euros la botella, luego el postre era de lo más variado y la cuenta, la cuenta era para quitarle a uno las ganas de follar con ella. Una tarde que me estaba enseñando una de estas dolorosas, le dije:

-Debes follar cómo los ángeles para que te inviten a cenar casi todas las noches.

Isa, que estaba de pie detrás de la barra secando un vaso, me dijo:

-No creas, por lo menos conmigo no lo hace tan bien.

-¿También le pagaste una de esas cenas?

Me respondió con otra pregunta.

-¿No te sorprendió lo que te he dicho?

-No, sospechaba que te gustaban las mujeres.

A Vero no le había gustado que descubriera su lado lésbico.

-No debías habla de nuestras intimidades, Isabel.

-Ni tú debías querer ser más que su mujer. ¿Qué daño te hizo?

-Ninguno, es el morbo de lo prohibido.

-Y la cena...

Les corté el rollo.

-Dejar el cuento. A mi esposa no la voy a engañar contigo, Vero.

Vero me preguntó:

-¿Nunca la has engañado?

-No.

Entraron dos clientes en el bar y dejamos de hablar. La sonrisa de Vero ya era para ellos y la seriedad de Isa, también.

Una semana después de tener esta conversación estaba yo tomando un vino en un toldo de la fiesta de santa Marta cuando Isa se puso a mi lado. Antes de pedir nada, me preguntó:

-¿Estás solo?

Miré para ella sin levantar mis codos de la improvisada barra y le respondí:

-Sí.

-¿Problemas con tu mujer?

-Discutí con ella. ¿Qué vas a tomar?

-Lo mismo que estás tomando tú.

Le pedí dos vinos a uno de los camareros. Isa me preguntó:

-¿Dónde paras mientras hacen las reparaciones en el bar?

-Aquí y allá.

El camarero nos sirvió los dos vinos. Echó un trago y luego lo soltó cómo quien está hablando del tiempo.

-¿Vamos a cenar a algún sitio?

-He venido con lo justo.

-Pago yo la cena.

Sonriendo, le pregunté:

-¿Y qué más, generosa?

-Y la habitación si te apetece echar un polvo.

Me apetecía. Mi matrimonio iba de mal en peor y no porque no nos quisiéramos, pero se me acabara el paro y mi mujer no me creía que ganaba dinero jugando al billar. Ella creía que iba a las descargas de tabaco rubio y que un día me iban a pegar un tiro. Debido a esto, por las noches o nos ignorábamos o teníamos una discusión y... Y no os aburro más. Os metí el rollo porque por culpa de los silencios y de las discusiones llevaba un mes sin follar, y si a lo treinta años después de un mes sin follar te ofrecen un coño jugoso, pues pasa lo que pasa, que se junta el hambre con las ganas de comer y ocurre lo que ocurre. Le pregunté:

-¿Y en tu casa no podría ser? A mi hacerlo en un motel, o en una pensión me parece muy vulgar

-Está Verónica...

-¿Y que hace Vero en tu casa?

No me respondió a la pregunta

-¡Qué se joda! ¿Vamos?

Tomamos los vinos y nos fuimos a pillar su coche. En el camino a su casa le dije:

-No entiendo cómo llevas a tu casa a Vero si no te cae bien.

-Podría decirte que es porque está muy buena.

-Pero no me lo has dicho. Es un poco raro...

-Lo raro es que follemos siendo hermanas.

Me dejó con la boca abierta.

-¡¿Hermanas?! Si os parecéis tanto...

-Nos parecemos tanto como una nuez a un pepino.

-Por eso lo decía.

-Creo que mi madre le metió los cuernos a mi padre y de esa cornamenta salió ella.

-Esas son palabras mayores.

-Es cuestión de lógica. Si mi madre no era guapa y mi padre era más feo que el culo de un mono...

-Has dicho eran. ¿Es que se murieron?

-No, regresaron a Argentina después de haber estado la tira de años en España.

-¿Vuestros padres son argentinos?

-Sí, pero nosotras no. Nacimos en España y somos españolas.

Unos quince minutos más tarde, a eso de las doce de la noche, llegamos a su casa. Después de aparcar el Simca 1000 entramos y nos encontramos a Vero en bata de casa de color rojo sentada en un sofá de la sala de estar con un vaso de whisky en una mano y el mando de la tele en la otra. Nos me preguntó:

-¿Tú no eras el que no engañaba a su mujer?

Le respondió Isa.

-No la engañaba contigo.

-Tenías que darme en la cara con él. Tu complejo de inferioridad no te deja vivir.

