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La hospitalidad del coño de mi cuñada

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Eso sucedió hace un tiempo ya, en un momento donde la economía de la familia estaba algo difícil y necesitaba mejorar mi trabajo. Fue entonces cuando surgió una oportunidad de capacitación que me permitiría acceder a un puesto mejor y más estable, el único problema es que vivo en el pueblo y debía instalarme unos días en la ciudad para ello.

Para no afectar innecesariamente la cuenta bancaria, con mi esposa decidimos que viajaría solo, ella se quedaría en el pueblo con los niños y además llamó a su hermana, que vivía en la ciudad para ver si podía quedarme en su apartamento durante esos días, la cual accedió gustosamente.

Con Laura, mi cuñada, siempre nos llevamos muy bien aunque nos veíamos poco nos conocemos desde hace mucho tiempo. A diferencia de su hermana, mi esposa, que es más reservada, sedentaria y poco aventurera, ella es un espíritu libre, siempre viajando por el mundo, sin echar raíces, vive sola y no se ata a nadie.

Salí entonces con casi nada de equipaje ya que sólo serían un par de días, una mochila con pocas cosas para andar cómodo por la ciudad y no interferir mucho con su vida. Y menos mal que no traje más cosas, porque cuando salí del aeropuerto ella me estaba esperando allí, con su tradicional postura llena de confianza, una sonrisa en el rostro y dos cascos colgando del brazo.

─Uf, por fin llegas, ya me aburría de esperarte. ─me dice de forma burlona cómo suele dirigirse a mí.

Nos dimos un abrazo de colegas y le digo.

─Dime que le estás sosteniendo eso a alguien y que has venido en el coche.

─Ah vamos, no seas tan fastidioso, ese coche era una molestia con el tráfico que hay aquí así que lo he vendido y me compré esa maravilla.

Señala una moto poderosa, impecable, aunque con un par de rayones que no me dan nada de confianza que combina a la perfección con su atuendo de jeans y chaqueta de cuero, abierta para mostrar su ajustada camiseta.

Laura siempre fue una niña mona para mí, pensando que es mucho menor que mi esposa y unos diez años menor que yo, pero ahora que andaba por sus 25 ya parece más una mujer muy atractiva, con una hermosa cabellera larga y un cuerpo que atrae miradas a donde va.

─¿Y tú pueden conducir ese trasto sin problemas?

─Claro que si pesado... aunque nunca he ido con alguien tan panzón cómo tú, así que ponte el casco si te entra en la cabezota.

─¡Oye! Tampoco tanta panza, que me he estado cuidando. ─le replico siguiéndole la broma.

─Pues la verdad es que si estás algo más follable, que pena que tú y tu esposa sean tan mojigatos.

Su comentario me coge con la guardia baja y no sé qué decirle, sé que bromea sólo para fastidiarme, pero de algún modo insertó la idea de verla de forma sexual y en un muy mal momento, porque acto seguido ambos nos subimos a la motocicleta, tomó la autopista y salió echando leches, pasando imprudentemente entre los demás vehículos a tal velocidad que la mochila me hacía irme para atrás, así que debía sujetarme con fuerza abrazándome a su cintura, pegando mi cuerpo contra ella que se acomodaba para acelerar y empujaba su culo entre mis piernas. Acostumbrado a la vida tranquila del pueblo la velocidad y el calor de su cuerpo eran excitantes, el sonido del motor no nos permitía hablar, pero nuestros cuerpos se comunicaban y fuera de mi control mi miembro se agrandaba contra ella. Sólo esperaba que no lo note o por lo menos que no lo mencionara.

Llegamos a su apartamento, entra al estacionamiento sin mucho cuidado, entre pitadas de los demás coches, deja la moto en su sitio y se quita el casco haciendo volar su larga cabellera. Subimos al ascensor y marca el piso de su apartamento. Yo no sabía que decir, estaba tratando de despejar la mente un poco y bajar mi exaltación, entonces ella me mira y sin ningún pudor dice.

─Que interesante paquete tienes ahí ¡eh! No entiendo porque siempre vosotros dos vais tan amargados.

