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La señora Antonietta (Parte 1)

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Tenía más o menos 35 años y trabajaba como taxista en Milán, mi ciudad natal.

Eran los primeros de los 90, tiempos en los que internet estaba muy lejos de estar en cada hogar y los teléfonos móviles, aunque en rápida difusión, aún eran una rareza.

Estaba esperando mi turno en la cola y estaba absorto en la lectura, pensaba ser el tercero o quizás el segundo, así que cuando ella tocó el cristal y con un gesto de la mano me preguntó si me tocaba a mi, tuve un pequeño sobresalto, asentí con la cabeza.

Ella abrió la puerta trasera y rápida se puso en el coche, era invierno y estaba ya oscuro, hacía bastante frio y el coche para quien venía del exterior seguramente parecía bastante cálido y acogedor.

Cuando cerró la puerta le dije: buenas tardes señora, adonde vamos?

Me dio la dirección, arranque el motor y el coche se incorporó suavemente al flujo del trafico.

Bien pensé, 20 minutos de trayecto, 30 teniendo en cuenta el trafico y me deja en el centro de donde será sencillo buscar rápido otro servicio.

De repente ella interrumpió estos pensamientos, preguntando me:

“Que estaba leyendo de tan interesante?”

“Un libro de psicología infantil” contesté yo, y añadí con un poco de orgullo en la voz, “Este otoño me matriculé en la facultad de psicología en Padova”

“Wow”, contestó ella “y piensa poder compaginar los estudios con el trabajo?”.

“La verdad que no lo sé… y si no lo lograré a fin de cuenta podré decir lo que dijo Jack Nicholson en “El nido del cuco”: Por lo menos lo he intentado”

Soltó una pequeña y cristalina carcajada y añadió “En la perseverancia está la clave del éxito”.

Cayó un silencio bueno, familiar, relajado, el coche se deslizaba suavemente en un trafico intenso, pero bastante fluido.

Al cabo de diez minutos volvió a hablar: “conduce usted muy bien!”

“Gracias señora, si, me gusta”

“Me gustaría tener un chofer personal”

¿Joder… que hago? ¿Lo digo? ¡Bueno al fin y al cabo será un piropo!

“Y a mi me gustaría trabajar solo para una señora linda como usted, en vez de trabajar para mucha gente, y muchos estúpidos”

“Y me gustaría también tener un mayordomo!”

¿Joder… que hago? ¿Lo digo?… si, lo digo!

“Bueno, por eso tendría que aprender… Pero yo aprendo rápido”

Algo cambió, dejó de tratarme del usted, y me dijo:

“Sabes cocinar?”

“No soy cocinero, pero me la apaño”

“Y como llevas las tareas domesticas?”

Las orejas me empezaron a silbar y el corazón lo tenía en la garganta, se había convertido en un interrogatorio.

“Vivo solo, lo hago todo y mi casa está bastante bien”

“Eres un hombre interesante, pero ahora déjame tranquila que necesito pensar”.

El resto del recorrido pasó sin una palabra, llegados a destino, quería decirle algo, pero se adelantó:

“Mira, el taxímetro dice XXXXX, tu decides: ¿prefieres que te pague la carrera o quieres mi numero de teléfono?”

Tragué saliva y le dije con una voz que venia de lejos:

“Su numero de teléfono”

“Dame papel y lápiz”

Le di las dos cosas y encendí la luz del centro del habitáculo, para que pudiera escribir con una luz aceptable, cuando terminó de escribir levantó la cabeza y por fin pude verle bien la cara.

Era una linda mujer, un poco mayor que yo, entre los 40 y los 45 años, pequeña, con una cara linda y decidida, enmarcada por una fluyente melena morena y tenía una pequeña imperfección en el labio superior por el lado derecho, como una pequeña cicatriz.

Mi mirada se fijo un momento allí y ella tuvo como una fugaz estrella de fastidio: “Fue un hombre me dijo en voz baja”

Luego me hizo una sonrisa y me dijo: “Llámame mañana a las 19, se puntual”

Ya se estaba bajando cuando se dio la vuelta y me dijo: “Y recuerda: en la perseverancia está la llave del éxito”, luego salió rápida y me dejó allí con un adiós en la garganta y el papelito en la mano.

Lo miré: Antonietta y el numero de teléfono.

¡¿Que raro pensé, Antonietta que fuese siciliana?! Bueno físicamente podía serlo, da igual eso no era lo importante, lo importante era que llegase pronto la tarde de mañana.

Seguí trabajando hasta el final del turno, pero estaba excitado, distraído, no pude recoger la lectura por donde la había dejada, pero, eso sí, al cabo de un cuarto de hora ya sabía su numero de memoria

Volví a casa un poco antes de lo usual, comí con hambre y luego me caí, estaba agotado.