Isa no se lo tomó bien, se fue hacia Vero diciendo:

-El tuyo de superioridad te lo voy a quitar de dos hostias.

Vero posó el vaso de whisky y salió corriendo. Se metió en una habitación que había al lado derecho del un pasillo y cerró la puerta.

Cogí a Isa por la cintura y le dije:

-Vamos a lo nuestro.

-Sí, será mejor. Para eso te he traído a mi casa.

La casa era de planta baja, tenía una cocina, un aseo, tres habitaciones. Un comedor que tenía una mesa redonda y seis sillas y una sala de estar que tenía dos sofás, un tresillo, una mesa camilla con una alfombras debajo, un par de muebles, unos cuadros en las paredes y unas cortinas de seda en las ventanas. La casa tenía un pequeño jardín delante y un pequeño huerto detrás.

Vero había dejado la botella de White Horse y su vaso encima de la mesa camilla. Isa lo cogió y se bebió lo que había a dejado, luego me preguntó:

-¿Quieres un trago?

-Sí.

-Voy a por un vaso limpio.

-Ese mismo me vale.

Echó el whisky en el vaso y me preguntó:

-¿Hielo?

-Fuego, he venido a por fuego.

Me siguió la broma.

-Saca el puro, forastero.

Vero abrió la puerta de su habitación, asomó la cabeza y dijo:

-¡Que asco me dais!

Isa la amenazó.

-¡A qué voy!

Antes de volver a cerrar la puerta le dijo:

-¡Puta!

Aún no pasara un minuto cuando salió Vero de su habitación con la bata abierta enseñando las tetas y el coño peludo. Puso un brazo en el marco de la puerta y dijo:

-¿No prefieres mi cuerpo al suyo, Quique?

Isa se enfureció.

-¡Te mato, cabrona!

-Para eso antes tienes que cogerme, putona.

Isa hizo amago de ir a por su hermana .Vero se volvió a meter en su habitación y cerró la puerta

En bajito me dijo.

-Habla cómo si te estuviera haciendo una mamada que le voy a dar un escarmiento.

Isa se fue en la punta de los pies hasta la puerta de la habitación de su hermana y quedó con la espalda apoyada a la pared. Yo halagué sus supuestas dotes amatorias y le llamé bonita, cosita sexy..., le llamé cosas agradables. Al rato Vero asomó de nuevo la cabeza.

-Mama, cerda, mama.

Isa le echó una mano a la garganta, la otra a la parte de atrás del cuello y la sacó de la habitación. Casi a rastras la llevó al tresillo. Se sentó, la sentó en sus rodillas y le levantó la bata. Vi su culo moreno y redondito, el corte de su coño y unos pelos alrededor. Isa me dijo:

-Sácale una chinela y dámela.

Se la saqué y se la di. Vero me dijo:

-Eres cómo todos, por follar vendéis vuestra alma al diablo.

Isa le iba a largar a su hermana y Vero le iba a llamar de todo.

-¡¡¡Zassss!!! -¡Hija de puta!- ¡¡¡Zassss!!! -¡Folla perros!- ¡¡¡Zassss!! -¡Adefesio! ¡¡Zasssss...!!!

-¿Nos vas a dejar en paz?

-¡No! Yo también quiero follar.

Le dije a Isa.

-Mujer, si es por eso, polla tengo para las dos.

Isa me enseñó la chinela, una chinela gris con franjas marrones y con el piso negro de goma, y me dijo:

-¿A quién has venido a follar, cabronazo?

No tenía ganas de ruidos, y menos de quedarme sin follar, así que le respondí:

-A ti, a ti.

Vero volvió a meter la pata.

-Pero teniéndome a mí...

-¡¡¡Zassss!!! -¡Bicho!- ¡¡¡Zassss!! -¡Maricona!- ¡¡¡Zassss!!!- Dame un beso, Isabel.

Isa le dijo con sorna.

-Sí, en el culo.

-Y en el chocho otro.

De estar hasta el coño de su hermana, pasó a preguntarle:

-¿Tantas ganas tienes, cabrona?

-Sabes que después de calentarme el culo me muero por correrme.

-Pues habrá que hacer algo para quitarte la calentura.

A mí se me había quedado cara de tonto con aquel cambio tan radical. ¿Serían bipolares? Fueran lo que fueran estaban muy buenas. Isa le dijo:

-Así se habla.

-¿Quién quieres que te la coma?

-Él.

La sentó en el tresillo y me dijo:

-Cómele el coño.

Yo había ido allí para follar con Isa, pero no iba decir que no a aquella preciosidad.

