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Leónidas, el rey de los problemas
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Tiempo de lectura: 6 minutos

En estas últimas semanas la vida me ha demostrado que, si en algún punto estás mal, puede que todavía te falte más para tocar fondo y como dicen que Dios da las batallas más fuertes a sus mejores guerreros, pues creo que debo ser la reencarnación de Leónidas, el rey espartano, por algo ese es mi nombre. Y es que han sido tantos los problemas y tan complejos que me puse a pensar: "Podría estar escribiendo una historia con todo lo que me ha pasado".

Pero bueno, no les voy a contar el resto de mis desgracias, sino que me centraré en la que me hizo tener un giro de 180 grados; paso de una vez a narrarles la parte interesante. Todo tuvo su origen por un hijo del que mi padre había tenido antes de conocer a mi madre; podría yo decir en que mi padre tuvo sus razones para simplemente alejarse de esa nueva responsabilidad. Según cuenta él, la madre de aquel chico se vengó por no haber estado con ellos y nunca más volvieron a tener contacto. Un par de veces, hace ya varios años, recibió algunas fotos del niño y de esa forma fue que supimos de su existencia.

Mis padres se conocieron a principios de los 2000 y aquí en esta historia aparezco yo, ahora a solo una mala calificación para perder el cupo en la universidad, además de eso mis padres sin empleo, a punto de perder la casa por la hipoteca y para rematar, la expareja de mi padre apareció 20 años después y habría decidido demandarlo por el abandono de aquel hijo, de mi medio hermano, por cierto. Por todas esas situaciones que les cuento, mi casa parecía un campo de batalla ya que, a mi madre esa reaparición la había incomodado bastante.

Antes de que se me aburran, quiero ahora enfocarme en lo importante, la razón por la que estoy a punto de no continuar con mis estudios. Hace año y medio empecé a estudiar y una de las clases de “relleno” la dictaba la señora Andreina, docente de la clase de Relaciones Sociales, esbelta, de cabellera rubia, ojos claros, siempre estaba perfectamente arreglada. Por supuesto un cuerpo de diosa, sus senos resaltaban más de lo normal por entre sus escotes que acostumbrara llevar, una mujer que desde el primer día me traía loco. Le calculé unos 28 años.

A pesar de yo no ser un muy buen estudiante, en aquella clase trataba de sobresalir, por supuesto, haciéndole notar mi existencia, aunque un par de ocasiones mi mente volaba demasiado e imaginaba que estábamos nosotros solos compartiendo alguna aventura, olvidándonos de nuestras obligaciones o simplemente perdiéndome en sus besos de fantasía, motivo por el cual se me notaba que algo pasaba y ahora al contrario, trataba de ocultarme para pasar desapercibido, no quería que nadie se diera cuenta que “me ponía mal” y mi entrepierna era un poco imprudente.

Con el tiempo, me convertí uno de sus alumnos favoritos, así que tenía la oportunidad de compartir más tiempos con ella. Me pedía que la acompañara a la biblioteca con excusas de revisar algunos temas, calificar evaluaciones o simplemente a contarnos de cosas del día a día de cada uno; así fue que me enteré que era casada… sinceramente fue algo que me golpeó bastante, aunque nunca se lo hice notar, siempre fuerte y firme como el rey Leónidas.

Sin embargo, a pesar de la noticia, nunca dejamos de compartir y, es más, creo que crecía una atracción mutua, cruzábamos una que otra mirada cómplice que me hacían pensar cosas, que me hacían soñar querer besarla. Era complicado no dejar de observarla, su profunda mirada me hacía perder el hilo de nuestras conversaciones y nuevamente su blusa escotada me hacía sufrir; creo que mi mente alborotada me hacía crear la ilusión que sus pezones sobresalían. “Diablos, esta mujer era demasiado sexy”.