La mañana siguiente me desperté antes de la norma, desayuné poco y me costó no salir antes de casa para empezar a trabajar, (no podía trabajar antes de que empezara mi turno).

Trabajé nerviosamente y mi trato con los clientes aquel día no fue tan cálido como solía ser, compré unas cuantas fichas telefónicas, controlé el reloj cada cuarto de hora y por fin llegó la hora, ya era cinco minutos que estaba al lado de la cabina telefónica, quería llamar justo a las siete de la tarde y así fue.

Drin… drin… drin

Volví a hacer el numero controlando el papelito:

Estaba aturdido, me sentía traicionado, vacío, perdido, huérfano, estafado; joder me ha estafado, no puede ser que una mujer así… pa qué, ¡¿para no pagarme la carrera?! No, no puede ser!

¡¿Y por que no?! ¡¡Al fin y al cabo, no la conoces de nada!! Pero, espera quizás llegó tarde a casa, vuelvo a intentar:

Nada, no contesta, me tiró la sola, joder que pelotudo y yo siempre a confiar, que puedo hacer… Nada, vuelvo a trabajar.

Seguí trabajando de mala leche, enojado, pero llegué hasta el final del turno.

Luego volví a casa, comí y me caí, rendido.

Es cierto que hay que decirlo a la almohada, la mañana siguiente desperté con la convicción de haber entendido todo, ella antes de bajar del taxi me había vuelto a decir el refrán de la perseverancia, si tenía que ser así.

Así que la tarde a la siete volví a llamar: nada

Y el día siguiente: nada

Y el siguiente: nada, y más: nada, y más: nada, y más: nada.

Quizás no había entendido nada, quizás solo me había tomado el pelo y yo como un estúpido seguía haciendo cada vez más, la parte del estúpido, pero, al fin y al cabo, ¿¿¿que tenía que perder???

El decimoquinto día, el servicio antes da la hora X me llevó fuera de la ciudad, ya eran casi las siete, no conocía la zona y no sabía donde encontrar un teléfono publico, por fin veo un bar, entro: “tiene teléfono?” “Está roto” Joder, ya son las siete.

Subo al coche y sigo dando vueltas a ciega para encontrar otro bar, allí está uno, cerrado.

Estoy en una placita triste y desierta y en una esquina, una cabina telefónica, bajo del coche como un loco, esperando que funcione, descuelgo el ricevitor, si hay señal, parece que funciona, pongo la ficha en la ranura, hago el numero:

“Hola”

El corazón me da un brinco, ya estaba convencido que también hoy no iba a contestar nadie.

“Buenas tardes Señora Antonietta, como está usted?”

“Bien gracias y tú?”

“Bien gracias”

“Por qué tan tarde hoy?”

Le expliqué lo que acababa de pasar.

“¿Vale, en cuanto podría llegar a mi casa?”

“Media hora y luego aparcar que siempre es una incógnita”

“No, entonces se hace muy tarde, ven mañana a recogerme al trabajo, ¿¿te parece??”

“Si, Señora”

“Bien entonces, a las 17,30 en la misma parada de la vez pasada”

“De acuerdo”

“Hasta mañana, buenas noches”

“Buenas noches Señora Antonietta”

¿Colgué el recibidor y me miré alrededor, donde estaba?

Ahhh si, en el agujero del culo del mundo.

En el coche volviendo a la ciudad, me invadió la alegría, si lo había entendido y lo había logrado, mañana la volvería a ver y en el fondo ya sabía que lo que iba a pasar, iba a ser bueno.

El día siguiente me desperté temprano, pero con una energía envidiable, me duché y fui al peluquero para arreglarme el pelo y la barba.

Luego comí afuera en un bar cerca de casa un buenísimo y enorme bocadillo con una cerveza bien fría y me fui a trabajar feliz.

Trabajé bien, con gana y tuve suerte, entraron buenas carreras y me dejaron hasta buenas propinas, era mi día de suerte.

A las 17,15 ya estaba en la parada, fuera de la cola de taxi en espera.

A las 17,30 puntualísima ella llegó caminado rápida y ligera.

Abrió la puerta trasera y sin saludar, me dijo:

“Llévame a casa”

Sin yo tampoco proferir palabra arranque el coche y partimos.

No dijimos nada en todo el viaje, cuando llegamos ella me dijo:

“Ve a aparcar y luego tócame el timbre 4B”

“si, Señora” contesté

Tuve suerte y en 10 minutos estaba bajo su casa, toqué el timbre, mi corazón latía tan fuerte que podía distintamente distinguir cada latido.

