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La cuñada necesitada
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Tiempo de lectura: 8 minutos

Roberto, al que llamaban Bertucho, era alto, con cuerpo musculado y tan guapo que parecía una chica, una chica con media melena rubia de ojos color avellana y largas piernas.

Un mal día su padre pillara a su hermana tonteando con Bertucho y cómo la hermana era su "Chichi", y él era el rarito, lo echara de casa. Ahora vivía con su hermano Abel, que se fuera a trabajar en unas plataformas mexicanas y con su cuñada Pili, una veinteañera, de metro setenta y siete de estatura, morena, de ojos negros, pelo rizado y largo, con un cuerpo diez y menos follada de lo que ella quisiera. Abel sabía que su esposa pasaba ganas de polla, pero también creía que con su hermano no corría peligro.

Situémonos. El salón del piso era amplio. Tenía dos tresillos uno enfrente del otro y en medio había una mesa camilla. A un lado estaba el mueble bar y un mueble con cajones sobre el que había un jarrón de flores con rosas y encima de él un espejo redondo con marco dorado. En el otro lado una estantería con libros y pequeños cuadros y la tele de plasma, al fondo un ventanal con dos cortinas azules que hacían juego con los tresillos. En el techo una lámpara con una docena fe focos y el piso estaba cubierto de formica.

Pasaban de las ocho de la tarde de una calurosa tarde de verano. Bertucho estaba sentado en el tresillo de la izquierda en pantalón de deporte. Había sacado la polla por arriba y la estaba meneando. Entró su cuñada en la sala con dos bolsas de Zara en las manos, y al verlo le dio la risa.

-¡¿Molesto, Bertucho?!

Bertucho, que la estaba esperando, guardó la polla y se hizo el sorprendido.

-¡Qué situación!

-No te preocupes, no se lo voy a decir a nadie. Pena que no te gusten las mujeres.

-Tú me gustas, Pili, me gustas mucho, mucho, mucho.

-¿De verdad?

-De verdad de la buena.

-¿Y cuándo empecé a gustarte?

-El primer día que te vi. Tenía 17 años.

-¡De eso hace dos años!

Pili fue a su lado, puso las bolsas sobre el tresillo, se sentó y le dijo:

-Debes haber sufrido mucho teniéndome a tu lado y deseándome sin poder tocarme.

-La verdad es que te he tenido entre mis brazos tantas veces que no sufrí, sufrir sufriría sino te hubiese podido ver cada día.

Pili le acarició el cabello.

-Pobrecito. Siento tus gemidos por las noches, pero creía que pensabas en algún chico.

-Eres tú la que estás en mis fantasías.

Pili jamás se había sentido tan halagada. Le siguió dando cuerda.

-¿Qué me haces en tus fantasías, travieso?

-Cosas.

-Cuenta.

-Te como las tetas, te como el culo, y acabo eyaculando unas veces en tus tetas, otras dentro de tu culo y otras en tu boca.

Pili, se acicaló el cabello, sonrió y le preguntó:

-¿Qué más me haces?

-Me da corte decirte lo que más me excita.

-¿Son cosas muy guarras?

-Muy, muy guarras.

-Cuenta, me excita oír esa clase de cosas

-Cuando me corro dentro de tu boca guardas mi leche y nos la tragamos juntos mientras nos damos un largo beso con lengua.

-¿Qué más?

-Lamo tu culo después de correrme dentro.

Pili le puso la mano derecha encima de la polla empalmada.

-Eso sí que es realmente guarro.

-Eso sí que es realmente guarro, guarro y excitante. ¿Dime más cosas de esas?

Bertucho le dio un largo beso con lengua, después le cogió la nuca y le acercó la boca a su polla. Pili le dijo:

-Sin prisas. ¿Qué más hacemos en tus fantasías?

Bertucho sacó la polla con su mano derecha, se inclinó y la frotó en los labios. Los labios de Pili se mojaron con la aguadilla que salía de su meato.

-Chupa un poquito.

-Aún no.

