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Lupe

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Soy un hombre de 52 años, como muchos, normal sin ningún atractivo, casado y con 2 hijos mayores; quiero compartirles algunas de mis vivencias a lo largo de mi juventud.

A lo largo de mi vida, he tenido experiencias de incesto con mi madre y con mi hermana; con alguna prima hermana y con dos tías, hermanas de mi padre; también las normales con amigas y novias y como diría la canción -con una que otra casada-.

Ya de casado, con una linda mujer de bello cuerpo y sensuales nalgas, me tocó vivir la experiencia de cogerme a mi suegra y a mi cuñada, también a mis dos concuñas, a una de ellas solo dormida y la otra despierta; con esta fue despiertos ya que mi cuñado, resultó ser muy liberal y me propuso hacer un trío con ellos, fueron varias ocasiones que nos cogimos a su esposa, pero fue tan buena la química y tan buen entendimiento en la cama que después, cogimos muchas veces solos y sin que mi cuñado se diera cuenta.

También con una sobrina, hija de mi cuñada.

Pero hoy lo que les quiero compartir es lo que me pasó con 2 vecinas en los departamentos en que habitamos mi esposa y yo; espero que les guste y lo disfruten.

Fue en tiempos de la pandemia, dónde yo pienso que a todos, nos dio la oportunidad de conocer de mejor manera a nuestros vecinos, de todas las maneras posibles.

En el edificio en el que vivo, hay 5 departamentos, incluido el mío, me tocó la suerte de poder coger a una de las vecinas y a su hija. De otro departamento nada más a la señora, a su hija nada más la manoseé y me mamó la verga. En esta ocasión les comparto lo que pasó con la vecina que vive en la parte de abajo del edificio, su departamento da directo al garaje, hay un lugar para cada departamento; esta familia está compuesta por la señora en cuestión, su marido y sus dos hijas. Por azares del destino, mi esposa y está señora, se conocían de su juventud, por ser vecinas, tuvieron algunos problemas clásicos de la misma juventud, con el tiempo cada quien agarró el camino que le marcó el destino; tras casi 35 años después el mismo destino las juntó en el mismo edificio; ellos llegaron a 3 años de que nosotros ya vivíamos ahí.

Desde que mi esposa la reconoció, me dijo que, no quería que le hablara más que lo necesario a la nueva vecina, ya que la conocía y sabía cómo era, como ella me conocía de como soy con las mujeres me dijo -tú de pájaro loco y ella de cola pronta, no dudaría que te la terminaras cogiendo y te he pasado muchas pero nunca con ella, con ella jamás te lo perdonaría-, ya con esta advertencia y como yo en ese tiempo me andaba cogiendo a mi cuñada, pues le dije que no se preocupara; cabe mencionar que yo aprovecho todas las oportunidades que me da la vida de cogerme a las mujeres que se me pongan enfrente, ya sean gorditas o flacas, jóvenes o viejas, buen cuerpo o no tanto, jóvenes o viejas; está señora, era chaparrita, gordita, un poco de nalga, pero lo que más resaltaba de ella, eran sus grandes senos, aunque vestía de manera normal, se notaba que tenía unas buenas tetas.

Casi siempre que nos cruzábamos era el clásico saludo de buen día, tarde o noche, las veces que nos poníamos a platicar, tocaba la suerte de que mi esposa estaba presente, así ni como hacer o pensar en otra cosa. Con el paso del tiempo, cómo el garaje daba a la puerta de su departamento, cada que bajaba, (nosotros vivimos en el departamento de hasta arriba) ya sea a lavar mi carro o hacerle algún arreglo, me di cuenta de algunas cosas que pensé me podrían ayudar a cogerme a la vecina. Al principio me tocó escuchar como el señor y ella cogían, las escaleras terminaban o empezaban, casi a escaso metro de la puerta de su departamento. Su departamento, es el más pequeño de todo el edificio, así que su recámara está casi en la puerta del mismo, así que si uno se acercaba, podía escuchar o hasta incluso ver así dentro, ya que la puerta, era la clásica de mitad vidrios, las cuales tenían unas dobles cortinas, una delgada y otra gruesa, la otra mitad era de metal.

En una ocasión, baje a revisar mi carro, al pasar junto a la puerta de mi vecina, claramente se escuchaban, los sonidos clásicos de cuando uno está cogiendo, los jadeos, los suspiros, los "aplausos" que provoca, cuando uno se la mete a una mujer, estando de perrito, me pare junto a la puerta, solo tenían corrida la cortina delgada, así que, acercándose se veía al interior del departamento, tenían la luz de su recámara encendida, eso facilitó mi visión, estaban los dos desnudos, ella era cómo me la había imaginado: gordita, con unas tetas bastante apetecibles, casi nada de nalga, algo de vello púbico; el señor con una verga como de 18 cm delgada.