Con un zumbido el portal se abrió, no hacia falta que dijera nada era la cuarta planta interno B

Cogí el ascensor, era una de esta bella casa antigua y el ascensor también era antiguo de hierro forjado, llegué a la cuarta planta, la puerta de su casa estaba un poquito abierta, entré con el corazón que me latía siempre muy fuerte,

El ingreso estaba desierto, “Permiso” dije para delatar mi presencia.

Cierra la puerta, quítate abrigo y zapatos y ven aquí.

Hice lo que me había dicho y todo fue muy simple ya que en los percheros estaba colgado también su abrigo y por debajo estaba un pequeño mueble donde estaban también sus zapatos, solo que no sabía donde era el “aquí”

Por aquí, por aquí repitió Ella para guiarme con su voz.

Finalmente me asomé a la puerta de la sala, Ella estaba sentada en un sillón blanco, se había cambiado y lucía una bata de casa ligera cerrada únicamente por una cintura y a los pies dos pantuflas con un tacón de 5/6 cm. parte de sus piernas salían por la bata y la cintura le marcaba la vida, era decididamente una mujer muy guapa.

“Ven aquí siéntate e tomamos un vinito”, sobre la mesita de centro estaba una botella en un botillero y dos vasos tipo “flute”

Me acerqué y esta bienvenida me tranquilizó un poco.

Versé el vino en los vasos y le ofrecí el suyo y sin haberlo pensado, me salió un pequeño inquino

Se reyó divertida y me dijo:

“Ves ya casi eres un mayordomo, pero ahora siéntate” y me indicó la esquina del sofá más cercana a ella

Me senté y empezó a hacerme preguntas a ráfaga, nombre, apellido, edad, signo zodiacal, titulo de estudio, lo que me gustaba y lo que no me gustaba, pelis, libros ecc

¡Y terminó diciendo “Y te gusta someterte a las mujeres!”

“Si, Señora”

En aquel momento, casualmente, la chola se deslizo desde el pie que estaba levantado del suelo (Ella tenía las piernas cruzadas) y se cayó al suelo, “Ohhh mira, se me cayó la chola, ¿tendría la amabilidad de reponérmela?” Me preguntó con una cautivadora sonrisa.

Deslicé del sofá poniéndome de rodillas ante Ella, con la mano izquierda le sustenté el talón, pero la mano derecha en vez de coger la cholitas se detuvo acariciando aquel bonito pie, era hermoso pequeño y perfecto 36, máximo 37.

“Te he dicho de ponerme la chola de momento, no de darme un masaje, pórtate bien cachorro”

“Si Señora, perdone Señora”

Cogí la chola y con toda la delicadeza de la que fui capaz volví a ponerla sobre la punta de su lindo pie.

Ella puso los dos pies al suelo, se adelantó sobre el sillón y reclinó el busto en adelante hacia mi, con el índice de la mano derecha me levantó el mentón, su cara estaba a no más de diez centímetros de la mía, me miró fijo en los ojos y me dijo

“Escúchame y piensa bien antes de contestar, yo soy persona seria y responsable, sé que los dos tenemos que trabajar para vivir, pero si me dices que si, tu serás mi chofer, mayordomo, sirviente y pinche, además de mi esclavo sexual. ¿Es esto que quieres?”

“Si, Señora” dije con un hilo de voz

“Muy bien, abre la boca”

Su escupitajo fue tan preciso que su saliva llegó directamente a mi garganta

“Traga y agradece”

“Gracias Señora”

“Y ahora levántate y ve a buscar aquella caja que está sobre la mesa y llévala aquí”

Obedecí, era una caja de cartón duro con motivos floreales, con tapa.

“Quita te todo y pon tu ropa en la caja, quiero verte”

Obedecí, y me encontré en aquella situación muchas veces soñada a ojos abiertos, estar desnudo ante una linda mujer vestida, (que no fuera una profesional).

“Lleva la caja sobre la mesa”

Obedecí y volví ante a Ella; en este momento sonó el teléfono

“Si… todo bien… si, lo tengo aquí delante de mi… no, quédate tranquila… es todo bajo control… si, no te preocupes… te contaré… gracias, buenas noches… mañana te llamo”

Volvió a fijarse en mi

Se levantó del sillón

“Abre bien las piernas y cruzas las manos detrás de la nuca”

“No me mires, perritas, tus ojos tienen que fijar el infinito delante de ti;

Aunque yo me ponga delante de ti, a 10 centímetros de tu cara, tú tienes que mirar muy lejos delante de ti, ¿Entendido?”

“Si Señora”

Empezó a examinarme como un animal al mercado, me abrió la boca como a los caballos, me tiró y torció los pezones sacándome unos lamentos e interrumpiendo la imperturbabilidad de mi cara, me palpó las nalgas para medir mi tono muscular, sopesó mi polla y me pareció que no quedo entusiasta, cogió mis bolas, las alejó del cuerpo estrangulando la base del escroto y les apretó bastante, logrando también en esta ocasión hacerme quejar.