Una tarde después de clase, me pidió que la acompañara a realizar unas diligencias personales. Estuvimos en un centro comercial, me invitó a comer algo y pasamos un resto de día inolvidable; yo estaba encantado, además que su cuerpo me hipnotizaba; aquel día tenía un pantalón que le marcaban demasiado bien sus curvas, ella era la mujer perfecta. Hablamos de cosas un poco más íntimas, de su cita perfecta, de los planes extremos que le gustaban hacer, hasta inclusive me confesó que yo le parecía lindo… Uff, aquí sentí que se paralizó el mundo, que no existía nada más a mi alrededor. No quería alejarme de ella, quería tenerla a mi lado para siempre.

Después de esa tarde, la acompañé hasta su casa. La verdad yo ya estaba mentalizado para finalizar el día sin poder proponerle algo más, sin embargo ella me invitó a seguir para tomar algo. Acepté, aunque un poco temeroso porque pensé encontrarme con su marido. Me dijo que me relajara, que estaba sola y su marido se demoraba en llegar. Me invitó a su cocina y me dijo que me sirviera algo de tomar mientras que ella se ponía más cómoda. Destapé una cerveza que tenía en su nevera.

Ella volvió ya con su blusa por fuera de su pantalón, sin sus tacones, definitivamente un poco más relajada; me sonrió y lentamente se acercó a mi boca; Me paralicé por completo, me estaba besando; nunca había sentido un beso así de apasionado y mágico. Yo la envolví en mis brazos, mi lengua quería entrar muy profundo en su garganta; sentía cómo sus manos me empujaban hacia ella, sentía cómo quería que fuéramos uno solo. No duró mucho ese momento porque escuchamos cuando alguien abria la puerta; era su marido llegando a su casa. Rápidamente nos arreglamos y me fui alistando para abandonar su casa lo más pronto posible. Medio observé a aquel hombre porque no era capaz de mirarlo a los ojos y mucho menos de hablarle, además que era muy alto y atlético, parecía un fisiculturista, lo que realmente me hizo temer por mi vida. Salí lo más pronto que pude de allí.

A pesar del momento un poco traumático y en cierta medida delicioso para mí, seguimos hablándonos como si nada hubiera pasado. Unos días después, Andreina llamó a mi teléfono y me pidió que fuera a su casa, quería darme una sorpresa. Allí estuve muy pronto. Toqué a su puerta, ella me abrió en seguida y pude deleitar mis ojos porque tenía puesto un babydoll blanco que dejaba ver perfectamente su cuerpo delineado; nunca había visto a una mujer tan sexy. Creo que en ese momento no disimulé y me enfoqué en sus grandes senos, se me hacía agua la boca. Ella me llevó adentro hasta su habitación. Todo estaba con una luz muy tenue y me hizo sentar en un sillón que había al frente de su cama. Estando ya acomodado me dijo al oído: “Quédate quieto, quiero que observes todo. Solo disfruta…”. La verdad no dejaba de sonreír, me disponía para que esta mujer me diera un show privado; ya me imaginaba abalanzándome hacia ella para besarla, chuparle sus deliciosos senos y poder penetrarla. Yo estaba demasiado excitado, sentía que mi verga iba a estallar dentro de mi pantalón en cualquier momento. Ella se echó a su cama y de repente se abre una puerta al costado de la habitación; de allí sale su marido, totalmente desnudo.

Yo quedo perplejo y congelado; toda la sangre que tenía en mi verga se me sube a la cabeza, no entendía lo que estaba pasando, yo simplemente observaba. Ella se dispone en cuatro, siempre mirándome. Su marido se sube a la cama y la penetra así, ambos mirándome, totalmente de frente a mí. Yo me relajé un poco y me mentalicé para disfrutar de aquella escena puesto que comprendí que ellos querían eso. Me excitó demasiado ver a Andreina con su cara de placer, me imaginaba la forma como la estaban penetrando. Su marido simplemente cerró los ojos y disfrutaba del momento. Mi pene otra vez volvió a tomar vida, por lo que decido llevar mi mano allí, fantaseando con que yo era el protagonista de esa escena porno. Cada vez Andreina gemía más, me imaginaba que la verga de aquel hombre la estaba destrozando por dentro. Ella de pronto explotó en un multiorgasmo mágico que la llevó a gritar y gemir varias veces. Yo no aguanté y saqué mi verga para masturbarme. Solo deseaba poder llenarla encima con mi leche, aunque siempre me mantuve sentado en aquella silla.