Vero se quitó la bata, se abrió de piernas y se echó hacia atrás en el tresillo. Me arrodillé delante de ella. Vi cómo Isa la besaba y luego cómo le comía las tetas. Al lamer su coño peludo me percaté de que la chavala estaba tan mojada que echaba por fuera. Los azotes la habían excitado sobre manera. Eché hacia atrás el capuchón de su clítoris y con la punta de la lengua lamí el glande y después se lo chupé. A continuación lamí desde el periné hasta el clítoris, lentamente al principio y acelerando cada vez un poco más. No tardó en decir:

-¡Me voy a correr! Bésame Isabel.

Isa la besó. Vero comenzó a correrse. Dejé la parte superior mi lengua apretando su clítoris y el resto se la metí dentro del coño. Moviendo su pelvis de abajo a arriba y de arriba a abajo sentí cómo su coño se abría y se cerraba y cómo descargaba en mi boca.

La aguadilla de mi polla ya me había traspasado el calzoncillo y mojaba mi pantalón. Una chupadita, una sola chupadita y le llenaba la boca de leche a la que me la hiciera, pero no me la iban a chupar.

Isa se desnudó. Tenía un cuerpo bonito, sin barriga, sin michelines y sin celulitis... Sus tetazas tenían areolas oscuras, pezones gordos y su coño lo rodeaba una buena pelambrera de color marrón. Se puso de pie sobre el tresillo y separó las piernas, Vero se sentó en él bajo sus piernas. Isa mirando para abajo me dijo:

-Hártate.

Mi lengua se metió en aquel pantano de jugos al mismo tiempo que Vero me bajaba la cremallera del pantalón. Sacó la polla y me la meneó muy, muy despacito. Era como si supiera qué si la metía en la boca ya me corría. Yo le lamí el coño a su hermana a la misma velocidad. Unos cinco minutos más tarde Isa no aguantó más, me cogió la cabeza y frotándose contra mi lengua me dijo:

-¡Ahí te va!

Se corrió cómo una perra. Vero metió mi polla en la boca y con un par de mamadas se la llené de leche, leche que se tragó.

Al acabar de correrme me encontré con toda la cara pringada de jugos. Isa bajó del tresillo y me dio el tapete de la mesa camilla.

-Límpiate.

Me iba a limpiar con él, pero Vero se puso en pie y me lamió la cara. Lamiéndola y besándome con lengua, me dijo:

-Me gusta el sabor de los jugos de mi hermana.

Al acabar conmigo echó otro chorro de whisky en el vaso y se lo mandó de un trago. Isa me dijo:

-No me gusta estar desnuda a su lado.

-¿Y eso a qué se debe?

-Mira su cuerpo, es perfecto.

Lo era. Sus tetas eran pequeñas, pero casi piramidales, su cintura era estrecha, y sus caderas generosas, su culo redondo, sus piernas largas y moldeadas... Parecía una modelo, pero a decir verdad a mí me gustaba más Isa. Cierto que no era ni la mitad de guapa que su hermana, pero desnuda tenía mejor polvo que ella. No se lo podía decir para no ofender a Vero, pero le dije:

-Tu cuerpo no es menos bonito que el de tu hermana.

Se dibujó una sonrisa en sus labios.

-¿Lo dices de verdad?

Vero le respondió por mí.

-Claro que lo dice de verdad. Te he dicho mil veces que tienes un cuerpo precioso. ¿Y tú cómo lo tienes, Quique?

Le respondí sonriendo.

-Desnúdame y lo sabrás.

No me desnudó, me desnudaron entre besos y tocamientos. Al tenerme en pelotas me dijo Isa:

-No estás nada mal. Ahora falta saber cómo follas.

-Nunca he tenido quejas.

Vero me dio la espalda, restregó su culo contra mi polla y con voz melosa me preguntó:

-¿Te gusta mi culito?

Le eché las manos a las tetas, magreándoselas le besé el cuello y luego le respondí:

-Más que una tiza a un tonto.

Con mi polla deslizándose entre sus labios vaginales, giró la cara, me echó una mano a la mejilla, me besó con lengua y luego preguntó:

-¿Qué vas a hacer con él?

-No me tientes, no me tientes.

-Te tiento, te tiento.

Por un tiempo me había olvidado de Isa. Oí como me decía:

-Cómele el culo que lo está deseando.

Miré para ella y vi que se había puesto un arnés con una polla.

-Cooooño. ¿Se la vas a meter en el culo a tu hermana?

-Te la voy a meter a ti.

-¡Ni lo sueñes!