Luego me dijo de doblarme hacia adelante y examinó mi esfínter.

“¿¡Esto no es virgen, ya te han dado por el culo?! Le conteste que, en dos ocasiones, dos Amas me habían follado con un strapón.

Bien, ahora ponte de rodillas y a cuatro patas sígueme,

Ella se alejó y yo dócilmente la seguí caminando lo más rápido que pude a cuatro patas, aquí si la miré de atrás, más la miraba y más la descubría hermosa, el tejido liviano de su bata no podía esconder la forma perfecta de su culo, abundante, redondo, alto y yo dispuesto a apostar duro y firme.

Me guio a su habitación, era muy grande y aunque su cama era de matrimonio quedaba mucho espacio alrededor de ella.

A un lado de la cama había una alfombra blanca que imitaba el vello de un cabrón con el pelo largo.

Me ordenó de ponerme sobre eso, luego de cruzar las manos detrás de la nuca y por fin de ponerme a cuatro patas, pero con las rodillas y con los codos, cuando fui con los codos al suelo me ordenó de distender la espalda, o sea de alejar los codos de las rodillas; por último, me hizo abrir mucho las piernas; os aseguro que es una posición muy incomoda.

Cuando fui en posición, intuí que abría el armario mientras me decía, “me dijiste que vives solo, ¡¿entonces no tendrás problemas en llevarte las marcas de mis golpes verdad?!”

Chack, el golpe llegó seco, fuerte, inesperado, sin darme el tiempo de contestar, más o menos en los riñones, me estaba azotando, creo, con una cinta para pantalones y el dolor, aunque fuese el primer golpe, fue intenso y me dejó sin palabra.

“¿Te hice una pregunta, ya te niegas a contestar a tu Ama?”

“Perdone Señora, no, Señora, no tengo problemas a llevarme sus marcas” me apresuré a decir.

“Vale, dime entonces, ¿cuantas experiencias de sumisión tuviste?”

Chack, mismo lugar y misma energía, “ahhh” no pude retenerlo, “muchas, Señora, pero todas con profesionales”

“O sea que pagaste para ser sometido?”

“Si, Señora”

Su mano acarició mi cabeza.

“Pobre mi cachorro, necesita ser educado; bien seguimos “¿Prefieres sufrir o que te humillen?”

“Lo que Usted quiera, Señora”

Chack, más arriba, a mitad de la espalda

“Respuesta incorrecta, contesta la pregunta”

“Me gustan las dos cosas, siempre y cuando no sean demasiado hard”

Chack, igual que la de antes, allí donde le daba por segunda vez la piel empezaba a quemar, “ahhh”

“Este golpe, ¿fue demasiado hard?”

“No, Señora”

“Entonces explícate ¿Qué quieres decir con demasiado hard?”

Chack, tercer golpe en el mismo sitio, “ahhhh” y no pude no intentar moverme, aunque la posición además de incomoda no me permitía moverme, porque todos los 4 puntos de apoyo eran necesarios, si faltaba uno me caía.

“Me gusta todo pero que nada llegue a poner en riesgo la salud o la incolumidad personal”

Chack, cuarto golpe en el mismo sitio y con la misma intensidad (o sea bastante fuerte), “ahhh” tengo que tomar aire, no puedo quedarme quieto, pero consigo mantener la posición, seguro que tengo que ser muy cómico intentando estar quieto sin lograrlo, la piel quema mucho…

De hecho, Ella suelta una linda carcajada, (me encanta como se ríe), me gustaría ver su cara.

“Para eso no te preocupes, no soy una irresponsable, tu salud e incolumidad personal están a salvo”

Chack, quinto golpe en el mismo lugar y de la misma fuerza,

“aaah”, sin ni siquiera darme cuenta abandono la posición me levanto sobre las manos y mi espalda se arquea buscando instintivamente y sin lograrla una posición donde el ardor sea menos intenso.

“Basta Señora, por favor, allí basta”

“Basta lo decido yo”

Chack, sexto golpe en el mismo lugar y más fuerte de los anteriores,

“aah” el grito termina en un sollozo y unas lagrimas empiezan a brotar de mis ojos, he abandonado la posición, estoy ahora completamente recogido, llorando como un niño:

“si, Señora, como usted diga, perdóneme Señora” pronuncio entre las lagrimas.

Joder esta mujer es pérfida y tiene una puntería envidiable.

