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La visita de mi prima que jamás olvidaré
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Tiempo de lectura: 14 minutos

La idea de que mi prima y mis tíos vinieran de visita en las vacaciones de verano por tres semanas no me emocionaba mucho, pues probablemente iba a tener que ser parte de esas salidas familiares en las cuales los llevaríamos a conocer aquí y allá y, aunque en cierta forma eso no me molestaba tanto, sabía que iba a interferir con algunos planes que yo ya había hecho semanas atrás entre los cuales estaba viajar fuera del estado, por lo que, debido a esto y para no tener algún tipo de conflicto con mis padres, consideré mejor re agendarlos para después.

A decir verdad yo no conocía a mi prima. Por cuestiones de trabajo, años atrás mis padres habían decidido que nos mudaríamos de ciudad y en ese entonces yo era muy pequeño, lo que hizo alejarnos de la demás familia y que yo no conociera ni conviviera con mis otros parientes.

Debo decir que cuando pasó esta historia yo tenía 23 años. En ese entonces estaba por terminar la universidad y no tenía novia, aunque ya había iniciado mi vida sexual. Aun así, acostumbraba a masturbarme casi todos los días, lo cual se había convertido ya en una rutina que disfrutaba muchísimo.

En fin, recuerdo que era un viernes por la tarde y el plan era que mis padres los recogerían en la terminal de autobuses mientras yo esperaba en casa. Cuando llegaron no hubo gran asombro de mi parte, saludé a mis tíos y a mi prima con la mayor naturalidad posible y minutos después ocurrió la clásica plática familiar en la cual nos conocemos mejor hablando un poco acerca de nuestra vida.

En la conversación supe que Ada, mi prima, tenía 19 años, que recién iba a comenzar la universidad y también que ayudaba en un pequeño negocio que su familia tenía dentro de su misma casa. Me di cuenta de que Ada era un poco tímida porque cuando mis padres o yo le preguntábamos alguna curiosidad ella se limitaba a dar respuestas un tanto cortas y no ahondaba demasiado en el tema, de todos modos me parecía alguien agradable.

El día en que llegaron, Ada vestía un pants color gris claro un poco holgado y una sudadera blanca, aun así lucía una figura delgada que me hizo pensar que hacía ejercicio regularmente, además no era muy alta, medía aproximadamente 1.60 m. Su piel tenía un color apiñonado y su rostro simpático denotaba una ligera inocencia que hasta el día de hoy recuerdo muy bien. Tampoco mostraba imperfección alguna lo cual me sorprendió debido a que a simple vista no parecía llevar maquillaje. Su cabello tenía un color castaño oscuro y llevaba una media coleta que dejaba ver de mejor manera cada una de sus delicadas facciones.

A pesar de esto, el concepto que yo tenía de Ada era el más normal posible, después de todo sabía que era mi prima y yo no veía más allá de ello, o eso es lo que creía hasta ese momento.

Fue en los siguientes días cuando comencé a sentir una extraña atracción física hacia Ada y unas cuantas veces la miraba de re ojo sin que ella se diera cuenta observándola con un poco de más detalle. Recuerdo que a menudo vestía jeans ajustados que dejaban admirar su prominente trasero, un trasero que a decir verdad me resultaba increíble. Y no estoy exagerando, sólo verlo provocaba poco a poco que mi pene comenzara a tener una erección y que en mi mente surgieran pensamientos que sabía que no me podía permitir; sin duda era su mejor atributo. Sus senos, en contraste, parecían tener un tamaño más bien pequeño aunque se miraban firmes y bien formados los cuales lucían por encima de un abdomen al parecer totalmente plano, mientras sus piernas eran delgadas lo que hacía notar aún más sus hermosas nalgas.

Lo que transcurrió en la primera semana fue relativamente normal, la mayor parte del tiempo salíamos con la familia y los llevábamos a conocer los lugares turísticos de la ciudad o íbamos a comer, siendo así pocas las veces que nos quedábamos en casa.

