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La noche que conocí a Ana

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Estaba visitando unos clientes por lo que pase todo el día entre mi vehículo y oficinas. Transcurrió el día y no pude almorzar pues todas las citas que tenían eran corridas. Ya para cuando se acercaban las cuatro de la tarde no podía con el hambre. Recordé de un bar cercano donde hacen buenas hamburguesas y que también tenían conexión de internet la cual necesitaría para una reunión virtual.

Llegué al bar y me senté en la barra la cual estaba totalmente sola. Su bartender, quien casualmente es un viejo amigo me dijo que dado que era miércoles tendría el local para mí solo por lo menos por una hora más. Luego de las cinco de la tarde comenzaba a llegar más comensales. Pedí mi comida y a la misma vez me conecté a la reunión. Como estaba en un bar no encendí la cámara. A mitad de reunión note que una dama llego a la barra y se sentó lejos de mí. Me sonreí, pero no tuve ninguna respuesta de su parte. Aparentemente estaba por la misma razón que yo pues pidió comida y se conectó a una reunión.

Culminé mi reunión y con ella las labores del día. Había sido un día extenuante y en esa última reunión recibí regaños míos y por cosas ajenas a mí. De verdad que merecía unos tragos para sobrepasar ese mal rato. Por suerte estaba en el lugar correcto y mi amigo Ramón lo había notado pues me sirvió mi trago favorito sin yo tener que pedírselo. Como buen bartender comenzó a servir de psicólogo y me entablo una conversación trivial y hasta me comento de sus planes de abrir su propio bar. Las veces que me dejaba solo en la conversación era para también hablar con la dama que estaba en el otro lado de la barra.

Pasó un rato y le pedí un trago y el en tono de broma me dijo que no quería seguir cruzando la barra que mejor me moviera cerca de la dama para hacerle la cosa fácil a él. Yo la mire y con un gesto le señale la silla que tenía al lado y ella luego de una carcajada me contestó que si podía sentarme allí.

Me moví a su lado y Ramón nos presentó oficialmente, la chica se llama Ana y es médico. Es una chica de figura atlética, tez blanca, ojos verdes y pelo largo negro. Le dije en broma que yo respete su espacio toda la tarde pues cuando llego me sonreí y ella no me devolvió el saludo. Se disculpó y me dijo que ni notó mi presencia pues llego con prisa para conectarse a una reunión también. Le dijo a Ramón que le invitara un trago por su involuntaria grosería.

La conversación ya no era tan privada pues como dijo Ramón, ya todas las sillas de la barra estaban ocupadas. De hecho, llegaron unas amistades y se tuvieron que sentar en mesas del salón, aunque iban y venían de cuando en vez por lo que les presente a Ana. En esta amena e interrumpida conversación me entere que había pasado un divorcio reciente con otro médico y que tenía un hijo de seis años que era su razón de vida. Que estaba allí pues era donde se encontraba con su hermana de vez en cuando y que usualmente era solo un rato pues no le gustaba dejar el niño cuidando tanto rato. Yo le conté lo que entendí ella debía saber de mí. No estaba casado y técnicamente estaba soltero. No di muchos detalles pues era una mera desconocida y aunque guapa no veía nada pasando entre nosotros.

Llegó su hermana y le propuse dejarle mi silla, pero tanto su hermana como ella insistieron que me quedara. Su hermana era extremadamente extrovertida y la sorprendí varias veces haciéndole señas a Ana sobre mí. La hermana vio a Alexander un buen amigo en la mesa donde debería estar sentado yo y al saber que eran mis amigos casi me imploro que se lo presentara pues aparentemente llevaba algún tiempo echándole el ojo. Yo para no parecer tan obvio y como me tocaba a mí la ronda de la mesa lo llame y aproveche para presentarlos. Él se fue y en cuanto llego a la mesa me texteo que cual era la mía y cual tenía para él. Le dije que la hermana quería conocerlo y no paso un minuto cuando él se nos unió a la conversación. Ellos comenzaron su propia conversación y él se la llevo a la mesa donde estaban nuestros otros amigos.

Yo continúe la conversación con Ana, pero no sé si eran los efectos de los tragos, pero ya me estaba cayendo mejor. Ella cada vez me hablaba más de cerca y yo eleve un poco el tono de la conversación. Ella estaba coqueteándome y yo también a ella. Creo que ya habían pasado cuatro horas y muchos tragos de ambos cuando sentí su nariz acariciando mi mejilla. Lo encontré algo raro, pero me dejé llevar por el momento. Ella siguió rozando su cara como los gatos rozan la pierna de la gente buscando que los toquen. En uno de los movimientos nuestros labios se encontraron. Fue un beso algo tímido, pero sirvió para que yo le diera otro corto, pero con verdadera intención. Me miró y me sonrió. Los próximos minutos fueron de besos esporádicos y algunas caricias. Ramón me comentó entre risas que ya estábamos empezando a llamar la atención de los allí presente. Me dijo que nos presentó para que socializáramos, pero que lo tomamos demasiado en serio.

Ana me pidió que la acompañara al baño. Una vez en el pasillo donde estaban los baños la bese apasionadamente contra la pared. Le dije que había que pagar nuestras cuentas e irnos a otro lugar. Al regresar del baño y sin mucho disimulo pagamos nuestras cuentas y nos despedimos de todos. Mis amigos me miraron con cara de sorpresa mezclada con complicidad. Su hermana que estaba bastante tomada también la miro de igual manera. Caminé con ella hasta vehículo que estaba algo solitario a en la parte trasera del bar. Una vez llegamos nos quedamos hablando un rato. Le dije que si quería ir a mi apartamento y ella accedió.