Su mano acaricia mi cabeza y su voz llega cálida y tierna, está muy cerca:

“Mírame”

Levanto la cabeza y la veo agachada delante de mi cara, le miro el rostro, me está sonriendo con ternura

“Pobre mi niño que está sufriendo para mi, me gusta verte así, me gusta verte llorar, me gusta ver como humildemente me ofreces tu dolor, llorarás mucho por y para mi, te lo aseguro, pero nunca te pondré en peligro, besa la mano que acaba de azotar te” y pone delante de mi boca su mano derecha, pequeña, cuidada delgada y nerviosa, la beso con cariño y ternura; esta mujer acaba de hechizar me.

“Bien” dice levantando se, pero ahora vamos a seguir “ponte en posición”

Con fatiga me vuelvo a incorporar, me muevo despacio, cualquier movimiento que supone un estiramiento de la piel allí me provoca dolor.

“Dale querido, me pica la mano”, “me dijiste que un par de Amas te follaron el culito, ¿te gustó?”

Chack, como siempre el golpe me cogió por sorpresa, igualmente fuerte, pero en un punto “virgen”

“si, Señora, me gusta ser follado por mujeres, pero también en esto siempre con los limites dictados por el sentido común”

“a que te refieres?”

“una vez en Alemania, en un sex shop, había cabinas donde se podían visionar películas, allí vi una de una Mistress que follaba su esclavo con un strapón enorme, algo como 10 cm de diámetro y 60 cm de largo, creo que una practica así extrema provoca daños permanentes”

Chack, ahora no estaba machacando siempre en el mismo punto

“Tienes razón”

“Puedo hablar?”

“Dime”

“Además la sodomía es intrínsecamente humillante, leí en un libro que entre los lobos cuando el macho perdedor se da por vencido ofrece su ano al ganador, en signo de sumisión”

“Pero no somos lobos?!”

“Es cierto, pero estoy convencido que también en el hondo del cerebro humano está este legado”

Chack, esta me cogió la nalga derecha, fue bastante más fuerte y provocó en mi un espontaneo sobresalto

“Interesante teoría, bien me gusta que mi esclavo no sea estúpido, pero no te equivoques no es que para eso seré menos cruel, al fin y al cabo, lo hago también para ti, ¿no es esto lo que quieres?”

Chack volvió a darme en la misma nalga y en el mismo lugar y siempre bastante fuerte.

Otro pequeño sobresalto y mi pierna derecha tuvo un ligero estremecimiento.

“Si, Señora es esto lo que quiero”

“Entonces lo estas haciendo para ti?”

Chack, el golpe más fuerte, me alcanzó en el muslo izquierdo

“ah”, no pude no soltar y luego añadí: “no Señora, mi primer deseo es que Usted disfrute” era lo que tenía que decirle y era también lo que realmente pensaba, pero una fracción de segundo después de haberlo dicho, me di cuenta del lio en el que me había metido o mejor dicho, en que trampa me había atraído.

“A ver, a ver si eso es cierto” dijo Ella poniendo se a “caballo” de mi espalda, o sea de pie pero con una pierna a un lado de mi cuerpo y la otra al otro lado y dirigida hacia mi trasero.

Chack, chack, chack, los golpes empezaron a caer cadenciados, espaciados, no fuertes, metódicos alternando la nalga derecha a la izquierda, y aumentando de intensidad, ahora se hacían más fuertes y yo empezaba a no estar tan firme.

“Posición” me grito Ella mientras con las piernas me apretaba el costado, ayudándome a mantenerla

Ya eran azotes fuerte librados con maldad y ganas de dañar,

“ah, basta, ah, por favor, ah” luchaba con todas mis fuerzas para mantener la posición, pero el dolor era intenso y las lagrimas volvieron a mojarme la cara

Chack, dejé de estar de rodilla y me tendí a suelo bocabajo, con las piernas juntas y tendidas, moviendo me por un lado y por el otro, desconsideradamente.

“No moverte” me gritó Ella sentándose con todo su peso sobre mi espalda y aplastándome así al suelo, sin parar de golpear mis nalgas a este punto seguramente tumefacta.

Lloraba como un niño, suplicando piedad y mis manos se movieron hacia mi culo en el intento de parar los golpes.

“Quita las manos, cerdo” me gritó Ella en plena furia sádica, pegaba sin remisión con todas sus fuerzas, sin mirar donde caían los golpes así que, cuando por el dolor me vino de abrir las piernas, de inmediato un azote alcanzó mis testículos, solté un grito tan fuerte que también Ella tuvo un momento de titubancia, pero fue un momento, luego volvió a pegar con fuerza.

Yo ya ni intentaba desvincularme, me limitaba a recibir pasivamente, a llorar y pedir piedad.

Con un golpe más fuerte de los demás terminó de pegarme, yo acabados los golpes seguí llorando sumisamente.