En una plática, mientras comíamos, nuestros padres nos dijeron que se habían enterado que dentro de unos días, un miércoles para ser exacto, iba a haber un concierto en nuestra ciudad de un grupo de género pop el cual no recuerdo el nombre, pero que tanto a mis padres como a mis tíos les fascinaba. Nos habían invitado a Ada y a mí, pero ambos dijimos que no, sinceramente no era de nuestro interés y les dijimos que preferíamos quedarnos en casa.

Con el pasar de los días poco a poco fui conociendo mejor a Ada llevándonos cada vez mejor y es que, también, en ocasiones salíamos los dos solos. A veces me acompañaba a comprar tal o cual cosa que mis padres nos encargaban y entonces aprovechábamos para ir hacia alguna pequeña plaza a caminar y distraernos un poco y pasar un rato agradable.

Otra de las cosas que acostumbrábamos a hacer es que por las noches veíamos TV en mi cuarto y platicábamos de varias cosas cotidianas antes de que ella se fuera a la habitación donde dormía.

En una de esas noches me enteré de que Ada siempre había ido a escuelas que son únicamente para chicas y donde además imparten enseñanzas católicas, pues sus padres eran de la idea de que era mejor así y que de esa forma podía concentrarse más en sus estudios sin tener distracciones como salir con un novio y esas cosas, sin embargo, Ada me confesó que a ella nunca le había gustado tanto la idea y que con el pasar de los años fue descubriendo que no compartía tanto las creencias que sus padres le habían inculcado desde chica. Finalmente me contó que, debido a sus constantes buenas calificaciones, al fin había convencido a sus padres de la posibilidad de ingresar a una universidad mixta.

Un sábado por la noche nuestros padres estaban en la cocina conversando y nosotros en el piso de arriba en mi cuarto viendo TV y platicando como de costumbre, yo me encontraba sentado a la orilla de la cama y ella en el suelo, sentada de piernas cruzadas sobre un cojín justo casi debajo de mí. Ada llevaba puesto un pequeño short azul marino que dejaba ver sus piernas totalmente depiladas y una blusa negra un poco escotada con lo cual no pude resistirme para, de vez en cuando, bajar la mirada hacia lo poco que se alcanzaba a ver de sus pequeños pechos. Luego de un rato cambiamos de tema.

-Y entonces, ¿no has tenido novio o algo así?- le pregunté con curiosidad.

-Mmm… la verdad no –me dijo. –Es que mis papás son algo estrictos en cuanto a eso y pues ya te conté que siempre he ido a ese tipo de escuelas…

-En serio, ¿nada, nada? –insistí, tratando de que pudiera contarme algo más. Después de unos segundos de silencio me dijo:

-Bueno… hace como un año me vi un tiempo con un chico, era muy serio y tranquilo, aun así me gustaba. Vivía cerca de mi casa y a menudo iba al negocio a comprar con la excusa de verme. Mis papás nunca supieron y a veces lo invitaba a la casa cuando ellos salían, pero no duró mucho. –me explicó.

-¿Y eso por qué? –pregunté interesado.

-Pues… es un poco vergonzoso, mejor… no te cuento.

-Cuéntame- le dije en tono serio, tratando de que pudiera depositar un poco de confianza en mí. Entonces me miró y siguió.

-Mira… ya llevábamos un tiempo viéndonos, una vez mis papás salieron y decidimos ya sabes… El problema es que no pudimos… Para empezar el chico no pudo ponerse el… condón, entonces yo también lo intenté pero tampoco pude… Al final nos ganaron los nervios y por el miedo de que pronto llegarían mis padres ya no hicimos nada.

-¿Y qué pasó con el chico? –pregunté.

-Pues nos seguimos viendo después, luego él se mudó y ya no lo volví a ver –dijo con un aire de nostalgia. Después me entró de nuevo la curiosidad.

