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La vecina (2)

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Soy un hombre entrando de lleno a lo que se llama madurez, por lo general no me gusta socializar con los vecinos, siempre me gusta que exista un velo de desconocimiento, no quiero ser partícipe de sus asuntos personales, en realidad no me siento cómodo en el papel de empático.

Descubrí además la manera de sobrevivir, realizando diversos trabajos desde mi casa, se algo de mecánica, plomería, electricidad, lo que me permite salir de casa lo menos posible, más que solo lo necesario.

Desde hace un par de años tengo vecinos nuevos, una familia compuesta por los padres y un par de hijos en edad escolar, el matrimonio aparentemente joven, no soy bueno calculando edades, pero me parece que la mujer es de edad joven, por el porte que tiene, una mujer delgada, de piel blanca, gustosa de alternar el color rubio y castaño en el cabello, a veces largo, a veces corto, debo aceptar que a veces apenas y la logro reconocer de tantos cambio de look que hace.

Además, aparentemente es partidaria de ser multitask, ya que en un mismo día la puedo ver llevando los hijos a la escuela, saliendo a comprar víveres, vestida como para ir a trabajar, deportiva, y también a veces en jeans y tenis realizando limpieza en la casa.

El marido, la verdad nunca le he puesto atención, al grado que si me lo encuentro en la calle, jamás adivinaría que se trata de mi vecino, a ella claro que la observo, además de tener un gran porte en su figura, gusta el vestir bien, por lo que al estar trabajando fuera de mi casa reparando un auto, puedo disfrutar de todo un desfile de modas en mi propia banqueta.

Algunas veces pasa caminando por la acera, muy atenta en el saludo, el cual respondo sin problema, no por querer ser atento, sino para recrear mi vista con el paso de la vecina, debo agradecer la temporada de calor, cuando pasa con sus diminutos shorts, sus playeras de tirantes, sus vestidos cortos, aunque no le piden nada sus jeans ajustados, o su traje sastre, o sus vestidos de noche… una delicia a la pupila.

Creo que un par de ocasiones me ha pillado observando el meneo de su trasero al caminar, espero haber disimulado correctamente, ya que nunca me ha reclamado y siendo optimista creo que un par de veces la he visto sonreírse y menear aún más su culo al pasar.

Un buen día de verano (hacía un calor de los mil demonios), me encontraba sobre la calle realizando trabajo de mantenimiento a un vehículo propiedad de un cliente de ya varios años cuando vi que la vecina salió a su puerta, parecía inquieta y me hacía señales con una mano, parecía que gritaba algo pero no podía escuchar.

Incrédulo todavía (era la primera vez que me hablaba directamente en un par de años), cerré el automóvil, vi que no estuviera nada tirado alrededor y me dirigí a la puerta de la vecina, caminando a un paso poco acelerado, conforme me iba acercando empecé a escuchar la voz de la vecina que decía:

-¡Rápido vecino, por favor!

Acelere el paso hasta llegar frente a ella, preguntándole:

-¿Qué pasa vecina?

-¡Por favor ayúdeme, empezó a oler a gas la cocina, me asuste y no sé qué hacer!

De inmediato me dirigí dentro de su casa, llegue a la cocina y ventile de inmediato el lugar, abriendo puertas y ventanas, mientras pregunte:

-¿Dónde está el tanque de gas vecina?

Me señalo con la mano, fui y cerré la llave de paso para que el gas no siguiera escapando.

Regrese y trate de tranquilizarla:

-No se preocupe vecina, vamos a esperar que se ventile un poco

Por lo que salimos al patio trasero a esperar que se ventilara la casa un poco, empezamos a platicar de trivialidades (el clima, la escuela de los chicos, las tareas domésticas, etc.) mientras iba pasando el susto del momento, por lo mismo no lo había notado, pero en un momento regreso el morboso que vive en mi y pude darme cuenta; la vecina estaba radiante; cabello largo color castaño, un vestido entallado color mostaza (un tono de amarillo en mi cerebro de hombre) , con pequeños dibujos en color rojo, corto de las piernas y corto del busto, no sé de donde aparecieron porque no las había visto, pero se destacaban un tremendo par de tetas que parecía deseaban escapar del vestido (tal vez tenían calor), eran redondas, desafiaban a la gravedad, hermosas.