De repente Ella se deslizo atrás y se sentó delante de mi cabeza, con la mano derecha me agarró por el pelo y me levantó la cara, las piernas totalmente abierta, el codo izquierdo al suelo detrás de la espalda, sustentaba su busto y mirando mi cara seguramente deshecha, sujetando me la cabeza con la mano derecha me ordenó de mala manera, con una voz que no reconocí, baja y áspera: “Cómeme el coño, cerdo”

También su cara estaba deshecha y su vagina estaba inundada de humores, me eché sobre este inesperado regalo, lamiendo y chupando agradecido, la vagina pulsante de esta hembra hermosa y cruel, en ese momento la quería con toda mi alma y el único deseo era darle el mejor orgasmo de su vida.

Ella me tenia bien agarrado por el poco pelo que ya aquel entonces tenia, y firmemente guiaba mi cabeza, movía su cadera refregando su vagina empapada contra mi cara y boca, me insultaba diciéndome: cerdo, zorra, puta, “eres la mía putita?! Zorra comecoños!” “No sabes lo que te espera!” “Esto es solo el inicio!”

Y por fin su orgasmo vino: espasmos seguidos sacudieron todo su cuerpo y fuertes gemidos salieron de su garganta, nos abandonamos, agotados los dos.

El primero en recuperarse fui yo, estaba con mi cabeza entre sus piernas aún abiertas y abandonadas, así que me arrastré un poquito más arriba y empecé a olisquear su vagina y luego tímidamente a darle unos cuantos lametazos ligeros y respetuosos, más bien para limpiar las trazas de su recién placer.

A un cierto punto, sin moverse soltó una pequeña carcajada “Mhhhh, eres un cerdo total, pero me gusta, sigue limpiando me”

Después de un rato se sentó en el suelo, se deslizó hasta la pared para estar sentada apoyada a la pared, me sonrió con verdadera cordialidad y quizás una pizca de afecto (o por lo menos es lo que me hubiera gustado), con el dedo me dijo de acercarme, siempre de rodillas me acerque a Ella, era hermosa con una cara feliz y radiante, aunque un poco cansada, su melena despeinada enmarcaba su hermoso rostro, acércate me susurró, cogió mi cara entre sus manos y me besó en la boca, yo claro no me lo esperaba y esto gesto despertó en mi el deseo de amarla como un hombre, me erguí ante Ella y moví los brazos para abrazarle.

“no, no, no, me dijo Ella alejando mi cara de la suya, cuidadito en tu lugar, de rodilla y agachadito como el buen perrito que eres, vale?!”

“Si, Señora”

Volvió a besarme en la boca con calma y ternura, sin prisa, su mano fue a mi polla que había vuelto a ponerse dura, la acarició un poco y me parece que ahora que estaba bien hinchada volvió a evaluarla más favorablemente, su mano siguió bajando y fue a jugar con mis bolas, “me gustan tus bolas, pero aquí que tienes?” me levanté un poco más para que pudiera ver mejor y le contesté “es un aglomerado de venas, se llama varicocele”

“pero te duele si te lo aprieto?” no Señora pero no hay que maltratarlo mucho porque potencialmente podría romperse una vena y eso sería un problema”

“mhh vale” me agarró los testículos “pero si te aprieto estos si te duele, verdad?” dijo con una sonrisa mientras justamente lo apretabas y los torcías, se me escapó un “ahh ahhh ahhhh” pero pude contestarle: “si Señora duele mucho” mi cuerpo se torcía del mismo lado donde Ella me torcía los huevos y seguro que estaba muy ridículo, respirando con la boca abierta y torciendo hasta los brazos y la boca siguiendo sus movimientos.

Ella sonreía sinceramente divertida y tenía una expresión como una niña que está descubriendo su juguete nuevo.

En este momento empecé a quererla.

“Yo la quiero mi Señora”

“Yo también te quiero perro, abre la boca”

Otra vez su saliva llegó directa a mi garganta

“Traga y agradeces”

Obedecí

“Bien, pero ahora basta de mimos, quiero que hagas una cosa más para mi, antes de irte, ve a la sala y trae el vino, y ve también a la cocina y trae también esta jarra con pico que está sobre la mesa. Sin contar que tú aun no has eyaculado y yo quiero verte”.

Cuando volví con todo lo pedido, ya se había incorporado, se había vuelto a cerrar la bata con la cintura y a calzar estas cholas muy linda con un poco de tacón.

Me ordenó de volver a ponerme de rodilla, estaba bastante cansado pero aquel entonces aún podía, ahora no aguantaría tanto.

“Bebiste orina alguna vez?”

“Una vez mi Señora”

“Y te gustó?”

“La verdad no tanto, mi Señora”

“Lamento oír eso porque yo quiero que mi esclavo, o sea tú, beba mi orina con entusiasmo y agrado ¿vale?”

