Nuevos relatos publicados: 0

La ex de mi pareja me rompe la...

  • 10
  • 37.790
  • 9,33 (3 Val.)
  • 1

Dos días después de conocer a Osvaldo, Ova, mi pareja, conocí a la que sería mi peor pesadilla: Fernanda. Ella es una morocha espectacular, de cuarenta años, 1.80 m, con un físico privilegiado por la naturaleza al que ella ayuda con dietas, gimnasio y spas. Ni una cirugía tiene la desgraciada, y, por si fuera poco, ex modelo, actriz. Ova, mi pareja, 45 años, 1.70 m con una calvicie incipiente, algo de panza y nada de gimnasio y spa. Su miembro…. Normalito.

Yo, con 30 años, mido 1,68, rubia, buen físico, con cola y lolas preciosas. Gimnasio, y más gimnasio.

Aquel día cinco años atrás, caminábamos con Ova por un shopping. La vi de lejos y la reconocí, su altura, su porte, su elegancia no dejaban dudas de quien era.

- Mirá, esa es Fernanda Arregui, que mina impresionante por favor. Le dije a Ova.

- Si… dijo él displicente.

Era inevitable que no crucemos, pero lo que no esperaba era que a tres metros ella se empezar a sonreír y viniera directo a nosotros.

- Hola Fer. Dijo Ova con una naturalidad que no yo entendía

- Hola mi amor. No te miento si te digo que estaba pensando ayer mismo en llamarte para salir a cenar. Me tenes descuidada, desgraciado.

- El trabajo y una nueva relación. Te presento a Flavia, mi novia. Dijo Ova y yo miraba con cara de estúpida.

- Hola Flavia, ¿cómo estás?

- Biennn… Dije casi temblorosa.

- Siempre tuviste muy buen gusto para las mujeres. Dijo ella.

- Por eso te elegí. Dijo mi pareja.

- No digas pavadas, yo te elegí a vos, vos ni pelota que me dabas. ¿Cuándo me vas a llamar para juntarnos, almorzar, cenar?

- Flavia, ¿Te jode si almorzamos los tres? Hace mucho que no hablamos con Fer.

- No, no, claro que no. Dije.

Dos días de novia. ¿Y que otra cosa iba a decir? Ova me gustaba en serio, no podía quedar como una mala onda a los dos días.

- Genial, vamos. Contame Fer, ¿Cómo estás?

- Bien amor, tranquila, saliendo con un muchacho, Dios dirá.

- Espero que esta vez la pegues. Dijo Ova.

- Y que no me rechacen, como cierta persona. Dijo ella mirándolo a los ojos.

- No empieces.

- ¿Uds. tuvieron algo? Pregunté casi con miedo a la respuesta.

- Algo… Bastante. Tu novio fue novio mío durante seis meses, hace diez años. Sí, porque yo tenía 25 años.

- Nunca me contaste. Le dije.

- Flavia, por favor, mírame. Si te digo que cuando esta era una bestia, que estaba en todas las revistas, incluso Playboy, yo era el novio… ¿Me hubieses creído?

- Ehh… y… difícil.

- Para que te voy a contar si vas a pensar que miento. Ni lo cuento.

- ¿Cómo fue? Pregunté intrigada.

- Ova trabajaba en un banco, y yo fui a hacer un trámite, por unas tarjetas, una cuenta. Ni pelota me dio, ni me miraba. Yo de caliente porque no me miraba siquiera, quise abrir una caja de seguridad para perder tiempo y lograr que me mira. Nada, absolutamente nada. Cuando me di por vencida, me estaba por ir y me llamo de nuevo a su escritorio. Puso un papel y una birome delante de mí.

“Anótame tu celular. Más tarde te llamo para salir a cenar Fer.” Te juro que me rompió la cabeza el desgraciado. Fuimos a cenar a un lugar escondido, para que no nos vean. Y de allí a su departamento.

- Vos justo estabas sin trabajos y solo tenías el teatro pero una semana después.

- Sí… tres días encerrados en el departamento. Los dos primeros hablando, comiendo pizzas y panchos con cerveza, el tercero hablando y mirando tele abrazados. Así conocí al que fue mi gran amor, un tipo increíble, mi mejor amigo, mi confidente, el que llamo y está. Hasta ha dejado minas plantadas para verme porque estaba rayada.