-Cambiarás de opinión. Agáchate y cómele el culo a mi hermana que yo voy a hacer unas rayas.

Antes de ponerme en cuclillas miré para el culo de Isa y vi cómo sus gordas nalgas se movían de un lado al otro. Vero me dijo:

-Tiene un culo divino.

-Tiene.

Me puse en cuclillas. Vero se dio la vuelta. Le separé las nalgas y lamí su ojete. Luego metí y saqué la lengua de él. Al ratito se dio la vuelta de nuevo y me puso el coño peludo en la boca. Estaba lamiendo cuando me llegó un olor cómo a eucalipto, pero no eran hojas de eucalipto las que estaba fumando Isa, eran otra clase de hojas... Isa le pasó el porro a Vero, le echó unas caladas y luego me dijo:

-Mátalo.

No me había preguntado si quería, me ordenó que acabara con el porro y lo acabé. Al ponerme en pie vi a Isa sentada en el tresillo. Hacía tres rayas sobre la mesa camilla usando una tarjeta de crédito. Al acabar de hacerlas le quitó la barra de tinta a un bolígrafo Bic que no tenía la tapita de atrás, esnifó su raya y al acabar dijo:

-Todas vuestras.

¡Qué coño! Un día era un día. Fui, esnifé y luego bebí a morro un trago de whisky. Le miré para la polla a Isa y le dije:

-Si piensas que me vas a meter esa cosa en el culo vas dada.

Isa me echó la mano a la polla, me la acarició, me besó y después me dijo:

-Yo sí quiero esta dentro de mi culo.

-Te voy a follar el coño primero.

Vero se subió a parra.

-Tú haces lo que te mande mi hermana y dejas que yo te la meta en el culo o no follas. Nuestra casa, nuestras normas.

-¿Te recuerdo que yo venía a follar contigo?

-¿Te vuelvo a recordar que haces lo que te diga mi hermana o no follas?

La coca me estaba pegando tal subidón que me creía el rey del del mambo.

-¿Y qué haréis sin mi polla, almas cándidas?

-Pasarlo bien con otra polla. ¿Bailamos, Verónica?

-Pon música, Isabel.

Me senté en el tresillo y me dispuse a mirar. Encima de un mueble había un tocadiscos. Isa lo encendió, le puso la aguja encima al disco que había sobre él y comenzó a oírse un tango. Isa bajó la cabeza y con los brazos echados hacia atrás y mirando para su hermana con cara de salida fue caminando hacia ella con sensuales pasos. Vero se puso en la misma posición que su hermana y caminó hacia atrás cómo los cangrejos hasta que la pared la detuvo. Al llegar Isa a su lado se cogieron las manos izquierdas. Vero le echó la mano al culo, su hermana se lo echó a la espalda y comenzaron a bailar. Bordaban el tango. Bailaba moviendo las cabezas hacia los lados, levantando una pierna, juntando coño con coño y tetas con tetas, dando vueltas alrededor, poniendo frente con frente, bailaban hacia delante, hacia atrás... Estaba tan excitado que comencé a masturbarme. ¡Cómo para no masturbarme con lo que estaba viendo! Y es que ver a dos mujeres desnudas bailándolo un tango excitaría hasta a un maricón.

Al acabarse el disco Isa le puso los brazos sobre los hombros a su hermana, cargó en ellos y la puso en cuclillas para que le chupase la polla. Vero se la chupó cómo si fuese una polla de verdad, luego se levantó. Isa la puso de cara a la pared, le separó las piernas, se puso en cuclillas, le separó las nalgas y comenzó a comerle el culo. Ya no pude aguantar más, me levanté, fui junto a ellas y le dije a Isa:

-¿Te ayudo?

-Se puso en pie y me respondió:

-Toda tuya.

Me puse detrás de Vero, le metí la polla entre las piernas, besé su cuello y le dije al oído:

-¿Cómo la quieres?

-Ahora te lo digo.

Se dio la vuelta, se puso en cuclillas, metió mi polla en la boca, le dio un par de chupadas, se puso en la posición que estaba antes y me dijo:

-Por el culo.