-Híjole… oye, ¿y… que en las escuelas que vas no les enseñan sexualidad y esas cosas?, digo…- pregunté en tono serio. Ella soltó una risita como burlándose y me dijo:

-Ay, claro que sí, menso. Un poco, pero no nos enseñan cosas como poner condones, no inventes, ni siquiera sabía cómo eran hasta esa vez. Y la verdad nunca había visto… ya sabes… a un chico… y creo que algo similar le pasó a él… A veces mis amigas me dicen que debería ser un poco más aventada en ese tipo de cosas… pero creo que soy así porque mis papás me presionan un poco en la escuela… además te habrás dado cuenta de que no soy muy sociable…

Durante el tiempo en el que me platicaba todo lo anterior yo comenzaba a sentir una ligera excitación y sentía cómo mi pene crecía lentamente por lo que me tuve que poner un pequeño cojín para que Ada no se diera cuenta. Sólo imaginarla posiblemente desnuda poniendo un condón a un completo extraño a mí me excitaba a sobre manera, aun así la escuchaba atentamente y quería hacer algo al respecto. Entonces me levanté y le dije:

-Te voy a hacer un favor –fui a un cajón de mi closet y saqué un paquete que contenía varios condones.

-Toma, para ya sabes… –le dije. La expresión de su rostro no tenía precio pues esto la tomó por sorpresa. Ada se veía un poco nerviosa y confundida a la vez, mirándome dudosa a los ojos mientras yo me quedaba con la mano extendida sujetando la cajita de condones.

-Cómo crees- me dijo entrecortado- cómo…

-Sí… anda, toma. Con confianza, así puedes… no sé… –al mismo tiempo que ella tomaba el paquete de condones con incertidumbre.

-Es más… si quieres te enseño, es fácil y no te tardas nada –dije en tono de broma y pensando que obviamente se iba a reír o, por el contrario, molestar un poco por mi sugerencia.

-Mmm… pero ahorita no, están nuestros padres abajo. –respondió en un tono serio que yo no esperaba, aun así pensé que muy en el fondo bromeaba y sólo me seguía el juego.

-Amm… pues mañana que se vayan a comprar las cosas…- me apresuré a decir. Para esto, nuestros padres iban a salir el día siguiente al centro de la ciudad a comprar no sé qué y acordamos que aprovecharíamos ese momento.

-¿En serio? Vale pues. -Seguimos viendo TV y después de unos minutos decidió despedirse mientras de nueva cuenta yo aprovechaba para mirar sus enormes nalgas a medida que se alejaba, esas nalgas que con el pasar de los días deseaba a más no poder y es que sabía con seguridad de que de nadie habían sido aún.

Al día siguiente, nuestros padres salieron a eso de las 5 pm y nos dijeron que iban a regresar aproximadamente en hora y media. Ada y yo estábamos cada quien en su cuarto y entonces fue cuando me animé y le dije desde mi habitación en un tono de voz algo alto:

-¿Entonces sí?

-¿De qué?-me preguntó nuevamente en el mismo tono.

-No, nada… -dije disimulando y a la vez con un poco de decepción. Entonces apareció en la puerta y me dijo:

-No es cierto jeje, pues si quieres…- soltando una pequeña risa.

-Pues sí, ¿no?

-Mmm… vale, deja voy por ellos –respondió.

Me sentía un poco nervioso, pero sabía que no era la gran cosa y sólo le iba a mostrar cómo ponerlo.

-Bueno, y ahora en qué… – agregando una pequeña risa en forma de murmullo.- Pero sí has visto cómo, ¿no? -le pregunté.

-… bueno, la verdad… no. –me dijo con un poco de pena. Noté que Ada estaba algo nerviosa, lo que me llevó de vez en cuando a hablar de otros temas que no tuvieran que ver con lo que pasaba para que el ambiente fuera más llevadero.

-Podemos intentarlo con algo parecido-volví a decir mientras buscaba.- Voy a la cocina, a ver si hay algo… ya sabes.- Pero, no sé si para suerte mía, no encontré algo que pudiera servir para tal propósito, lo que me hizo pensar que sólo quedaba una última alternativa. Con un poco de nerviosismo, excitación y al mismo tiempo emoción volví a subir y le dije tranquilamente que no había nada.