─¿¡Qué!? ¿Cómo… qué dices?

─Anda, tranquilízate, no pasa nada. Ya sé que este culito levanta pasiones. ─responde mientras se da un par de palmadas en las nalgas.

La campana del ascensor antes de abrir la puerta me salva, salimos y ella se adelanta un poco por el pasillo, abre la puerta pasa y la deja abierta para mi. Vive en un apartamento pequeño, pero con una muy buena ubicación, en un piso muy alto con unas vistas impresionantes a un parque, una cocina pequeña separada sólo por una barra del resto de la sala y una sola habitación. Por suerte también un gran sofá en el medio de la sala, el cual señala al decir.

─Su cuarto está listo señor. Y por allí está el baño, puedes darte una ducha mientras te traigo unas mantas.

─Si, eso me vendría bien.

Dejo mi mochila junto al sofá y me dirijo directo a la ducha. Mientras el agua cae por mi cuerpo no puedo dejar de pensar en la sensación que Laura me genera ahora, la verdad nunca antes lo había pensado pero por alguna razón hoy fue diferente y mientras pienso en su cuerpo apoyado contra el mío mi erección regresa. Pienso en relajarme un poco allí, mientras me enjabono el cuerpo rozo mi pene, de a poco lo voy tomando con firmeza y me dispongo a continuar cuando escucho que la puerta se abre.

─Oye, estás tardando mucho y debo hacer pipí.

Sólo nos separa la mampara de vidrio, que completamente empañada sólo me permite atisbar su silueta y por fortuna ella no puede ver cómo estoy en este momento.

─Oh si... eh... disculpa, ya salgo, dame sólo un minuto.

─Quédate todo lo que gustes, como si fuera tu casa... Claro que también es mi casa, así que espero no te moleste que haga pipí mientras. Sólo no espíes.

Noto que se baja la ropa y se sienta en el váter, escucho el sonido del agua, el depósito cuando lo vacía y luego cuando se lava las manos antes de salir. Finalmente no puedo terminar lo que había empezado, pero su presencia hace que me ponga a mil y siento cómo estoy cargado, así que debo tomarme unos minutos antes de poder salir del baño, ya que debemos compartir el espacio reducido y no quería que note mi excitación.

Al salir ella estaba en la puerta, hablando con un fornido repartidor de pizzas que nos había traído la cena. Me mira salir con toalla del baño y noto que hacen algún comentario al respecto, ella hace un ademán negando y de inmediato él se va. Laura deja la pizza en la barra y saca dos cervezas de la nevera, las destapa antes que pueda negarme.

─Ven a cenar que se enfría la pizza.

─Si, me visto de inmediato.

─Ah vamos hombre, he visto más que eso en las idas a la playa. Ven a comer y luego te dejo vestirte tranquilo mientras me ducho yo.

Comemos y bebemos poniéndonos al día, pero yo no estoy nada concentrado. Estar casi sin ropa frente junto a ella me excita aún más, incluso tratando de concentrarme en la charla. Ya con la segunda cerveza sale el tema del repartidor.

─Te tienes mucha confianza con el chico de las pizzas ¿no? ─Le pregunto.

─¿Tú lo has visto? Pff, es que ya de verlo me mojo. Ya lo he invitado a pasar más de una vez, pero hoy no quería incomodarte.

Ya vengo incómodo desde que llegué, la bebida no ayuda, pero no puedo decirle eso.

─Que sepas que es tu culpa que me haya quedado con ganas. Ahora voy a estar toda libidinosa y lo único disponible aquí eres tú. Puaj.

La charla toma un giro extraño y no me resisto a seguirla por ahí.

─¿No me dijiste antes que estoy más follable?

─Más follable que antes, que aún no es follable. Además, cuanto mucho el que le tiene ganas al otro aquí eres tú.

Es cierto que en este momento le tengo unas ganas de morir y no puedo dejar de imaginarme tirarla sobre la barra.

─¿Ah si?

