Plaza Satélite, verano del 94. Iba en mi coche, para hacer algún trámite bancario o alguna compra, cuando veo la carita muy cachonda de una niña que conducía su vehículo por el estacionamiento. Nos miramos, nos cachondeamos con la mirada, ella estaciona y se mete en una tienda departamental, y yo hago lo propio, la sigo pero en esos instantes de demora la perdí de vista. Me la jugué por dejarle mi tarjeta en su limpiaparabrisas, esperando que me llamara… Que un golpe de suerte necesario ayudara a que sucediera.
Al cabo de un par de horas, yo estaba en mi negocio y suena el teléfono, atiende alguien y me llama, que es para mi. Yo no tenía en cuenta quién podría ser, y resulta que era ella, la misma chica que se había bajado de su coche luego de cachondearnos con la mirada, la que estaba enfundada en un ceñido vestido que le marcaba sus curvas de manera muy sugerente.
Se presenta, me presento, y me dice que fue un lindo juego visual el que habíamos sostenido, nos reímos y me da su teléfono y me invita a una fiesta que tendría lugar en su casa el siguiente fin de semana. A la cual me dijo podría yo llevar un par de amigos si así lo quisiera.
Llamé a Raúl para que me acompañara, y este llamó a su pareja, y fuimos los tres. Les conté en el camino como la había conocido, y se reían, y me preguntaban qué pensaba hacer, cómo la reconocería, y cómo actuaría. Les dije que eran muchas preguntas sin respuestas en ese momento, que al momento de llegar vería cómo sucederían las cosas, pero que en mi cabeza cabalgaba la idea de tener un rico momento sexual.
Llegamos a su casa, que estaba situada por una loma, con una vista hermosa de la ciudad, una casa grande, amplia, que evidentemente no estaba terminada en algunos de sus sectores.
Tocamos el timbre, y en pocos instantes nos abren la puerta, aparece una chica, de unos 27 años, de unos 160 centímetros de altura, con un par de pechos que llamaban poderosamente la atención, enfundados en un body rojo, y dejaba sus piernas al descubierto en la parte inferior, porque llevaba puesto un short de jeans, desgastado, con algunos cortes muy sugerentes.
Le pregunté simplemente "sos vos?" y ella me repreguntó "eres tú?", enseguida le presenté a Raúl y a su gorda, los hice pasar, y sin mediar más palabras le comí la boca, a lo que ella respondió con un beso muy pasional.
Nos abrazamos, y enseguida nos dimos la mano y caminamos por la casa rumbo a la sala, donde se llevaba a cabo la reunión.
Nos presentó al resto de los invitados, y ahí estuvimos una media hora charlando. Pero en el ambiente se respiraba aire de novedad. Éramos unas 8 o 10 personas, y pocos conocían a otros. Luzma, así se llama esta mujer, invitó a 2 parejas que no se conocían entre sí, y a un par de amigas suyas, además de a mi, que llevé a otra pareja. Entonces, no había tanto conocimiento de los otros, lo que beneficiaba al aire que respirábamos.
Entonces, Luzma me dice "quiero mostrarte el resto de la casa, va?", claro que va, vamos!!! Y nos fuimos, a dar una vuelta por la muy grande casa que tenía. Y ahí me explica que es casada, que su marido no la quiere, que se llevan muy mal, y que él no está viviendo allí, que por eso la casa tiene partes pendientes de construcción, que está a la venta, y mil cosas más, mientras alternábamos su relato con apasionados besos, tan apasionados como desconocidos éramos entre nosotros.
Seguimos paseando por la casa, hasta llegar al jardín de atrás, desde donde se podía apreciar las luces de la ciudad porque estábamos en la ladera de una loma, la vista era hermosa.
Ahí decidimos quedarnos, besándonos, tocándonos. Su body de lycra dejaba actuar a mis manos con total libertad. Se lo recorrí y le saqué una teta al aire, para poder comérmela, y le franeleaba la otra con ímpetu, mientras ella me abrazaba y me tocaba por todas partes.
En breves instantes le desabroché su short, se lo bajé, y le desabotoné el body por debajo de las piernas, y quedó al descubierto una rica concha muy húmeda, en la que metí un dedo y empecé a pajearla.
Acto seguido nos recostamos en el césped, húmedo por cierto por el rocío de la noche, y entre la humedad del pasto y la de la concha estábamos completamente mojados, acompañados por un tibio sudor que recorría nuestra piel.
Le chupé tanto la concha que sus suspiros dejaban de serlo, para pasar a ser leves quejidos que trataba de disimular, porque si bien los invitados estaban algo lejos, tal vez podrían llegar a oír algo, y no queríamos…
Sus leves quejidos iban in crescendo, seguí y seguí lengüeteando y pajeándola hasta que su orgasmo explotó en mi boca, me encantó, me encanta que las mujeres logren su orgasmo con mi lengua, en mi boca, es un placer tan grande, o tal vez mayor que mi propio orgasmo… me fascina!!!
A mi siempre me gustó dar placer tanto como recibirlo, pienso que si uno da sin esperar recibir, la recompensa aún será mayor, y los placeres fluirán de un cuerpo al otro sin parar y los momentos serán infinitamente inolvidables.