- ¿Tres días y nada? Pregunté.

- No… Seis meses y nada. Bueno, una sola vez, el día que me dejó. Dijo Ella.

- ¿Cómo?

- Sí, fue en mi departamento, vino a almorzar, y me dijo que una chica le gustaba. Que tenía ganas de ponerse de novio. Y nosotros casi vivíamos juntos. Yo le pregunte que éramos nosotros entonces. “Fer, te adoro, te juro, sos una mujer única, pero sos mi amiga. Te amo como amiga.” Y le tuve que dar la razón… Pero tenía miedo de perderlo como amigo, y le dije: “¿Y si probamos coger? Quizás, quien te dice.” Su respuesta, un clásico: “Dale, cojamos.” Y cogimos… Fue genial, gozamos con todo. Tres veces esa tarde. “No Fer…” “No es nuestro tiempo, o nosotros no estamos para ser pareja.” Dijo ella.

- Por seis meses no nos vimos. Me llamó por mi cumpleaños. Termino viniendo al departamento, cenamos y charlamos desde el viernes a las 21 hasta el domingo a la noche. Sellamos nuestra amistad.

- Y cada vez que nos necesitamos estamos. Pueden pasar meses, pero siempre estamos. Dijo ella.

Sinceramente, no les creí. Era imposible que hayan estado casi viviendo juntos y no haya pasado nada. Sobre todo porque a Ova le encanta el sexo. Disfruta y me hace disfrutar como loca.

Dos años después, nos fuimos a vivir juntos. Habían pasado seis meses, y me llama a mi trabajo para decirme que iba a llegar tarde porque se iba a juntar a charlar con Fernanda. No me hizo nada de gracia, lo juro. Pero no podía decir nada, me era honesto, leal, no se escondía. Llego a la hora de la cena, de buen humor, y no comento nada de la charla, yo, una dama, mordiéndome por dentro, no pregunté nada.

Para su cumpleaños… Un día después le hizo una cena, torta, regalo de cumpleaños y no me invitó, fue solo de ellos. Pero me lo decía, nunca ocultaba nada.

Yo me moría de celos, lo imaginaba con esa tremenda mujer, gozando con todo, penetrándola por todos lados, haciéndola gritar de placer como me hace gritar a mí.

Quiso la vida, hace un mes, un mediodía, salí de mi trabajo a almorzar y me la encontré.

- Hola Flavia, querida, ¿cómo estas mi amor? Me saludo con una efusividad tremenda, que por supuesto me sorprendió.

- Bien Fernanda, yendo a almorzar. ¿Vos?

- Bien, te acompaño y charlamos.

Y fuimos a un bar a tomar un café y comer un sándwich.

- Contame, ¿Cómo andan las cosas con Ova?

- Bien… por suerte nos llevamos bien.

- Que bueno, te ama, eso lo sabes. No hay vez que nos veamos que no me lo diga.

- Gracias por decírmelo… a veces creo que…

- ¿No pensarás que anda con otra?

- Y… a veces…

- No seas tonta, Ova es un tipo serio, nunca te pondría los cuernos. Sabes que lo conozco mucho.

- Si… lo sé. Dije y mire para la calle.

Ella no dijo nada y se sonrió. Hasta su sonrisa me molestó, hice que estaba apurada, pague y me volví a la oficina. Los celos me estaban matando, pero no tenía pruebas, y conmigo, en la cama… impecable, como siempre, y en el resto de nuestra vida, igual. Solo que esos encuentros… me ponían loca de remate.

El jueves de esa misma semana, me aviso que se juntaba con Fernanda. Apareció a las 6 de la mañana del día siguiente, solo para darse una ducha y cambiarse.

- Me dijiste que era solo una charla. Estuviste toda la noche.

- Sí, es que se peleó con el novio… no está bien… estuvimos charlando hasta recién…

- Me podrías haber avisado…

- Se me pasó, perdoname. Te dejo porque llego tarde.