Mientras me devoraba con la mirada sus tetas note que ella me miraba fijamente, al sentir su mirada me sentí descubierto, ya se dio cuenta (pensé), pero estaba mirando fijamente mis manos y mis brazos que estaban llenos de grasa (del automóvil que estaba reparando).

Hubiera pensado en una mirada de reprobación, por la posibilidad de que pudiera manchar algún mueble o las paredes de su casa, pero no, era una mirada de deseo, si no fuera yo tan distraído pensaría que ella imaginaba ser tocada por mis manos sucias (imposible de saber, pensé)

Paso el tiempo prudente para disipar el olor a gas, por lo que me di a la tarea de checar donde fue que se originó la fuga, después de varios minutos pude deducir que se trataba del tubo que conecta con la estufa donde se generó el desperfecto.

-Voy a casa a buscar una manguera de repuesto y herramienta para hacer el cambio vecina (dije al tiempo que con mi mano toque su brazo), solo para comprobar mi teoría.

Ella volteo a ver su brazo, donde quedo una pequeña mancha de grasa, al mirarla, lejos de molestarse note que su rostro se sonrojaba levemente, mostrando una sonrisa de complacencia.

Fui a mi casa por lo que necesitaba para realizar la reparación, y se me ocurrió llenarme más aun de grasa, convencido de mi teoría.

Regrese con las cosas que necesitaba y una capa más de grasa en mis manos y brazos para ver la reacción de la vecina, según mi teoría, le provocaría una excitación y si no, al menos le haría pagar el favor haciendo limpieza a fondo.

Me recibió de nuevo en su puerta, se adelantó hacia la cocina, para que yo fuera detrás de ella, admirando el sensual cotoneo de su trasero al caminar, haciendo perfecto ritmo al mecerse de su larga cabellera.

Inicie los trabajos moviendo de su lugar la estufa, para meterme en ese sitio a retirar la pieza defectuosa y colocar la nueva, me puse en cuclillas a realizar la reparación, lo malo de todo este tipo de trabajo es que lo realizas en sitios casi inaccesibles, por lo que debes ingeniártelas para obtener una posición más o menos cómoda.

Así que me recargue en la pared con mi espalda para dar reposo a las piernas de tal suerte que tenia de frente todo el centro de la cocina, en tanto la vecina pregunto:

-¿Cuánto cree tardar vecino?

-No lo sé, espero uno hora máximo

-¿Ok vecino, le molesta que yo siga con mis labores?

-Calor que no vecina, adelante.

Lo primero que hizo fue recargarse en el desayunador, de espaldas a donde estaba yo, tomo el teléfono y marco a alguien en su trabajo, supongo; mientras era atendida su llamada, ella empezó a menear el culo, al recargar su abdomen sobre la mesa, era un movimiento circular, lento, solamente como para avisar: “Hey… aquí está mi culo, eh”

Fue tal la sorpresa, que cayó de mano la pieza que estaba tratando de colocar, haciendo un escándalo al chocar contra el piso, lo que hizo que la vecina volteara de reojo, con una sonrisa pintada en su rostro, tal vez como pensando…”ya logre su atención”

Lo meneaba en círculos, no sé si le favorecía lo que hacía, pero el caso es que se notaba un maravilloso culo redondo, además sus piernas se notaban firmes, perfectamente bien delineadas sus pantorrillas, y un ligero musculo en sus aductores, digno de cualquier joven atleta, junto a sus caderas suculentas hacían desaparecer casi su diminuta cintura al ser tapadas por sus amplias caderas.

Finalmente alguien le respondió, y de inmediato indico:

-Hola, tengo un problema en casa… una fuga de gas… no, ya no hay peligro… ya lo están reparando pero me dicen que se tardaran varias horas… si, es muy difícil encontrar alguien que no sea un haragán… bueno, aviso más tarde… bye.

