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La exótica esposa del tío Willy

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Me han pasado cosas raras, algunas realmente sobrenaturales, pero la historia que les pretendo contar es sobre la más grandiosa experiencia que he vivido. Les voy a contar lo que pasó aquella noche en la que el “tío Willy” nos presentó a su señora.

Corría el año 1998 y rondábamos los 12 años. Marcelo, René y yo (Claudio) nos conocíamos desde los 6 y éramos inseparables. Marcelo tenía un tío joven apenas 5 años mayor, de nombre Guillermo.

Ese año con 17 primaveras un día se subió a un buque mercante y durante los siguientes 10 años, Marcelo, recibió de su parte, cada 6 meses, una postal alusiva a un distinto lugar. De tanto en tanto llamaba por teléfono para saber de la familia y los amigos de su sobrino regalón, es decir, René y yo.

Recuerdo que fue un jueves. Estaba helado y oscuro a pesar de no ser aún las 3 de la tarde. El cielo encapotado de pesadas nubes transportadas por un cálido viento boreal anunciaba un esperado diluvio. Arreciaba el invierno, mas del cielo no caía una gota de agua.

Me estiraba sentado frente a una mesa repleta de libros y cuadernos. Miré la hora. Llevaba más de dos horas estudiando sin tregua. Moví mi cuello. Terminaba de restregarme los ojos cuando el teléfono sonó. Era Marcelo.

Marcelo: Qué haces, Clau???

Yo: acabo de terminar de estudiar… me estoy tomando un descanso para seguir… ¿por?

Marcelo: es queee… lo mejor es que lo veas tú mismo… Estoy con René… en el bar… no te demores…

Una hora después, desde el umbral del acceso al bar noté que mis amigos estaban en nuestra mesa favorita. Los acompañaba un tipo grande y de largo pelo hecho una trenza, de espalda a mí. Al saludarme los chicos, el hombre se dio la vuelta y al verme, se levantó de su silla y comenzó a caminar al encuentro.

Yo: y este barbón quien es??? –nos acercamos, hasta fundirnos en un fraternal abrazo.- Hola hermano mayor… te echamos de menos…

Willy: eso mismo le decía yo al Marce… es muy bueno verlos…

Yo: cuándo llegaste…y desde dónde… ¿te quedarás???

Willy: tranqui… ya te cuento… vamos a sentarnos…

René:-al llegar- a mí también casi se me caen los mocos… que buena sorpresa…

Marcelo: imagínate yo… al abrir la puerta de la casa y verlo…

Willy: quiero contarles tantas cosas… pero lo primero es lo primero… llegué ayer… vengo desde varios lados, pero donde más tiempo estuve fue en la capital de Indonesia…

René: pero empieza desde el principio, po…

Willy: está bien… el buque mercante que abordé me dejó en Johannesburgo… ahí…

Escuchamos al tío buena onda del Marce por horas. Tenía tantas anécdotas y todas buenas que entre copa y copa reímos y charlamos hasta cerca de las 10 pm. En varias ocasiones lo vi jugar con su teléfono. Estando casi todos borrachos Willy comenzó a contar los cuentos más picantes de modo que al momento de levantarnos para partir, todos teníamos el bulto crecido debajo del pantalón. Luego de mirarnos, las carcajadas nos hicieron llorar.

Willy: oigan… en el departamento (depa) tengo whisky… quien me sigue???

Marcelo: y tu esposa???

Willy: qué tiene mi esposa??? Acaso te gusta???

Marcelo: no se trata de eso…

Yo: Willy… tranquilo, hermano… creo que el Marce se refiere a que no queremos molestar a tu esposa con nuestra presencia… somos todos gritones y bochincheros…

René: exacto…

Willy: ustedes dos… ¿conocen siquiera a mi esposa? –ambos negamos con la cabeza- pues ahí está… vamos al departamento y se las presento…

Yo: a lo mejor está durmiendo…

Willy: es temprano…

René: y si te sale una pelea con ella por esta tontera que podemos repetir mañana y para conocerla la traes contigo al bar…

Willy: -tras pagar la cuenta- miren pendejos… les voy a preguntar la última vez… ¿vienen o no?

