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La cueva de la meretriz

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Dejemos mi nombre en Fran, tengo 28 años, casi 29, y hace poco menos de un año que radico en Guadalajara, México; soy del norte del país.

Me mudé, junto con otros compañeros de trabajo por ese motivo, trabajo, la oficina central fue cambiada de sede y pues... por aquí andamos.

La historia es la siguiente, como dije, llegué a Guadalajara hace casi un año (es cuestión de días para que se cumpla) e inicialmente vivía en la zona centro, pero en semana santa me cambié de residencia con apoyo de la oficina a un edificio justo enfrente del edificio donde está mi trabajo.

Durante las noches, mi roomie y su servidor, además de otro compañero de trabajo que es nuestro vecino en el edificio, solemos tomar cervezas y fumar mientras platicamos de cuestiones laborales o anécdotas. En una de esas noches vimos salir a una mujer, de no más de 31 años, hermosa, cuerpo escultural (va a gimnasio), morena clara, buen trasero, muy buen y bonito trasero, senos de buen tamaño, cabello castaño claro. La vimos embobados, ella solo se limitó a darnos las buenas noches.

Me llamó la atención su atuendo y pensé "esta morra se dedica a rentar su piel" (por no decirlo de otra manera). Admito que puede haber hecho un prejuicio muy temprano sin siquiera conocerla, pero el tiempo me fue dando la razón: o ella salía y regresaba para volver a salir o pasaban por ella en diversos carros, diversos tipos, en ese momento hasta mi roomie y vecino me dieron la razón; y es que también he recurrido a pagar por sexo y las mujeres a quien les pido ese maravilloso servicio, y que Dios las bendiga siempre, llegan vestidas de esa manera tan provocativa: vestido ajustado, por encima de los muslos y con una bolso pequeño donde apenas cabe el teléfono, dinero, condones, maquillaje y quien sabe que otras cosas más.

Un día en el departamento nos quedamos sin gas y cuando llegó el camión a ponerle al tanque subí a la azotea para abrir una llave y pudiera pasar a nuestro tanque, cuando terminó bajé y esta mujer iba saliendo desesperada de su departamento, la miré un tanto extrañado por su manera de actuar. Se dirigió a mi y me pidió que si le podía ayudar con una fuga que tenía en su baño. Obviamente accedí no sin antes decirle que en cuestiones de plomería soy un muerto, no sé absolutamente nada, me dijo que no había problema ya que no era un problema mayor.

Entré a su departamento y la verdad es que me gustó el decorado: rústico, sin mencionar el aroma que era manzana-canela, ese olor me pone ¡ufff! Me llamó poderosamente la atención que esta mujer (aún no sabía su nombre) me preguntara si el decorado me gustaba, creo que había notado la expresión en mi rostro. Le dije que sí, así me gustaría tener mi departamento.

Me dirigió al baño y lo primero que vi fue una tanguita negra sobre el sanitario, pero reaccioné a tiempo antes que se diera cuenta a donde es que mi vista se había dirigido inicialmente; el piso parecía alberca pública y vi que tenía un par de fugas, una en la manguera del agua caliente del lavabo y la otra la del sanitario, el problema no era ese en sí, si no que por la estatura que ella tiene (es alta) no podía llegar a esos rincones, pensé en decirle "¿y si te pones de perrito como todos los fines de semana con tus clientes?", pero no... lo que quería era ayudarla y crear confianza, mínimo para una rebaja en la tarifa, ustedes saben. Cerré las llaves (yo soy chaparrito) y como ya había comprado las llaves para sustituirlas me pidió el favor de cambiarlas a lo que le dije "¿qué cosa de "no soy plomero" no entendiste?", en vez de molestarse me sonrió y me dijo "esto hasta un niño de kinder lo hace" a lo que respondí "un niño cuyo papá sea plomero"; me volvió a sonreír y me dijo que para todo tenía respuesta, además que mi acento le gustaba (no todos lo días se le dice a uno mi tierra en Guadalajara).

Le sonreí y le pedí su teléfono para buscar un tutorial en YouTube, y sí, lo encontré... es casi el mismo proceso que cuando harás una instalación eléctrica (a eso sí le sé). Una vez que terminé de verlo le pregunté que si sabía dónde estaba su principal toma de agua, para cortar el flujo, ella misma fue la que lo cerró. Dejó la llave del lavatrastes abierta y la de la regadera para vaciar el agua de la tubería, después de eso me puse manos a la obra. Me di cuenta que ilustrándose uno aprende de estas cosas.