Al decir "aún no" abrió la boca y el glande chocó con su lengua. Pili no se pudo resistir. Chupó su cabeza como si fuera un chupachups y lo masturbó mientras hablaba con él.

-Me estoy sintiendo muy sucia.

Bertucho le magreó las tetas.

-¿Me vas a besar con mi leche en tu boca?

-Sí, se me mojó el coño solo de pensarlo.

-Tócate. Quiero ver cómo te tocas.

Pili metió una mano dentro de las bragas y dos dedos dentro del coño mojado, y le preguntó:

¿Qué me haces al pajearte, Bertucho?

-Ya te lo dije.

-Repítelo, me gusta oírlo.

-Te como las tetas, te como el culo y te hago sexo anal.

-¿Y dónde te corres?

-En tu boca, en tus tetas y dentro de tu culo.

Le escupió en la cabeza de la polla y se la apretó.

-¿Y dentro de mi coño no te corres? Miénteme, dime que sí

-Sí, y después te como el coño chorreando leche y te corres.

Los dedos de Pili entraron y salieron de su coño a toda pastilla, después acarició el clítoris con ellos. Sacudió con ímpetu la polla hasta que Bertucho se corrió. El primer chorro casi llega al techo, los otros ya se perdieron en la boca de Pili. Al acabar de correrse, lo besó con lengua y se tragaron la leche, y al hacerlo del coño de Pili salía una corrida monumental.

Al acabar de correrse, le dijo:

-Me voy a dar una ducha.

Un tiempo después Pili llegó a la sala ataviada con una toalla rosa en la cabeza haciendo de turbante y otra azul cubriendo parte de su cuerpo, un cuerpo con unas piernas largas cómo un día de mayo y bien torneadas. Antes de sentarse en un tresillo, le dijo su cuñado:

-Sin maquillaje aún estás más bella.

-Pena que seas mariquita.

Pili abrió las piernas y Bertucho vio su coño peludo. Se tiró de cabeza a la piscina. No era tonto y sabía que había agua.

-¿Alguna vez practicaste el sexo anal, Pili?

-¿Me estás proponiendo que tengamos relaciones sexuales?

-¿No las tuvimos ya?

-Si se enterase tu hermano de lo que te la mamé me mata, y si luego se enterase de que te dejé darme por el culo me resucita a hostias para volverme a matar

-¿Desde cuando hablan las paredes?

Bertucho fue junto a su cuñada, se sentó a su lado y le quitó las toallas. Al ver sus tetas, unas tetas medianas, redondas con areolas rosadas y pezones cómo granos de arroz, le dijo:

-¡Qué bonitas son!

-¿De verdad que te gustan?

-¿Cómo no me van a gustar? Son mucho más bonitas de lo que yo las imaginaba. Levántate.

Pili se levantó. Tenía cintura estrechita, caderas anchas y un culo respingón y redondo.

-¿Te gusta mi culo?

-Me gusta todo de ti, eres la mujer perfecta.

Bertucho le abrió las nalgas y le lamió el ojete. Pili exclamó:

-¡Qué gustito!

Lamió el ojete, metió y sacó la punta de él, y después le dijo:

-Está delicioso. ¿Te gusta que te haga cochinada?

-Sí.

Bertucho se enderezó. Pili le dio un pico, y le dijo:

-Juega con mis tetas.

Bertucho lamió, magreó, chupó y mamó las tetas.

-Come un poquito mi chochito.

-Eso no me gusta hacerlo.

Pili le puso morritos y le habló con voz de mimosa.

-Solo un poquito.

-Me da un no sé qué mojar mi boca con tus jugos.

-Lame solo el clítoris.

-¿Solo un poquito?

-Si, solo un poquito.

Bertucho se volvió a agachar, cogió a su cuñada por su cinturita de avispa y lamió el clítoris, Pili le cogió la cabeza y le metió todo el coño en la boca.

Bertucho se levantó con la misma rapidez que si le hubiera meado una mofeta en la boca.

-¡Falsa!

Se rio, y después le dijo:

-Tiquismiquis.