Había colgado ya el teléfono, pero continuaba recargada en la mesa, ofreciendo la vista de su rico culito, después de eso, sin dejar de recargarse abrió las piernas por completo, bien parecía unos lujosos compas de precisión, con sus piernas esbeltas y estéticas, rematadas en la parte superior por un capullo de culito.

Aunque el espectáculo era maravilloso, seguí en lo que estaba, no quería que como ella dijo, la hora se convirtiera en varias, además en unos pocos minutos se fue.

No tardo más que un par de minutos cuando regreso, con una laptop en mano, se sentó sobre un banquito del desayunador, solo que esta vez lo hizo de frente a mí, coloco su computador sobre la mesa, se acomodó sobre el banquito.

Al parecer trataba de enseñar más allá de lo permitido, porque alternada el cruce de piernas que permitía ver la redondez de sus nalguitas, con una franca y descarada abierta de piernas, que hacía que mi vista pudiera llegar hasta el triangulito de placer, alojado entre sus piernas, tanto así que se podía notar el grabado de encaje transparente sobre la chochita, que hacía apenas perceptible la rajita de sus labios.

Me gustaría haber cargado algún aparato capaz de leer rayos infrarrojos, para poder saber exactamente la temperatura de su panochita, aunque sin aparato alguno creo que estaba ardiendo.

Después de algunos minutos fue obvio que no se encontraba a gusto, esas poses no eran los que seguramente hacia cotidianamente, así que ante la falta de comodidad decidió retirarse, lo cual fue una verdadera lástima, me había dejado ver un precio de sus nalgas y de su rajita, ambas vistas dignas de cualquier banquete de “taco de ojo” que se pueda dar cualquier hombre.

Regreso a los poco minutos, esta vez con medias color negro y zapatos de tacón que hacían perfectamente juego con su vestido (si pudiera aplicar un calificativo, diría que se veía putisima) y esta vez se colocó junto a donde yo estaba, en el lavaplatos, comenzando a mover la vajilla, abriendo el grifo del agua, salpicando un poco… De inmediato lanzo un “perdón” a lo que de inmediato conteste: “no hay problema”

Fue entonces cuando me pude dar cuenta que esas hermosas piernas mejoraban cada vez que podías admirarlas de más cerca, tenía a unos cuantos centímetros, se notaba una piel tersa, con una carne firme, además a esta distancia se podía percibir un delicioso aroma a perfume.

Era tan delicioso el espectáculo, que no podía conformarme con solo ver, tenía que tocar esa hermosura, por lo que tras pensarlo unos pocos segundos, deje caer una de las piezas metálicas cerca de sus pies, de inmediato ella se colocó en cuclillas y me indico:

-Aquí está su repuesto vecino.

Yo me hice como el que no estaba viendo, y sin dejar de mirar la estufa, solo atine a decir: gracias.

Alargue mi mano, a sabiendas de donde se encontraba ella, fingiendo querer alcanzar la pieza, mi mano se siguió de largo hasta su rodilla, donde choque con la sedosa media que vestía su pierna llenándola de la grasa que abundaba en mis manos.

-Perdón vecina, dije de manera automática, no estaba viendo.

Busque su rostro y era una mueca de asombro, aparentemente se sorprendió, pero una vez que vio su pierna manchada de grasa su mueca se fue transformando por una de complacencia.

-Ups vecino, no se preocupe, ¿Esto se puede lavar?

-Claro que si vecina, es fácil de quitar, de la piel, de la ropa la verdad no sé, aunque si no puede me avisa, y con gusto acudo a su regadera a ayudarle a limpiarlo.

-Sonrió y se levantó respondiendo: Si vecino, gracias, pero no creo que haga falta, en cualquier caso le aviso, contesto acompañando un guiño.

Seguí trabajando, unos cuantos minutos más, finalmente termine, haciéndole saber a la vecina:

-Ya quedo listo vecina, si gusta hacemos la prueba para que sepa que ya no existe la fuga.

-Muy bien vecino, ¿cuánto le voy a deber?