En el trayecto Willy nos contó que Mori, como le decía, había sido una bailarina de cabaret en Yakarta cuando la conoció hace 7 años. Tras cinco años de interactuar con ella más allá de lo que su profesión le exigía para con un cliente, se la compró a su dueño. Luego de liberarla, se casaron.

El año pasado Mori supo que por herencia era dueña de una de las grandes fortunas de una de las familias de Yakarta dueñas de la mafia del bullente Hong Kong. Viajaron. Tomaron mucho dinero a cambio de ceder su cuota de poder heredada. Y se marcharon, milagrosamente con vida. En más de una ocasión nos recalcó que si Mori nos contaba algo, nos hacíamos los de la chacra y ya. En otras palabras, no sabíamos nada.

Luego de 15 minutos en taxi, llegamos al lugar. Era un lujoso edificio del barrio alto de esos con dos departamentos por planta. El ascensor nos llevó al séptimo piso, departamento A. Entramos en silencio, pues estaba todo apagado y en completo silencio.

Yo: -justo antes de entrar a las penumbras del departamento.- estás seguro Willy… aún podemos arrepentirnos…

René: parece que está dormida, hermano mayor…

Marcelo: y si mañana a la hora del almuerzo hacemos un asado???

René: apoyo la moción…

Willy: -era el único que hablaba sin bajar el volumen de su voz.- créanme cuando les digo que se arrepentirán… si se van…además, cabros, ya estamos aquí... entren y siéntanse como en su casa…

Y vaya que lo hicimos. En menos de dos minutos, teníamos las luces encendidas, la música a un volumen moderadamente alto y nos encontrábamos instalados en la sala de estar sentados en sendos sofás de tres cuerpos Marcelo y Willy en uno y separados por una mesa de centro baja de madera nativa, enfrente, en otro sillón igual, René y yo.

Cada uno con un vaso lleno a la mitad, jugando como niños al ludo. Nuestras risotadas podían escucharse a kilómetros de distancia. Así estuvimos jugando y bebiendo por poco más de una hora más hasta que de súbito una exóticamente hermosa mujer irrumpió en medio de nosotros.

Vestía una larga y rosada bata de felpa que le tapaba desde el cuello hasta encima de sus delicados tobillos. Iba descalza. Llevaba el lacio y largo cabello negro como la noche, tomado en una cola de caballo. Su piel era tersa y de un claro y sensual color canela. Ojos grandes y casi negros, nariz pequeña, generosa boca y fino mentón le conferían una exótica belleza oriental.

Medía 1.60 m, atlético y estilizado cuerpo; de proporcionadas curvas, con largas piernas y dos pequeños y finamente bellos pies. Sus senos eran medianos y bien puestos, sus caderas estrechas y su culo pequeño, pero perfectamente formado por dos redondos, firmes y respingados glúteos…

Hablaba un perfecto español y lo notamos cuando disgustada se plantó en medio de nosotros. El ceño fruncido, las piernas ligeramente separadas, los brazos en ristre apoyados con sus puños apretados en sus breves caderas. De sus ojos salían chispas. Al verla, por instinto Marcelo se cambió de asiento, ubicándose entre nosotros, dejando a Willy solo.

Mori: cariño… qué $%&é $ está pasando aquí???

Willy: amor… estos son los chicos de los que siempre te estoy hablando… -apuntándonos al tiempo que nos mencionaba.- él es Claudio y él, René… ya conoces a Marcelo… los traje para presentártelos… -estirándole las manos, invitándola.- venga… no se enoje… quédate con nosotros… un rato que sea…

Mori: qué va a hacer una mujer en medio de conversaciones de amigos…

Willy: tonterías… ven… lo pasarás bien con estos chicos… son de los buenos y además graciosos… especialmente ese par… -dijo señalándonos a René y a mí.

René: si… venga… ¿qué le sirvo???