-Podemos…

-¿Qué? –me preguntó viéndome directo a los ojos.

-Bueno, yo puedo enseñarte cómo ponerlo, digo… más bien, me lo pongo… y te explico… – Sentía que mi corazón se aceleraba, hacerle tal sugerencia traería dos alternativas: que aceptara o que se fuera molesta a su cuarto pasando por una situación totalmente vergonzosa que tal vez nunca hubiéramos olvidado ni ella ni yo, por lo que después de unos segundos agregué tratando de modificar lo anterior:

-Bueno, digo… – pero antes de que continuara me interrumpió.

-Sí, está bien- respondiéndome con una tranquilidad que sinceramente no me esperaba. Ada se sentó en el borde de la cama y yo quedé de pie casi enfrente de ella. Tomé un condón y le expliqué la forma en la cual se debe abrir y lo que no debe de hacerse. Entonces comencé a bajarme los pantalones con la mayor naturalidad posible y después mis calzoncillos dejando así mi pene totalmente descubierto el cual lucía medio erecto. Ada inmediatamente fijó su mirada en él. Acto seguido me sorprendió su pregunta:

-¿Por qué está así?

-¿Así cómo?

-Pues la parte de… -señalando el glande –enfrente… está… descubierta.

-Eso… bueno, hace unos años me circuncidaron… una pequeña cirugía por razones de higiene y bueno, se ve mejor. ¿No crees?

-… – No respondió. Ada no quitaba la vista de mi pene, que a decir verdad no era ni grande ni pequeño pero que estéticamente se veía muy bien considerando que me recortaba el vello púbico con regularidad. Yo miraba en su rostro una sutil mezcla de asombro, nerviosismo y excitación que hizo que comenzara a tener una total erección sin la necesidad de tocarme.

-Bueno, creo que ya se puede- excusándome. –Sabes que debe estar bien erecto para ponerlo…

No contestó. Le dije también que lo conveniente era colocar un poco de lubricante ya que así resultaba más fácil y podía deslizarse mejor el condón. Dicho esto saqué un tubito del mismo cajón del closet y comencé a esparcir una pequeña porción de lubricante por todo mi pene y también por mis testículos, después me coloqué el condón y le pregunté con un tono de dulzura si había entendido.

-Creo que sí… -me respondió apenas. En ese momento decidí dar un paso más y decirle:

-¿Quieres intentarlo?

-Mmm… pero… espera, voy al baño.- me dijo. Y otra vez, aproveché para mirar sus monumentales nalgas mientras se alejaba comenzando a sentir pequeñas y ligeras palpitaciones en el cuerpo de mi pene y preparándome para lo que fuera que viniera a continuación. Tardó unos minutos y al volver, Ada se volvió a sentar en la cama tomando el otro condón en sus manos.

Decidí esperar y entonces, frente a sus ojos, comencé a quitarme el condón que tenía puesto y al hacerlo pude notar que había líquido pre seminal en la punta de mi glande y fue así que me animé a decirle que era su turno. La verdad se veía un poco nerviosa, al principio utilizó sólo una mano la cual estaba un poco temblorosa tratando de no tocar tanto mi pene, lo que provocó que tardara un rato y al final no pudiera poner el condón adecuadamente.

-No pasa nada- le dije con sutileza. -Es mejor si usas las dos manos, toma otro.

Le pedí que sujetara la punta del condón con una mano y que con la otra desenrollara lo demás lentamente por todo el cuerpo de mi pene. Poco a poco fue realizando tal acción mientras yo sentía la suavidad de sus manos las cuales estaban un poco menos temblorosas. A decir verdad esta vez tardó menos de lo que esperaba y al parecer su nerviosismo se comenzaba a ir poco a poco.

-Ahí está… –le dije.