El señor estaba acostado, mientras ella le mamaba la verga, que mamada le estaba dando, después de un rato, ella se montó en él, se acomodó la verga en la panocha y se la fue metiendo poco a poco, hasta que terminó de comerse totalmente esa barra de dura carne, dio un pequeño grito, comenzó con un sube y baja, lento, moviendo las caderas y las nalgas en círculos, ya cuando tomó ritmo, comenzó a moverse más rápido hasta que alcanzó una buena venida, se recostó sobre el pecho de su marido, en lo que se recuperaba de tan rica venida.

Al cabo de unos minutos, el señor la colocó en posición de perrito, le puso la verga en la entrada del culo, ella como que no quería, pero su marido la sujeto fuertemente de las caderas, le dejo ir la verga tan fuerte que ella dio un grito, que no sé cómo los demás vecinos no escucharon; ella le decía que ya porque no la aguantaba, pero él le decía, que se callara, que aún tenía pila para rato, después de unos 10 minutos de estar bombeando su culo, el marido comenzó a llenarla de leche, ella solo jadeaba y decía que ya la sacará, el muy canijo todavía se la dejo adentro, hasta que se le bajó, se la saco y brotó un poco de leche, ella le dijo, que se pasaba, que ya sabía, que la lastimaba cuando se la cogía por el culo, el solo le dijo que se amolaba, ya que a él le gustaba darle por el culo. Me aparté de ahí para que no me descubrieran.

Pasaron algunas semanas de este evento, el señor empezó a salir a trabajar; para hacerlo yo tenía que mover mi carro, para que él pudiera sacar el suyo del garaje, su esposa siempre le ayudaba a abrir y cerrar el portón, se me olvidó comentarles el nombre de esta señora, se llama Lupe.

Pues bien todas las mañanas, Lupe subía a tocar a mi departamento, a eso de las 5 am, para que moviera mi carro y que su esposo, pudiera sacar el suyo, yo bajaba en shorts, que es como duermo, bajaba, saludaba al vecino, hacíamos el movimiento de los carros y le ayudaba a Lupe a cerrar el portón, me quedaba algunos minutos platicando con ella; al paso de los días, con la misma rutina, me di cuenta que ella siempre salía con una chamarra larga, que le llegaba a media pierna, esa ocasión, puse más atención, me di cuenta que siempre tenía agarrada la chamarra, ya que no le servía el cierre, me sentí un poco excitado, imaginando que ella no traía nada abajo, decidí lanzar toda la carne al asador, como decimos en México, en la plática, le comenté que con el frío que hacía esa mañana, todo se encogía.

Lupe me contestó, -no todo vecino- y bajo su mirada a mi verga que estaba semi parada, le dije que lo que provoca la imaginación, me preguntó porqué, le contesté que uno imagina cosas bastante locas, ella me preguntó qué cosas, le contesté con pregunta: -si le digo se va a enojar y me va a acusar con su marido-, ella contesto que si tan atrevida era mi imaginación, acto seguido, le pregunté que si adivinaba me dejaría comprobarlo, ella solo me regaló una sonrisa coqueta y de invitación a hacerlo, le pregunté que si debajo de su chamarra no traía nada, ella por respuesta, solo se acercó a mi, puso su estómago en mi verga, se empezó a restregar; que más invitación había para empezar un cachondeo, cabe mencionar que el garaje tiene unos focos para controlar la luz, los cuales apagábamos, cuando, ya nos metíamos a nuestros respectivos departamentos, en esta ocasión, ya los habíamos apagado.

La tomé de la cintura, le restregué todavía más mi verga, que ya estaba a todo lo que daba, mis 15 cm, estaban como piedra, ella no me rechazó, me abrazó del cuello, dejó que yo hiciera con ella, lo que quisiera, no cabía duda que estaba excitada, con el abrazo que me dio, soltó la chamarra, pude ver qué se la agarraba porque no servía el cierre, comprobé que efectivamente no traía nada abajo, iba totalmente desnuda, nos besamos, mis manos entraron en esa chamarra abierta, tocaba sus tetas que si eran grandes y suaves, su estómago era también algo grande, sus nalgas eran también suaves y tersas, su panocha tenía, cómo ya había visto el vello púbico sin recortar, pero no estaba muy grande.

Me abrí paso entre ese vello, para tocar su clítoris, ella dio un suspiro, ya me agarraba la verga por encima del short, me decía que la tenía muy dura, le metí poco a poco mi dedo medio en la panocha, ella ya gemía del placer que le estaba dando, alternaba su clítoris con el interior de su panocha, se comía fácilmente todo mi dedo, así estuvimos un rato, hasta que ella, se empezó a estremecer, viniéndose en mi dedo, estaba muy mojada, saque mi dedo, lo lamí y después se lo metí a la boca, lo succionó con frenesí desesperado.