Mori: lo mismo que toman ustedes…

Yo: Y no le haga caso a ese tipo… somos dos hombres serios…

Mori: jejeje… mmmm… algo me dice que no tengo que creerles… jajaja… en fin, me voy a vestir…

Willy: tonterías amor… te ves preciosa con lo que te pongas… Marce… párate…-apuntando al espacio que Marcelo había dejado- amor… siéntese ahí mejor… eso…

Mori: solo si me das una buena razón…

Willy: porque me das miedo cuando estás enojada, -dijo abrazándose y tiritando.- y si te dan los cinco, prefiero verlo a una distancia segura…

Mori: mmmmm… entiendo, -dijo y con soltura recorrió la corta distancia que la separaba de su lugar y con un felino movimiento se acomodó.- ahora sí… hola chicos, -agregó al tiempo que recibía de parte de René un vaso con whisky hasta la mitad.-

Yo: hola Mori… es un gusto conocerte y en nombre de…

Mori: no es necesario, Claudio…

Yo: entonces si no hay nada más que agregar… salud!!!

Charlamos y bebimos por un par de horas. La esposa del tío del Marce reía de todos los chistes que lanzábamos en medio de las conversaciones René y yo. El rato pasó agradable y todos sentimos que el tiempo había pasado volando por lo que a pesar que el reloj marcaba la 01:48 am, tácitamente seguimos con la improvisada tertulia.

Ya algo ebrios, aparecieron los temas picantes. Willy contó el primer cuento con contenido sexual. Al terminarlo, pude notar una atmósfera más pesada, las respiraciones ligeramente agitadas, las pupilas dilatadas por algo más que el alcohol.

Marcelo: estuvo buenísima… ¿es real, tío?

Mori: sí… wiwi, crees que pueda ser yo quien cuente una historia…

Willy: solo si cumple con dos requisitos… que sea triple x y… real…

Mori: qué bandido eres, wiwi… ustedes quieren que les cuente una historia así??? –los tres asentimos en un completo e hipnótico silencio.-

Mori entonces, tomó nuestro silencio como una invitación a empezar por lo que tomó su vaso y, de un tragó, lo vació solo para comenzar a contarnos una historia que desde el principio cautivó toda nuestra atención.

El relato trataba de una niña de 12 años que fue vendida por su padre a un hombre de turbios negocios quien, luego de casi morir por un ataque suyo, la eligió para ser entrenada como concubina solo para él, comenzándola a usar dos años más tarde, mas solo alcanzando a disfrutarla por un año. A la muerte de su dueño, pasó a ser propiedad de uno de sus hijos, quien poseía un local nocturno, lugar donde las ofició a medias de bailarina exótica a medias de puta.

Mientras hablaba, Willy no le sacó los ojos de encima. La miraba con amor, respeto y admiración y ella le devolvía lo mismo a través de sus expresivos ojos. Se puso de pie cuando el relato promediaba y tras tomar los controles remoto de la TV y el reproductor de CD; subir a 24 grados el aire acondicionado y dejar solo una pequeña lámpara como única fuente de luz, volvió a sentarse en el mismo lugar, acomodándose.

La exótica y bella mujer de Willy describía en una cada vez más tronca voz y con todo detalle las escenas donde la protagonista fue sometida a las más despreciables humillaciones proferidas por clientes (casi todos adinerados) y su dueño. Vivió eso por largos cinco años hasta que un hombre bueno compró su libertad, casándose con ella y siendo feliz por siempre jamás.

Cuando el cuento finalizó, estábamos todos (incluyéndola) prendidos y muy, pero muy excitados. Fue cuando iniciamos una sugerente charla que no nos permitió notar cuando Willy encendió la TV y el reproductor de CD.

Mori conversaba conmigo y René, lanzando bromas acerca de los bultos que se nos notaban en el pantalón a los dos. Las chanzas iban y venían y las risas abundaban entre salud y salud. Al poco rato nos percatamos que tanto Marcelo como Willy estaban hipnotizados con la pantalla del televisor. Tal vez por eso, durante todo ese tiempo, Mori estuvo desviando la vista de tanto en tanto también.