-Nada vecina, no le puedo cobrar, además ya me he cobrado con la vista

Abrí de nuevo el tanque de gas, volvimos a la cocina y le pedí encenderla, finalmente realizamos una inspección rápida de la instalación y la sometí a baño de agua con jabón para verificar que no existiera la fuga.

Ella volvió a insistir:

-¿Cuánto debo pagarle vecino?

-No hay dinero que pueda pagarme vecina, dije en tono de querer terminar la conversación.

En ese momento sonó de nuevo el teléfono, volteando para responder, en tanto yo recogía las herramientas, listo para salir de su casa, no sin poder evitar escuchar la conversación:

-Hola Mor… Si hubo una fuga de gas en la cocina… me asusté mucho y salí a pedir ayuda y vi al vecino… si, el reparo el desperfecto ya… pues quiero pagarle pero no acepta cobrar nada… muy bien Mor así lo hare.

Después de colgar, volteo hacia mí, mientras desabotonaba lentamente su blusa:

-Pues dijo mi marido que tengo que pagarle, que él no quiere que le debamos ningún favor así que…

Termino de desabotonarse la blusa, con un solo movimiento de hombros se despojó de ellas, emergiendo el hermoso par de tetas sostenidas por una hermosa prenda de lencería de media copa, que permitía que los senos emergieran imponentes.

-Entonces vecino, (continúo mientras se despojaba de su falda, agachándose lentamente, dando una visión superior de su tremendo par de senos), yo debo hacer caso a las indicaciones que me da mi esposo.

Se despojó de la falda y se colocó en pose retadora, con las piernas abiertas y los puños cerrados colocados en ambos lados de su cintura, como una hermosa y sexy heroína de comic.

-Usted tome lo que crea que corresponde por su trabajo vecino.

Me abalance sobre ella, posando mi mano izquierda sobre su teta y la derecha sobre su nalga, dejando en ambos lados la impresión en grasa de mi mano, al tiempo que besaba su largo y estético cuello.

Al hacer una pausa, noto como su cuerpo había quedado con mis manos marcadas, y por alguna razón parece que eso la excito más, arrollándose ante mí, me desabotono el pantalón mientras me decía:

-Mientras decide cómo se va a cobrar vecino, le voy a ir adelantando la propina.

Saco mi tronco semi erecto de entre mis interiores, y comenzó la tarea con un tierno beso en la glande, dejando una marca de labial, -Estamos a mano vecino, ya te deje mi marca también – en seguida abrió su boca y comenzó a engullir el tallo del pene, centímetro a centímetro, hasta llegar al tallo.

De inmediato comencé a sentir como mi tronco de carne comenzaba a crecer, hasta ocupar por completo la boca de la vecina, quien al sentirse sobrepasada, comenzó la retirada de su cara, no sin antes hacer presión con sus labios alrededor del cilindro caliente, rematando en un sonoro chupetón cuando libero de nuevo la cabeza del tronco.

Una vez que mi pene estaba en erecto al máximo, ella lo tomo con su mano, para dirigirlo hacia su boca y lo comenzó a lamer, primero por el lomo del camote, desde la punta hasta la raíz, volviendo la lengua sobre su camino hasta la punta.

Levanto mi verga con su mano y repitió el proceso, solo que esta vez por la parte inferior del camote, de nuevo desde la punta y hasta llegar a los huevos, donde se detuvo un momento, hasta decidir tratar de comerse ambos, una vez que los tuvo dentro de su boca, comenzó a chupar de ellos, como si quisiera obtener algún tipo de líquido saliendo de ellos.

Mientras su boca alternaba chupando cada uno de mis huevos, su mano suavemente recorría toda la longitud del cilindro de carne, haciendo una discreta pero deliciosa paja.

Mientras la vecina me daba una generosa “propina”, yo veía el bamboleo de su par de senos redondos, que desafiaban la gravedad con unos pequeños bamboleos al ritmo de su boca en mis huevos.

