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La venganza de esclavos

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En algún lugar de Carolina del Sur, 1865. Se festejaba una gran fiesta, el motivo era el cumpleaños número 18 de Lousile la hija de aquellos hacendados.

Pero ninguno de ellos era consciente del peligro que corrían. De pronto se escuchó un zumbido en medio del lujoso salón y una oz se clavó en el pecho de uno de los caballeros que allí bailaban.

Antes que pudieran reaccionar una horquilla hizo lo propio en la espalda de otro. Los esclavos se habían liberado y asaltaban la casa principal.

Fue una lucha sangrienta, al final solo tres esclavos quedaron en pie y la joven rubia que festejaba su cumpleaños. Aquella imagen podría ser una pesadilla o un sueño de acuerdo con el papel de los participantes.

La pesadilla siempre les había tocado a ellos y la causa era a menudo esa chica rubia de ojos azules, la hija mimada del déspota de esa plantación.

Pero esta vez los roles habían cambiado, la joven estaba delante de ellos desnuda e indefensa. Ella tenía la piel muy blanca, un culo redondito y apetecible. La visión de su ano rosa era como una imagen de ensueño para aquellos desdichados.

Ella comenzó a gritar por el dolor, la sorpresa y el miedo de sentir su culo penetrado por esa gran polla. Inmovilizada boca abajo sobre la mesa, su torso descansaba sobre esta, sujeta por la cuerda que pasaba por debajo de la mesa y sobre su espalda. Las piernas descansaban en el suelo, separadas y sujetadas a las patas de la mesa por los tobillos, los brazos caían a los lados atados al otro par de patas. Tan inmóvil, solo podía gemir, gritar, sollozar mientras esa polla se abría camino en su interior. Otro de los esclavos acerco su miembro a su boca y lo introdujo casi por completo, produciéndole náuseas y sofocación y empezó a moverse fallándole la boca con rudeza.

De repente, se sintió aliviada al sentir que el otro retiraba su polla de su culo, pero antes de hacerlo por completo regresó al fondo, arrancándole un grito de agonía.

El tercer esclavo se paró observando la escena y dejo deslizar entre sus dedos un látigo de cuero trenzado con el que tantas veces habían sido golpeados por capricho de aquella malcriada, de pronto se escuchó un silbido y el látigo cayó sobre la espalda de la joven rubia, los golpes se acompasaban con el ritmo de las folladas.

El ritmo de las embestidas se volvió frenético y lo mismo paso con los golpes, la chica emitía gritos ahogados, sofocada por la gran polla que tenía en la boca, lloró, suplicó... hasta que los gritos se convirtieron en gemidos de placer.

Cuando estaba llegando al orgasmo... sintió que su interior se inundaba con un líquido caliente que nunca dejaba de derramarse dentro de él, al tiempo que tragaba buches de esperma de aquella polla que estaba dentro de su boca hasta los huevos.

Cuando el hombre negro retiró su polla, del culo abierto de la chica broto un río de esperma que cubrió sus nalgas y cruzó sus muslos, el otro hizo lo propio de su boca haciendo que ella en medio de espasmos y nauseas buscara aire desesperadamente, ahogándose entre medio de sollozos.

- ¿Le gustó a la niña Louisile? Mañana seremos dos en su culito y el látigo lo sentirá en su hermoso vientre y delicadas tetas. Duerma bien querida niña. El hombre la dejó como estaba atada.

Hilos de sangre corrían de las heridas en su espalda, donde su piel suave y tersa había sido castigada.- Vamos a cobrar todos los abusos de su padre, dijo el líder de los tres a sus compañeros de la misma raza.

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