Un minuto más tarde toda nuestra atención estuvo centrada en la película. En ella se podía ver a una hermosa mujer japonesa conversando con su esposo, el cual, por diferentes razones (todas depravadas) le pedía que se acostara con otro hombre delante de él.

De pronto, Mori se puso en pie para dirigirse hacia su esposo. Se ubicó detrás de él y en susurros intercambiaron unas cuantas palabras. No sé si fue coincidencia o el destino, pero ambas mujeres casi al unísono asintieron.

De reojo noté cuando Mori se acercó a nosotros para sentarse en el mismo sitio entre los dos. En cuanto estuvo en medio, nos sonrió y apoyó su peso en mi torso con el fin de acomodarse y disfrutar del film. Cruzó las piernas y comenzó a balancear una de ellas. No pasó mucho y la verga comenzó a reaccionar de nuevo, pero dado que la tenía hacia abajo, me incomodaba sobremanera.

Llegó un momento en el cual no pude soportarlo más por lo que le pedí permiso a Mori para que se levantara un poco de modo de poder acomodar la verga para que creciera sin que molestara. La verdad y a pesar de las risitas de Mori, fue un alivio.

Ella aprovechó la ocasión para sacarse la gruesa bata y quedar en un pijama de algodón de dos piezas con mangas y pantalón corto y muy ajustadamente sexy. Mis ojos se dividieron a partir de ese instante entre los senos de Mori y la pantalla de la TV.

En la película, la mujer disfrutaba del primer coito delante del esposo con otro hombre. Él observó hasta que en un punto no pudo resistirse más y se unió a la fiesta, Así su hermosa mujer recibió verga, en cuatro patas, por la boca y el coño al mismo tiempo hasta el orgasmo.

De pronto, el esposo fue por su cámara e inmortalizó a su mujercita en varias instantáneas. Hacía calor y en los encendidos rostros de todos se notaba. En ese momento, Mori, levantó sus piernas solo para estirarlas sobre el regazo de René. Las cruzó en los tobillos.

Mi amigo, en un acto reflejo, de súbito posó sus manos sobre las rodillas y comenzó a acariciarle sus tersas y contoneadas piernas. Descruzó los tobillos cuando las suaves caricias de René surcaban cancinamente el interior de sus muslos. Levantó la vista y con la mano me invitó a acercar mi oído a su sensual boca.

Mori: me siento… bersemangat … y wiwi sabe qué pasa cuando me expongo a estos escenarios… él… él… cómo se dice??? Él quiere verme como era antes… como una jalang… me dijo que si llegaba a estar bersemangat a él no le molestaría que me las arreglara por mi propia cuenta…

Yo: me parece genial… pero no entendí un carajo y… que es bersenosecuanto…

Mori: -flexionando las rodillas para separar las piernas mientras las manos de René subían y bajaban, rozando en cada pasada sus ya húmedos labios vaginales- bersemangat… mírame… espero no necesitar explicarte más.

Yo: no es necesario… -miré a Willy fugazmente. Él no le sacaba los ojos de encima a su esposa al tiempo que llevaba su mano al bulto que podía verse bajo su pantalón. Volví mi atención a la exótica fémina. - puedo???… quiero decir… podemos tomar la iniciativa???

Mori: solo si no me hacen llegar pronto al orgasmo… si pasa eso, la fiesta se acaba…

Yo: comprendido…

Mori: y sin besos en la boca…

René: -mirándome y con una gran sonrisa de complicidad en su boca- eso está por verse, señora…

Mori: no hay nada por ver, konyol… es un hecho…

Sin siquiera darle otra mirada al esposo, desnudamos a Mori en un pestañeo para ubicarla en cuatro patas sobre el amplio sofá, quedando su conchita expuesta a mis antojos al tiempo que mi compa se dedicaba a jugar con sus perfectos y proporcionados senos.

Chupamos, lamimos y mordimos sus senos, vagina, clítoris, ano y nalgas como si aquel fuera el último día de nuestras vidas. Los quejidos que emitía la televisión se superponían a los sensuales gemidos y jadeos que Mori nos regalaba en su lujurioso trance.