Como 15 minutos antes que terminara me preguntó que si quería comer con ella, la verdad es que no podía porque tenía planeado ir al cine, aunque la salida era en "bola" con unos amigos de aquí. Me convenció con el hecho de que "no quería comer sola", la cosa es que solo me estaba haciendo del rogar y la otra es que no me quería ver tan obvio... como es que uno no se va a quedar a comer con tremendo ejemplar de mujer.

Durante la comida nos conocimos mejor, se llama Miriam, lindo nombre para linda mujer, y como lo sospeché la primera vez que la vi, tiene 29 años. Estudia una maestría en MKT lo que generó muchísimo más de qué hablar ya que, al haber estudiado comunicación yo, generamos un ambiente muy afable de plática. En la tertulia me preguntó algo que se fue sin anestesia, "¿qué fue lo primero que viste en mi baño?" a lo que respondí de igual manera, directo, "tu tanga". Ella sonrió. A veces pienso que esa respuesta era la que ella quería, una muy sincera para abrirse, tanto fue así que me dijo "Fran, ¿sabes cómo me pago la maestría?", la vi con relativa tranquilidad y respondí "me imagino que trabajando", ella se estiró sobre la mesa, me tomó de la mano y me dijo "¿sabes en qué?", me quedé callado por un tres segundos (que sentí que fueron cinco minutos) y le dije "creo saber a lo que te dedicas, pero sería bastante prejuicioso de mi parte", "SI, FRAN, SOY UNA PUTA" respondió.

Una vez aclarada la duda lo que hice fue preguntarle sobre el por qué de su confesión a mi, si apenas me acaba de conocer, su respuesta fue un tanto halagadora, "la primera vez que te vi me pareciste muy lindo, hubo otras ocasiones donde te escuchaba hablar con tus amigos en el pasillo y me di cuenta de lo mente abierta, perceptivo y receptivo que puedes ser, además que eres muy serio y sincero, de eso me pude dar cuenta cuando me respondiste lo de mi tanga, quería desahogarme porque nadie lo sabe, todo mundo me pregunta que sí como lo hago para pagar la maestría si no tengo un trabajo como debería de serlo..." la interrumpí y le pregunté "¿y qué es lo que les dices?", "que mis padres la pagan".

Le pregunté que si como se sentía al respecto, me respondió que no le da pena hacer lo que hace, al final de cuentas a ella le encanta el sexo, disfrutar a sus clientes tanto como ellos a ella y recalcó, "¿por qué no sacarle provecho a esto?"

Nos quedamos platicando como hasta las 8 de la noche, ya traía manchado el bóxer de tantas experiencias que me había platicado, yo solo la imaginaba. Tal vez ella esperaba que me le insinuara pero pues... no había con qué. Me animé a decirle "si algún día quiero contigo, ¿de cuánto es el chingazo?", su respuesta fue como escuchar el solo de guitarra de la canción "Seize the day", "Para el público, 5,500... para ti, es gratis, cuando quieras, guapo".

Me quedé sorprendido con la respuesta también, sonreía y a la vez con cara de incredulidad... ella me veía con cara una cara llena de lujuria, se mordía los labios. En ese momento se levantó, fue su recámara y me trajo la tanga que tenía en el baño. Me la dio y me dijo "¿qué harás con ella?", la tomé tranquilo, deshice la forma en la que venía para verla su forma. La colgué de mi dedo y le di vueltas, cosa que a ella le dio risa, después de eso la olí y tenía ese olor encantador a hembra, se veían unas manchas blancas en la parte del puente, Miriam se dio cuenta y me dijo, "eso fue ayer pensándote".

Me moví hacia ella, le di un beso tierno el cual correspondió y después todo se tornó en pasión y locura, le quité la blusa y el pantalón, su bra y el panty que tenía y le puse la tanga, la volteé para que se metiera bien ese hilo en medio de sus enormes nalgas, separé sus piernas y comencé a comerle sus labios. Estaba ardiendo, ya tenía muy mojada su cosita y la devoré como si fuera la última vez que lo haría.

Miriam me detuvo y fuimos a su habitación, ella me acomodó en su cama, me dijo que me pusiera cómodo y que la esperara; me quité la ropa y, mientras llegaba, se despertó mi lado fetichista y buscaba si tenía algo aún más candente que esa tanga, y lo encontré; un liguero con tanga de color morado, no encontré un top que le hiciera juego. Me acosté en su cama e inicié a masturbarme con su liguero, cuando regresó ella fue la sorprendida al ver lo que hacía. Ni siquiera preguntó, se quitó la tanga, me quitó su liguero y se lo puso, buscó algo en su clóset y era el top que hacía falta.