Lo quería matar, separarme, volverlo a matar y volver a separarme. Hable con una amiga, que me calmó. Por suerte, los quince días siguientes fueron “normales”. Pero… el viernes, estábamos por cenar cuando ella lo llamó.

- Bueno, tranquila… Fer, ya lo hablamos amor, vas a ver que salís adelante, yo estoy para apoyarte, como siempre.

“Amor”, “estoy para apoyarte”. Mi sangre empezó a hervir. Pero me había jurado no estallar. Siguieron hablando.

- Escuchame, ¿Dónde estás? No, la dirección de tu hermana no la tengo. Pasamela.

Se iba a ir con ella, y la boluda… Anotó la dirección en un papel y cortó. Cargó la dirección en el GPS de su celular y me dijo:

- Esta para la mierda, me preocupa. Voy verla.

Y sin esperar que yo diga nada, se fue. Durante diez minutos camine como loca por el departamento y cuando pasaba por la mesa miraba el papel con la dirección…

- Flavia, sos una boluda, te va a cagar y vos tranquila en el departamento. Trono una voz en mi cerebro.

- Tranquila, son amigos… los buenos amigos están para apoyarse. Dijo otra voz.

- Boluda, no le hagas caso, te va a poner una cornamenta de ciervo si seguís tan pasiva.

Y no me pude resistir a tomar el papel, llamar un Uber, e ir a la dirección. Era una casa linda, con parque adelante.

Había luces prendidas adentro, pero unas cortinas gruesas no me dejaban espiar. Me acerque a la puerta para escuchar algo, necesitaba escuchar algo. Se escuchaban voces pero no era claro. Me acerque a la ventana a ver si podía escuchar. Y fue terrible.

Escuchar sus gemidos, como le pedía que le bese los pechos, como lo alentaba a que la chupe toda, luego él, gimiendo sin parar, estaba segura que esa yegua se la estaba chupando con todo, hija de puta. Y cuando ella dijo “por el culo”, no, eso no lo iba a permitir. Me acerque a la puerta y cuando estaba por golpear, se abrió.

Frente a mí, Fernanda, completamente vestida, con un pantalón, polera y una sonrisa… Mire adentro, y vi a Ova, también vestido, sentado junto a una mesa bajita, con un plato de ravioles frente a él, otro plato de ravioles empezado y un plato vacío. Detrás de Ova un TV Smart de 65 Pulgadas y una pareja cogiendo con todo, al lado el monitor de una cámara de seguridad que me tomaba parada en la puerta y alcanzaba a tomar donde estuve en la ventana. Cerré los ojos insultándome a mí misma por haber ido.

- Ya que viniste, pasa a comer unos ravioles. Dijo Fernanda.

- Yo…

- Dale Flavia, pasa. Dijo Ova.

Entre, Fer cerró la puerta y se sentó en el suelo como Ova, él apago el Smart TV. Yo me senté en silencio, esperando escuchar los reproches de Ova por no creerle. Fernanda me sirvió en silencio y él me sirvió vino.

- Cuando comimos juntas me di cuenta de tus celos. Ni siquiera la broma que montamos recién los puede sacar de tu cabeza. Te aclaro, que fue idea mía, y Ova se enganchó, y sí, es la casa de mi hermana, que está de viaje con el marido.

Si te quisiéramos cagar, sería muy difícil que nos descubras, durante muchos años nos escondimos de los periodistas, y solo éramos amigos. Solo somos amigos, por más difícil de entender la amistad de un hombre con una mujer. Dijo Ella.

- Me siento la peor boluda el mundo… Perdoname Ova. Perdonen los dos.

Fer lo miro a Ova y le hizo una seña como para que diga algo.

- Ya que estás acá, ¿Qué les parece si hacemos un trio? Dijo Ova y las dos nos largamos a reír. Me acerque a él y le di un beso. Luego a Fernanda, en la mejilla.

Nos quedamos charlando y tomando vino hasta la madrugada. Ella mostrándose tal cual es, una gran mina. Aprendí mucho en esa charla sobre la amistad, el respeto, la lealtad.

Los encuentros entre ellos siguen, aunque a veces, me invitan. Yo feliz de saber que siguen cultivando una amistad increíble.

(9,33)