Yo: la chica de la historia eras tú… ¿cierto? –susurré en su oído.-

Mori: qué rico lo que haces… ahhhh…

No sé cuánto tiempo estuvimos así, solo sé que de pronto, Mori a grito pelado nos pedía detenernos, pues estaba a punto de irse. Evidentemente hicimos caso omiso de sus advertencias hasta que el brillante y sudado cuerpo femenino comenzó a expresar suaves convulsiones, claro síntoma de su entrada al no deseado clímax.

En ese instante, introduje mis dedos corazón y anular hasta el fondo de su conchita y a pesar de sus quejas y exclamaciones en indonesio inicié de inmediato un brusco sube y baja, el que prontamente acalló las protestas, reemplazándolas por un entrecortado quejido que antecedió a un súbito y pesado silencio, solo interrumpido por potentes emanaciones de fluidos provenientes de su coño, producidos por una abundante y placentera eyaculación.

Un segundo después del último chorro, introduje de nuevo mis dedos y comencé con la misma operación, con la salvedad que esta vez no me detuve al momento de eyacular. De esa manera, Mori, alcanzó a acabar 5 veces más, quedando desparramada de vientre sobre el brazo del sillón de modo que mostraba todo su dilatado coño.

Sus dos orificios palpitaban. Su pequeño culo, desde ese ángulo, se veía hermosamente redondo. Ni un solo vello podía verse en su transpirado y lascivo cuerpo. Balanceaba sus caderas con majestuosa lujuria. Dio vuelta su rostro. Los ojos estaban inundados de deseo.

Mori: ahora no puedes parar…

Yo: solo si René no se queda mirando…

Mori: dije nada de besos… no puse otro límite que recuerde…

Justo antes de penetrarle el coño, levanté la vista para ver a Willy. Era la segunda vez que lo hacía desde que todo había comenzado, pero la primera en la que nuestras miradas se encontraban. Él y Marcelo estaban vestidos, pero con sus vergas libres, jalándolas con cansina calma. Con un gesto de su cabeza, Willy me instó a continuar.

René, por su parte, no perdió un segundo y comenzó a follarle la boca con contenida pasión. Los ahogados quejidos de Mori atrajeron nuevamente mi atención hacia su respingado y anhelante culo, palpitaba. Posé mis manos en sus sudadas nalgas y, sin más, le propiné una suave nalgada. De inmediato batió eróticamente sus caderas. Le gustaba.

Puse la punta de la verga en la entrada de su resbaladiza concha y sin obstáculo alguno, llegué de una sola y suave estocada hasta el fondo, sin alcanzar a introducirla completa, pues no quise cortarle la leche por algo que de todas formas llegaría. Una vez acomodado, comencé un lento mete y saca, dándole una nalgada justo antes de cada embestida.

De un instante para el otro, la mujer del tío Willy recibía con placer una verga por su coño y otra por la boca con una natural lascivia. Ella era tan exquisita, tan sensual y con tanta clase que tuvimos que iniciar una constante rotación entre mi compa y yo, con el solo fin de evitar acabar.

Así, cada par de minutos empezamos con René a cambiarnos de lugar. En la tercera oportunidad de tener su coño a mi disposición, comencé a empujar con mi verga en la entrada de su culo. A la tercera embestida ya golpeaba su coño con mis bolas, a todo vapor.

Los gritos de placer de Mori al llegar al orgasmo fueron demasiado para nosotros, acabando en sus tripas al tiempo que René hacía lo suyo en la boca y senos. Segundos después, Mori se puso de pie y mientras se dirigía hacia su esposo se limpiaba los restos de nuestros líquidos seminales. Al llegar sin preámbulo alguno, tomó asiento sobre su verga. Segundos después, al tiempo que Willy taladraba su delicioso coño, Marcelo recibía la mamada de su vida.

Menos de medio minuto después Mori disfrutaba de otras dos vergas que se la follaban con tierna rudeza. La exótica fémina intercalaba lascivos gritos y destemplados quejidos con sugerentes exclamaciones en su lengua natal, siendo las que más se repitieron: jadi, lebih kuat y kotoran.