Allí seguían en la misma posición. Su marido seguía embistiéndola cada vez más duro y ella así mismo disfrutaba. Andreina se queda mirándome fijamente y me hace una seña para que me acerque. Así lo hago, toma mi verga con una de sus manos y se la lleva a su boca; me empieza a hacer sexo oral de una forma tan deliciosa que nunca lo había sentido, era toda una experta. Mientras tanto su marido seguía dándole por detrás, estaba concentrado en su ejercicio; nunca supe si este hombre se dio cuenta que yo estaba allí. Andreina gemía fuertemente; de nuevo estaba a punto de tener otro orgasmo, lo que hizo que me encendiera de nuevo y al momento que empieza a convulsionar de placer, hace que me derrame en su boca, sentía que me perdía allí adentro, que me extraía todo lo que había dentro de mí.

Fue necesario retirarme de ella porque yo estaba demasiado sensible. Aquel hombre se queda quieto y me dice con una voz muy grave: “Ahora vístete y vete”. Yo quedé de nuevo paralizado del susto; así lo hice, me vestí y salí pronto de allí, no sin poder disimular mi cara de éxtasis por la experiencia vivida en aquel momento. Llegué a mi casa y me encerré en mi habitación sin saludar a nadie, Solo quería entender todo lo que había pasado: Quise compartir con Andreina, pero allí estaba también su marido, me hicieron hacer participe en una de mis mayores fantasías como lo era ser parte de un trio y ahora me sacaban de la escena como si hubiera cumplido con mi deber. Era un cúmulo de sensaciones y preguntas.

A los siguientes días Andreina no me hablaba mucho, su actitud cambió totalmente, me ignoraba, no volvimos a compartir los momentos a los que ya estábamos acostumbrados, supuse que su marido se habría dado cuenta de la primera vez que estuvimos en su casa y que salí corriendo. Por supuesto que ahora en la clase de Relaciones Sociales me empezaba a ir mal. No podía sacar a Andreina de mi mente. Ella se convirtió en mi compañera de ducha por varios días, me masturbaba pensando en ella, la extrañaba demasiado. Definitivamente había dañado mi cabeza.

En esta parte de mi historia volvemos a los problemas de mi casa. A los siguientes días de lo que les acabo de narrar, mi padre nos reúne y nos informa que al siguiente día todos debemos estar preparados porque su hijo vendría a nuestra casa a conocernos, pensaba que si le diéramos la oportunidad de conocerlo tal vez podríamos tener una relación cordial y así posiblemente desistirían de la demanda. La verdad ese tema me tenía sin cuidado.

Se llegó la mañana y muy pronto tocaron la puerta. Finalmente, todos estábamos a la expectativa de conocer a este “nuevo integrante” de la familia. Mi padre sale a recibirlo y regresa muy pronto con la visita. Quedé paralizado cuando hizo su entrada Andreina… Quedé de una sola pieza, no entendía nada, no entendía ella que hacía allí. Y la verdad todos quedamos con cara de interrogante puesto que esperábamos que entrara un hombre. Lo primero que nos dice mi padre es: “Familia, les presento a Andrés, o mejor dicho, a Andreina, hace ya unos cuantos años que se convirtió en esta bella mujer”.

Mi familia en quiebra, mi padre con una demanda por abandono, yo muy pronto sin universidad y ahora hace solo unos días había tenido sexo con mi medio hermano, que ahora es mujer… Soy Leónidas, el rey de los problemas.

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