Después me alzó la playera que traía, me chupo de manera muy rica, mis pezones, nunca soltó mi verga, se fue bajando, hasta llegar a ella, me bajo el short con todo y mi trusa, me dio una gran mamada como ya tenía tiempo que mi esposa no lo hacía, se metía la verga hasta la garganta, la lamía y la succionaba con mucho placer, casi me hace venir, me hubiera encantado llenarle de leche su boca, pero quería probarla más, la levanté, ahora yo le estaba mamando sus pezones, ella contenía sus suspiros, tal vez sus gritos, para que no se diera cuenta su familia, estábamos algo cerca de la puerta de su departamento, a mí no me hubiera importado que cualquiera de sus hijas nos vieran, también se antojaban mucho.

Sus hijas, eran jóvenes, de dieciocho y diecinueve años, una era delgadita, bonita, con un cuerpo bien proporcionado, tetas pequeñas pero que ella hacía resaltar usando brasieres con relleno, sus nalgas eran también pequeñas pero se veían muy ricas con los pantalones y mallas que se ponía, en fin, se veía muy rica; la otra también bonita, más joven, era más exuberante, tenía unas tetas algo grandes, sus nalgas en combinación con sus caderas, hacían ver qué tenía unas nalgotas, pero le faltaba tener la redondez más pronunciada para considerarlas así, era una gordibuena en potencia, siempre usaba ropa que hacía resaltar sus curvas, como ellas no salían por la pandemia, casi siempre andaban de shorts y playeritas muy ligeras, la mayor casi siempre sin brasier y la otra con unos shorts muy pequeños, a veces sin tanga, la más pequeña fue la que me cogí.

Volviendo con Lupe, después de la mamada, la recargue en uno de los carros de lo otros vecinos, ella se empinó no más que pudo, apoyando las manos en la parte trasera del carro, me agache para mamarle la panocha y el culo al mismo tiempo, me enfoque en su clítoris, a veces le metía la lengua hasta lo más profundo de su panocha, de pronto siento como se ponía más jugosa de lo que ya estaba, la había hecho venir nuevamente, me levanté, le coloque mi verga en la entrada de su panocha, con lo mojada que estaba, se la deje ir hasta lo más profundo de su panocha, ella dio un gran grito de placer o eso creo yo, ya que estaba mordiendo la parte baja de la chamarra para que no nos estorbara.

Comencé a moverme lento pero profundo, para después acelerar mis movimientos, después bajaba la intensidad y luego la volvía a aumentar, así estuvimos por varios minutos, no sé cuántos pero a mí se me hicieron muchos, la hice venir más ocasiones, hasta que ya no aguantaba más, le empecé a tratar de meter el dedo en el culo, con las venidas de ella y la mamada que le di, estaba más que lubricada, me dijo que por ahí no porque le dolía, le dije que no se preocupara, que se lo haría despacio y con cuidado, no quiso, me dijo que no había problema que le echará la leche adentro de su panocha, ya que estaba operada desde hacía tiempo, no me lo dijo dos veces.

Aceleré mis movimientos, la jale lo más que pude de la cadera, trate de meter la verga lo más profundo que pude, comencé a echarle mi leche, fueron varios chisguetes largos, ya tenía tiempo que no hacía nada con mi esposa, así que ya sabrán toda la leche que traía almacenada, ella se vino una vez más y yo terminé hasta que ya no quedó ninguna gota de leche dentro de mi, le saque la verga, ella se volteó, se hincó para mamármela nuevamente, pero solo era para limpiármela, cuando acabo se alzó y nos besamos, gozando de el sabor de su panocha y mi leche, me dijo que le había gustado mucho, que ya tenía tiempo que no se venía tantas veces en un solo palo, le dije que cuando quisiera estaba a sus órdenes, nos acomodamos la ropa y cada quien se dirigió a su respectivo departamento, hasta ese momento, repare en la hora, pero mi tranquilidad, solo habían pasado 40 minutos, 40 muy ricos y cachondos minutos.

Entre a mi departamento, e inmediatamente fui al baño a asearme un poco, para que mi esposa no sospechara, me lave muy bien la verga, que con el movimiento y el recordar la cogida a Lupe se volvió a parar, no con la intensidad de hacía unos momentos. Me fui acostar, me preocupé un poco recordando la advertencia de mi esposa, pero terminé durmiéndome en pocos minutos.

Repetimos varias veces las cogidas mañaneras con Lupe, con la vuelta a la normalidad de la pandemia, nos ha costado algo de trabajo en encontrar algún momento para coger, pero lo seguimos haciendo, a veces en su departamento o a veces en el mío, solo en una ocasión hemos ido al hotel, eso porque ella no quiera ausentarse de su casa por tanto tiempo.

Espero que les guste mi relato.

Para el siguiente relato, les platicaré cómo me cogí a la hija de Lupe, la gordibuena. Gracias por leerme.

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