Al cabo de poco más de 10 minutos y unos cuantos orgasmos femeninos, primero Marcelo y segundos después Willy, acabaron el primero en su coño y el segundo en su boca, senos y cara entre gruñidos y sonoros suspiros.

Pasaron un par de segundos cuando Mori, al notar que nuestras vergas estaban casi listas, se levantó y mientras caminaba hacia nosotros, fue limpiándose el semen que escurría por sus muslos y abdomen. El bizarramente erótico momento nos puso a mil.

René: de verdad quieres más, lindura???

Yo: nosotros podemos esperar si quieres descansar…

Mori: acaso no quieren continuar???

René: -nos miramos y sonreímos- nosotros siempre queremos, mija… siempre…

Yo: así es… por ello si tu quieres descansar, podemos esperar… no queremos que tengas dolores o lo pases mal…

Mori: después de mi wiwi, ustedes son las únicas personas que me han tratado bien… no me he sentido en ningún momento un pedazo de carne… en realidad me gustaría bañarme y comer algo…

René: Willy!!! Marcelo!!! Ustedes preparen algo para la reina… dice que tiene hambre… Clau y yo nos dedicaremos a atenderla. Desea un baño… ¿te parece?

Willy: ¿lo de siempre cariño???

Mori: por favor, amor… gracias…

En el baño, empotrado en un rincón, había un jacuzzi para 4 personas. Abrí la llave del agua caliente y más rápido de lo que imaginé, el agua ya estaba a la mitad. Esparcí sales minerales y tras mojarla, enjabonarla y bañarla con un chorro de agua tibia, invitamos a Mori a ingresar.

En la burbujeante agua y mientras le propinábamos un relajante masaje, charlamos distendidamente como viejos amigos. Mori era una mujer joven, pero con mucha experiencia. En sus ojos uno podía ver siempre sabiduría y amor, cada vez que miraba o hablada de su wiwi.

Mori: Conocer a wiwi fue lo mejor que me ha pasado en la vida… él me cambió… por él mi vida es maravillosa… y les digo que los ama muchísimo… confía demasiado en su sobrino Marcelo y en ustedes… siempre me dice que los tres son sus sobrinos regalones… ahora entiendo el por qué… No se molesten… pero tengo que decirles que los escuché… y lo hice porque willy me llamó y dejó abierta la llamada cuando hablaron acerca de molestarme y el respeto… luego los escuché ayudar a Marcelo cuando wiwi lo hostigó para responder si yo era bonita o no… y finalmente los oí desde que llegaron… ¿quieren saber lo que hablamos antes de sentarme a ver la película con ustedes??? –Asentimos- le dije qué esperas que pase, wiwi??? A lo que me contestó, lo que seas capaz de imaginar sin caer en la timidez… Entonces le repliqué ¿crees que se la puedan conmigo, wiwi???, obteniendo como respuesta una enigmática sonrisa de su parte y un no pierdes nada con averiguarlo.

René: y qué nos dices ahora, Mori??? ¿estamos a la altura???

Mori: no me hagas decirlo… la venganza empobrece el alma…

Yo: jajajaja… mi querido amigo… me temo que eso es lo más cerca de un sí que le sacaremos a esta hermosa y ruda dama…

Mori: gracias... pero estoy segura que wiwi sabía algo sobre ustedes que yo no…

René: espero no te moleste, sea lo que sea… Willy es un…

Mori: ¿molestarme? Todo lo contrario… me encantó la sorpresa… ustedes me hicieron sentir como nunca antes… en el pasado, cuando era una puta, follaba todo el día con diferentes tipos y no podía permitirme un orgasmo… era una puta que no podía gozar de su trabajo, ya que después de sentirlo, no podía seguir… el dolor era demasiado… y no me excitaba con nada, en no pocas ocasiones, por horas… varias veces me pegaron duro por esa razón… Entonces conocí a wiwi y, con él, al amor…

Yo: estoy seguro que lo debes saber por boca del mismo Willy, pero el hombre está perdido por ti… nunca antes lo vi mirar a una mujer como lo hace contigo…

Mori: qué ricas manos tienes Claudio… me siento completamente relajada… estaría mal si me dejan chuparle sus penis antes de irnos a comer algo???