Una vez que todo mi camote y mis huevos nadaban en su saliva, ella se reincorporo, de manera inmediata la tome entre mis brazos y la subí a la mesa del antecomedor, abriendo sus piernas me enfoque de inmediato en su triangulo de placer, una mezcla deliciosa del aroma de su cuerpo combinada con su perfume y claro un olor a vagina.

Acerque mi cara y pude apreciar que sus bragas estaban ya manchadas de jugo de panochita, me antojo dar una buena chupada a sus braguitas, como tratando de obtener de ellas algunas gotas de jugo.

Después las hice a un lado utilizando la punta de la lengua, para después dar un largo lengüetazo por toda la extensión de su rajita, lo que arranco un gran gemido, acompañado de un escalofrió que la hizo estremecerse, de inmediato coloco sus dedos entre mis cabellos, jugueteando con ellos mientras yo empezaba a establecer un ritmo en el recorrido de mi lengua por el corredor que va desde su clítoris hasta su vulva.

Cada lengüetazo trataba de tocar una terminar distinta a la de la vez anterior, midiendo el volumen de sus gemidos y la intensidad de la sacudida de su cuerpo, eso si, tratando de jamás repetir lugar para brindar un mejor placer a la vecinita.

Muy pronto me vi jugueteando con su clítoris que se encontraba ya hinchado, erguido, desafiante, lógicamente acepte el reto y comencé una lucha de fuerzas con la punta de mi lengua. Es difícil saber quién iba ganando en esa lucha, pero lo que si estaba claro era quien disfrutaba con el desarrollo de la lucha.

La querida vecina meneaba su cabeza de un lado a otro, y balbuceando frases a veces inentendibles y a veces estimulantes, que alentaban a continuar con lo antes realizado, conforme aumentaban los gemidos y sus invitaciones a poseerla por completo, extendí la ruta de reconocimiento de mi lengua, esta vez hasta el ojo de su culo, un ano de un color un poco más oscuro que el resto de su piel, casi de color rosado, que respiraba por sí mismo en cada acometida de mi lengua, mientras su dueña se retorcía sobre la plancha del antecomedor.

Después de algunos segundos note su respiración empezar agitándose de manera progresiva, al tiempo que sus manos en mi cabeza dejaban de juguetear y se dedicaban ahora a empujar mi cara dentro de su vagina, tal parecía que quería enterrarme por completo dentro de ella.

Eso me indicaba que debería ser más frecuente en los ataques a las zonas de mayor sensibilidad, por lo que tome firmemente sus piernas, para mantenerlas abiertas y poder darle rienda suelta a mi lengua por toda la geografía de su gran cañón de placer.

Fue una descarga interminable de electricidad sobre su cuerpo que la sacudían una y otra vez, convulsionando su cuerpo son cesar, hasta que irremediablemente su vagina se convirtió en una fuente inagotable de orgasmos, acompañados por gritos de placer de su poseedora.

Fue un espectáculo increíble, ver como ese cuerpo se sacudía al ritmo de los espasmos de su vagina, hasta que en una reacción de supervivencia cerró sus piernas, hasta que su respiración agitada comenzó a normalizarse.

Como no tenía intención alguna de moverme de la cocina, me subí a la mesa del comedor, mientras con un par de maniobras hoce que se pusiera de rodillas en 4 puntos, apuntando su hermoso trasero hacia mí, la despoje ahora si por completo de sus bragas, acomode sus piernas para que mi cuerpo cupiera entre ellas y le coloque la cabeza de mi pene en la entrada de su vulva indicándole a la vecina:

-Quiero que me pagues devorando mi camote con tu panocha putita fina.

De inmediato provoque una reacción, pues coloco sus brazos firmes, enderezo su espalda y comenzó a retroceder su culo en dirección hacia mí, poco a poco de manera ininterrumpida fue devorando mi tronco de carne con su vagina inundada, cada centímetro mío dentro de elle ocasionaba que desalojara gotas de su orgasmo hacia fuera de ella, recorriendo pequeñas gotas por sus piernas hasta caer en la mesa.