Al soltar mi pene, Ada se quedó por unos segundos mirándolo y yo trataba de descifrar qué es lo que estaba pasando por su mente. ¿Acaso se sentía excitada con el hecho de tener una verga justo enfrente de ella sin importar que fuera la de su primo? ¿Acaso quería hacer algo más?

-¿Y ahora? –fue lo único que preguntó mientras seguía mirando mi erección. Yo pensaba un sinfín de cosas, quería tomarla en mis brazos y besarla para después penetrarla justo en ese momento. Sin embargo, sentí que tal vez nuestros padres llegarían pronto así que decidí no arriesgarme.

-Ahora quítalo… –le ordené. Con suma delicadeza lentamente fue desenrollando el condón sin quitar ni un segundo su vista en mi pene. Cuando terminó alzó su mirada hacia mis ojos y entonces fue cuando escuchamos que se abría la puerta de la casa.

-¡Llegamos!… -Ambos nos quedamos helados, por lo que rápidamente le dije a Ada que se fuera a su cuarto mientras yo recogía todo e iba al baño. Casi justo al cerrar la puerta de este, escuché que alguien subía, era mi tía que preguntaba por mi prima.

Afortunadamente no se dio cuenta de nada, encontró a Ada leyendo en su cuarto y segundos después yo salí del baño preguntándole cómo les había ido. Al pasar por el cuarto de Ada ambos cruzamos miradas con un gesto de asombro y al mismo tiempo realizando una pequeña mueca sonriendo. Había estado cerca.

Desde aquel día mi excitación por Ada obviamente fue mucho mayor y noté que en ocasiones ella también me miraba de una manera un poco distinta y me sonreía más de como lo hacía de costumbre, especialmente cuando desayunábamos, comíamos o cenábamos.

En fin, recuerdo que cuando llegó el miércoles, el día del concierto, mis padres y mis tíos se fueron alrededor de las 10 pm y nos dijeron que iban a llegar en la madrugada como a las 3 o 4 am. Yo estaba emocionado, la verdad quería cogerme a Ada esa noche y pensaba que tal vez tenía una pequeña oportunidad y que debía aprovecharla.

Esa noche Ada vestía uno de sus jeans color gris claro y una blusa roja de tirantes lo cual de nuevo me excitaba tanto que las ganas por controlarme me eran muy difíciles, tratando también de disimular mis miradas lascivas hacia ella lo más posible. Recuerdo que Ada y yo pedimos pizza para cenar y después vimos una película mientras ambos estábamos acostados en la cama uno al lado del otro. Todo iba normal y fue en el transcurso cuando me dijo:

-Oye, la otra vez casi nos cachan, no inventes…

-Casi, ¿verdad?, lo bueno que hay dos pisos, si no imagínate… -En ese instante Ada giró quedando de lado hacia mí acercándose un poco.

-Gracias –me dijo con un susurro y en tono dulce. Noté que había una gran sinceridad en esas palabras y realmente sentí que aquella enseñanza días atrás había significado mucho para ella.

Estábamos tan cerca que bastaba realizar un pequeño movimiento para besar sus labios y comenzar lo que sea que pasaría, los dos nos mirábamos a los ojos y fue cuando ella, sin más, dio el paso y me besó durante varios segundos. Lo primero que noté fue que mi pene rápidamente comenzó a crecer, y no era para menos ya que no me había masturbado durante esas semanas, añadiendo también los acontecimientos ocurridos días atrás. No sé si Ada se había dado cuenta pero a decir verdad ya no me importaba porque era obvio cómo sentía que mi verga rozaba con sus muslos.

-Nuestros padres tardarán en llegar- le dije. En efecto, miré el reloj y eran la 1:30 am. Con una pequeña risa Ada me besó de nuevo mientras poco a poco comencé a tocar su cintura y parte de sus nalgas deteniéndome en estas por algo más de tiempo. Nos besamos un buen rato, en ocasiones tomaba su mano dirigiéndola hacia mi verga erecta para que gentilmente la colocara sobre ella y no la soltara. Ambos sabíamos lo que estaba por pasar y entonces aproveché para quitarme la playera y el pantalón quedando únicamente en calzoncillos. Acto seguido, Ada se quitó su blusa amarilla mientras yo le ayudaba a bajarse los jeans.