-A mí lo que me gustan son los culos.

Pili se dio la vuelta, se inclinó, y le dijo:

-Todo para ti, goloso.

SI Pili tuviera ojos en la nuca vería cómo su cuñado pasaba la lengua por los labios, saboreaba los jugos de su coño y después se mordía el labio inferior.

Bertucho la agarró por la cintura y le clavó la polla en el culo muy lentamente. A Pili se le pusieron los ojos en blanco cuando la polla llegó al fondo. Metió dos dedos en el coño y se masturbó mientras su cuñado le daba caña y le magreaba las tetas… Al rato comenzó a pedir pan por señas.

-¡¡Ay Dios! ¡¡Vas a hacer que me corra!!

Bertucho se extrañó de la rapidez con que se iba a correr.

-¡¿Ya?!

-¡¡Yaaaa!!

Pili con un tremendo temblor de piernas se corrió cómo una perra, los jugos de su corrida bajaron por el interior de sus muslos y le llegaron hasta los tobillos.

Al acabar de correrse, Bertucho, la cogió en brazos, la llevó al tresillo y la sentó en él. Pili echó la cabeza hacia atrás. Bertucho le abrió las piernas, se puso en cuclillas y le cogió el pie izquierdo. Pili le preguntó:

-¡¿Qué haces?!

No le respondió, le levantó la pierna y fue lamiendo los jugos desde el tobillo al coño. Pili estaba asombrada. Le repitió:

-¡¿Qué haces?!

-Disfrutar de ti.

Lamió desde el otro tobillo hasta arriba, luego pasó su lengua por el coño, y después le dijo:

-¡Qué rica estás, Pili!

La pregunta era obligada.

-¡Comediante! Me engañaste. ¿Eres bisexual?

-Soy lo que tú quieras que sea con tal de hacerte mía.

-Nunca seré tuya. Soy la mujer de tu hermano.

-Ahora mismo eres mía, solo mía.

Le retiró el capuchón del clítoris hacia atrás y lamió suavemente el glande, un glande que asomaba la cabeza cómo una lagarta cuando sale de su escondite para tomar el sol.

-Al acabar seguiré siendo la mujer de tu hermano.

El coño se había abierto. Le pasó la lengua plana por los labios varias veces, luego le volvió a follar la vagina con la lengua, y después volvió a lamer su clítoris erecto.

-Dime que eres mía.

Pili entre gemidos le contestó:

-No, no lo soy.

Le hizo el remolino sobre el glande del clítoris y Pili se corrió cómo una bendita. Bertucho, que al comenzar a correrse su cuñada, le había metido la lengua dentro de la vagina sin dejar de presionar su clítoris con ella, disfrutó tragando una corrida agridulce, larga, espesa y calentita.

Al acabar de correrse lo apartó de ella y le dijo:

-Que se te meta en esa cabeza loca que no soy nada tuyo.

-Lo sé, claro que lo sé, pero por unos instantes fuiste mía.

Pili ya había saciado sus ganas, y al quedar sin ganas le volvieron los aires que de caliente están dormidos, por eso le dijo:

-Si lo quieres ver así… Mira, Bertucho, si te la mamé fue porque me diste pena, y si te dejé comer mi coño fue porque estaba muy necesitada.

-Pues solo me queda darte las gracias.

Pili cogió las toallas y las bolsas, se fue para su habitación y no salió de ella hasta la hora de cenar.

Pili apareció con un vestido que le daba por encima de las rodillas y calzando unas zapatillas de trote, Bertucho, que se había puesto otro pantalón de deporte. Le preguntó:

-¿Pedimos pizza o comida china?

Pili no venía de buen humor, parecía que le pesara lo que había hecho.

-¿No prefiere el señorito ir a un restaurante?

Bertucho no pilló la indirecta, y le dijo:

-Si quieres hago yo de cenar. Sabes que la tortilla de patatas se me da bien

-¡A ti lo que se te da bien es seducir a mujeres necesitadas!

-Vaya. ¿Te arrepentiste de lo que hicimos?