En el transcurso de su recorrido, meneo el trasero para que la estocada fuera directa al fondo de su vagina, y me adelante a ella, desmayando mi pelvis sobre ella, hasta que se escuchó el sonido de las carnes al chocar acompañado de un gemido ahogado por la falta de aire.

Sostuve mi postura con mi verga dentro de ella hasta la empuñadura, mientras ella recuperando de a poco su aliento alcanzo a murmurar:

-¡Papi… que rico!

A lo que de inmediato le respondí:

-No te hagas la loca putita, empieza de una buena vez a pagar.

Y comenzó el vaivén de su cuerpo a lo largo de mi camote, empujando con firmeza hasta chocar con mi cuerpo, era tal la embestida de su cuerpo que la primera vez me desbalanceo, perdiendo un poco la vertical, pero las siguientes ya la estaba esperando con mi cuerpo firme para soportar el aventón de sus nalgas sobre mi pelvis.

Era un delicioso concierto donde se combinaba el sonido del choque de dos masas hermosas de carne sobre mi entrepierna, acompañados de gemidos y sonidos de recuperación de aliento y esfuerzo por realizar un movimiento cada vez más fuerte.

Los movimientos de su cadera incrementaban la fuerza cada vez más, hasta que en un momento se convirtió en dolorosa, de tan impetuosa que era la embestida de su trasero sobre de mí, por lo que la tuve que educar dando una sonora bofetada sobre uno de sus glúteos, lo que arranco un pequeño grito combinado con un gemido.

Sus movimientos dejaron de ser lineales, convirtiéndose en circulares, como si quesera que mi cilindro de carne tocara cada uno de los rincones de su vagina, era delicioso recibí ese masaje por parte de su culo, en tanto su vagina trataba de ordeñarme el palo de una manera desesperada.

El movimiento de sus caderas comenzó a incrementar de nuevo el ritmo, cada vez mas rápido y de nuevo acompañado de gemidos cada vez más sonoros, esta vez le ordene:

-¡Dime que pasa puta!

A lo que ella respondió:

-Voy a venir de nuevo papi

-Claro que si (conteste), ven como la perra que eres

No tarde en terminar la frase cuando empezaron las convulsiones de su cuerpo de nuevo, recargándose sobre sus codos, dejando el temblor solo sobre sus piernas y su culo.

Disfrute de nuevo el goteo de los excesos de fluido en su vagina, mientras le decía:

-Desde el primer día que te vi, sabía que te encantaba la verga vecinita.

Ella en la mitad de su nuevo orgasmo, apenas y atinaba a contestar:

-Me encanta la verga papito, quiero tener verga siempre.

El rito de su movimiento disminuyo hasta que quedo totalmente inmóvil, saque mi miembro de su interior y me baje de la mesa, quedando sentado en uno de los banquitos de piel, bastante cómodos por cierto, ya que tenían un excelente equilibrio y un tamaño adecuado para no sentir que se está con el culo volando en el aire.

Mientras ella recuperaba el aliento, la observaba a ella y luego observaba mi erección, lo que me recordaba que aún no terminaba, por lo que le dije de inmediato:

-Todavía no terminas de pagar puta, ven y siéntate aquí encima de mi verga.

Sin responder nada, solamente asintió la cabeza, se sentó sobre el borde de la mesa frente a mí, acomodo sus piernas alrededor mío y ayudada por sus brazos comenzó a bajar lentamente sobre mí, pero la detuve a medio camino diciendo:

-No quiero tu panocha, deme tu culito rosado, quiero que vengas y te metas mi verga en tu culito.

Sin reclamar redirección el recorrido de su cuerpo, levantando un poco el culo, con su rajita apuntando hacia mi cara, comenzó a bajar su pelvis.

Como lo que había debajo de ella era mi objeto más preciado, de inmediato lo agarre con mi mano y lo puse en dirección al ojo de su ano, quedando este en la entrada de él.

-¡Ahora si vecinita, a pagar!

Comenzó a bajar sobre mi pene, esta vez con más cuidado, como tomándole medida para no ir a lastimarse su culo, por la lubricación no me preocupe, fueron cubetadas de fluido que salieron por su vagina que seguramente algo se había alojado en el ojo de su culo.