─Si, vamos ¿No quisieras probar el modelo más nuevo? Es como si tuvieras sexo con tu esposa hace 10 años.

─Pfff, si no se parecen ni un poco.

─En eso tienes razón. ─se aproxima y me acaricia el brazo─ Pero imagínate todas las cosas que te haría que ella no se atreve.

La mente me vuela por los aires, una imagen detrás de otra pasa por mi cabeza y sin poder evitarlo la toalla se abulta demasiado. No respondo a tiempo y ella lo nota.

─Mmmm... veo que ya te las estás imaginando.

Me pongo de pie algo avergonzado y me alejo un par de pasos hacia atrás de ella. En el traspié la toalla se afloja y cae al piso, por un momento me quedo helado, completamente desnudo, con la polla durísimo justo frente a ella. Abre los ojos enormes y se sonríe mientras me mira de arriba a abajo.

─Vaya, vaya. Al final estás más follable de lo que pensaba. ─me dice con un tono muy atrevido.

Podría cubrirme ahora mismo, terminar con esto y sólo dejarlo en un episodio incómodo, pero ya he perdido el control y decido quedarme así, de seguirle el juego y tratar de que sea ella la que se acobarde. Porque sé que sólo me está fastidiando, así que me acerco el par de pasos que me había alejado.

─No sé si estarás a la altura de lo que estoy imaginando. ─le digo.

Me vuelve a mirar de arriba a abajo, se muerde sensualmente el labio inferior y recorre mi falo desde la base a la punta con su índice.

─¿Me estás desafiando? La verdad es que siempre me dio curiosidad saber si eras bueno follando. ─pasa el dedo que me tocó por su lengua─ además ¿Qué problema hay si todo queda en familia?

De pronto me empuja hacia la banqueta de la barra en la que estábamos cenando, se quita la camiseta y cómo era de esperarse ya no llevaba sujetador. Me recorre el torso con las dos manos mientras se agacha, dejando de pasada que mi polla pase entre sus tetas tan suaves y disfruta cómo me endurezco más. Ya no me puedo resistir, la dejo que siga bajando hasta que sus labios tocan mi falo, lo besa de arriba a abajo y vuelve a subir, me mira directo a los ojos mientras lo mete en su boca, hace maravillas con la lengua a la vez que succiona con fuerza. La cojo del cabello y acompaño el ritmo, sus manos acarician mis muslos, dejando mi verga sólo bajo el control de su boca que la hace saltar cada vez que la suelta para tomar aire.

─¿Esto era lo que te imaginabas? Seguro mi hermana no te la chupa así de bien.

La tomo del cabello y le vuelvo a meter el pene en la boca. ─No pares. ─le digo entre gemidos de gusto.

La hace entrar más profundo, desaparecer por completo. Siento cómo la hace entrar hasta su garganta y aumenta la intensidad. Pronto siento cómo estoy por llegar al final y le jalo un poco del cabello para que se quite, pero ella sólo me mira fijo y sigue con más fuerza, aún con sus manos a mi lado.

─Joder, salte que me vengo. ─le dijo jadeando.

Ella sólo me mira, no se detiene y finalmente me corro en toda su boca. Un chorro tras otro sale dentro de ella y se agarra sin dejar escapar una gota. Me retuerzo mientras mi polla palpita entre sus labios y cuando siente que ha sacado todo se pone de pie, se inclina un poco hacia atrás recostándose contra la barra, me toma de la parte de atrás del cuello, me acerca para besarme metiendo su lengua dentro de mi boca y dejando que el semen chorree por las comisuras de nuestros labio y se rieguen por todas sus tetas.

Nos quedamos así un momento y luego ella me dice al mostrarme sus pechos bañados en mi leche.

─¿Te parece que estoy a la altura?

─Debo reconocer que esto es nuevo.

Desabotona su jean mientras la observo, baja la cremallera exponiendo sus bragas.

─Espero aún tengas energía, porque ahora te toca saciarme el coño.

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Si este relato te ha gustado y deseas saber que pasa a continuación deja un comentario. Si hay suficientes publicaré la aún más candente segunda parte.

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