Quedé impresionado, su figura era espectacular aun quedando únicamente en brasier y en bragas. Su piel lucía tan cuidada y suave que me causaba un gran asombro interno. Decidí quitarle su brasier y dejar al descubierto esos pequeños pero apetecibles pechos que inmediatamente comencé a besar lentamente pasando mi lengua por sus pezones los cuales poco a poco notaba que comenzaban a ponerse duros.

Fue entonces cuando Ada comenzó a emitir pequeños suspiros, después bajé lentamente hacia su abdomen plano y en un abrir y cerrar de ojos le quité sus bragas dejando al descubierto su deliciosa vagina, la cual tenía poco vello que apenas y se percibía, además lucía algo estrecha a simple vista, era obvio.

Comencé con ligeros besos alrededor de ese deseable orificio utilizando también un poco mi lengua e introduciéndola cuidadosa y gentilmente mientras con una mano frotaba lentamente su clítoris. Noté que Ada comenzaba a suspirar con un poco de más intensidad, pasaron unos minutos y pude ver que su vagina se comenzaba a mojar, así que decidí que era el momento. Entonces subí hacia su rostro besándola una vez más, me levanté y le dije:

-Pues… ya sabes cómo, ¿no? –Ella soltó una pequeña risita y tomó otro condón. Bajé mis calzoncillos los cuales tenían una pequeña mancha de líquido pre seminal que se notaba a simple vista, mi pene salió totalmente erecto y Ada colocó el condón mucho más rápido que la última vez.

Decidí abalanzarme sobre ella gentilmente mientras abría sus piernas, un poco temerosa. Fue entonces cuando coloqué mi pene en la entrada de su estrecha vagina. Primeramente decidí meterla poco a poco hasta llegar al tope y detenerme unos segundos para que Ada se acostumbrara a la sensación. Después comencé a realizar lentamente movimientos de meter y sacar, notaba la estrechez de su vagina la cual se sentía espectacular, sentía como si algo estuviera succionando mi pene, algo que quería que no se terminara jamás.

Al no notar que Ada se quejara por algún tipo de dolor decidí entonces aumentar la velocidad mientras veía cómo sus pequeños pechos realizaban un ligero vaivén con los movimientos de la penetración. La miré y casi todo el tiempo tenía los ojos cerrados y de vez en cuando notaba que los entreabría comenzando a realizar pequeños gemidos que excitarían a cualquiera, aun así trataba al mismo tiempo de no hacer tanto ruido. Por mi parte mis gemidos eran aún más notorios y con el pasar de los minutos sentía que no faltaría mucho para correrme dentro de ella.

Yo sabía que era su primera vez y creía que la posición en la cual nos encontrábamos era la más adecuada porque así se sentiría más cómoda, pero después la morbosidad vino a mi mente y recordé esas nalgas que casi desde el día en que llegó no podía sacarlas de mi cabeza.

Sabía que tal vez esa era mi única oportunidad con ella, así que me arriesgué una vez más y de alguna forma me las ingenié para colocar a Ada a cuatro patas, debía tener esas nalgas a mi merced y era ahora o nunca. Claramente podía ver que ella nunca había estado en esta posición por lo cual tuve que guiarla un poco poniendo de igual manera una almohada a la altura de su abdomen por debajo de este.

No lo podía creer, ahí estaba al fin en esa posición que por noches anteriores me había estado imaginando. No puedo describir lo espectacular que se veía Ada de esta manera. Comencé a penetrarla lentamente mientras con mis dos manos sujetaba firmemente sus nalgas y en ocasiones las acariciaba con movimientos circulares. Y es que como he dicho no estoy exagerando, el tamaño que tenían era increíble, una mano mía tal vez sólo ocupaba una cuarta parte de lo que sería una de sus nalgas.