“Si Señora, aprenderé”

“Claro que aprenderás”

Me alcanzó la jarra, volvió a abrirse la bata y se puso delante de mi con las piernas abiertas.

Yo sostuve la jarra bajo su vagina y al cabo de pocos segundos un chorro claro brotó de su sexo.

Viendo su orina llenar la jarra, tuve un nuevo impulso de amor y fui a punto de empezar a beber ya, directamente de la jarra.

Pero me contuve.

“Bien cachorrito, llena el vaso de tu Ama con el vino y el tuyo con el néctar de tu Ama”.

Obedecí.

“Y ahora brindamos a esta nueva, intima, pervertida y cómplice amistad”.

Tocamos nuestros vasos y bebimos.

La verdad que el pis de la Señora Antonietta era mucho mejor de como me acordaba había sido el de aquella chica, aquella vez.

“Que tal?” Me preguntó con voz cristalina.

“Mejor de lo esperado” y sin preaviso me salió un eructo, potente; puse con retraso mi mano delante de la boca y pedí disculpa.

“No te preocupes” dijo Ella riendo, “Suele pasar”

Estaba alegre y yo también al verla tan feliz.

Bueno ahora quiero ver como te masturbas, siempre de rodillas y abre un poco más las piernas.

Empecé a manearme la polla, Ella me miraba fijamente, sin perder un gesto ni un matiz de mi cara.

Se acerco a mi y con las manos empezó a machacarme los pezones.

Esta mujer es diabólica, ¿como sabe que me gusta mucho que me torturen los pezones mientras me pajo?

Bajo de la cama y se puso al lado mío, mientras con una mano seguía torturándome los pezones, con la otra me agarro los testículos y empezó a tirarlos hacia abajo, apretarlos y torcerlos.

Mi polla se hizo aún más dura y roja.

La miré y era claro que estaba gozando de la vista.

“Cuando estas cerca dímelo, zorra”

“Si Señora es que ya lo estoy”

Me alcanzó mi vaso vacío.

Quiero que recoja toda tu leche en este vaso.

Cogí el vaso con la mano izquierda.

“Dale puta, quiero ver como te corres”

“ya voy, ya voy, ya voy… Oh”, la prima ola fue un chorro muy fuerte, menos mal que Ella había cogido el vaso da mi mano y había puesto la boca del mismo delante de la punta de mi polla, así que el chorro fue capturado por el vaso, los siguientes chorritos no tenían la misma fuerza y el esperma salía si a chorros pero se caía dentro del vaso que Ella tenía bajo la punta de mi polla.

“Quita la mano, zorra” me dijo y empezó a menearme brutalmente la polla que se iba ablandando, la machacó y apretó hasta sacarle la última gota de leche.

Luego la levantó contraluz y la miró satisfecha, era mucha, siempre he sido muy abundante.

“Y esta la has bebido alguna vez?”

Exhausto, por todo el anterior y por el recién orgasmo le contesté agotado:

“No, Señora, y la verdad que la idea me da mucho asco”

“Pues, muy bien, me alegra oírlo, porque ahora superarás tu asco y te la vas a beber toda, porque así te lo ordeno para mi disfrute, y lo harás con alegría y el agradecimiento de poder complacer a tu Ama”.

Me dio el vaso y acercó aún más su cara a la mía, no quería perderse ni un fotograma de la película.

Miré el vaso y la miré a Ella, era tan hermosa, sonriente y expectante.

Con un solo gesto hice que toda mi espesa leche se deslizara a mi boca.

“No te la tragues ya, quiero que la saboree, quiero que te la haga pasar en la boca”, “Abre tu boca, hazme ver”

La verdad que no tenía ningún sabor, solo la consistencia era bastante asquerosa, un poco come la clara del huevo.

Abrí mi boca y esta vez no le escupió dentro.

“Bien, perra obediente, ahora trágatela”

“Mira, se quedó un poquito en el vaso, hay que enjuagarlo”

Cogió la jarra y volvió a llenar a la mitad el vaso, le escupió dentro, agitó un poco el vaso para que se mezclaran los ingredientes, me lo dio y me dijo: “bébete tu drink, que tu Ama te ha preparado con tanto amor y cariño”.

“Gracias mi Señora”

Cogí el vaso y empecé a beber, pero esta vez a sorbos, saboreando cada uno de ellos, y aunque el sabor no era bueno, empecé a tomarle el gusto, el gusto a mi Señora.

Cuando terminé le di el vaso, Ella me sonrió con dulzura, se levantó arriba de su rodilla, me cogió la cabeza y la puso a descansar entre sus pechos.

Gracias querido, descansa, ahora sé que me quieres.

Estuvimos allí unos minutos, muy unidos, nunca me había sentido tan unido con nadie hasta aquel momento, yo también la había abrazada y Ella lejos de ponerme en mi sitio se había entregado a mis brazos.