-Si no vivieras aquí no hubiera pasado nada.

-¿Quieres que me vaya de tu casa?

-Yo no dije eso.

-Tampoco voy a esperar a que lo hagas. Debí seguir fingiendo. Tranquila, no me volverás a ver. Mañana hago la maleta y me voy.

Pili se sentó enfrente de su cuñado, su carita de ángel se había puesto triste.

-No quiero que te vayas. Si estoy enfadada es porque al irse la calentura me vino el miedo

-¿Miedo de qué?

-De quedar preñada. Me late que tú de marica tienes lo que tengo yo de tonta. Y si me quieres hacer tuya vas a intentar dejarme preñada.

-No soy tan cabrón, una cosa es que te desee y otra es arruinarte la vida.

-¿Por qué será que no te creo?

-¿Para qué seguir hablando de algo que no ocurrirá? Tú nunca dejarías que te penetrara.

-Sería una puta si lo hiciera, bueno, en realidad ya soy una puta, pero mi coño jamás te lo daré.

-No eres ninguna puta, eres un cielo de mujer.

-Mentira podrida, soy una puta

-¡Más quisiera yo que fueras mi puta!

-¿Qué quieres cenar, mentiroso? ¿Chino o pizza?

-Lo que tú quieras.

Al llegar la pizza, cenaron, hablaron y acordaron que lo de esa tarde no se iba a volver a repetir por el bien de los dos.

Una hora llevaban en cama y ni él ni ella dormían. Bertucho desnudo sobre la cama echó la mano a la polla, cerró los ojos e imaginando que besaba a su cuñada comenzó a masturbarse. Al ratito le llegó el inconfundible perfume de su cuñada, luego se encendió la luz y acto seguido una mano cogía la suya y le ayudaba a masturbarse. Pili le dijo:

-No hables y no abras los ojos. Quiero ver cómo va cambiando tu rostro con la excitación.

Los labios de Pili se posaron sobre los de su cuñado y su lengua húmeda entró en su boca. La otra mano acarició sus pelotas. Lo siguiente que sintió Bertucho fue el coño de su cuñada posarse en su boca, y a Pili decir:

-Acabo de correrme y está jugosita.

¡Y tanto que estaba! Bertucho lamió aquel coño encharcado de jugos, menos tiempo del que él quisiera, ya que Pili al rato se lo quitó de la boca, se lo puso sobre la polla, se sentó sobre ella y la clavó hasta las pelotas. Luego subiendo y bajando el culo, le dijo:

-Necesitaba sentir una polla dentro de mi coño.

Lo folló lentamente, besándolo, dándole las tetas a mamar y apretando su clítoris contra su cuerpo… Tiempo después la respiración y la polla de Bertucho latiendo dentro de su coño le decían que se iba a correr. También ella estaba llegando. Aceleró el mete y saca, y le dijo:

-Quiero ser tuya. Lléname, Bertucho.

Sintiendo el primer chorro de leche dentro de su coño comenzó a correrse.

-Soy tuya, soy solo tuya.

Con las últimas gotas de su corrida de su cuñado llenando su coño, le dijo:

-Cómeme el coño.

Bertucho se metió entre sus piernas y comió aquel coño encharcado hasta que Pili le dijo:

-Me voy a correr. Métemela otra vez.

Subió encima, le cerró las piernas y con la polla clavada hasta el fondo, hizo palanca con su culo y rozando su pelvis con el clítoris y comiéndole la boca la folló cada vez más aprisa hasta que se Pili se corrió en su polla, luego la sacó y se corrió él en sus labios… Pili pasaba la lengua por ellos, lamía la leche y le decía:

-¡Qué rica, que rica, que rica…!

Al acabar, Bertucho, le dio un pico y le dijo:

-Ahora sí que eres mía.

Pili le devolvió el pico.

-¿Crees que quedé preñada?

-Puede que si

-O puede que no.

Pili se dio la vuelta y sin quitarla de dentro comenzó a follarlo de nuevo.

Quique

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