Tenía que obedecer. Al frotársela en el ojete sentí como Isa frotaba su polla en el mío. No había vuelta atrás. Se la metí despacito y hasta el fondo. Isa no me folló el culo, lo que hizo fue apretar la cabeza de la polla contra mi ojete. Sabía que para follarle el culo a su hermana tenía que echar el mío hacia atrás. Lo eché y metí la cabeza. Luego cuanto más impulso cogía para clavársela a Vero más la polla entraba dentro de mi culo. Acabó entrando toda y con toda entrando y saliendo comencé a gozar cómo un cerdo. Me gustaba más sentir la polla del arnés dentro de mi culo que follar el de Vero. Me llegó a gustar tanto que comencé a gemir cómo una mujer. Isa al sentir mis gemidos me aplaudió el culo con sus pequeñas manos. Yo le agarré las tetas a Vero y le di caña, caña que también me di a mi mismo hasta que me corrí dentro de su culo. Después de correrme Isa sacó la polla de mi culo, le dio la vuelta a su hermana, se puso ella contra la pared, la levantó en alto en peso, se la metió en el culo y me dijo:

-Fóllale el coño

Le follamos el culo y el coño acompasadamente. Vero cuando no gemía me comía a besos. Isa le comía a ella el cuello... De repente comenzó a temblar y temblando se corrió. Al correrse me chupó la lengua con tanta fuerza que por poco me la arranca. Lo que sí me arrancó fue una corrida tan larga que le anegué el coño de leche

Isa le seguía dando después de correrse, yo se la quite, me agaché y le comí el coño. Poco más tarde se volvió a correr. Isa le quitó la polla del culo y acabó de correrse sentada en el piso. Mire para Isa y vi que sus flujos vaginales le habían salido por los dos lados del arnés y le bajaban por en interior de los muslos. Le dije:

-Quita esa cosa.

Quitó el arnés y le pregunté:

-¿Quieres correrte con polla o con lengua?

-Dame lengua.

Lamí la humedad de sus muslos y luego los de su coño. Me dijo:

-Quita la mesa camilla y échate sobre la alfombra.

Hice lo que me dijo. Dándome la espalda subió encima de mí. Se abrió de piernas y me puso el coño en la boca. Saqué la lengua. Isa bajando y subiendo el culo la metió y la sacó del coño. Un par de minutos más tarde Vero metía mi polla dentro de su coño.

En broma les dije:

-Dos contra uno. Abusonas.

Isa no podía más. Me dijo:

-Abre la boca.

Separó su coño de mi cara, metió dos dedos dentro, lo folló a toda hostia y se corrió en mi boca. Primero cayeron unas gotitas, pero cuando quitó los dedos cayó un torrente de aguadilla que parecía clara de huevo y que me supo a gloria bendita.

Vero, que había visto a su hermana correrse en mi boca, comenzó a follarme con ansia. Su culo volaba de atrás haca delante y de delante hacia atrás. Tan pronto cómo Isa se quitó de encima de mí, le eché las manos a las tetas, se las amasé, le pellizque los pezones y le dije:

-Dámela tu también en a boca.

Le gusto la idea.

-¡Te vas a hartar de tragar!

Al ratito sintió que se iba a correr. La quitó para correrse en mi boca, pero no llegó a ella. Cayó de su montura y acabó de correrse en posición fetal gimiendo y temblando.

Al acabar de correrse Vero, Isa puso su ojete sobre mi polla dándome la espada, la metió hasta el fondo y me dijo:

-¡Ahora vas saber cómo folla una cerda!

Aquel culazo subió y bajó sin prisa, pero sin pausa. Yo lo miraba hasta que vi delante de mí la polla que me había hecho gozar. Vero la tenía en la mano. Me dijo

-Chupa.

A ver, no es que sea de mi agrado chupar ninguna clase de polla, pero si te pones a jugar o te involucras o mejor no juegues. La chupé hasta que me la quitó de delante. Luego Vero le preguntó a su hermana:

-¿La quieres ya?

-Sí. ven.

Isa se echó hacia atrás. Vero se echó encima de su hermana y besándola ella y besándome a mí se la fue metiendo poco a poco. Isa al tener las pollas metidas hasta el fondo de su culo y de su coño no dejó que la folláramos, nos folló ella a nosotros moviéndose hacia arriba y hacia abajo... Cuando sintió mi leche calentita dentro de su culo explotó. Se corrió jadeando y sacudiéndose.

La loba acabó corriéndose cómo una perra y yo acabé reventado, y es que los efectos de la coca duran lo que duran.

Bueno amigas y amigos, dejo de escribir relatos eróticos antes de que me deje de leer hasta el Tato.

Gracias por vuestros comentarios..., por los halagos y por las críticas.

A vosotras un beso donde queráis y a vosotros un abrazo.

P.D. Si alguna o alguno se pregunta por las fotos que me habéis mandado os diré que las he borrado todas, todas menos una, y en ella solo se ve la linda cara de una de vosotras.

Quique

(9,00)