Tan inolvidable como esta historia que les estoy contando.
Ella se tomó unos segundos para recuperar el aliento, y me tumbó al césped a mi, para regalarme una mamada de locos… que labios tan ricos, que lengua tan juguetona, que dientecillos tan sutiles para morderme, que manera de mamarme la verga tenía esta mujer, que momento tan placentero me regaló.
Yo no quería venirme, no porque no me gustara que me tragara la leche está caliente hembra, sino porque no tendríamos tiempo para lograr un segundo round, los invitados estarían preguntándose donde andábamos y no queríamos levantar sospecha… ja
Ella pensó lo mismo que yo, y dejó salir mi verga de su boca, me paré, y la abracé, la besé con muchas ganas, a la luz de la luna, con las luces de la ciudad como quietos espectadores de nuestro sexo al descubierto. Así como estábamos la levanté entre mis brazos, haciendo que colocara sus piernas alrededor de mi cintura, sentada sobre mi vientre, y así fue como la penetré, profundamente de un solo movimiento. Estábamos los dos tan calientes que mi pija entró en su estuche de una sola estocada. Sentada sobre mi, en el aire, así cogimos, luego caminé hacia una pared, para poder apoyar la espalda de ella y de pie seguir cogiendo, nuestros movimientos y nuestra pasión inundaba nuestra piel de sudor… no dábamos más!!!
Entonces, decidí bajarla y encaminar nuestros pasos hasta el barandal del jardín, que daba a la colina, desde donde se veía la ciudad, ahí fue que ella se puso en cuatro patitas, ofreciéndome su sexo, y allí la volvía penetrar, para serruchar durante unos cuantos minutos más para vaciar toda mi leche en su concha…
No habíamos medido el tiempo, no sabíamos cuánto tiempo llevábamos fuera de la reunión, pero no nos importó mucho.
Nos vestimos, nos arreglamos y fuimos a la sala otra vez. Llegamos, nos miraron todos con pícaras sonrisas… Pero nadie decía nada.
En un momento, mi amigo Raúl me dijo: "si querían disimular que habían cogido, para que los amigos de Luzma no se enteraran, tendría que haberse puesto el body bien, porque antes lo tenía que le tapaba toda la nalga, y ahora a se le puede observar la nalga en la rotura del short, fijate atrás"… y era cierto… jajaja, no nos habíamos percatado de ese detalle.
Meses después, me encuentro en un bar, con un chico que había estado en esa reunión, pero del cual yo no me acordaba. El sí de mi, y me preguntó qué tal Luzma, que si la seguía viendo, y si había disfrutado del sexo con ella esa noche, y me acusó de "caradura", y que su marido ya sabía y me andaba buscando!!!
Claro que nada era cierto, excepto que sí habíamos cogido. Luzma y yo iniciamos una relación de amantes luego de encontrarnos de casualidad por Satélite, de coche a coche, y ahí sí, empezamos a frecuentarnos. Me comentó que ya estaba formalmente divorciada, por lo que su matrimonio ya no existía, y me aclaró, por si quedaban dudas, que ya estaban separados la vez que habíamos cogido en su casa…
La cité para ir a un bar, pasé por ella, y a medio camino paré mi coche, y nos empezamos a besar, saqué la verga y ahí mismo me la mamó magistralmente y esta vez sí, no dudé en llenarle la boca de leche calentita y se la comió toda… luego, nos fuimos al bar, donde pasamos un rato agradable y finalmente la llevé a su casa.
Al otro día la voy a visitar, nos ponemos a besarnos en su sala, y otra vez quedamos en pelotas, y ella empieza a mamarme la verga y de repente interrumpe su acción. Y me pregunta: "vas a poder llegar al segundo?", a lo que contesté, inocentemente "no sé".
No sé, repitió ella, y no volvió a mamarme la verga. Claro, quería sexo, quería penetración, por lo que pasamos a su recámara a seguir la acción. Nos volvimos a besar, y ahí seguimos… cogiendo salvajemente, en muchas posiciones, con mucha velocidad, con movimientos apasionados.
Y llegamos juntos al orgasmo. Al primero, porque claro, esa noche nos echamos dos polvos más… el siguiente en el culo, luego de besarle todo, le comí el culito para relajarlo y dilatarlo y llenárselo de leche.
Y el tercero, sí, el tercero se lo eché en la boca… y le recordé su pregunta inicial: "vas a poder llegar al segundo"? a lo que nos echamos a reír.
Al día siguiente me mandó un mensaje de texto a mi radio, y decía "que rico me hiciste el amor anoche"… la llamé y le dije que estaba equivocada, que no habíamos hecho el amor, que habíamos cogido salvajemente… se rio y me dijo "entonces, vuélveme a coger salvajemente, amor mío"
Y seguimos unos meses más, ella ya había iniciado otra nueva relación de noviazgo, y al poco tiempo me dijo de terminar porque se iba a casar, y que no quería perder su estabilidad amorosa. La comprendí… estaba enamorada, y con su novio, hacía el amor…
Luego se casó, no permitió que tuviéramos una despedida de soltero.
Igualmente le deseé lo mejor, se lo merece. Y ahora su marido tal vez también la coja salvajemente, o tal vez le haga el amor… habría que preguntarle a ella…