La tanga la recogí del piso, estaba caliente, húmeda, tenía un olor más de hembra. Me tomó de la mano y me llevó a su cama, esa mujer me tenía loco, no sabía por dónde empezar, pero ella si. Tomó mis huevos y empezó a tocarlos con sus uñas, luego con sus dedos; los tomó como si fueran canicas con sus manos y se los llevó a su boca, tomo mi pene y lo hizo hacia arriba mientras me masturbaba, acaricié su cabello mientras mi mirada estaba perdida en el techo de su habitación y justo en ese momento sentí la calidez de su lengua y cada vez me iba metiendo en su boca.

No soy como varios de aquí que dicen que tienen 20 cm, la verdad no, uno tiene que se honesto con ustedes y con uno mismo; pero lo que tengo Miriam me lo comió tan rico, con lengua le daba vueltas a mi trozo, se lo sacaba y se lo metía a placer en su boca y al mismo tiempo me seguía acariciando las bolas.

Se puso de pie y me abrazo, con el total de mi estatura puesto le llego a sus pechos, siempre a la altura de la circunstancias, y sentía su calor... antes de quitarse el top me dio su teléfono y me dijo que le tomara algunas fotografías, y lo hice. La hice posar de cualquier forma erótica posible pero siempre con su coordinado, así me excitaba más verla.

Justo después de eso me pidió que dejará su teléfono, cuando volteé ella estaba en cuatro pero en ese momento no quise penetrarla, "no traigo protección", le dije, a lo que respondió que eso no importaba. Además de usar protección con sus clientes ella tomaba la pastilla por aquello que ocurriera un accidente en su "trabajo". Me subí a la cama de rodillas, hice la tanga a un lado y primero le metí un dedo en su tesoro que a la luz del sol que se colaba por la ventana estaba brilloso por los fluidos que desprendía, Miriam desesperada me pidió que ya la penetrara... y lo hice.

Me aproximé a ella y le puse la cabeza a en sus labios babosos, empujé despacio pero el calor de su vagina me enloqueció y se la metí toda, ella solo soltó un ligero gemido. Posé mis manos en sus nalgas, ella se comenzó a tocar y la comencé a bombear. A ella le agradaba, a mi me agradaba, acariciaba sus nalgas al momento que aceleraba mi ritmo de vaivén, le dije que se recostara y así lo hizo, abrí mis piernas de tal manera que ella quedó justó debajo de mi y seguí dándole. Miriam estaba vuelta loca, mordía su almohada y con sus manos arrugaba las sábanas de su cama, dentro de ella sentí un chorro que su vagina producía, en ese momento soltó un largo gemido acompañado de un "así, chiquito".

No lo sabe, pero eso despertó a mi otra personalidad que tengo durante el sexo, una agresiva en lo físico pero al mismo tiempo emocional, le di vuelta y me puse de rodillas, ella se me montó, la abracé de la espalda baja y ella a mi de mi cuello, ambos nos movíamos de manera muy coordinada, nos entendíamos a la perfección. Empujaba mi cuerpo hacia ella y la jalaba hacía mi, ella se hizo hacia atrás junto con otro largo gemido, este más potente que el anterior.

Le seguí dando y cuando sentía que iba a terminar se lo dije, pero ella se aferró a mi y entre gemidos y gritos me pidió que terminara dentro, era tanta su pasión, y la adrenalina que tenía que continué hasta que la tomé más fuerte y justo en la salida del primer chorro pegué un grito y ella gritó, "¡Si, chiquito, lléname de tu leche, guapo!" En lo que terminaba y haber escuchado eso me provocó una sensación de estremecimiento en los huevos, algo que no había sentido a lo largo de mi vida sexual, llegué a ver estrellitas mientras llenaba a Miriam de mi leche.

Quería salirme, pero no me dejaba, me tenía aprisionado con sus piernas. La situación me dio risa, yo estaba encima de ella mientras nos dábamos otro largo beso.

Al final ya no fui al cine y de las múltiples veces que sonó su teléfono no contestó ninguna, dejó de trabajar ese día por mi, y es algo que hasta la fecha le he valorado. Esa noche la pasé con ella, cogimos otras dos veces más hasta que de plano ya no pude sostener otra erección.

Han pasado 3 meses desde ese día y hasta la fecha cada sábado repetimos, quisimos ser discretos pero el sexo es tan bueno que no pudimos, al menos los vecinos no saben que es otro vecino quien se la está pegando... y si lo piensan, el que menos se imaginan.

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