Luego lentamente nos soltamos y Ella empezó a darme instrucciones sobre lo que tenía que hacer.

Bueno, ahora te vas a la cocina a fregar todos los platos que están en el fregadero, limpiarás la mesa, los planos de trabajo y el suelo.

Cuando terminarás podrás ir a ducharte, luego verás a la sala a decirme que has terminado.

Guardé el vino en la nevera y estaba para ir al baño para tirar la orina de la jarra en el inodoro cuando mirando el liquido dorado tuve el irrefrenable impulso de servirme un poco más en mi vaso.

Luego tiré el resto y me puse a hacer mis tareas, mientras de vez en cuando bebía un sorbo de lo que estaba realmente empezando a gustarme; no se como explicarlo era algo que venía de mi Ama, algo que había salido de Ella y esta idea me lo rendía precioso y deseable.

Luego me duché y pude averiguar el dolor que el agua tibia despertaba mojando las marcas de los golpes recibidos, sobretodo la de donde el látigo había caído repetidas veces.

Me sequé con la toalla limpia que la Señora había preparado allí para mi y limpio como un niño volví a la sala.

Ella estaba cómodamente tendida sobre el sofá, con las piernas un poco dobladas y la muñeca de la mano derecha graciosamente apoyada sobre su frente, tenía los ojos cerrado y parecía que dormía.

Yo me acerqué y no sabiendo bien que hacer me arrodillé al lado del sofá más o menos a la altura de sus hombros.

“Señora Antonietta”, susurré en voz baja.

Sin abrir los ojos me contestó: “Dime perra”.

“Yo abría acabado”.

Abrió los ojos, me miró de reojo y empezó a estirarse voluptuosamente, luego se sentó sobre el sofá y levantándose dijo:

“Vamos a ver si esta guarrilla lo hizo todo bien, sígueme”

Fuimos a la cocina y se quedó satisfecha y luego al baño donde constató contrariada que había dejado la toalla doblada sobre el mueble del lavamanos, se acercó a mi, dos dedos armados de uñas agarraron mi pezón izquierdo y lo doblaron dolorosamente hacia arriba.

“Razona putita estúpida ¿como puedes doblar una toalla que está mojada?”

De puntilla intentando minimizar el estiramiento del pezón, dije:

“Si Señora, tiene Usted razón es que no sabía donde ponerlo”

“Un poco de sentido practico, putita estúpida, tiende lo arriba del box ducha”

Me soltó el pezón y me apresuré a obedecer.

Por el resto fue bastante satisfecha. Sacó algo de el pequeño armario del baño y me dijo, sigue me.

Volvimos a la sala, se sentó al borde del sofá y me dijo de arrodillarme cerca del sofá dándole pero la espalda y empezó a juntarme las tumefacciones con un gel, “es Aloe vera y te dará inmediato alivio” y de hecho fue así.

“Gracias mi Señora” le dije agradecido y “¿puedo decirle una cosa?”.

“Dime perra”.

“Quería decirle que… no sé quizás no tenía que tomarme esta libertad, pero antes en la cocina, antes de ir a tirar su orina al inodoro, me serví otro medio vaso y un poco a la vez me lo tomé”.

“Date la vuelta y mírame”

Obedecí

“Por qué me estas diciendo eso”

“La verdad que no lo sé”

“Yo creo que es que quieres presumir y bien impresionar me”

El bofetón llegó fuerte y inesperado.

“Pero la verdad es que me gusta lo que hiciste, lastima que no tengo ganas, si no te daría un poco para llevarte a tu casa; bueno tiempo habrá. Ahora vístete y ve, que quiero bañarme, comer algo y acostarme, ha sido un buen día, pero cansador”.

Cogí la caja con mi ropa y me vestí, ella me acompaño a la puerta, me miró mientras me ponía los zapatos y mi abrigo.

Allí de pie, en el ingreso, me dijo: “Yo trabajo desde las ocho de la mañana hasta la cinco de la tarde de lunes a viernes, tú mañana iras al Ayuntamiento y cambiarás tu turno de acorde a estos horarios, así podremos vernos sin que tú pierdas muchas horas de trabajo, apunta aquí tu numero de teléfono.”

Escribí mi numero sobre el block notes y le miré.

“Abre la boca” su saliva llegó directa a mi garganta.

Joder que puntería esta mujer, pensé.

Me abrió la puerta, salí al pasillo y llegué al ascensor, me di la vuelta, la puerta ya se había cerrado.

Por la calle el aire estaba muy frio, aún tenía un par de horas para trabajar, estaba trastornado, me parecía de haber salido de una maravillosa pesadilla y tenía muchas ganas de volver a soñar.

(9,00)