Se montó en su enorme camioneta y le dije que me siguiera. Aun con la puerta abierta le di un beso largo y ella me haló. Quedamos besándonos apasionadamente en su asiento de conductor. Esos besos traían mucho deseo pues no podíamos parar de hacerlo. Entre besos me susurro al oído –“métemelo”. Le pregunte que si podía esperar a llegar a mi apartamento o si quería que pasara allí mismo. Me contestó que no podía esperar. Miré a todos lados y abrí la puerta trasera y me senté. Ella cerró la puerta y brinco del asiento delantero al trasero aterrizando sobre mí. Se acomodó sentado sobre mí y seguimos besándonos. Le bese el cuello mientras ella se me seguía susurrando cosas al oído. Le mordí el cuello y los hombros. Ella desabotonó mi camisa y besó mi pecho. Mordió los lóbulos de mis orejas y me mordió el cuello. Mientras esto pasaba yo le apretaba las nalgas y me contoneaba para que sintiera que ya mi pene estaba completamente erecto. Le abrí la blusa y quité su sostén. Sus pechos eran de tamaño mediano y para haber tenido un hijo estaban muy firmes. Lamí sus pezones y chupé sus pechos. Esto pareció encantarle pues comenzó a gemir bastante alto. Ella abrió mi pantalón y comenzó a tocar mi pene. Me dijo fijamente –“Lo quiero”.

Ella que convenientemente traía una falda esa noche, se la subió para que yo pudiera palpar la piel de sus nalgas. Sin dejar de besarla comencé a palpar su vulva. Estaba completamente mojada y caliente. Metí mis manos debajo de la falda y quité su panty. Acto seguido comencé a frotar su clítoris con mi dedo. Ella dejo lo que me hacía y se recostó del asiento delantero a recibir placer. No dejaba de decir lo rico que se sentía que la tocaran. Yo alterne mi faena con besos y chupadas de pezones. Ella no tardo mucho antes de llegar a un orgasmo el cual encharco mi mano.

Violentamente bajo mi pantalón y saco mi pene erecto. Lo miró fijamente y comenzó a masturbarme. Puso saliva en su mano y lo lubrico. Luego esto me miro y con tono sobrio y muy seria me dijo que por favor la tratara con calma pues llevaba mucho tiempo sin tener sexo y sentía era virgen nuevamente. Yo entendí y le dije que cuando se sintiera segura que ella misma lo colocara. Primero lo agarro y comenzó a frotarlo por toda su vulva. Esto la encendió nuevamente. Yo la agarre por las caderas y la levante le dije que iba a bajar poco a poco y que ella llevara el paso. Poco a poco fui penetrando y según me había dicho se sentía como si fuese su primera vez. Estaba bastante estrecha e inicialmente fue difícil. Con mucha calma logro entrar completamente. Una vez adentro le dije que se moviera a su paso.

Ella comenzó tímida y a medida que subía y bajaba se sentía menos apretada y ella más segura. Cuando cogió confianza comenzó a cabalgarme dando movimientos duro como queriendo sentir todo mi pene profundo dentro de ella. Poco a poco fui tomando el control y comencé a envestirla a mi paso. Creo que sus gemidos se escuchaban por todo aquel lugar pues nunca había tenido sexo con alguien que gimiera tan alto.

Pensé que eso era lo que pasaba porque mi teléfono comenzó a sonar insistentemente cuando mire era mi amigo Alexander. Como era obvio no le conteste su llamada y seguí enfocado en cumplir con lo que minutos antes me habían pedido. Entre gemidos me dijo que era seguro que me viniera dentro de ella pues con la prisa y el alcohol no me puse protección. Ella cambio de posición y se puso de sobre mí, pero dándome la espalda. En esa posición se podía mover mucho mejor. Como esa noche tomé whiskey pude durar más de lo normal para gozo de ambos. Ella siguió su violenta remontada hasta que ambos tuvimos el orgasmo a la misma vez. Ella terminó con una descarga caliente en su espalda y yo con la mitad de mi pantalón encharcado.

Se sentó a mi lado y me dijo que podía haberme venido dentro de ella pues antes de divorciarse se había operado. Yo le dije que fue mi instinto. Cuando recobramos el aliento ambos miramos nuestros celulares y al igual que yo ella tenía llamadas perdidas de su hermana. Le dije que pensaba que nos habían escuchado y por eso llamaron, pero miramos a nuestro alrededor y no había nadie cerca. Le devolví la llamada a Alexander y este me dijo que necesitaba de mi ayuda. Se había montado con la hermana de Ana y esta estaba muy borracha al borde de casi tener un accidente. Le convenció de estacionarse en una gasolinera y esperar ayuda pues él podía llevarla a su casa, pero necesitaba quien lo regresara a buscar su vehículo.

Ana y yo fuimos a ayudarlo y entre todos resolvimos la situación. Esa noche me despedí de Ana sin pedirle su número. Han pasado varios meses y aun no la he vuelto a ver. Tendré que pasar por el bar a ver si tengo la suerte de encontrármela de nuevo.

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