René: solo si antes me das un besito…

Dentro del jacuzzi Mori apoyaba todo su peso en mi dorso. Se encontraba entre mis piernas de espalda, mientras René, sentado enfrente masajeaba sus piernas y pies. En cuanto René le pidió el beso, un pesado silencio se apoderó de la situación.

René no desviaba la vista por lo que deduje que Mori lo miraba con igual intensidad. De pronto volteó la cabeza y con voz clara y firme, mas con los ojos inundados de lágrimas no derramadas me preguntó…

Mori: acaso tú también quieres un besito???

Yo: sí y no…

Mori: eres peor que una mujer…

Yo: si… deseo besarte desde hace rato… pero entiendo y respeto tus palabras y por eso es no… es no, no porque no quiera y por eso es no, solo hasta que tú digas que no es no…

Mori: jajaja…me pone de nuevo bersemangat escucharte decir que en el fondo mi cuerpo es mío y solo yo puedo decidir qué hacer con él…

René: me parece notable todo esto…pero ¿qué pasa con el beso???

Mori: jajaja… no era acaso un besito???

Yo: los intereses suben, preciosa…

Mori: jajaja… -mirando a René.- tú ganas… ven por él…

Entonces, René se acercó y unieron un par de veces suavemente sus labios para luego, voltear la cabeza y repetir la operación conmigo, pero cuando se alejaba tras el segundo besito, le sujeté la nuca con mi mano para fundirnos en un húmedo y sensual beso.

A partir de ese instante no paramos de besarnos sino hasta que unos 3 minutos después Willy entró al baño para avisarnos que la comida estaba lista. Los tres nos reímos al ser sorprendidos.

Dado que en todo el departamento hacía calor, los hombres nos sentamos a la mesa vestidos solo con pantalones cortos deportivos, gentileza del dueño de casa, en tanto Mori se calzó una polera de la NBA talla XL sin nada debajo. Lucía hermosa, exótica y delirantemente sexy con su cabello mojado, la risa a flor de piel, evidenciando lo cómoda y a gusto que se encontraba.

Cenamos cerca de las 4 am. Tal vez fue el vino, la hora, el cansancio de todo un día o todo junto, pero de todos modos, cuando Willy bostezó, decidimos ir a descansar. Así, los esposos se fueron a su habitación, Marcelo a la suya y René y yo a la que estaba preparada para nosotros.

Aún no amanecía cuando sentí que alguien levantaba las tapas y se acostaba a mi lado. Al abrir los ojos vi a Mori sonriendo. Con su mano acarició mi mejilla tras lo cual me besó tiernamente.

Yo: hola, linda…

Mori: hola, guapo…

Yo: -luego de casi medio minuto mirándonos en silencio- que bella eres, Mori… no me canso de admirarte… pero… cuénteme, señora… ¿qué puedo hacer por usted???

Mori: wiwi ronca como camión y no puedo conciliar el sueño…

Yo: ven… -le dije al tiempo que le daba la vuelta para quedar abrazados en cucharita. Comencé, entonces, a acariciarle el pelo, los hombros y brazos, con ternura.- duérmase, pedacito de chocolate… duérmase, que yo la cuido… -le besé la base de la cabeza.-

En breve, Mori quedó profundamente dormida. Le acaricié sus sedosos cabellos por un rato más hasta que, sin darme cuenta, también me dormí. Recuerdo que esas pocas horas de sueño fueron dadoras de paz y descanso, pues al despertar, tenía a la esposa de Willy cabalgándome la verga en silencio, pero con inusitadas energías.

Lo que siguió fue maravillosamente lujurioso y solo les adelantaré que ese día el único que salió de la casa fue Willy y lo hizo para ir a comprar pan. Por planes partían ese sábado, pero se quedaron hasta el lunes, días durante los cuales fui testigo y partícipe de la realización de todas mis fantasías más eróticas.

Muchas gracias por leerme y será hasta la próxima, si ustedes así lo desean.

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