Con el paso de los minutos la penetraba con más fuerza logrando ver cómo rebotaban y chocaban con mis testículos y cómo poco a poco, al realizar pequeñas presiones sobre estas, comenzaba a dejar pequeñas marcas que se notaban debido al color de su piel. Sentía que no tardaría en llegar a orgasmo.

Aun así, no pasó mucho para que volviera a recordar que era su primera vez. Quería que esta ocasión terminara de la mejor manera para Ada, por lo que me volví a colocar encima ella como en la primera posición viéndonos de frente y sólo bastaron unos segundos más para que al fin yo llegara al orgasmo en el cual sentí haber descargado al menos 3 grandes chorros de semen mientras Ada soltaba gemidos aún más excitantes ahora con mayor intensidad y ya sin tanta vergüenza. Al terminar, ambos quedamos tendidos el uno sobre el otro durante unos segundos.

Recordé que tenía que sacar mi pene inmediatamente de su vagina por la situación del condón. Ada miró la gran cantidad de semen almacenada mientras yo me cercioraba que todo había salido bien. Una vez que me quité el condón nos quedamos tendidos una media hora más en la cama uno al lado de otro dejándonos llevar por el placer que ambos habíamos experimentado y en todo este tiempo casi no dijimos nada.

Tiempo después miré la hora y faltaba relativamente poco para que llegaran nuestros padres así que le dije que era mejor que nos diéramos un baño y que para mayor seguridad (aunque así yo no lo hubiera querido) era mejor si lo hacíamos por separado.

-Sí… yo primero- me dijo.

-Vale. –Tardó una media hora y después seguí yo. Estábamos cansados, ambos decidimos irnos a dormir despidiéndonos con un último beso en los labios.

-Nos vemos mañana- me dijo con una sonrisa.

Pasó alrededor de media hora cuando noté que abrían la puerta de la casa. Eran nuestros padres. No sabía si Ada ya se había dormido pues ambos habíamos cerrado las puertas y teníamos las luces apagadas como de costumbre, aun así no había creído lo que había experimentado aquella noche. Por otro lado, sabía que Ada se iba a ir en uno o dos días y sólo era cuestión de esperar.

Al día siguiente recuerdo que todos nos quedamos en casa pues a la mañana siguiente se iban a ir temprano a eso de las 7 am. No tuve tiempo para platicar con ella como hubiera querido ya que casualmente ese día llegaron visitas de última hora por casi todo el día y prácticamente tuvimos que estar ahí en la plática como es de costumbre. Al fin, ya en la noche, yo estaba en mi cuarto viendo TV cuando escuché que Ada iba subiendo las escaleras diciendo a mis tíos, que estaban abajo, que iba a despedirse de mí. Una vez más la miré parada en la puerta.

-¿Y…? –pregunté.

-Y… -me dijo.

-Mañana te vas… ¿Cómo te sientes?- le pregunté. Entonces me sonrió, se acercó a mí y me abrazó tan fuerte como si fuera la última vez que me vería. Fue cuando me susurró al oído:

-Nunca olvidaré esto… -Dándome un ligero beso en la mejilla seguido de una sonrisa mientras al mismo tiempo una de sus manos la colocaba gentilmente sobre mi pene.

-Descansa- fue lo último que le dije, devolviéndole la sonrisa.

Al día siguiente desperté pensando que tal vez alcanzaría a verla de nuevo, sin embargo, ya era tarde. Miré el reloj, eran las 8:30 am y Ada ya no estaba. Ya nunca la volví a ver desde esa vez.

Años después la encontré en Facebook, decidí agregarla y aunque platicamos de vez en cuando de cosas cotidianas ya nunca volvimos a tocar ese tema. En los siguientes días después de que se fue en lo único que pensé fue en ella y en el gran deseo que se apoderó de los dos aquella noche. Fue algo que sin duda jamás olvidaré y que siempre será una excitante experiencia.

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