Bajo su cuerpo sobre el tallo de mi tronco, mientras con su boquita dibujaba una mueca de estar haciendo una operación quirúrgica muy delicada, parecía que estaba manejando un aparato de precisión milimétrica. Finalmente bajo hasta el tallo de mi tronco y se estuvo inmóvil durante unos segundos, mismos que aproveche para liberar sus tetas de la lencería, brotando libres, alegres, mostrando sus pezones duros, oscuros, que invitaban a ser devorados.

No me hice del rogar de la invitación y comencé a mamarlos con gran desesperación, haciendo sonoros chupetones en sus pezones ya acto seguido lamiendo alternadamente cada uno de ellos, mientras mis manos amasaban cada una de esas hermosas pelotas de carne, dejando una marca de grasa sobre su piel blanca, que ya no se distinguía la forma de quien había dejado esa marca.

Ella disfrutaba el festín que me estaba dando con sus senos, abrazándome para atraerme hacia ella, como queriendo que sus senos cupieran por competo dentro de mi boca, cosa que jamás fue posible.

Ella se deleitaba con mi tarea, bamboleando sus senos sobre mi cara, dándome unas cachetadas de satín, rematadas con un botón duro de color más oscuro.

Cuando llene de comer tetas, separe mi boca y le ordene:

-No te hagas pendeja, págame con tu culo

Ella comenzó a realizar un movimiento de sube y baja, con la ayuda de sus brazos apoyados en el borde de la mesa, cada movimiento lo realizaba con sumo cuidado, externando gestos de incomodidad, cada vez menores.

La tome con una mano en cada nalga mientras le espete:

-Deja de hacerte la pendeja

Comencé a acelerar sus movimientos elevándola con mis manos y soltándola para que cayera por acción de la gravedad sobre la raíz de mi tronco.

Ella emitió un grito de dolor, mismo que se fue transformando en un gemido de placer, después de algunos cuantos vaivenes de su culo sobre mi camote, los gritos ya eran de placer total, sus ojos cerrados, sus manos sobre mis hombros y su boca diciéndome:

-Que rico coges papi, quiero que vengas a reparar todo lo de mi casa, te quiero tener metiéndome la verga todos los días.

-Claro que si puta, sé que te encanta mi verga

De nuevo se incrementó la velocidad del ciclo de movimiento de su culo, hasta que le dije, “voy a venir perra”

Ella de inmediato contesto: “si papito lléname el culo de leche”

Pero de inmediato le conteste: no, esta vez no.

La desenchufe de mi miembro y la obligue a acostarse sobre la tabla de la mesa y comencé a jalarme con furia el camote, mientras ellas con la boca abierta me pedía:

-¡Dámelos papito, dámelos!

Finalmente un chorro de esperma salió de mi verga, depositándose en su estómago y tetas, mientas ella se sacudía ante lo que parece fue un último orgasmo, después de liberar la última gota busque mi pantalón y saque mi teléfono, mientras le decía:

-Me voy a llevar una foto tuya para ponerla en mi taller, así con el contraste de la grasa negra y mi leche blanca sobre tu cuerpo.

Tome varios ángulos de su cuerpo, guarde el teléfono y empecé a vestirme y a juntar mis herramientas, entre tanto ella se reincorporaba.

-Bueno vecinita, puede decirle a su maridito que no me quedo debiendo nada, que su honra está a salvo.

Ella mientras tanto, tomo sus braguitas llenas de grasa y de jugo de vulva, extendiendo su mano me dijo:

-Tome vecino para que cambie de pañuelo cuando quiera limpiarse la cara.

A lo que respondí:

-Delicioso aroma vecinita, que lastima que algún dia perderá su aroma.

A lo que ella respondió:

-No se preocupe vecino, cuando pierda su aroma viene por otro nuevo, yo con gusto se lo daré.

Salí de su casa y regrese a mi trabajo de siempre

Fin

Un agradecimiento a las lectoras que proporcionan ideas y colaboraciones para poder hacer estos relatos

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(10,00)